jueves, 4 de junio de 2015

Chappie - La Columna de Logan.


Vivimos en un hermoso, hermoso país, donde en los cines suceden cosas como la de hoy: mientras algunas salas de cine estrenan el 1er largometraje protagonizado por la China Suárez, con un guión inspirado en la novela auto-biográfica de Cielo Latini, Abzurdah, misma que seguramente acaparará la atención de todos los medios, en algunas otras salas, alejadas del ruido y el bullicio que provocará aquel estreno argento, con exactos 3 meses de retraso de la premiere que se realizó en New York el pasado 4 de marzo, aterriza por fin Chappie, la nueva producción de ciencia ficción de Neill Blomkamp [District 9 (2009), Elysium (2013)], filmada íntegramente en Johannesburgo, Sudáfrica y protagonizada por Hugh Jackman, Sigourney Weaver, un casi ignoto Dev Patel (los que siguieron The Newsroom lo tienen) y la pareja de raperos sudafricanos Watkin Tudor Jones (mejor conocido como Ninja) y Yolandi Visser (o ¥o-landi Vi$$er), ambos miembros de la banda Die Antwoord. Por supuesto, en Tierra Freak no hubo espacio para la duda, y nos pusimos en acción para darle la cobertura que merecía a este estreno, procurando spoilear lo menos posible e incentivando a la monada a que acuda a los cines a disfrutar de este entretenido film.


Ni una más

Sí, eso, loco. No me banco una sola película sobre Inteligencia Artificial más, basta. Me cansé. Agotaron el tema, lo estrujaron, lo sobre-explotaron y están llegando al límite del hartazgo. En cine y también en la televisión. Incluso producciones muy cuidadas y realmente bien cerradas como Ex Machina (2015) terminan cansando un poco por la solemnidad y el drama con el que es presentada la premisa. Ya está bien, ya entendimos que no hay que joder con el desarrollo de la Inteligencia Artificial porque nos va a terminar destruyendo como civilización. Igual ese es un trabajo que hacemos muy bien nosotros solitos como humanos, pero ese es otro tema…
De todos modos, si pensás como yo, aún podes incluir dentro de tu menú a Chappie, incluso cuando la misma tiene como eje justamente el desarrollo de una Inteligencia Artificial para usos y aplicaciones policiales y militares. ¿Por qué? Porque Chappie es una comedia dramática. Es absurda, sarcástica, y plagada de ironía. Está escrita y narrada en ese tono, en esa clave, y aquel que no cae en
la cuenta de eso se está perdiendo gran parte de la experiencia que los realizadores de esta producción buscaron imponer. Puede pasar, ojo. A mí me pareció bastante evidente que Fury (2014)  no era un relato que buscaba recuperar de la forma más verosímil posible vivencias bélicas, se me hizo más que obvio que la producción, el guión y la dirección apuntaban a un relato fantástico, con situaciones que rayaban lo ridículo y hasta presentaban escenarios surrealistas, pero luego de cruzar algunos comentarios con otras personas –sobre todo después de haber escrito la columna dedicaba a dicho film aquí en Tierra Freak- me di cuenta que no eran pocos los obtusos que se resistían a dejarse llevar por las señales claras que el director les dio para ofrecerles el marco de referencia para las “fabulosas” aventuras que iba a narrarles. Lo bueno de Chappie es que tiene la ventaja de carecer de la pretensión de aquella producción de David Ayer, ya que desde el vamos el foco está puesto en entretener, y los elementos iniciales que forman parte del disparador de la trama, de tan ridículos que son, no dejan lugar a la duda: esto es una comedia dramática donde las estrellas van a ser, antes que nada, los efectos especiales.

No Man's Land

A saber: la situación de inseguridad en la ciudad de Johannesburgo está que trilla, y se les ha escapado completamente de las manos a las autoridades estatales, viendo como la misma no solo perjudica al ciudadano común sino también al comercio regional, y eso por supuesto significa menos plata moviéndose en los lugares que podrían beneficiar al estado. La solución la encuentran de la forma menos esperada: corporizando el eterno deseo de la clase media y alta de la sociedad, la policía de Johannesburgo consigue algún tipo de crédito –o el estado se endeuda hasta el próximo siglo para obtener fondos para esta inversión, nunca lo sabremos- para adquirir de un ente privado una “flota” de robots preparados para repeler el crimen, que reaccionan de forma rápida, dura y sin concesión, moviéndose con 4 o 5 pautas disparadas por una pobre A.I. (Artificial Intelligence en el original, Inteligencia Artificial para nosotros), misma que fue programada por uno de los protagonistas del film, Deon Wilson (Dev Patel), que ahora dentro de la empresa para la que responde, debido al éxito de su “proyecto”, pasó de ser uno más de los cientos de programadores que trabajan como ratas en cubículos a poco menos que una super-estrella. Igual, seguirá laburando en un cubículo hasta que termine el film, tampoco la pavada… Una vez que el estado logra verificar los beneficios de adquirir estos robots, y ve como el índice de delincuencia desciende, en vez de comenzar a aplicar otro tipo de medidas para sopesar las deficiencias que evidentemente están teniendo como gobierno y armar un plan a largo plazo para sostener o seguir disminuyendo la delincuencia, no tienen mejor idea que recurrir a más represión, y adquieren 100 Robocops más… eh, quiero decir, 100 robots más de estos. La clase media festeja feliz: se reduce el delito apaleando a esos negros de mierda que lo único que hacen es vivir del estado con planes sociales. Johannesburgo se transforma en Capital Federal dentro de 4 años más de gobierno del Pro.

Igual, el rey de los garcas y fachos no se encuentra ni en el gobierno ni en la policía, es un ex militar que una vez retirado se dedicó a la programación (estaría entrando en el libro de los guinness el pibe, me acaban de informar…) de nombre Vincent Moore (Hugh Jackman), que desarrolló dentro de la misma empresa privada que provee los robotitos amedrentadores otro tipo de unidad, un calco del famoso ED-209 de Robocop, pero con turbinas para poder sobrevolar el área, y sin ninguna A.I., el artefacto tiene que ser piloteado –a la distancia- por un piloto entrenado, como si se tratara de un drone, pero con una batería de misiles en cada brazo que puede barrer 4 manzanas sin pestañear. La diferencia entre el proyecto de Vincent y el de nuestro protagonista es el tamaño y el costo de fabricación de cada uno: mientras que los canas robotizados de Deon no superan la altura de un humano promedio, y hasta resultan simpáticos si no sos uno de sus objetivos, la bestia que desarrolló Vincent debe rondar los 3 metros de altura, tiene guacharacas por todos los lados que le puede caber y resulta impráctico y terriblemente amenazador. La empresa tiene que cuidar la imagen ante la opinión pública, amén de que tanto uno como otro serían utilizados con los mismos fines, razón por la cual a Vincent no le dan cabida, y con eso logran sacar lo peor de él… o lo mejor, dependiendo del tipo de votante que seas, ¿no?.
Pronto descubrimos que en realidad Deon estuvo durante años desarrollando una A.I. posta-posta, y cuando el film comienza por fin logró terminar de depurarla, pero su jefa, Michelle Bradley (Sigourney Weaver), le niega la autorización para probar la misma en una de las unidades. Eso, por supuesto, no va a detener a nuestro protagonista, quien roba de la empresa una unidad dañada, la repara, e instala en la misma esta nueva A.I., y es así como nace Chappie, que junto con su creador son víctimas de un secuestro orquestado por Ninja (Watkin Tudor Jones), Yolandi (¥o-landi Vi$$er) y Amerika (Jose Pablo Cantillo), unos gánster de segunda con mucho ego y poca materia gris, que mantienen una deuda millonaria con otro jodido, y para pagarla no se les ocurre mejor idea que secuestrar al “genio” que desarrolló estas unidades para que les programe una para ellos, y así puedan cometer un robo a gran escala sin preocuparse por la resistencia armada que encontrarán en el medio. Deon llega a un acuerdo con estos gánsters (sí, así de duros son los tipos, hacen acuerdos con un programador), y les permite acceder a Chappie en tanto y en cuanto él pueda hacer un seguimiento de la educación del mismo, y eso a los criminales les satisface si logran que su nuevo robotizado amigo aprenda en poco tiempo a comportarse como uno de ellos y sobre todo a disparar un arma. La tensión, entonces, estará puesta en el rápido aprendizaje que Chappie tendrá sobre la vida, tomando pronta consciencia del respeto que se le tiene que tener a la vida gracias a las directivas impuestas por su creador pero teniendo que sopesar el mismo con las actividades ilegales que sus padres adoptivos le van a imponer.

Circle of Life

Chappie (2015) está levemente inspirado en un corto de 2 minutos intitulado Tetra Vaal (2004) que Neill Blomkamp escribió, dirigió y produjo hace una década, en el cual se podía apreciar a unos robots policías muy parecidos a los que veremos en el largometraje que hoy se estrena, patrullando las calles de Johannesburg e intercambiando algunos tiros con unos criminales. Teniendo en cuenta que es el 1er corto que realizó, es una delicia poder disfrutar por fin de lo podríamos considerar el cierre de una etapa para este realizador, quien poco a poco se va consolidando como un gran narrador dentro de este género. No fuimos pocos los que nos quedamos con la mandíbula por el suelo con algunas de las escenas de District 9 (2009), su primer largometraje comercial, que si bien estuvo un poco sobrevalorado por la crítica, no deja de ser una sólida producción, muy bien escrita y narrada, pero sobre todo presentada de forma muy fresca y actual, con una ritmo frenético y sinuoso y unos FX’s a la altura del desafío, algo que, puedo asegurarles, una vez más, Blomkamp cuida hasta el extremo.

Muchas cosas se podrán decir del guión y los diálogos de Chappie (2015), pero si en algo tenemos que coincidir necesariamente todos es en que visualmente es impecable, y única. Sharlto Copley, protagonista de Powers, da vida aquí a Chappie, pero no solo en la voz, compuso la casi totalidad de las escenas en las que el robot aparece, y luego los especialistas en FX’s “pintaron” encima de él a nuestro querible heredero de Short Circuit (1986), y cuando uno termina de ver el film y cae en la cuenta de la cantidad de tiempo de exposición que el robot tiene en pantalla, no puede ni llegar a imaginar las horas de post-producción que hay encima, las cuales dieron su fruto ofreciendo una versión en extremo humanizada de este personaje, que empatiza con el espectador desde el minuto cero. No conforme con eso, el diseño de Chappie está inspirado en el famoso manga de Masamune Shirow, Appleseed, o mejor dicho, en uno de los protagonistas del mismo, Briareos, y cuando vean la película, aquellos que tuvieron la fortuna de poder consumir la historieta o los animes que adaptan la misma se van a caer de orto al encontrar las similitudes. Además del trabajo en CGI, la gente de Weta Workshop [la empresa que estuvo a cargo de los FX’s, la misma que trabajó con Peter Jackson en la trilogía del anillo y en su King Kong (2005), además de en Hellboy (2004), I, Robot (2004), Avatar (2009) y Rise of the Planet of the Apes (2011)] construyó en tamaño real 11 robots policías para ser usados en algunas escenas, además de 3 versiones distintas de Chappie, los cuales son usados en algunas escenas de planos medios o en las cuales las unidades están prácticamente inmovilizadas, y son articuladas como marionetas.

El guión que Blomkamp y su mujer, Terri Tatchell, escribieron es exquisito, pero no porque nos acerque a reflexionar sobre las problemáticas que el film presenta (la inseguridad y el refuerzo de la fuerza policíaca como única solución, el desarrollo de una A.I. y los dilemas éticos y morales que plantea) sino por la manera en que todo está expuesto, retrotrayendo de manera inteligente un tipo de entretenimiento en este medio que casi habíamos olvidado. Cuando éramos niños, muchos de nosotros nos divertimos a más no poder consumiendo cientos de películas berretas con guiones de medio pelo y producciones a pulmón, o por el contrario, films de acción, fantasía o ciencia ficción costosísimos pero que rayaban lo ridículo en cuanto a lo absurdo de las situaciones que exponían, con héroes y villanos que eran casi una caricatura, llenos de tics y frases gancheras que a nadie se le ocurriría decir en una situación crítica, enfrentando desafíos que bajo ningún punto de vista pueden permitir la supervivencia de nadie… y el espectador igual los disfrutaba porque, una vez más, sabía que todo era parte del juego y hacía las concesiones necesarias sin tanto drama y debate vacío de contenido en la web. Tal y como lo describí más arriba, Blomkamp te presenta una situación extrema a la que se le aplica una solución ridículamente costosa perpetrada por personajes que son un cliché cada uno en lo suyo solo para tener una excusa para entretenernos y poder, él y su equipo, divertirse como loco realizando escenas imposibles aprovechando las bondades de la tecnología digital de FX’s actual. Y el mejor ejemplo de eso es incluir a dos de los miembros de Die Antwoord en el casting.

Die Antwoord



Bueno, no recuerdo haber comentado esto, pero Neill Blomkamp es sudafricano, ¿no? Aaaaaaaaaah, por esoooooooooo… ¡Claro, amigo, como Charlize Theron! De ahí que su filmografía, en general, gire alrededor de Johannesburgo, y de ahí viene también la convocatoria de Ninja y ¥o-landi Vi$$er para que formen parte del film, ambos músicos, ambos integrantes de la banda de Hip-Hop sudafricana Die Antwoord (que significa algo así como La respuesta en Afrikáans), la cual se completa con DJ Hi-Tek, un 3er miembro “fantasma” que es en realidad un colaborador de turno que contribuye con su arte y su habilidad como D.J., y teniendo en cuenta la repercusión que tuvo el video “Enter The Ninja” de la banda a nivel mundial, muchos creen que quien aparece ahí, Leon Botha (conocido también como DJ Solarize), es efectivamente el 3er miembro posta-posta, pero no: Botha fue uno de los colaboradores circunstanciales, pero falleció a los 26 años en el 2011 producto de la progeria que padecía, esa mierda de enfermedad genética de la infancia extremadamente rara que presenta envejecimiento brusco y prematuro en niños, y que generalmente no les permite sobrevivir más allá de la adolescencia.

Podría tirar datos numéricos y un resumen del historial de Die Antwoord para completar esta reseña, pero la realidad indica que para quien frecuenta boliches, clubs o bares que se dediquen a pasar música corrida unos grados del rock mainstream seguramente ya los conoce, y eso sólo habla de ellos y del impacto a nivel mundial que han tenido, no solo porque provienen de Sudáfrica, sino porque no son una banda de rock tradicional, realizan algo que ellos llaman Zef, un estilo de música en el que confluyen distintas corrientes culturales, pero que para los amantes de las etiquetas tradicionales podríamos acotarlo en algo como electro rap-rave. Tanto Ninja como ¥o-landi Vi$$er se han mimetizado en un “personaje” que se puede leer perfectamente en el video que linkeamos al principio del párrafo, en el cual ¥o-landi hace las veces de un delicada princesita alternativa, exótica pero deliciosamente sexy, que por momentos parece poder defenderse sola pero en realidad clama a gritos la protección de su Samurái, Ninja, un soberbio y altanero bravucón que quiere comerse al mundo crudo y parece tener los huevos para hacerlo, o al menos una cantidad enorme de tatuajes que certifican que como mínimo pasó horas de dolor bajo una aguja (?). Por el momento solo cuentan con tres discos de estudio [$O$ (2009), Ten$Ion (2012) y Donker Mag (2014)], pero han anunciado en febrero de este año que no van a concluir el mismo sin dar a conocer su cuarto trabajo, presumiblemente titulado Rats Rule. En cuanto a las participación de ellos en Chappie, Blomkamp los incitó a que “hicieran de ellos mismos”, y agregaran líneas de diálogo y acciones que tuvieran que ver con sus improntas como personajes mediáticos si era necesario, ya que quería capturar la esencia de los Die Antwoord y del movimiento musical al que representan dentro del film de la forma más fidedigna posible, y evidentemente le hicieron caso al pie de la letra, porque es imposible encontrar una línea que separe a esos gánsters de los hip-hoperos sudafricanos que muchos de nosotros conocemos desde hace años, algo que, si me preguntan a mí, le agrega un condimento especial muy atractivo a la propuesta, y me traslada, una vez más, a mi niñez y adolescencia y a películas como Freejack (1992) con  Mick Jagger o Labyrinth (1986) con David Bowie. Así que, una vez más, los invito a que vayan a verla al cine, porque por muchos motivos vale la pena disfrutarla en pantalla gigante. Nos leemos de nuevo la semana que viene, acá, en Tierra Freak.
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