Si hablamos de
adaptaciones de libros a la pantalla, sea grande o chica, obviamente la primera
que se nos debería venir a la cabeza es Drácula, de Bram Stoker, con su
adaptación no oficial, por una cuestión de derechos, llamada "Nosferatu"
del director alemán Friedrich Murnau del año 1922.
Y ya desde ahí podemos ver que las adaptaciones son eso, adaptaciones, es decir que no van a ser fieles reflejos de lo que pasa en las páginas de los libros por el simple hecho de que los lenguajes escrito y audiovisual son totalmente distintos.
Pero hay ciertas adaptaciones, como en el caso de Nosferatu, que se quedan con la "escencia" del libro original, adaptaciones que, comúnmente decimos, son más fieles que otras.
Y ya desde ahí podemos ver que las adaptaciones son eso, adaptaciones, es decir que no van a ser fieles reflejos de lo que pasa en las páginas de los libros por el simple hecho de que los lenguajes escrito y audiovisual son totalmente distintos.
Pero hay ciertas adaptaciones, como en el caso de Nosferatu, que se quedan con la "escencia" del libro original, adaptaciones que, comúnmente decimos, son más fieles que otras.
La Saga de Harry Dresden (como se tradujo al
español) es una serie de libros escritos por el estadounidense Jim Butcher que
lleva, al día de la fecha, 14 volúmenes y ya tiene fecha de salida el número
15, diciembre de este año.
Butcher publicó el primer libro en el año 2000
y para enero de 2007, cuando se estrenó la serie, ya había publicado 7 libros,
lanzando el octavo en febrero de ese mismo año.
Las historias de Dresden también tienen su
versión audio-libros, narrados por el actor James Marsters, conocido por su
papel de Spike en Buffy The vampire Slayer o de
Brainiac en Smallvile.
Y lo interesante de la serie de televisión Dresden Files es que quedó muy claro
desde el principio que es una adaptación fiel, no porque sean las mismas
historias ya que no siguen la misma línea temporal y hay personajes distintos,
sino porque se respeta el clima, el ambiente que el escritor impone en cada uno
de sus libros.
Butcher mismo dijo en su momento que eran dos
universos distintos, que no se quería mostrar un capítulo por libro ni nada por
el estilo y que si lo que se buscaba era una traducción exacta, el público iba
a salir decepcionado. Lo importante era que se respete el clima. Y el clima se
respetó.
Fue filmada en Canadá y tuvo 12 preciosos
capítulos, donde el ambiente a novela negra se mantuvo perfectamente y que, a
pesar de haberla hecho mucho más detectivesca y menos sobrenatural que en los
libros, cuando Harry necesita tirar un hechizo para rastrear a alguien o
defenderse de un disparo, lo hace, como buen mago que es.
Harry Blackstone Copperfield Dresden, ese es su nombre completo, es un
mago, uno que no se recluye en su laboratorio en busca de la piedra filosofal,
sino uno que pasa sus días asistiendo a los que viene a pedir su ayuda en la oficina
que tiene en Chicago… por un módico precio, obviamente, porque todos tenemos
que comer y pagar el alquiler, incluidos los magos.
Él es un
detective privado especializado en esos casos que nadie más puede (o quiere)
solucionar, esos casos que pueden incluir fantasmas, posesiones demoníacas o
simplemente eso que la policía descartaría sólo para no aceptar que hay un
reino sobrenatural que escapa a las posibilidades de los simples mortales.
Pero claro,
a pesar de ser el único que está en la guía telefónica bajo el rubro “MAGO”, el
negocio de investigador privado no va del todo bien, por lo que para llegar a
fin de mes debe también trabajar como consultor de la policía de Chicago,
gracias a un contacto en el departamento, la Teniente Murphy.
Pero Dresden,
aparte de ser un detective mago, tiene un pasado oscuro, uno de esos que te
persiguen durante toda la vida.
Nacido de un
matrimonio mixto (maga y mortal), Harry obtiene sus poderes de su madre, la
cual muere cuando él tenía 3 años, por lo que lo cría sólo su padre, un ilusionista
de escenario, al estilo David Copperfield, que de la magia real no quiere saber
nada y que sobrevive yendo donde lo contraten, viajando por todo el país.
Pero al momento de morir su padre, queda bajo la
tutela del tío por parte de madre, Justin Morningway, un mago de los
verdaderos, un mago que, aparte, es miembro del Alto Consejo, la organización
que reúne y controla a los magos de todo el mundo.
Esta organización tiene a Harry en la mira
desde que mató a su tío usando las artes oscuras, supuestamente, en defensa
propia, y es por eso que Harry está constantemente siendo hostigado por Morgan,
un Guardián del Alto Consejo asignado a la Ciudad de Chicago, quien no duda en
trabajar con Dresden si hay inocentes en peligro.
Un agregado muy interesante que tiene la
serie, y que en los libros es totalmente distinto (por lo menos hasta el 5 que
leí yo), es el personaje de Bob, el espíritu de un poderoso mago atrapado en un
cráneo que fue el maestro de Harry en las distintas técnicas mágicas cuando vivía
con su tío y que, hasta el día de la fecha, es su único amigo.
Bob en la serie se manifiesta corporalmente,
interpretado por Terrence Mann, y funciona como contraparte perfecta de un
Harry que muchas veces termina metido en líos sin saber muy bien cómo llegó a
ellos. La dupla actoral Blackthorne-Mann funciona de maravillas, tanto en los
momentos cómicos como en los dramáticos, porque los hay de los dos.
Y principalmente es un punto de partida, como
lo fue para mi, para empezar a leer los libros (de los cuales haré una reseña
en algún otro momento).
Pero como ya adelanté, en agosto de 2007, en el
pico de la relación de los personajes, en el momento en que la historia está
más desarrollada, cuando ya estamos totalmente inmersos en el universo mágico de
Dresden, la cadena decide cancelar la serie y no apoyar una segunda temporada.
Obviamente la excusa que se da oficialmente es
que la audiencia no acompañaba y que no tenía la cantidad de televidentes como
para mantenerla en el aire. Lo raro de la situación es que Paul Blackthorne ya
había firmado, antes de saberse la cancelación de Dresden, para protagonizar la
serie Big Shots en la NBC, cadena madre del Sci-Fi Channel, la cual se apostaba
que iba a ser la “Sex and the City” con hombres, pero que sólo tuvo 1 temporada
de 11 episodios.
Y así, sin protagonista, esta historia de un
universo mágico, lleno de seres de fantasía, no termina como sí lo hacen los
cuentos de hadas donde todos fueron felices y comieron perdices. Acá hay un
sabor amargo. Uno que sólo podemos mitigar leyendo los nuevos libros e
imaginando cómo serían adaptados a la pantalla chica.