jueves, 28 de julio de 2016

Aftershock – Cuando pase el Temblor - La Columna de Logan.



Me tomé un descansito la semana pasada en esto de ir revisando parte del mercado del comic book americano actual que pasa por detrás del mainstream, apuntando al presente de Vertigo y la semana anterior puntualmente al comic de Gail Simone y Jon Davis-Hunt, Clean Room, pero lo retomo esta semana para dar un vistazo de lo que fue el primer semestre de una editorial nueva, producto del desentendimiento de Mike Marts de su labor como editor en Marvel. Este nuevo proyecto editorial lleva por nombre AfterShock Comics, y para potenciar la misma el amigo Marts, que tiene oficio en el medio, fichó nada más y nada menos que a artistas de la talla de Brian Azzarello, Garth Ennis, Paul Jenkins, David Hine, Amanda Conner, Jimmy Palmiotti y Andy Clarke. Siendo así, acá en Tierra Freak vamos a analizar 6 títulos de esta nueva línea, 3 esta semana y 3 el martes que viene, cosa de no entregar un texto demasiado pesado para darles tiempo a que, poco a poco, vayan investigando aquellos que les van interesando. Sin más, vamos a los bifes:


American Monster
Brian Azzarello - Juan Doe

Si, se llama Juan Doe el dibujante. Leyeron bien. Sigh.

Lamento comenzar la reseña de esta entrada con un cliché digno de las publicidades más berretas, pero es la mejor forma de ponerlos en perspectiva hacia lo que están por leer si deciden darle una oportunidad a esta obra: si les gustó 100 Bullets es bastante probable que les caiga simpática American Monster. Olvídense del Azzarello que disfrutaron en Wonder Woman hace unos años, olvídense de su Spaceman, acá no se la juega y no nos ofrece un nuevo cambio de registro: esto es Loveless, su Hellblazer, Broken City, es el Azzarello más crudo y visceral, el que no se cansa de escupirnos en la cara y de recordarnos que el mundo es un lugar horrible para vivir, y siempre lo fue, y está lleno de reverendos hijos de remil puta por todos lados.

Como para que no queden dudas del tono del relato y del horizonte que el guionista está por buscar eligió un dibujante que por momentos nos recuerda demasiado a nuestro Eduardo Risso, por supuesto, pero claro… le falta un poco de oficio a este tal Juan Doe, unos platos de sopa digamos. Eso no quiere decir que haya sido una mala elección ni que su trabajo no esté a la altura del relato, solo eso, hay secuencias que denotan una falta de maduración en la propuesta narrativa, el diseño de personajes es bastante pobre y este Doe no tiene aún el trabajo de sombras y juegos con los claroscuros que Eduardo, pero quizás, con el tiempo, quien sabe…

Con todo esto, American Monster de todos modos logra atraparte, aunque más no sea por conocer los pormenores que terminaron depositando a los personajes en las situaciones que nos va narrando Brian. Un extraño hombre, enorme y con la piel completamente quemada y cicatrizada, se presenta en un pequeño pueblo buscando un mecánico que le repare su camioneta, y como no puede dar con él rápidamente termina descansando en un hostel y almorzando en un restaurante al día siguiente, momento en el cual su vehículo estalla en medio de la calle central, un hecho que despierta curiosidad en ciudadanos que están poco acostumbrados al bullicio y los dramas de las ciudades 
metropolitanas. No pasará mucho tiempo hasta que caigamos en la cuenta de que este extraño está en busca de alguien, aunque sus intenciones quedan poco claras, y una serie de crímenes y secuestros podrían estar relacionados con su presencia en esta localidad perdida en el culo del mundo.

American Monster tarda en arrancar, y no ofrece una idea clara de hacia dónde se dirige hasta al menos el 3er número, algo casi prohibitivo en estos tiempos tan competitivos pero que se lo podemos conceder a un guionista de la talla de Azzarello si tenemos en cuenta su historial con este tipo de relatos.


Second Sight
David Hine - Alberto Pontincelli

David Hine es una maza, y lo quiero mucho. Es uno de los británicos que he comenzado a leer en la última década que más ha logrado conectar con aquellas cosas que me gustan en los géneros que aborda. Su District-X fue preciosa, y me alegra mucho saber que tuvo el reconocimiento que merecía por parte de la crítica, y su Daredevil: Redemption es una de las historias “modernas” del cuernecitos que más me gusta. Y acá para colmo me clava un John Constantine retirado, borracho y librero, que no puede huir de un pasado tortuoso, máxime cuando su hija comienza a involucrarse y podría correr peligro. Fabuloso.

El protagonista entonces se llama Ray Pilgrim, y si bien hoy está retirado del “estrellato” hace 20 años estuvo involucrado en una serie de crímenes y tuvo sus 15 minutos de fama por, en un principio, ser el principal sospechoso de los mismos, y luego por ser quien ayudó a atrapar a los verdaderos criminales utilizando algunos trucos psíquicos, los cuales consisten en poder meterse dentro de la mente de asesinos seriales tras haber consumido una buena dosis de hongos alucinógenos. Ray colaboró con la policía londinense en la resolución de muchos crímenes y fue, en algún punto, una celebridad, hasta que algo salió muy mal y lo catapultó al anonimato.

Ahora es su hija, Toni, la que lo vuelve a meter, casi de prepo, en otro caso bastante jodido, ya que ella tiene un blog preparado para desenmascarar estafadores pero sobre todo para escrachar a políticos corruptos, a famosos pedófilos, cosas por el estilo. Y da la casualidad que dio con un grupo secreto, casi una secta, que tiene miembros muy poderosos relacionados con las altas esferas políticas británicas, lo cual podría poner en peligro a ambos.

Second Sight es un policial con mucho terror psicológico y thriller sobrenatural, que pone mucho énfasis en la distancia que hay entre el uso de la tecnología moderna y las redes sociales y lo analógico de la resolución de casos policiales a principios de los ’90, cuando Ray era “famoso”. Y en el medio de todo esto un padre ausente y divorciado con una nueva oportunidad para poder acercarse a su hija a costa de su ex-mujer, y con el inconveniente de que la situación podría acabar con la vida de ambos. En el medio, el pasado de Ray que se niega abandonarlo porque no todos los casos quedaron cerrados y algunos podrían estar incluso conectados con los problemas que comienza a enfrentar en el presente.

Alberto Pontincelli, el dibujante encargado de llevar adelante esta aventura, dio con el tono justo para el relato. Probablemente lo tengan de series como Dial H y Frankestein para D.C., aunque su trabajo mejor valuado y criticado hasta el momento es Unknown Soldier, para Vertigo, pero ojo que acá no se está quedando atrás: su recreación de Londres es magnífica, y es uno de esos dibujantes que pone mucho énfasis en los detalles. Cuando la narración lo requiere sus fondos están repletos de objetos y mobiliario, y realiza un trabajo estupendo con el diseño de personajes, las vestimentas y la tecnología que muestra. Otro que suma muchísimo a este equipo es John Kalisz, el colorista, que ofrece un juego de paletas ajustado a cada escena, y hasta incluso logra transiciones muy naturales entre climas vívidos, muy coloridos y climas tétricos y sofocantes.

Second Sight es una lectura obligada para todo amante del terror y el suspenso enmarcados en relatos policiales, y es un heredero natural del mejor Hellblazer, aunque más no sea por su protagonista.

Superzero
Amanda Conner - Jimmy Palmiotti

Me veo en la obligación de notificarles –si es que no lo saben- que Amanda Conner y Jimmy Palmiotti son pareja, pero además, son solo los guionistas de este comic, el dibujante es el brasilero Rafael De Latorre, quien últimamente ha trabajado codo a codo con un coterráneo suyo, Marcelo Maiolo, el cual está coloreando esta serie, y con el que por el momento comparten un estudio.

Superzero es una comedia muy entretenida que forma parte del grupito de pequeñas obras que nos hacen sentir muy bien como lectores de comics superheróicos porque está todo el tiempo referenciando al medio en un meta-juego que quienes llevamos años metidos en esto –aunque más no sea como lectores- disfrutamos mucho, y de alguna forma funciona como un homenaje y una devolución al lector de todos los años y el dinero que ha invertido en la historieta. Hay, desparramados de manera arbitraria, menciones a personajes, autores e inclusive a comics puntuales, así como también un casi sarcástico repaso a los orígenes de muchos de los héroes más populares del comic book americano, y todo esto nos hace pensar, por supuesto, que la historia está situada en el mundo en el que ustedes y yo compartimos, el real, el nuestro, el que está del otro lado de la viñeta. ¿Qué otra obra muy conocida que fue además adaptada al cine dos veces utiliza este mismo recurso? Y si, maestro, Kick-Ass. Es imposible no referenciar automáticamente a la obra de Millar y Romita Jr. cuando leemos algo como esto.

Sin embargo, entiendo que Palmiotti y Conner se tomaron muy en serio su laburo, y logran introducirnos en el relato utilizando herramientas muy puntuales que establecen desde el minuto cero una distancia enorme con la archi-conocida obra de Mark, y no me asombraría que en algún momento dicho comic termine formando parte de las referencias citadas.

La protagonista de Superzero es Dru Dragowski, un personaje entrañable con el cual es imposible no empatizar, aún cuando sus niveles de demencia y su insana obsesión nos devuelvan una imagen patética y enfermiza del lector hardcore de historietas con la cual claramente no querríamos quedar asociados. Dru es una adolescente de 16 años muy especial que está convencida de que su destino es transformarse en una heroína, y como tal está en la búsqueda de la fórmula mágica que la terminará depositando en el camino hacia su destino añorado. Por el momento eso no estaría sucediendo, su vida no se separa demasiado de los pormenores con los que tiene que lidiar cualquier adolescente de clase media acomodada de su edad, razón por la cual comenzará a esforzarse por alcanzar sus metas, comenzando a poner en marcha una serie de planes éticamente cuestionables y potencialmente peligrosos para su salud física.

Hay dos motivos por los cuales este comic debería formar parte de tus lecturas obligadas de todos los meses: el primero es evidente y ya un poco lo anticipé en los párrafos previos, la trama es muy rica en diálogos frescos y muy fuerte en el desarrollo de los personajes, y ofrece pequeños pasos de comedia blanca americana que en otro contexto se nos tornarían insulsos y edulcorados pero con Dru a la cabeza nos resultan familiares y muy divertidos; el otro motivo es el arte ofrecido por De Latorre y Maiolo, de una exquisitez y una sensibilidad enormes, ofreciendo una narrativa muy fluida que por momentos nos remite automáticamente a largometrajes animados dramáticos provenientes de Japón, aún cuando el diseño de personajes no necesariamente está emparentado con el anime o el manga. La paleta de colores utilizada por Maiolo es idónea para este tipo de relatos, y esta es una de esas obras donde se puede casi oler la perfecta convivencia entre los trazos, el entintado y el coloreado, algo que solo se puede lograr cuando los dos artistas están trabajando codo a codo en la misma habitación.

En Superzero, Conner y Palmiotti sin duda alguna están sacando a relucir el fan que llevan dentro, aprovechando el espacio y la carta blanca que les ofrece una editorial nueva como Aftershock, y no me cabe la más mínima duda va a terminar transformándose en un éxito editorial, y un clásico de esta movida. Nos volvemos a leer el próximo martes, con el final de esta reseña, aquí, en Tierra Freak.
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