viernes, 16 de octubre de 2015

Flash of Two Worlds - La Columna de Logan.



Esta semana se cumplieron 3 años de mis andanzas ininterrumpidas como columnista fijo de Tierra Freak, un trabajo que disfruto a pleno y que, además, me trajo incontables satisfacciones. Y hoy es un día especial, porque la televisión de ficción actual me permite festejar este aniversario homenajeando un evento particular, que además tiene una conexión directa con mi inicio como redactor semanal para este sitio. Verán, aquel 11 de octubre del 2012 levantaba mi primer reseña oficial analizando el piloto de Arrow, la 1er serie live-action de televisión de D.C./Warner que terminaría conformando un universo común dentro de este medio. Dicho universo expandido incluye, por el momento, a la que podemos denominar “serie hermana”, The Flash, la cual tuvo también su espacio dentro de este sitio cuando reseñé el 1er crossover entre ambas o cuando decidí dedicarle una columna al final de temporada casi conjunto de las mismas, en mayo de este año. Pero hoy, tengo el inmenso agrado de recapitular y desguazar algo que pocos podían anticipar: la adaptación para la televisión de uno de los comics superheróicos más importantes del siglo XX, aquel que, como bien mencionó mi colega Kal en la entrada que le dedicó a la reciente obra de Morrison, Multiversity, explicó la existencia de dos Flashs distintos en un mismo planeta tierra a través del concepto de Universos Paralelos, mejor conocidos como Multiversos. Por supuesto estoy hablando de la ya mítica Flash nº 123, que lleva por título “Flash of Two Worlds”.


Earth-Two

El comic en cuestión fue publicado en el mes de septiembre de 1961, y tiene como equipo creativo a Gardner Fox en los guiones y a Carmine Infantino en los lápices, entintado por Joe Giella, todos bajo la tutela editorial de Julius Schwartz, un tipo que, años después, puso como título a su autobiografía “Man of Two Worlds”… como para que tengamos una idea de la importancia que tuvo este número no solo en el medio y específicamente en la cronología de D.C. Comics sino también en la vida de cada uno de los artistas involucrados en la creación del mismo, ¿no?

La historia nos narra las peripecias de Barry Allen (y aquí quiero acentuar algo: probablemente es la primera vez en toda la serie de televisión de The Flash que realmente tiene sentido que el velocista elegido para protagonizar la misma sea Barry y no Wally West, ya que fue él quien, en el comic que esta semana adaptaron, tuvo la buena fortuna de vivir esta aventura conjunta con su alter-ego en Tierra 2) entreteniendo a unos niños para suplantar un mago que le falló a Iris. En el transcurso de uno de los “trucos”, Barry vibra a una velocidad sobre-natural y, por accidente y de forma involuntaria, termina transportándose a otra tierra, otro universo, y se encuentra transitando las calles de Keystone City, la ciudad donde se desarrollan las aventuras de un personaje que inspiró el nombre de combate que utiliza… pero que Barry solo leyó en comics books. Es así como da con una guía telefónica para corroborar la existencia de su héroe de la infancia, Jay Garrick, y termina dirigiéndose a dicho domicilio para presentarse formalmente delante de Jay y su mujer, y explicar lo sucedido.

En un alarde de maestría y experiencia escribiendo para este medio, el escritor, Gardner Fox, se anima a romper la 4ta pared y se incluye en la trama como guionista, propiamente, de las aventuras que Barry leía sobre Jay, y es así como ambos concluyen que evidentemente Fox se inspiraba en sus vívidos sueños para desarrollar estas aventuras, los cuales de alguna manera estaban sintonizados con las vibraciones de la tierra que mucho tiempo después sería denominada Earth #2, la que tiene a Keystone City y a todos los personajes de la Golden Age. No pasa mucho tiempo hasta que nuestros héroes tienen que vérselas con un plan congeniado por tres villanos que actúan en complicidad: Fiddler, Shade, y Thinker, los cuales se han complotado para realizar una serie de robos que llamaron la atención de Jay. Para cubrir más terreno, en un primer momento los héroes se separan y terminan mordiendo el polvo cuando, por separado, se cruzan con algunos de los villanos, hasta que finalmente llegan a la obvia conclusión de que solo formando un team-up lograrán superar este desafío, algo que, por otro lado, es lo que todo fan estaba esperando.

Toda esta aventura sucede un tiempo después que Jay se había retirado como héroe, lo que en la ficción del título de Barry Allen explica el porqué de la “desaparición” del comic que narraba las aventuras del velocista con el casco plateado, uno de los tantos detalles que termina teniendo su paralelo en el episodio televisivo que originó esta columna. Este comic, como muchos podrán suponer, terminó siendo no solo pionero en la propia cronología de D.C. al incorporar el concepto del multiverso sino también dentro del medio, articulando una trama para traer al presente personajes de un pasado reciente en retrospectiva, pero que en esos años se percibían como muy lejanos. Apenas 2 años después, en septiembre de 1963, la competencia, Marvel Comics, lanza su The Avengers nº 1, que con guiones de Stan Lee y Jack Kirby, y arte de este último, e inspirados por la formación de la Justice League of America, deciden presentar una historia en la cual un puñado de héroes modernos termina encontrando el cuerpo del Captain America (hecho que recién sucede en el 4to número de la serie), el cual se encontraba en una pseudo-animación suspendida desde mediados de la década del ’40, en plena segunda guerra mundial. El comic homónimo de dicho personaje había llegado a su fin unos años después, en septiembre de 1974, en su nº 78.

The Man Who Saved Central City

Tal es el título que lleva el episodio inicial de esta nueva temporada televisiva de The Flash, en la cual nos explican de manera tosca y bastante decepcionante como pudieron superar el percance de la llamada “singularidad” que habían generado al final de la temporada anterior, una especie de portal hacia un destino desconocido que prometía destruir la tierra entera si no era cerrado correctamente.

Fue necesario el trabajo conjunto de Barry Allen y Ronnie Raymond para acabar con este flagelo cósmico, con el sacrificio del segundo y las consecuencias emocionales que esto provocó en todo el grupo, que sumada a la reciente muerte de Eddie Thawne ocurrida en el final season previo, dejaba los ánimos del equipo por el suelo. Al finalizar este episodio inicial, justo cuando por fin luego de charlas, debates y discusiones varias todo parece comenzar a tomar una forma cercana al status quo anterior, hace su aparición Jay Garrick anunciando… como no, la potencial destrucción de la tierra, nuevamente.

La entrada de Jay es seguida del anuncio del conocimiento de los nombres de todo el team, sumado a la explicación de que al crear la "singularidad" se generó una brecha entre su mundo y el de los protagonistas de la serie, misma que terminó depositando a Garrick en esta tierra y despojándolo de sus poderes, los cuales son similares a los de Barry porque nuestro misterioso personaje se presenta como el único héroe velocista de su tierra. Jay concluye contando que el Al Rothstein que encontraron muerto en el capítulo anterior en la planta nuclear no era el mismo que luego le dio una paliza a Barry... no, el  "villano" conocido como Atom Smasher provenía en realidad del mundo de Garrick, y cabe la posibilidad de que sea un oponente que envía un tal Zoom para acabar con la existencia de Barry.

Con las explicaciones de Jay y las presunciones del Dr. Martin Stein, llegan a la conclusión de que existen múltiples tierras (y así, casi de prepo, establecen que TIERRA 1 es en la que ellos viven) en las cuales cada uno de ellos tiene un "doppelgänger" que podría o no tener alguna conexión con sus mismas existencias en las otras tierras, pero casi seguro ha desarrollado una vida tangencialmente distinta. El mejor ejemplo de eso es que aparentemente hay un solo "Flash" en TIERRA 2, y este es Jay Garrick, no Barry. Sin embargo, más allá de toda la buena fe que parece tener Jay –y del evidente interés que muestra por él la desahuciada Caitlin Snow-, con una sorprendente y gratificante  muestra de sentido común de los guionistas –algo que no abunda en los productos televisivos de Warner-, que demuestra la calidad de la serie en las cosas que realmente importan, Barry decide dejar encerrado a Jay hasta tener pruebas fehacientes de sus benévolas intenciones, sobre todo teniendo en cuenta los problemas de confianza que tiene producto de todo lo que sucedió con Harrison Wells. Aplausos. Ni olvido ni perdón.

El resto del capítulo se mueve entre la incorporación de un nuevo personaje en el entorno policíaco, Patty Spivot, quien pretende formar parte del equipo táctico encargado de capturar meta-humanos y que parece congeniar de sobremanera con Barry, el histeriqueo entre Jay y Caitlin, los pormenores por los que pasa Cisco para seguir lidiando con una habilidad que desconoce y todavía no controla, la nueva amenaza que se presenta bajo la forma de un villano de nombre Sand Demon, y algunos avances más, muy pocos, sobre las habilidades de este Zoom y su obsesión con la muerte de los velocistas. No hay ni un ápice de explicación sobre la forma en la que este villano consigue “dominar” las brechas, pero sí nos acercan la información de que hay distribuidos por la ciudad más de 50 de estos portales, los cuales tienen que ser cerrados ante el desconocimiento de los efectos a largo plazo de la permanencia de los mismos. El bonus nostálgico del capítulo viene de la mano de algunas enseñanzas que Jay le da a Barry, cuando finalmente el 2do asume que efectivamente Garrick tiene buenas intenciones y accede a escuchar sus ideas.

Para el fan


Una vez más, The Flash demuestra con altura y categoría porqué es una serie amada por los lectores de comics, sobre todo por los que conocen al pie de la letra la cronología de los velocistas pero también de aquellos que tienen apenas un conocimiento general y básico de los momentos más importantes de D.C. Comics. Desde el minuto cero The Flash es una serie que se ha jactado de ser completamente consciente del público al que tenía que apuntar para poder mantener un interés prolongado sobre el producto que iban a presentar, y todas las falencias que el show tiene –que son muchas- siempre terminan siendo paliadas con esos preciosos guiños a la historia fuerte del comic superheróico. Ya en el episodio piloto hay una referencia importante a la épica y archi-conocida saga Crisis on Infinite Earths, un detalle que dejó la mandíbula por el suelo de varios televidentes, y durante toda la temporada pasada nos ametrallaron con un sinfín de referencias cruzadas no solo a las aventuras de los distintos velocistas de D.C. Comics sino también al concepto de universo común, formando una alianza inquebrantable con la serie hermana Arrow y estableciendo parámetros cronológicos únicos, mismos que no quedaron fuera de este capítulo: en un momento dado vemos en una pantalla cómo un noticiero muestra el anuncio de Oliver Queen contándole a la sociedad que de ahora en adelante se pasará a llamar "Green Arrow", un hecho que sucedió en el 1er capítulo de la nueva temporada de Arrow, la semana pasada... y una vez más, D.C./Warner le dio consistencia, profundidad, cohesión y coherencia con un detalle poco sutil pero precioso al universo conjunto que desarrolla en televisión. Genial.

Y ahora se dan el lujo, y el gusto, de adaptar de forma verosímil y fresca uno de los comics más importantes de la 2da mitad del siglo XX, incorporando un 2do velocista y abriendo el juego para comenzar a barajar cartas con los conceptos de universos múltiples –sobre todo teniendo en cuenta el cliffhanger del final del episodio, con el retorno de un personaje que creíamos… muerto-, tierras paralelas y, por qué no, dimensiones alternativas… no falta mucho para que en algún momento rompan también la 4ta pared y terminen explorando terrenos que pocos shows televisivos se animaron a explotar. Ya hicieron algo parecido cuando llenaron de guiños a la serie previa de Flash en aquel épico e inolvidable capítulo en el que tuvimos como invitado a Mark Hamill. Los productores de la serie no solo están dando rienda suelta a su imaginación, también dan cuenta de tener un feedback enorme con los fans, y responden en consecuencia, intentando corregir los errores que cometieron o respondiendo a súplicas y deseos del lector más enfermizo de la editorial dueña de las licencias de estos personajes.

Y aunque todo esto parezca poco, obvio y evidente, no lo es, y el mejor ejemplo de esto sale de la misma productora. Así como en The Flash están haciendo las cosas bien –y por momentos muy bien- en otro producto que forma parte de sus licencias, Gotham, tal y como lo comentó mi colega la semana pasada, cada paso que dan los hunde más en un remolino de incoherencias e insatisfacciones que alejan el show de los buenos momentos que presagiaba iba a otorgarnos en sus comienzos. Me resulta tan increíble como indignante que una misma productora pueda tener al aire dos shows tan disímiles entre sí, y con una distancia de calidad tan grande, pero sobre todo un producto que entiende la televisión moderna y el target al que apunta, y otro que capítulo a capítulo va atrasando años de narración y escritura de personajes.

Lo más asombroso de todo esto es que esta delicia que tuvimos la suerte de consumir esta semana recién es el puntapié inicial de una temporada que, claramente, promete estar nuevamente a la altura de las expectativas generadas, a la cual una vez más mientras más tiempo le demos para que madure, más nos va a gratificar y sorprender. Nos leemos la semana que viene, acá, en Tierra Freak.
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