Como recordarán aquellos lectores fieles de Tierra Freak, la semana pasada comencé un ranking intitulado MalditaPolicía en el cual me propuse armar un imparcial listado de diez películas policiales que tuvieran como columna del relato el accionar de canas corruptos, y para no presentar un texto demasiado denso me tiré a dividir el mismo en dos partes. Hoy les presento la segunda, y si bien no es estrictamente necesario que lean la reseña anterior, sepan que si no lo hacen se estarán privando de una pequeña entrada a los films Magnum Force (1973), Serpico (1973), Cop Land (1997), Narc (2002) y 16 Blocks (2006). Dicho esto, pasemos entonces a las siguientes cinco producciones que completan la lista:
Pride and Glory (2008)
Esta película tiene un link directo a una de las que reseñé la semana pasada, pero no de la manera en la que se los había anticipado, así que esto bien podría ser el clásico Fe de Erratas que se acostumbraba usar en los medios gráficos, ¿no?. El californiano Joe Carnahan es, efectivamente, quien dirige Narc (2002), tal y como lo expuse en la reseña anterior, pero en el caso del film que nos ocupa en esta entrada se encargó solo de co-escribir el guión con Gavin O'Connor, y este último oficiaría de director de la producción. O’Connor no tiene una carrera digna de mencionar, pero tres años después del estreno de Pride and Glory clavó un pe-li-cu-lón llamado Warrior (2011), que cubre como pocas veces vi en una película el mundo de la MMA (Mixed Martial Arts en su original inglés, Artes Marciales Mixtas) y que tiene al gigante Tom Hardy [Bane en The Dark Knight Rises (2012)] como uno de sus protagonistas, y a Nick Nolte como el padre ex-luchador alcohólico que incentiva a sus dos hijos a pelear por el título del guerrero más poderoso del planeta. Tremenda cinta de acción con una trama muy bien escrita y actuaciones decentes. Muy recomendada, para fans del género e incluso para los otros, ojo. El dato de color que agrego es que esta joya –Warrior- me la recomendó Gene Ha (dibujante de Top Ten, el comic de ABC de Alan Moore, entre otras cosas) por Facebook… a veces esa Red Social de porquería tiene cosas positivas.
-Más de veinte líneas de texto y aún no comenzas a explayarte sobre el film en cuestión, malparido... (es lo que estás pensando en este momento, lo sé, querido lector).
Ahí vamos. Pride and Glory está protagonizada por Edward Norton, Colin Farrell, Jon Voight y Noah Emmerich, y se enfoca en la investigación que lleva adelante el personaje de Norton para descubrir lo que sucedió una noche en la cual 4 policías acudieron a una supuesta llamada al 911 y acabaron acribillados y muertos por unos narcotraficantes. Los canas formaban parte del equipo que trabajaba bajo las órdenes del personaje de Emmerich, que es hermano del de Norton y ambos son hijos del personaje de Voight, quien a su vez tiene una hija casada con el personaje de Farrell. No me jodan, no es tan complicado: papá Voight, hijos Norton y Emmerich, y Farrell el cuñado de estos dos últimos. Todos canas, pero papi ya retirado. Obviamente, por la temática de la columna, alguno de los 4 tiene el culo sucio, y parte del leitmotiv del film es descubrir quién o hasta que punto lo tiene, pero además la película habla de los valores familiares y la tensión que generan, de las responsabilidades asumidas y el costo de las mismas, y quiere transmitir lo que en algún momento significó formar parte de la fuerza policíaca para el ciudadano promedio yanquie, y los valores que esta institución transmitía. Es un drama, con algunas escenas de acción para descomprimir un poco tanta tensión –sobre todo al final- pero con el peso puesto en las actuaciones de los cuatro protagonistas, y desde ese lado termina siendo efectivo y cumple. Donde quizás falla es en la sorpresa a la hora de resolver la trama, pero no por eso deja de ser un film sólido y coherente que nos muestra con sumo detalle situaciones de gatillo fácil y abuso policíaco de forma cruda, a tal punto que por momentos no damos crédito de lo que estamos viendo, no lo tomamos como algo probable o verosímil, pero solo porque nos incomoda pensar que vivimos protegidos por personas que bajo presión pueden actuar así… y lo hacen.
Training Day (2001)
Me debo a mis lectores, sobre todo si fueron colaboradores del sitio, así que incluí este film a pedido del Koala.
Nah, mentira, ya estaba anticipado al final de la reseña anterior, pero le puse amor a la escritura de esta entrada porque… es el Koala, es un ser de Luz, y se lo merece. Training Day es una producción dirigida por el clipero Antoine Fuqua y es lejos, pero lejos, su mejor película. Pero lejos. Lejos, ¿eh?. Igual, con los años acumuló un par de buenas producciones, como Tears of the Sun (2003) o Brooklyn's Finest (2009), pero también se tiró a chanta con películas muy entretenidas pero planas y sumamente pochocleras como Shooter (2007) o la reciente Olympus Has Fallen (2013). Acá la movida le salió tan bien que el film tuvo dos nominaciones al Oscar, y se llevó uno. Ambas nominaciones fueron para los actores protagonistas de la cinta, Denzel Washington y Ethan Hawke, pero no se dejen engañar: el film es 100% de Denzel, que por cierto es el que terminó llevándose la estatuilla bajo el brazo en el 2002, una de las dos únicas que hasta el momento ganó en su larga y prolífera carrera.
El título del film está dictado por el día de entrenamiento que deberá soportar el personaje de Hawke, Jake Hoyt, bajo la tutela del personaje de Denzel, el Detective Alonso Harris, ambos miembros del Los Angeles Police Department, de la división de narcóticos. Patrullando las calles de L.A. en el auto de Alonso, Jake descubrirá la forma poco ortodoxa en que su experimentado compañero trabaja, la doble moral que aplica a la resolución de ciertos conflictos, el poco respeto por la vida humana que tiene cuando se trata de criminales, y la marcada tendencia a traspasar la línea de la legalidad aplicando la Ley de la Calle, un argumento tan implacable como ambiguo, e imposible de rebatir cuando… carecés de calle, obviamente, como es el caso de Jake. La tensión entre ambos comenzará a crecer no solo por el dudoso accionar de Alonso sino también por su excéntrica y arrolladora personalidad que busca todo el tiempo la confrontación directa. El personaje de Denzel Washington está escrito de forma magistral, y la composición que le dio el actor logra que uno muchas veces comulgue con alguna de sus ideas –y hasta con cierto accionar- pero a la vez se nos torne desagradable, insoportablemente arrogante y, por supuesto, corrupto hasta la médula. Esa zona gris en la que se mueve Alonso, justificada siempre por argumentos maquiavélicos, equilibra el film, sostiene la cinta y logra que la tensión aumente con el correr de los minutos. Un pequeño –pero no insignificante- porcentaje de ese equilibrio también lo aporta Hawke con su actuación, por supuesto, pero en comparación con la labor de Denzel la suya palidece. Y de todos modos el resto del elenco no se queda atrás, con Tom Berenger, Scott Glenn, la escultural Eva Mendes y los músicos Dr. Dre, Snoop Dogg y Macy Gray.
Finalmente, hay un mérito enorme para Fuqua, por supuesto, no solo por su muñeca sino porque quiso entregar una producción verosímil y cruda, y para eso se asesoró con dos policías reales que patrullan esas zonas, y filmó todos los exteriores en barrios realmente jodidos de L.A., y cuenta la leyenda –esto ya formaría parte del mito incomprobable- de que incluso algunas tomas las tuvieron que filmar con… escolta policial, ni más ni menos. El resultado final tiene un elevado nivel de adrenalina, aportado tanto por los diálogos picantes y la química entre ambos actores como por el nivel de acción que contiene, razón por la cual esta película es un claro Must See para todo el mundo.
Léon (1994)
También conocida como The Professional o Léon: The Professional (ambos títulos fueron usados para el estreno en U.S.A. en cines, y sí: usaron el tilde en los posters aún cuando en el inglés eso no exista) o El perfecto asesino (el título con el que se estrenó acá en Argentina y en casi toda latinoamérica), este clásico inoxidable del cine francés es la Lolita de Nabokov -si al escritor ruso le hubieran cabido los tiros- que todo fan del cine policial y de acción tiene que ver si quiere dejar este mundo en paz y armonía con el medio. Si pudiéramos aplicar ese concepto al cine, Léon casi sería una obra completa del realizador Luc Besson, porque escribió el guión, la dirigió y la co-produjo, pero por supuesto, más allá de que recae en él la responsabilidad de que esta cinta sea una genialidad, el resto del peso se deposita sobre los hombros de Jean Reno, Natalie Portman y Gary Oldman, los tres con soberbias e inolvidables actuaciones. A Reno ya lo teníamos de un papel secundario –pero no menor- de otra impecable producción de Besson, Nikita (1990), una película que quizás a futuro forme parte de un ranking de films de acción con interesantes personajes femeninos como protagonistas, y el loquito lindo de Gary Oldman ya nos había volado la peluca con su Sid Vicious en Sid and Nancy (1986), lo habíamos visto en la Tarantino/Tony Scott True Romance (1993), pero sobre lo recordábamos por su magnífica caracterización del chupasangre más conocido de la historia, bajo la tutela de Francis Ford Coppola en el film Dracula (1992); la que tiene su debut oficial en un largometraje con unos tiernos 12 añitos es la Portman, y comienza su carrera por la puerta grande componiendo esa perturbadoramente sexy Mathilda, que es la Emo original pero con onda y carisma. Esta conmovedora e ingeniosa cinta que hizo escuela en su género formó parte de una avanzada de cine independiente de mediados de los ’90 que, junto con Pulp Fiction (1994), Natural Born Killers (1994) y The Crow (1994) llegaron para clavarle un gancho en la mandíbula al establishment hollywoodense con una propuesta estética visceralmente radical a lo que el público estaba acostumbrado y sobre todo con una dosis de violencia cruda que había quedado sepultada por la herencia retrógrada de la derecha recalcitrante de Reagan, que tuvo su continuidad con Bush padre, quien había abandonado su mandato un año antes para dejarle el sillón a Bill habanito con final feliz Clinton.
Volviendo al relato que protagoniza esta entrada, Léon cuenta la historia del personaje que da nombre al film y que compone Reno, Leone "Léon" Montana, un asesino a sueldo que por accidente se involucra con el personaje de Portman, Mathilda Lando, quien fue testigo de cómo un grupo de policías corruptos del a esta altura famoso NYPD, liderados por el detective Norman Stansfield -Gary Oldman-, masacran a toda su familia sin contemplaciones. La pequeña niña acude entonces a su vecino, Léon, en busca de protección y ayuda, y nace entre ellos una relación de amistad, tan disfuncional como prohibida, pero carente del erotismo y la insinuación sexual que llevaría la película a otros terrenos que a Besson no le interesaba explorar. El film es un precioso absurdo, con un equilibrio perfecto entre los golpes bajos, el humor y la acción, dando como resultado una cinta conmovedora y por momentos deslumbrante, maravillosa en todo sentido y dueña de una violencia gráfica que no solo no perturba sino que se torna estéticamente agradable. Renglón aparte para la exquisita música de Éric Serra, compositor habitual de los films dirigidos por Besson pero que en esta producción en particular estaba por demás inspirado.
Internal Affairs (1990)
Internal Affairs no es, realmente, una gran película, y el paso del tiempo, además, le hizo mucho daño, pero tiene su justificación en este ranking. La sola presencia de Richard Gere y Andy Garcia en los roles protagónicos, para muchos, debe ser motivo más que suficiente para apostar por este film; no es mi caso y claramente no la he elegido por eso. Son pocas las producciones que muestran con énfasis la labor que tienen quienes responden a un departamento de la policía yanquie que suele presentarse, en la mayoría de los films o series del género, como esos forros que buscan incriminar a honestos canas que se rompen el culo laburando día a día y ponen en riesgo sus vidas por ingratos civiles. Lo cierto es que si ese enunciado fuera cierto, si el accionar de la policía no estuviera todo el tiempo en tela de juicio, este departamento, el de Asunto Internos, no tendría razón de ser. Pero la tiene, allá y también acá, por supuesto. En este film, el personaje de Garcia, Raymond Avilla, que trabaja para Asuntos Internos, está obsesionado con demostrar que el perfecto y condecorado oficial Dennis Peck, caracterizado por Richard Gere, es un forro manipulador y corrupto, y mantiene una mascarada pública gracias a sus habilidades de seducción. Lamentablemente lo que tiene de seductor el bueno de Peck lo tiene de nabo, porque no ha sabido cuidar sus números y saltaron algunos gastos muy por encima de lo que se puede permitir un oficial de su rango. Es así como Avilla y su compañera Amy Wallace (personificada por Laurie Metcalf, la madre de Sheldon Cooper en la sitcom The Big Bang Theory), usando este detalle contable como punta de lanza encararán una investigación a fondo sobre Peck donde no van a faltar tiros, sexo y persecuciones varias.
La película está dirigida por Mike Figgis, un cristiano que a algunos podrá sonarles porque tiene en su haber producciones como Timecode (2000) [un proyecto audiovisual bastante jugado de principios de siglo con Salma Hayek, Kyle MacLachlan, Holly Hunter y un puñado de perdedores que ni sus viejas conocen, que narraba un drama en tiempo real con 4 cámaras a la vez, dividiendo la pantalla en 4 durante todo el film y habilitando el sonido de una de ellas dependiendo de lo que el guión exigiera, explotando “a full” las delicias de la fresca tecnología digital de esos años] o el film que le valió el único Oscar que el groso de Nic Cage ganó (en Tierra Freak bancamos a Nic, sépanlo), Leaving Las Vegas (1995), y tengo que reconocer que no es un mal director, pero no por nada no supimos mucho más de él en la última década y media: se ha dedicado a delirarla con aburridos documentales, baratos films eróticos dignos de Unovision el jueves a la madrugada o cortos y capítulos de series para Televisión. De todos modos, Internal Affairs es una de las pocas producciones que podemos rescatar de su trayectoria. Aplausos para Mike.
L.A. Confidential (1997)
Fiel a mi costumbre, cerramos la reseña con otra joya del cine noir, una super-producción ganadora de 2 Oscars (mejor actriz de reparto para Kim Basinger y mejor guión adaptado) que adapta la novela homónima de James Ellroy publicada en 1990. La cinta está dirigida por Curtis Hanson, el mismo de Wonder Boys (2000) y 8 Mile (2002), la Bio maquillada como ficción del rapero blanco Eminem donde también trabaja la sexy MILF Kim Basinger. El casting del film que nos convoca en esta entrada se completa con un desfile de actuales celebridades, muchos de los cuales en aquel ’97 todavía no tenían ni la pared levantaba donde iba a estar ubicada la chapa que hoy pelan: Kevin Spacey, Russell Crowe, Guy Pearce, James Cromwell y Danny DeVito. La música de L.A. Confidential, un componente no menor de piezas como esta por el clima turbio y sofocante que le proporciona a la narración, estuvo proporcionada por las partituras de Jerry Goldsmith, un viejo conocido de la mitad de Hollywood que en Tierra Freak hemos mencionado más de una vez, la última que yo recuerdo fue en la reseña sobre la saga de Rambo, en la cual clavo la partitura original que recordamos todos al día de hoy.
La película nos presenta a tres disímiles miembros de la fuerza policíaca que ejercen su profesión en la ciudad de Los Ángeles en plena década del ’50: el Detective Sargento Jack Vincennes, el oficial Wendell "Bud" White y el Detective Teniente Edmund Jennings "Ed" Exley, caracterizados por Spacey, Crowe y Pearce respectivamente, cada uno con sus propias únicas características que de una u otra forma los hacen únicos y generan empatías y odios por partes iguales no solo dentro de la fuerza sino también en la opinión pública. Un robo que al parecer se desbandó y derivó en una violenta masacre a sangre fría en un conocido café de la ciudad los ubica a los tres en la situación de tener que resolver el crimen juntos, colaborando a pesar de los resquemores que se guardan. A medida que avanzan en la investigación comenzarán a desenmarañar una red de corrupción y engaños que estaba directamente vinculada con el no tan accidental robo, y que trepa y se cuela por la columna vertebral de la fuerza policíaca a la que responden. En el medio, una prostituta exquisitamente caracterizada por la Basinger, un editor y periodista amarillista de esos que uno golpearía repetidas veces con una bolsa llena de bulones en la cara impecablemente compuesto por Danny DeVito, y un capitán de la policía muy Old School (sí, incluso para un film ambientado en los ’50) llevado adelante por James Cromwell. Una novela exitosa adaptada de manera impecable e ingeniosa, incorporando absolutamente todos los elementos del género sin renegar de ninguno y homenajeando ambos medios con altura, una dirección correcta, una fotografía muy cuidada, una música extraordinaria que juega con los climas y no desatiende el relato un segundo y caracterizaciones memorables nos dan como resultado una pieza única del género, que brilla por sí sola y nos seduce desde sus primeros minutos. Una cinta que querremos que sea nuestra amante, nuestra esposa y nuestra amiga, y aún a sabiendas de que eso es imposible hará su mejor esfuerzo y de alguna forma que no podremos explicar de forma empírica, lo logrará.
L.A. Confidential pertenece a la misma raza que Se7en (1995), The Usual Suspects (1995) o The French Connection (1971), son esos únicos e inolvidables policiales donde cada partícula sub-atómica de la producción se conjugó de tal manera que terminó generando una danza hipnótica rica al paladar exigente e igual de exquisita al dejo popular, y por eso perduran en el inconsciente colectivo y son rememoradas en cada charla que se genera sobre el tópico.
Espero que hayan disfrutado de este ranking y hayan tomado nota de aquellas películas que aún no vieron y la entrada los haya entusiasmado, y nos volvemos a leer la próxima semana, acá, en Tierra Freak.