Cagado de frío, inmerso hasta el cuello en agua podrida llena de mierda por caminar por esta alcantarilla a ciegas, la única luz que pretendo al final de este túnel es un puto cigarrillo después de haberme encargado de esto… y se me cae el paquete completo al agua. ¡Cómo no me rompen bien el orto!
Ahí está, finalmente. Lo veo, pero sobre todo lo escucho, lo escucho lloriquear. No me lo esperaba. Me vio, sabe quién soy, pero no se altera… solo atina a limpiarse las lágrimas. Gordo hijo de puta. Tiene un decente refugio armado acá, cuatro escalones por encima del nivel del agua: una mesa, dos sillas, una baulera, un sol de noche, unas vasijas, un colchón… ese colchón, ahí tuvo que haber sucedido, tantas veces… una y otra vez. Trece veces exactamente. Se asusta de mi presencia, pero sabe que no puede escapar y entiende el porqué estoy acá. Cree que me importan sus motivos, sus asuntos pendientes. Un carajo. Atina a agarrarse de algo que estaba posado encima de la baulera, un pelambre castaño. Sé lo que es: un premio. Lo abraza, lo acaricia, lo huele. El miedo lo arrincona y la perversión que lo define lo impulsa a masturbarse mentalmente para poder limpiar sus culpas.
Podría solo cagarlo a trompadas hasta matarlo, o depositarlo a patadas en el orto en la estación de policía de Camberwell que queda acá nomas. Podría, pero no lo voy a hacer. Sería muy sencillo. Y no puedo invocarlas directamente, no escondió sus cuerpos acá. Limpio el suelo y le sigo la conversación. Sus sollozos están comenzando a hartarme. Saco la pequeña bolsa del bolsillo izquierdo de mi gabardina y desparramo las cenizas por las piedras. Capturo su atención un instante y su rostro repleto de mocos, mugre y baba denota asombro. Le pido que las nombre, una por una, desde la última hasta la primera mientras le clavo una mirada inquisidora. No se anima a mentirme ni a contradecirme, y resignado comienza. Natalie, Bonnie, Alessia, Ophelia… una a una las va mencionando a todas, excepto a la primera. No puede, no lo recuerda, es la que originó sus traumas y la ha bloqueado.
Venía preparado para esto. No fue grato robar las cenizas de Liliane, ni tampoco sencillo. Los pentagramas están terminados, solo falta un detalle para que la invocación esté completa. Me acerco y le arrebato el cabello que tiene aferrado a su pecho. Se asusta. Tomo la caja de fósforos de la mesa justo cuando me doy cuenta que a su lado hay un atado de Silk Cut. Sonrío. Enciendo un fósforo y acerco la llama al mechón de pelos, y lo deposito en el suelo, en el centro de los pentagramas. Los mismos se incendian rápidamente, como si se tratara de pólvora, y se extinguen. Las siento venir, él no. El aire se llena de olor rancio y podredumbre. Es el momento de retirarme. Tomo los fósforos y los puchos y le disparo una última mirada de desprecio.
Sigo por el túnel, pero esta vez hacia la izquierda, el agua solo me llega a las rodillas. Las veo llegar y son trece, están todas. Mañana regresaré y las ayudaré a partir, hoy tendrán su venganza. Escucho los gritos del hijo de puta a lo lejos y suenan tan reconfortantes como los T. Rex tocando 20th Century Boy. Saco un pucho y abro la caja de fósforos… al parecer allá atrás había encendido el último.
Cuando un amigo se va
¿Qué fue esto? Una humilde introducción escrita al mundo de mi amigo John. John Constantine, el protagonista del comic Hellblazer que el mes pasado ha visto su último número, el #300, luego de 25 años de publicación ininterrumpida.
En el mes de marzo mis reseñas en Tierra Freak estarán enteramente dedicadas a este comic y este personaje. Recordaré anécdotas referidas a él, referenciando a los artistas que pasaron por el título, rememorando los sucesos más importantes dentro de la vida de John e incluso entrevistaré a un par de artistas que tuvieron o tendrán contacto con este personaje para que nos cuenten sobre la experiencia de haber dibujado al Mago mas mala leche de la historia del comic. Y aquí en el Sitio estaremos abiertos al debate, por supuesto, que el tema da tela para cortar, y mucha.
¿Por qué? Pues porque lo merece, pero sobre todo porque tengo ganas de hacerlo. Porque entre febrero y marzo tendremos una despedida y un debut, y el fin de una era, para John y para Vertigo. Algunos opinarán que para bien, otros… otros se están despidiendo de un amigo, como yo. Tengo 35 años y John me ha acompañado 19 de ellos, exactamente desde 1994. Y desde este mes dejará de hacerlo.
No se confundan por mis nostálgicas palabras, las historias de Constantine seguirán narrándose en otro comic que inicia sus andanzas este marzo de la mano de Robert Venditti en guión –al menos al principio, ya han confirmado un cambio de guionista luego de concluido el arco inicial-, acompañados por los dibujos de un brazuca conocido por quienes asistimos a las últimas Crack Bang Boom’s Rosarinas y también a algunas convenciones en Capital Federal y Santiago del Estero: Renato Guedes. El detalle que nos pone a algunos los pelos de punta y nos deja con ese agrio sabor a despedida es que Hellblazer cierra, y el nuevo título protagonizado por John comienza a salir fuera del sello Vertigo, formando parte de uno de los 52 títulos mensuales de D.C. Comics.
¿Qué significa esto? Bueno, deberemos esperar a leer los primeros números para hablar con certeza sobre el impacto de este cierre y cambio de rumbo editorial, pero teniendo en cuenta que dejará de ser un comic “suggested for mature readers” creo que podemos ir olvidándonos de las continuas referencias al sexo y las drogas, a la violencia explícita, el lenguaje obsceno, las referencias racistas, los casos de aborto, o por ejemplo a la política, la religión y la alta sociedad Británica inmiscuidas en pedofilia, violaciones y rituales que incluyan sacrificios de menores, por intentar armar una moderada lista de esos detalles de color que han inundado las páginas de Hellblazer en estos 300 números.
Ojo, no siempre Hellblazer fue piedra libre para escribir lo que se le cantara el quinto forro de las pelotas al guionista de turno: Warren Ellis abandonó el título porque le censuraron un número que se iba a titular "Shoot" y en el cual íbamos a ser testigos de un tiroteo en una colegio secundario… la masacre de Columbine había ocurrido hacía muy poco y las sensibilidades estaban a la orden del día. Si la memoria no me falla fue el único caso de censura en esta serie, y después de haber leído la misma en su totalidad puedo asegurar que ese número –que se puede conseguir hoy de forma pirata por la web- era ni más ni menos que un comic tocando un tema muy sensible para el yanquie promedio. Historias mucho más jodidas, reventadas y enfermizas se han escrito, dibujado y publicado en Hellblazer, y dudo esto se pueda prolongar en un comic orientado a adolescentes.
Eso por no mencionar que la versión que tendremos de John tampoco es una traslación directa del personaje que protagonizaba Hellblazer. No. Hace ya unos meses Peter Milligan –el mismo que ha escrito el polémico final de la serie- nos ha estado narrando las desventuras de una poco ortodoxa Justice League en el título Justice League Dark, misma que tiene como miembro a una versión joven de nuestro cincuentón Constantine. Ese será, entonces, el personaje que protagonizará el comic homónimo, mismo que tendrá la calificación Teen o a lo sumo Teen +, como la tienen esta Liga y Swamp Thing.
La Tierra a dónde van los muertos
Me siento, cuanto mínimo, raro haciendo esto, y hasta un poco incómodo, pero corresponde hacer las presentaciones formales de John dado que es la primera vez que me explayo sobre él. O sea, cabe la posibilidad de que alguno de ustedes no sepa sobre quien reputa he estado escribiendo todo este tiempo. Para mí es tan extraño como tener que explicarle a alguien quien es Superman. En serio. Pero soy consciente de que no es así. De hecho, es probable de que uno de los motivos por los cuales la D.C. haya tomado esta decisión con Hellblazer tenga que ver con las pobres ventas que el título ha sostenido el último año, que se han manejado entre los 9.000 y 10.000 ejemplares. Tampoco es que la editorial Vertigo genere una millonada de dólares en ventas: Fables y American Vampire alcanzan los 16.000 y 15.000 ejemplares respectivamente, y otros títulos como Saucer Country, Unwritten o New Deadwardians apenas superan los 8.000 ejemplares mensuales, pero es probable que, dada la movida que hicieron en el New 52 con John Constantine, D.C. considere esto como un relanzamiento del personaje y una oportunidad para mejorar esos números. La que seguro no lo vio de esa forma fue Karen Berger, la editora de Vertigo que estuvo casi desde los comienzos de Hellblazer, 20 años atrás, y que unos días después de que se anunciara el cierre de este título -que muchos lo consideraban el buque insignia de esta editorial-, decide dar un paso al costado y renunciar. ¿Casualidad? Si, seguro.
Pero basta de teorías conspirativas, sin más preámbulos pasemos a los bifes.
Creado por el genio de Alan Moore para una aparición en la saga "American Gothic" de Swamp Thing, John Constantine es una mezcla de mago y chanta callejero, oriundo de Londres y con una ética que habría sido el orgullo de Maquiavelo. Al menos en sus comienzos, físicamente podíamos reconocerlo por su vestimenta que consistía en una gabardina marrón sobre una camisa blanca y un parecido con el músico inglés Sting. A medida que pasaron los años lo primero se mantuvo, lo segundo comenzó a depender de la estética que cada dibujante le imprimiera. A nadie se le escapa el detalle de que John es uno de los pocos personajes que Alan Moore ha creado para la D.C. Comics, y sin duda uno de los más populares… y es ni más ni menos que un Mago, una profesión que el mismo Moore practica, ¿no?
Ya en sus inicios en Swamp Thing, el carisma de John y las posibilidades que el mercado ofrecía en ese instante para publicar cómics con tramas más elaboradas apuntadas a un público un poco mas adulto que el promedio y personajes más complejos rápidamente precipitaron el lanzamiento de un título con Constantine como protagonista, mismo que hizo su debut en enero de 1988 bajo el título de Hellblazer, con un artista británico exportado por D.C. Comics –una sana costumbre de la editorial en esos años- de nombre Jamie Delano al frente de los guiones y portadas de otro Británico en ascenso que acababa de realizar junto a Neil Gaiman una novela bastante perturbadora de nombre Violent Cases, Dave McKean, y que dos años después terminaría de consagrarse justamente con Gaiman encargándose de las 75 portadas de la archi-popular y mega-premiada serie The Sandman.
A medida que van pasando los años vamos siendo testigos de que los relatos de este antihéroe se enmarcan en la estética del detective clásico: narrando sus pensamientos en una voz en off aparece como un perdedor consciente de su suerte, alcohólico y adicto a la nicotina, individualista, amoral, cínico y solitario. En su escalada hacia el éxito como nigromante sacrifica a otras entidades (sean estas humanos o criaturas míticas) cuyos espíritus terminan atormentándolo eternamente. Dado el reguero de cadáveres que John va dejando tras su paso, no podemos llegar a otra conclusión más que suponer que su único objetivo es su propia supervivencia, para la cual practica todo tipo de trucos y engaños con los seres sobrenaturales a los que se enfrenta y con los seres humanos que le rodean en su vida cotidiana.
Hábitos peligrosos
Pero si solo fuera esto, realmente Hellblazer no se hubiera terminado transformando en el comic más longevo, y por lo tanto más importante de la editorial Vertigo. John Constantine fue el personaje más políticamente incorrecto de D.C.: tenía sexo casual sin forro y se drogaba con jeringas ajenas en plena década del Sol sin Drogas del Diego mientras en los cines yanquies se estrenaba Philadelphia. La experiencia de leer un capítulo en la vida de John era análoga a la de tener sexo en el sótano de una Iglesia con una preciosa Teen Gótica sadomaso en medio de una sórdida orgía mientras te tomas 3 líneas de la mejor merca y le das al pico de una buena botella de Johny Walker Etiqueta Negra, solo para caer fundido por la borrachera y recobrar el conocimiento con una resaca del carajo descubriendo que un negro cocainómano te tiene atado desnudo de espaldas a él al radiador de una camioneta ranchera y para despertarte te cachetea con su verga de 25 cm erecta. Así, sin filtros, sin avisos y sin anestesia, un comic de Hellblazer podía dejarte con el orto para arriba.
Y como sucede con el buen cine de terror o suspenso, o con aquellas enfermizas historias narradas en clave Trainspotting, la mezcla de sentimientos que vamos experimentando a lo largo de la experiencia de consumir estas obras va creando un coctel de sensaciones en nuestro interior que son difíciles de explicar pero que nos movilizan a ir por más. Paralelo a esto, no podemos menos que generar un lazo fraternal de compresión, admiración y compasión con el bueno de John, con el cual la gran mayoría de las veces nos sentimos extrañamente identificados. Constantine podrá ser un pájaro de mal agüero -el peor de ellos-, pero en términos generales quiere enmendar las cosas e intentar equilibrar la balanza en un mundo que está acabado hace siglos. Y es que Hellblazer a través de su protagonista y sus experiencias nos mostró todo lo que no queríamos ver o no nos atrevemos a reconocer acerca de nosotros mismos. De la mano de John conocimos los estratos más bajos de la sociedad Londinense, las miserias más inhumanas y la maldad en todas sus formas: la absolutamente increíble y sobrenatural y la espeluznantemente familiar y cercana.
En las próximas entregas, como les anticipe más arriba, exploraremos las distintas etapas por las que pasó este comic en estos 25 años, algunas de ellas contadas por sus mismos autores, le dedicaremos un pequeño espacio a la única adaptación fílmica que tuvo hasta el momento y nos iremos preparando para el brindis final con una última sorpresa. Y guarda, porque cuando se trata de Hellblazer, una sorpresa puede ser algo que marque tu vida para siempre.