A mediados de la década de los ’90, un estilo de animación transgresor, fresco y políticamente incorrecto nos dio una cachetada en la cara para despabilarnos un poco de la resaca ochentosa que teníamos, y la punta de lanza de esa catarata de cartoons bizarros fue el canal de cable yanquie Cartoon Network. Desde esa trinchera nos atacaban con una verborragia inaudita muchas mentes creativas dispuestas a comerse el mundo: el canadiense John Kricfalusi, el californiano David Feiss y el ruso Genndy Tartakovsky, este último creador de verdaderos hits de la señal como Dexter's Laboratory y Samurai Jack, y de quien me voy a encargar de reseñar en esta entrega.