Sabíamos que este momento iba a llegar.
Lo sabíamos porque nuestras entrañas nos lo decían con retorcijones en cada momento de felicidad nerda que gozábamos.
Lo presentíamos cada vez que lográbamos ver a uno de esos personajes que jamás pensábamos encontrar en una pantalla y a pesar de que nos pellizcábamos no despertábamos, porque no era un sueño.