Nos gustan las cosas complicadas. Es así, hay que reconocerlo y ya. Cuando venimos del palo del “comic book americano”, puntualmente del superheróico, cuando somos lectores de ese medio y de ese tipo particular de historieta -quizás única en el mundo-, cuando disfrutamos de leer personajes que en poco más de 20 años van a cumplir un siglo de existencia pero en la ficción no manifiestan haber superado aún los 8 lustros, los cuales en la mayoría de los casos se han transformado en una franquicia explotada por una editorial a diestra y siniestra, conjugando cada carácter con otros elementos pertenecientes a dicha empresa, todo el tiempo, sin restricción alguna… en algún punto nos hemos transformado en prisioneros, rehenes de esas editoriales y de lo que decidan hacer con esos personajes.
Pero dentro de este morbo compartido entre lectores y empresarios, hay, por supuesto, un disfrute, un goce, una necesidad imperiosa de seguir contando historias –las mismas historias, muchas veces renovadas y puestas al día- por parte de quienes explotan estos personajes y un hambre por consumirlas desde nuestro lado. Y, además, el público se renueva, todo el tiempo, demás está decirlo, es prácticamente la base por la cual este negocio funciona: saben capturar nuevos adeptos a la causa.
La semana pasada D.C. Comics/Warner tuvo el agrado y el honor de festejar el capítulo número #100 de su serie superheróica insignia en el apartado televisivo, Arrow, con un evento a la altura del número a conmemorar: armando un crossover entre las 4 series que, forzando un poco los multiversos, comparten una cronología en común: la propia Arrow, The Flash, Legends ofTomorrow y Supergirl, superando por varios cuerpos algunos crossovers previos, como aquel mítico primer cruce entre Arrow y Flash en sus propias series de diciembre del 2014, o el que vivimos a principios de este año, cuando Flash viajó al universo de Supergirl, y, una vez más, aquí, en Tierra Freak, te vamos a contar que tal les salió.