martes, 16 de julio de 2019

Jessica Jones se despide de Netflix con altura - La Columna de Logan


El 14 de junio pasado el servicio de streaming Netflix puso al aire los 13 capítulos de la 3er y última temporada de Jessica Jones, uno de mis shows favoritos de la sociedad entre esta plataforma y Marvel Studios, y con este estreno no solo se da por culminada esta serie, también se acaba el contrato entre ambas empresas, y por consiguiente, lamentablemente, finaliza este pequeño micro-universo que supo entregarnos horas de entretenimiento, la mayoría de ellas de muy buena calidad.

Esta vez, por razones que son completamente ajenas a la producción de la serie pero que están directamente relacionadas con la batalla por el streaming que comienza a involucrar a grandes jugadores, el visionado de las nuevas aventuras de nuestra querida Jessica por parte de la comunidad de televidentes (comiqueros y no-comiqueros) fue casi nula, dado que a muchos les parecía un sinsentido involucrarse con este personaje nuevamente si el universo que la rodea deja de tener continuidad. ¿Suena estúpido, no? Lo suena, pero es lo que sucedió. Y así, millones de televidentes, una vez más, se dejan llevar por factores externos y se pierden la posibilidad de volver a disfrutar de uno de los personas más políticamente incorrectos que han salido de la factoría de Marvel, por no mencionar el hecho de que además es uno de los más interesantes. No es ese mi caso, por supuesto, y en el día de hoy, en esta reseña, voy a dejarles mis observaciones y conclusiones de este cierre, y aprovecharé también para hacer una pequeña reflexión sobre esta inolvidable aventura que comenzó en abril del 2015 con la 1er temporada de Daredevil.


Agridulce desazón


Cuando muchos creían que ya no había demasiado para contar con estos personajes, Melissa Rosenberg vuelve a demostrarles lo equivocados que estaban. Por supuesto, no me incluyo dentro de estas personas porque estoy completa y absolutamente enamorado de la protagonista de esta serie y sobre todo de la interpretación que le imprimió Krysten Ritter (la cual además, en esta temporada dirige un episodio, el 2do), pero además me maravilla la construcción detrás de cada personaje, la caracterización de prácticamente todos los que son relevantes, los tópicos que el show se permite tocar y el florecimiento del empoderamiento femenino que lleva adelante este relato.

Esta vez, parte de la premisa parecerá quizás un cliché pero la vuelve más del género que a cualquier otra. ¿Qué es un Héroe, cómo se define, qué lo motiva y cuales son los límites para actuar como uno? Para aquellos críticos que acusaron alguna vez a Jessica Jones (la serie) de tener pocos elementos relacionados con las temáticas que predominan la editorial Marvel, Rosenberg les manda unos besitos y les demuestra que si antes no se enfocó en este tópico de forma enfática era porque todo tiene su tiempo y su lugar. Pero sobre todo porque quiere contar las cosas a su manera, con su sello y estilo propio, dejando una huella y proporcionando un montón de vetas narrativas para futuros proyectos.


El "villano" de esta temporada (el más evidente, al menos, aunque no el único) es un personaje sin "poderes", sus capacidades especiales tienen que ver con un entrenamiento excesivo, una inteligencia prodigiosa y años invertidos en estudios. Y cada vez que tiene oportunidad de mantener una charla con Jessica o con algún otro personaje con poderes deja bien en claro este punto: cualquiera que no se esfuerce por conseguir sus objetivos hace trampa, y por lo tanto es un farsante, y como tal merece ser castigado. Para Gregory Salinger, la vida es un enmarañamiento de desafíos y cada instancia de la misma exige cierto nivel de sacrifico personal, cierta entrega, y si uno quiere destacarse por encima del resto tiene que contar con la disciplina necesaria para poder alcanzar ese objetivo. Su mundo es binario: hay vagos y holgazanes que intentan llegar a la cima por medio de engaños, trampas y atajos, y luego están las personas como él, que se preparan y entrenan para lograr sus metas. Cualquier persona que reciba alguna ventaja extra producto de un accidente químico o un experimento genético está desbalanceando esta competencia por medio de trucos y amerita ser descalificado.

La caracterización que le imprime Jeremy Bobb a este villano no solo es convincente, por momentos se torna realmente perturbadora, y varias de sus apariciones conforman algunos de los momentos más dramáticos y excitantes de la temporada. Su ideología y filosofía de vida colabora para construir un desafío interesante tanto para Jessica como para Trish, máxime cuando comienza a jugar con la legalidad de sus actos, buscando exponer a nuestras heroínas públicamente y poniendo en jaque el accionar de las mismas. Demás está señalar que el personaje está inspirado en un villano real de Marvel Comics, Foolkiller, creado por el genio de Steve Gerber para la Man-Thing #3 de 1974, algo que es casi una norma en este show. Sí, exacto, con la catarata de críticas negativas que pudo tener esta serie tiempo atrás, ahí tenes otro factor a tener en cuenta para reivindicarla: prácticamente todos los personajes de peso que han pasado por esta serie están adaptando un personaje sacado de los cómics de Marvel.


Y puede que este "pequeño" detalle a vos, fanatiquito multimedia de Marvel que lees, con suerte, 5 cómics por año, te resulte intrascendente, pero para los que realmente nos interesan ambos medios (la televisión y la historieta) es un guiño precioso y muy importante, porque en definitiva, te voy a contar un secreto: estos personajes nacieron en el papel. Besitos.

Volviendo al show y a la temporada en cuestión, si recuerdan el final de la 2da temporada podrán entender que la relación entre Jessica y Trish no podía estar pasando por un peor momento. El primer tercio de esta última entrega se encargará entonces de lidiar con esto y de buscar la forma en la que ambos personajes vuelvan a trabajar en equipo, recorriendo un camino durísimo, repleto de grandes revelaciones sumergidas en un intenso drama emocional para ambas involucradas, el cual les permitirá también conocerse un poco más. Y en medio de esta debacle emocional aparecerá, sorprendentemente, una inmensa Dorothy Walker, magistralmente interpretada una vez más por la veterana Rebecca De Mornay, que pasará de ser un personaje insoportable a un pilar insoslayable para la reconstrucción de la relación entre sus dos hijas.


Orbitando siempre la marea de quilombos que rodean a las hermanastras tenemos una vez más a la abogada Jeri Hogarth, nuevamente en la piel de Carrie-Anne Moss, quién tendrá un rol fundamental en la cruzada personal de Salinger pero además se reencontrará con un amor de su pasado, Kith Lyonne, y buscará la manera de recuperar el tiempo perdido. En el camino probablemente termine destruyendo la vida de su amante, pero bueno... detalles.

En esta última tanda de episodios, Jessica tendrá nuevamente un interés amoroso, el empático Erik Gelden, una versión libre del villano Mind-Wave creado por Marv Wolfman para la Daredevil #133 que tiene fecha de portada de mayo de 1976. Y si bien su introducción en el show se da de manera natural, mostrando además facetas que podrían, levemente, acercarse a características que por definición tiene un villano (extorsión a diferentes personas con secretos oscuros para poder sostener su adicción al juego), la muñeca de los guionistas logrará aplicar una capa de sentido común en el personaje, permitiéndole un espacio para la redención y otorgándole la oportunidad de transformarse en un aliado casi incondicional de Jessica.


Finalmente, tenemos a Patricia "Trish" Walker, otrora conocida como Patsy, quién tendrá un rol fundamental en esta última entrega. Las habilidades físicas adquiridas en la temporada anterior le permitieron comenzar a replantearse toda su existencia, y de formas que pocos pudimos anticipar comenzará a transitar el camino para convertirse en Hellcat... o eso queremos creer quienes conocemos el personaje desde el papel. La realidad es que, en este show, Trish pondrá en jaque la brújula moral y ética de su hermana, y aún cuando puedan encontrar juntas el camino para reconstruir la relación entre ambas, luego tendrán un arduo trabajo estableciendo los límites del accionar de un héroe, mismos que la blonda se encargará de transgredir constantemente.

En el camino nos quedan varios personajes secundarios que también tienen sus momentos y espacio para cierto desarrollo. El ex-adicto Malcolm Ducasse, ahora convertido en colaborador full-time del estudio de Jeri Hogarth, deberá replantearse cual será su papel en la batalla contra el crimen, y cuanto de su alma está dispuesto a sacrificar para trepar en el organigrama de esa empresa. El detective Eddy Costa también tendrá un rol fundamental en esta temporada, trabajando codo a codo con Jessica para resolver algunos casos, y si bien su participación se destaca más que nada en la 1er mitad de la temporada, la sutil y muy acertada caracterización de John Ventimiglia hace que sea imposible no mencionarlo en esta reseña.

El Infierno de Jessica
 

¿Y que ocurre con nuestra querida Jessica Jones, la protagonista de esta conclusión? Lo que conmueve de este personaje y quizás lo aleja bastante de su versión en papel es el balance que intenta encontrar entre una búsqueda de desapego afectivo con el mundo que la rodea y la imperiosa necesidad de combatir el mal bajos sus propios términos, conociendo de antemano las consecuencias de cada uno de sus actos, manejándose al filo del abismo pero siempre dentro de límites tolerables. Jessica, dicho mal y pronto, quiere que dejen de romperle los ovarios con estupideces, está harta de la hipocresía de prácticamente todas las personas con las que se relaciona, y el fuego que la moviliza le impide poder seguirles el juego y mentir todo el tiempo. Puede utilizar el engaño para lograr objetivos a corto plazo, por supuesto, de lo contrario sería una pésima detective, pero cuando se ponen las cartas sobre la mesa le hes virtualmente imposible esconder la verdad, la cual se le sale de los poros de manera a veces incontrolable, y si uno tiene suerte con una cuota de sarcasmo para minimizar el daño.

Esta situación, que lejos está de ser idílica, se transforma en un constante incordio. Por un lado, no le permite entablar lazos fuertes con prácticamente nadie, ya que son pocas las personas que están preparadas para escuchar la verdad sobre sus vidas todo el tiempo. El ser humano es hipócrita por naturaleza, nos mentimos todo el tiempo a nosotros mismos y proyectamos una imagen nuestra que también es una mentira, ya que en la mayoría de los casos es una construcción aproximada de lo que nos gustaría ser, o como mínimo de la forma en la que pretendemos que el otro nos perciba. Jessica no puede lidiar de forma tan natural con ese tema, casi se podría decir que está parcialmente inhabilitada para hacerlo, y como si eso no fuera suficiente (o quizás producto de esta característica), tiene un imbatible escudo levantado todo el tiempo, que supera con creces el arma defensiva de vibranium de nuestro querido Captain America. Por supuesto me estoy refiriendo a la incapacidad que tiene nuestra imitadora favorita de Joan Jett de poder establecer un dejo de intimidad con alguien, de poder confiar en otra persona, de poder abrirse y entregarse en una relación. De hecho, parte del drama que sostiene la temporada gira alrededor de este tema, el cual se ve intensificado por lo experimentado en los capítulos previos al comienzo de esta última aventura.

Es exquisito poder disfrutar de la caracterización de Krysten Ritter llevando adelante este personaje, porque en algún punto parece creada digitalmente para componer al mismo. Todo su lenguaje corporal invita a mantener la distancia sobre ella, no de forma violenta o explícita sino más bien desde la sutileza que terminan aunando un conjunto de elementos, los cuales parten desde el vestuario elegido y se prolongan a través de gestos, movimientos, acciones y finalmente diálogos. La negativa de Jessica a no largar el alcohol es otra característica de ella que la posiciona por encima de la mayoría de los héroes de carne y hueso, porque pocas cosas son más humanas que los vicios y las adicciones, y Rosenberg supo jugar muy bien con este elemento, disfrazándolo de kryptonita cuando fuera necesario pero también dotándolo de una impronta única y muy distintiva que nos recuerda todo el tiempo el ambiente Noir del show.



¿Es esta la mejor temporada de Jessica Jones? No lo se, y siendo terriblemente sincero con ustedes, me importa muy poco ese tema. Lo que me interesa de estos shows es que me entretengan, me logren atrapar y pueda percibir a través de ellos una evolución en los personajes. Entiendo perfectamente el magnetismo que generó en su momento el Kilgrave de David Tennant, yo también caí bajo ese delicioso influjo y nunca negué su poder, y es muy probable que haya sido el villano mejor presentado y desarrollado de las 3 temporadas, pero un gran oponente no es lo único que distingue un show como este. Los caminos que han recorrido Jessica, Trish y Jeri para llegar a esta temporada, desde lo personal hasta lo social entre ellas, guardan una riqueza invaluable, y esta última curva no hace más que expandir el horizonte de cada una. Disfruté cada episodio del show e incluso me cuesta encontrar algún capítulo desechable, aún cuando sigo convencido de que el formato de estas series jamás debería haber superado los 10 episodios por temporada. Y a diferencia de lo que me ha sucedido con otros shows de estos proyectos conjuntos nacidos gracias a la sociedad entre Netflix y Marvel Studios de los cuales ofreceré mi conclusión en unas líneas, cuando finalmente llego al final del recorrido de una temporada de Jessica Jones siento deseos de volver a ver la misma lo antes posible, un anhelo que solo pude concretar con la 1er temporada.

Cuando anunciaron la cancelación definitiva de todo este micro-universo debo admitir que donde más duro me pegó fue con este show y con estos personajes, porque, siendo sinceros, las posibilidades de que volvamos a tener contacto con Jessica Jones en carne y hueso a corto plazo son remotas, por no decir nulas, por no mencionar el hecho no menor de que, aún cuando Marvel Studios encuentre un espacio para rebootear al personaje, ya sea en cine o en televisión, no contaremos con la espléndida caracterización de Krysten Ritter. Dicho esto, tanto Rosenberg como el resto del equipo de producción que llevaron adelante estas tres temporadas deberían sentirse orgullosos de haber logrado no solo un trabajo admirable trasladando el espíritu del personaje de forma fidedigna, fueron una bocanada de aire fresco dentro de esa acumulación de testosterona que reinaba en el género en aquel ya lejano e increíble noviembre del 2015.

Te vamos a extrañar, "Jewel".

¿Larga vida a los Defenders de Netflix?
 

Finalizada entonces la última temporada de Jessica Jones podemos sentarnos tranquilos a hacer un rápido balance de lo que nos dejó esta sociedad, teniendo en cuenta el contexto que la rodeó durante estos 4 años y 2 meses, pero sobre todo poniendo sobre la mesa serie tras serie, temporada tras temporada, evaluando la calidad de cada una, la recepción que tuvo en el público y el impacto y el legado que estos productos generaron en el medio y el género. Marvel Studios, con solo 5 años explotando con sobrado éxito franquicias super-heróicas en el cine, aunándolas en un universo común (refiriéndonos, por supuesto, al proyecto que lidera Kevin Feige y comienza con la ya clásica Iron Man del 2008, obviando por razones de sentido común las producciones previas a este estreno), decide expandir su campo de acción y un lejano septiembre del 2013 estrena el piloto de Agents of S.H.I.E.L.D., el 1er spin-off televisivo de este proyecto, el cual supuestamente tendría una férrea conexión con lo que sucedía cada 2 años en cada una de las películas que se iban acumulando. El 6 de enero del 2015 desde la cadena televisiva ABC hace su estreno la 1er temporada de Agent Carter, el 2do show de este medio ambientado en el Marvel Cinematic Universe, narrando las aventuras de nuestra querida Peggy Carter meses después de su introducción en Captain America: The First Avenger (2011). Pero lo que realmente nos interesa hoy sucedería unos meses después, más precisamente el 10 de abril de ese mismo año. Por supuesto, me estoy refiriendo al estreno de la 1er y magnífica temporada de Daredevil, el show que expondría de forma fáctica un acuerdo entre el en ese momento REY indiscutido del servicio streaming Netflix y la productora Marvel Studios.

El público no comiquero esperaba poco y nada de este estreno, y muchos de ellos incluso se mostraron, en un principio, reacios a perder el tiempo con un personaje que recordaban levemente de una película que para muchos era muy floja y olvidable, protagonizada por Ben Affleck en un también lejano 2003. Los verdaderos frikis del género como quién escribe esta reseña conocían de antemano la inmensa cantidad de material de excelente calidad que se había publicado en papel durante años de este personaje, quién gozaba de ser uno de los pocos personajes que lideraba una serie regular que a pesar de los cambios en los equipos creativos lograba mantener una calidad pareja en la gran mayoría de sus números, transformándose así en un personaje de culto dentro de la misma Marvel, con una base sólida de lectores fans del personaje, la cual de todos modos era muy pequeña y por momentos incluso insuficiente para mantener la serie regular mes a mes. Estos mismos lectores junto a un público cautivo que en ese momento le daba play a prácticamente cualquier estreno televisivo que Netflix les tirara por la cara fueron los primeros en descubrir la excepcional calidad de la producción que contó con dos episodios iniciales escritos por Drew Goddard y con Steven S. DeKnight oficiando como showrunner de esa inolvidable 1er temporada.El show era todo lo que el fan del personaje había anhelado durante años: una producción madura con un tratamiento exquisito en la construcción de los arcos argumentales que sostendrían esos 13 episodios iniciales, y un desarrollo paulatino y ajustado de cada uno de los personajes protagonistas, incluyendo también a los villanos, los cuales eran presentados de formas sutiles en los 1ros episodios e iban cobrando fuerza y manifestando sus verdaderos planes a medida que el show avanzaba. La producción estaba plagada de grises y manejaba con un balance envidiable las dosis justas de acción y drama, y ofrecía al televidente excitantes debates ético-morales alrededor de la ley y el uso de la fuerza para combatir el crimen, todo esto en el marco de una New York que tenía que encontrar la forma de poder levantarse luego de la invasión alienígena de la cual habíamos sido testigos en el tanque Hollywodense The Avengers (2012), con la salvedad de que en este caso veríamos las consecuencias socio-políticas de aquella guerra que atravesaban de forma transversal los barrios más marginales de esta metrópolis, presentado casos criminales despreciables para Héroes de la talla de Iron Man, Thor e inclusive el mismísimo Captain America.


Y al menos al comienzo, este proyecto conjunto entre Netflix y Marvel Studios tenía como fin justamente presentar un "recorte" de la eterna batalla entre Héroes y Villanos, una mirada a nuestra altura, una bajada a tierra. Los personajes que protagonizarían las distintas series que formarían parte de este proyecto serían también Héroes, sí, la mayoría de ellos con "poderes", y aquel que no (Frank Castle, mejor conocido como Punisher), de todos modos contaría con habilidades y recursos que lo posicionarían claramente muy por encima del hombre normal, pero sus cruzadas y misiones no definirían el destino del planeta, ni tampoco el de un país, en la mayoría de los casos ni siquiera estaría en juego el status quo de una ciudad... no, el accionar de estos protagonistas devolvería la sensación de seguridad a una familia, a una agrupación o en el mejor de los casos a un ghetto circunscrito en un barrio carenciado de New York.

Público y crítica, con el tiempo, se pusieron de acuerdo, y el consenso dio como resultado una crítica muy positiva para la 1er entrega de las aventuras del Hombre sin Miedo, probablemente la única de estas producciones que contó con la aprobación unánime de todos los tipos de televidentes que le dieron una oportunidad al producto. No ocurrió lo mismo con los sucesivos estrenos. Mi opinión personal luego de haber consumido la totalidad de los proyectos audiovisuales que formaron parte de esta aventura multimedia (3 temporadas del Diablo de Hell's Kitchen, 3 temporadas de nuestra detective favorita dentro de este micro-universo, y 2 temporadas para cada uno del resto de los protagonistas, Luke Cage, Iron Fist y Punisher, más una olvidable única temporada de los Defenders, la mini-serie que se encargó de reunirlos a todos con la excepción de Frank Castle) es que el balance es positivo. De hecho, si comienzo a hilar fino, me sorprendo llegando a la conclusión de que es muy positivo, mucho más de lo que suponía en un comienzo cuando me propuse cerrar esta reseña con esta reflexión.

Hay un punto en el que seguro todos podemos coincidir: aún teniendo en cuenta que ninguna de las temporadas supera los 13 episodios, un número que quizás hoy resulta excesivo pero una década atrás representaba apenas la mitad de los capítulos que componían la entrega anual de cualquier serie dramática norteamericana que era transmitida por cable e incluso por canales de aire, este proyecto hubiera tenido una mejor recepción si los showrunners se comprometían a contar la misma historia en solo 10 episodios por tanda. 13 temporadas de 6 shows distintos en 4 años, en números aislados puede parecer incluso insuficiente, pero el contexto actual no nos permite analizar este fenómeno de esta manera. La oferta televisiva, si solamente nos limitamos al género, es enorme, al punto tal que cuesta encontrar otro lector de historietas que pueda estar al día con absolutamente cada producción que adapta una obra del papel a la caja boba. Incluso aquí en Tierra Freak hemos hecho un esfuerzo enorme para poder acercarles una apreciación de aunque más no sea el piloto de prácticamente todos los estrenos televisivos relevantes al sitio, priorizando aquellos que estén tomando material del comic book, e incluso ahí también hemos fallado, algunas veces por cuestiones técnicas que superaban nuestra buena voluntad y organización (muchas veces tuve problemas con el acceso a internet, tornándose imposible no solo poder escribir una entrada sin el correspondiente chequeo de los datos duros sino inclusive sino también poder ponerla on-line una vez finalizada la misma), pero otras porque los tiempos no nos daban, e incluso se nos superponían estrenos.


Dicho esto, la solidez de cada temporada de cada uno de los shows nunca estuvo garantizada desde el vamos por el empecinamiento de showrunners y la propia señal de streaming de respetar casi a rajatabla el formato de 13 episodios por temporada. En la mayoría de los casos, 10 capítulos eran más que suficientes, y en el caso puntual de Luke Cage e Iron Fist, es muy probable un guionista fogueado en el medio con años de experiencia podía presentar la misma trama con idéntico desarrollo de personajes y mismos niveles de tensión y drama con solo 8 entregas de 50 minutos cada una. De todos modos, The Defenders contó con solo 8 episodios y así y todo resultó un fiasco, y si me preguntan a mí, es el punto más bajo de todo el proyecto, y la única de las 13 temporadas que considero MALA. Ni siquiera regular, MALA. Comienza realmente muy bien y logran mantener un ritmo parejo y un relato entretenido en los 1ros 3 capítulos, pero ya en el 4to comenzamos a presenciar un montón de cuestiones narrativas que comienzan a fallar, y para cuando estamos atravesando los últimos 2 episodios estamos dentro de un Tren Bala sin frenos a 500 km/h y nos separan 2 cuadras del final de la estación. Varios actores con un enorme talento dando vergüenza ajena con un montón de líneas de diálogos ridículas que nos sacaban de cuadro y un arco argumental que supuestamente se venía cocinando meses atrás en varias de las series hermanas cerrado de forma estúpida y predecible, evitando cualquier vestigio de inteligencia por parte de quienes supuestamente representaban la mayor amenaza a la que nuestros Héroes se enfrentarían. Eso por no mencionar la mediocre dirección de más de la mitad de los capítulos, una pobre puesta en escena que en muchos casos estaba incluso mal iluminada y devolvía situaciones poco claras, y coreografías frágiles y aburridas que prácticamente en ningún momento logran excitar y sorprender al televidente. Un completo desastre. 


Daredevil y Jessica Jones, en mi opinión, se llevan el podio. Con sus pros y contras, esas 6 temporadas son sólidas, logran capturar nuestra atención y nos hacen interesar y encariñar no solo con los protagonistas de cada show, también con algunos personajes secundarios. Y ambos shows entregaron los mejores villanos de este micro-universo, un punto que nadie puede discutir. Una además contó con las mejores coreografías de todo el proyecto conjunto y con inolvidables planos secuencias que se fueron complejizando temporada a temporada, la otra se encargó de presentar un montón de problemáticas de género y se permitió tocar y explorar temas que no solo suelen ser tabúes en el cómic super-heróico, también en la televisión dramática de aire y cable. Nuestro querido Frank también contó con 2 temporadas muy entretenidas, aunque en ambas se hace notar una extensión excesiva, y a nadie se le escapa el detalle no menor de lo poco "Punisher" que termina siendo esta versión del personaje en su propia serie, no solo por la prácticamente ausencia de traje alguno, también por la falta de muchos de los elementos que orbitan en el universo de este personaje y acá brillaron por la ausencia. Contó con una galería de interesantes personajes secundarios en ambas entregas, lo cual le suma puntos, pero repite el villano principal y eso a la distancia resta, aún cuando probablemente ese personaje termina siendo incluso más interesante que el propio Frank. De todos modos, guardo un lindo recuerdo de ambos visionados, y si me sobrara algo de tiempo con gusto volvería a ver ambas entregas. 

Lo de Luke Cage e Iron Fist es un poco más complicado. En el caso del primero, creo que el personaje protagonista está muy bien construido y caracterizado, y tiene un universo muy rico que lo rodea, con un enorme bagaje cultural que por momentos se torna muy interesante... pero su galería de villanos apesta, y los desafíos que los guionistas le han puesto nunca se sienten reales. En algunos casos muchos de los villanos parecen una parodia de ellos mismos y eso fuerza un suspenso de la incredulidad que en mi caso está más allá de mis límites tolerables. Y es una lástima porque el show cuenta con un montón de elementos positivos, entre los cuales podría destacar la puesta en escena, la dirección de casi todos los capítulos, la música y una galería enorme de personajes secundarios muy carismáticos. La 2da temporada incluso se pone muy "comiquera" por momentos, recorriendo caminos que remiten muchísimo al material original, pero en ambos casos los villanos dejan mucho que desear, algunos de los conflictos se sienten muy forzados y en conjunto el visionado se torna pesado. Cuesta llegar al final de esos 13 capítulos, en ambas temporadas.

Lo de Iron Fist es casi material para estudio: un show que tiene un pésimo protagonista pero que está rodeado de un montón de elementos geniales. Prácticamente todos personajes secundarios son carismáticos, cada uno a su manera, y entre todos van llevando adelante tramas con dosis enorme de aventura y adrenalina, en dos temporadas que tienen capítulos en donde la trama se siente que avanza en todos los episodios. Hay conflictos muy interesantes que se desarrollan en varios frentes, y la interrelación entre los personajes es muy fluida y en muchos casos verosímil... pero Danny Rand es un desastre. Mal escrito y mal actuado en prácticamente todas las situaciones relevantes, con una personalidad que nunca termina de tomar forma y jamás encuentra una postura sobre la cual aferrarse para seguir su camino. Dubitativo y repleto de dudas, Danny parece avanzar por lo que le ofrece cada temporada como si el ciego fuera él y no nuestro abogado favorito, exasperando al más paciente de los televidentes. No son pocas las veces que estuve deseoso de que finalmente alguien acabara con la vida de Danny y el relato de ahí en adelante se centrara en los conflictos de Colleen Wing, los hermanos Meachum e inclusive el mismísimo Davos, y al carajo todo. Como si esto no fuera suficiente, más de la mitad de las coreografías de artes marciales que disfrutamos en ambas temporadas son pobres y se encuentran en la vereda de enfrente de la excelencia del mismo trabajo hecho en Daredevil. De hecho, Colleen se lleva las mejores escenas de pelea, en ambas entregas. Tristítimo.


No quiero finalizar este balance sin destacar la enorme labor de Rosario Dawson caracterizando a la enfermera Claire Temple, el personaje "pivote" que recorrió todo este micro-universo de punta a punta, y de una u otra forma estuvo en contacto con absolutamente todos los protagonistas, y en algunos casos se transformó en un personaje secundario de peso, trascendiendo el mero un cameo-guiño para el fan.

Expuesto las falencias y virtudes de cada show, como mencionaba unos párrafos más arriba, el balance me da positivo. Defenders tiene solo 8 capítulos, 3 de los cuales son prometedores, y es la única serie del conjunto a la que considero fallida, no solo por las expectativas que generó sino también por la ejecución. Lo peor de todo es que al final de la misma una la siente innecesaria, y la resolución del plot principal es tan estúpida que, salvo por la desaparición física de Matt y la muerte de Elektra, casi se podría decir que lo ahí sucedido se torna irrelevante para ese micro-universo. Pero el resto de los shows lograron su cometido, al menos en mi caso. De una u otra forma se las ingeniaron para capturar mi interés y mantenerme en vilo, incluso cuando el mismísimo protagonista atentaba contra el visionado. Y a la distancia, cuando uno amplía el rango de crítica y lo extiende al resto de las series de género, lo que hicieron Netflix y Marvel Studios logra tener luz propia y destacarse por encima del resto, e incluso habilitó el camino para la "saturación" televisiva que estamos experimentando estos días. Ya solo por eso, una porción de mi corazón tendrá una renta ad infinitum para con este proyecto. Nos volvemos a leer el próximo jueves, aquí, en Tierra Freak.