jueves, 14 de febrero de 2019

Deadly Class: la adaptación televisiva de SyFy - La Columna de Logan.



El tiempo pone todo en perspectiva. Hace exactamente 3 años, un jueves 4 de febrero del 2016, levantaba aquí, en Tierra Freak, una entrada de una de las series regulares de la editorial que más que estaban entusiasmando,
Deadly Class, un entretenido cómic regular escrito por un Rick Remender 
que encontraba, por fin,una historia con la cual dar en la tecla en todo aquello 
que él sabía manejar mejor que nadie: personajes outsiders poniendo a 
prueba sus límites éticos y morales mientras desafían el orden 
pre-establecido vibrando al compás de la música alternativa de los ’80. 
Por supuesto, el impacto que provocó este título en el mercado, ganándose 
rápidamente un enorme grupo de lectores de culto, no podría haberse 
logrado sin la pericia de un eximio narrador como lo es el Canadiense  
Wes Craig, el cual logró imprimirle una estética muy particular al cómic 
en cuestión, demostrando composiciones de páginas que solamente se
logran cuando tenés una conexión especial con la obra, cuando estás
realmente apasionado por ese laburo. Si había una serie regular de Image de 
los últimos años que merecía llegar a la pantalla boba y tenía todos los 
ingredientes para transformarse en un éxito instantáneo, esa era
 Deadly Class. 3 años después, acá estamos, reseñando la adaptación 
para T.V. producida por SyFy Channel luego de haber podido disfrutar 
sus 4 primeros episodios. ¿La transición se hizo en los mejores términos…?



In Vitam Mortem


Se hace evidente que no voy a volver a reseñar el cómic después de la
introducción que acabo de hacer, pero para los desmemoriados,
 Deadly Class sigue los pasos de Marcus Lopez Arguello, un chico
de la calle de unos presumibles 16 años que es “rescatado” por un
atípico colegio en la ciudad de San Francisco, en el cual enseñan el
“arte” de transformarse en un asesino profesional. Si bien el
protagonista claramente es Marcus, el cómic se permite, por
momentos, transformarse en una serie coral, y dedicarle más
espacio a otros personajes secundarios que en ciertos números
pasan a ser los protagonistas del mismo, pero la trama siempre
está anclada en las experiencias de Marcus, y sobre todo su punto
de vista de la vida.

La adaptación televisiva tiene un montón de aciertos, y esto se debe
a que uno de los showrunners de la misma es ni más ni menos que
el propio Rick Remender, acompañado en esta labor por
 Miles Orion Feldsott, quien fuera responsable, entre otras cosas,
de una American Koko que pasó sin pena ni gloria por el servicio
streaming de ABC. Entre las cosas positivas que puedo rescatar
está el casting, ya que en prácticamente todos los personajes
relevantes la elección de actores me pareció muy acertada. Incluso
se han tomado algunas licencias para con el cómic, como la
designación de Benedict Wong [Wong en Doctor Strange (2016) y
 Avengers: Infinity War (2018)] para caracterizar al Master Lin, y el
cambio no solo es favorable sino que se siente mucho más natural,
televisivamente hablando. Un Master Lin medio enano y con la
apariencia de un anciano venerable cabrón, como el que diseñó Craig
 para el cómic, realmente hubiera sacado el foco de la verosimilitud
del relato en la adaptación a la televisión. Este tipo de cuestiones no
solo son bienvenidas desde el lado del televidente, habla muy bien de
quienes están llevando adelante esta traslación, y nos da la pauta de
que conocen ambos medios y saben diferenciar lo que funciona en
uno y en otro.


Otro factor fundamental para ofrecer un marco adecuado para el
relato fue bajar un poco la exageración de las escenas de violencia
del cómic. Una de las primeras apariciones de Saya en el papel nos
la muestra como una guerrera realmente imbatible, realizando proezas 
increíbles que ningún cuerpo humano podría soportar, como por ejemplo 
atravesar el parabrisas de una patrulla policíaca en pleno movimiento,
 acabando con la vida de los oficiales que la conducían en un par de
 tomas. De nuevo: este tipo de cuestiones en la historieta son
 comprensibles y van generando un universo propio, con sus
 propias leyes de la física y la resistencia de los “materiales”, las 
vemos todo el tiempo y ya no nos sorprenden porque el medio está
 muy abierto a este tipo de situaciones, pero la televisión es otro tipo 
de medio y el relato no se sostiene de la misma forma cuando personajes
 “de la nada” salen a realizar proezas de este tipo sin explicación alguna.

Y el casting tiene aciertos que funcionan en muchos niveles. Para el 
papel de Maria Salazar eligieron a la venezolana  
María Gabriela de Faría, y en algunos diálogos el personaje putea 
en un perfecto castellano, ¡y eso está muy bien para una serie yanquie! 
¡Muy bien! Parece una estupidez, pero los diálogos naturales en castellano 
son una cuenta pendiente de la gran mayoría de los shows del norte, que 
evidentemente hacen un esfuerzo enorme por reflejar que el pluralismo y
 la integración es algo endógeno en ellos, una pantomima que se cae
 cuando alguno de los personajes “latinos” emite alguna frase en su 
supuesto idioma natural y suena como si la hubiera traducido google.


Dicho esto, hay algunos actores que, a mi entender, sobresalen del
 resto, entregando una performance que cierra por todos lados. 
 Sean Depner con su interpretación de Viktor es uno de ellos, no
 solo porque físicamente es perfecto para el papel sino porque, en 
estos pocos capítulos, pudo manejar sin problemas las zonas grises 
del personaje. La elección de Luke Tennie dando vida al mejor 
amigo de Marcus dentro de la escuela, Willie Lewis, también me 
pareció acertada, y me gustó bastante la forma en la que están 
construyendo la relación entre ambos, pero no deja de asombrarme 
el radical cambio que hicieron en el flashback sobre el pasado del 
pobre Willie, algo que probablemente les va a dar más con lo cual 
jugar a futuro en la vida del personaje, pero lo tiñe de un oscuro 
muy profundo, y no estoy hablando de su color de piel, claramente…

Y ya que toco el tema de los flashbacks, primer gran sorpresa 
estética de la traslación televisiva: cada vez que alguno de los 
personajes se dispone a revelar algo relacionado con su pasado, 
el mismo está narrado con una secuencia animada que respeta
 bastante los diseños originales de Craig, algo que no desentona 
con el ritmo de la serie y se siente como una caricia para quienes
 venimos acompañando este proyecto casi desde su lanzamiento 
original a comienzos del 2014.
King's Dominion Destiny

Mencioné a algunos actores muy adecuados en sus papeles y
 no escribí aún nada sobre dos de los más importantes,  
Benjamin Wadsworth en la piel de Marcus Lopez Arguello y  
Lana Condor dando vida a Saya Kuroki, la líder del  
Kuroki Syndicate y sponsor del propio Marcus. Bueno, tengo
 mis reservas con ambos, por distintos motivos. Creo que Benja 
está bastante bien, realmente su Marcus se siente sólido, y 
cuando al comienzo de la serie está en las últimas el personaje 
me cerraba mucho más, el único problema que tengo con esta 
caracterización es con la parte psycho… hay algo en la mirada 
del actor que no termina de convencerme de que ese Marcus es 
una bomba de tiempo a punto de explotar. Me parece que todo lo 
otro que construyó el actor es creíble, su mirada cínica sobre la 
vida y sobre el resto, sus aires de superioridad aún cuando está 
en inferioridad de condiciones, su falta de afecto y necesidad imperiosa 
de pertenecer a una “familia”, todo eso se lo creo… pero la faceta 
psicópata de Marcus es importante para el futuro del show, y ahí
 tengo problemas en creer que este actor pueda dar con la talla. 
Por el lado de Saya, mi único reclamo es en las escenas de acción. 
Sé que unos párrafos más arriba festejé que no hayan mostrado al 
personaje como una soberbia conocedora de las artes marciales y
 el manejo de las katanas, pero de todos modos, cuando la vemos 
en acción, sus movimientos no se sienten “letales” para nada, de
 hecho, en 4 capítulos, aún no vi un despliegue del personaje que
 me haga sospechar que probablemente sea la asesina más letal 
de todo el colegio.


Para dar un ejemplo práctico, tanto en la 1er como en la 2da
 temporada de Iron Fist , me quedó más que claro que  
Colleen Wing era una mujer con la cual era mejor no meterse,
 porque estaba 100% capacitada para romperte cada uno de
 los huesos en cuestión de segundos, y si me quedé con esa
 idea es, entre otras cosas, por la magistral caracterización de
 Jessica Henwick. Está bien, no es justo, quizás, comparar 
4 episodios con más de 20 capítulos (30 si contamos los de  
The Defenders) en los cuales nuestra inglesa amiga dio
 cátedra de cómo patear culos, pero por otro lado pienso que 
aquellos que están llevando adelante las coreografías de  
Deadly Class es muy probable no estén tan capacitados para 
sacar lo mejor de estos actores como los que estuvieron a 
cargo de algunas de las series de la sociedad entre 
 Marvel Studios y Netflix.

Y ya que me clavé un par de críticas negativas, agrego otra: 
la estética del show, en términos generales, no existe, o al 
menos no es reconocible como algo fuera de lo común. Yo
 hubiera preferido algo más en la onda la Legion de Noah Hawley
una propuesta audio-visual llamativa, una búsqueda de planos y
 encuadres puntuales, que me intenten transmitir algo desde 
otros lugares, jugando con los colores, la iluminación, la edición, 
y la verdad es que esta Deadly Class, desde ese lado, bien 
podría estar enmarcada en el mundo de The Gifted o Runaways
llegado el caso, porque su puesta en escena es tan típica que no 
se diferencia en prácticamente nada de estos shows.


Y esto lo señalo porque creo que justamente una de las cosas
 que logra separar un montón este cómic del resto es el enorme 
trabajo que realiza Wes Craig en este apartado, el cómic de  
Deadly Class es un deleite para los ojos y eso se puede apreciar 
solamente ojeando cualquier de sus números, y en 36 capítulos el 
canadiense no ha bajado el nivel ni un poquito. Sus propuestas para 
los diseños de páginas son siempre llamativas, conjugando
 pensamientos del personaje con acciones pasadas o presentes,
 utilizando distintos trazos para los entintados dependiendo de lo que
 quiere narrar, usando planos o ángulos bizarros y rompiendo todo el
 tiempo la estructura de la página en función de la narrativa, la lectura de
 Deadly Class es realmente una aventura visual muy fresca, repleta de
 vértigo y sinergia, y la obra es una fiel representante de lo mejor que
 nos puede dar el mainstream yanquie. Es una lástima que todo este
 esfuerzo no se vea reflejado en el apartado audiovisual de la misma,
porque los productores sí han tenido el buen pulso de trasladar otros
 aspectos del guión igual de importantes como la lucha de clases
 (la cual no solamente se hace evidente entre los clanes del colegio
 sino también en los diálogos y debates de los personajes) y el
 apartado musical, algo en lo que podrían haber caído en lugares 
comunes, teniendo en cuenta que el show está ambientado en 
1987 (¡oooooooootra serie nostálgica de la bastardeada década 
de los ’80!), y sin embargo no lo hacen, y sorprenden mostrándote
 una espectro tan amplio como una escena musicalizada con
 “Wasted Years" de Iron Maiden y otra con “Sex”, de Ice-T, del
 disco debut Rhyme Pays que definió el Gangsta Rap.



De todos modos, utilizando una expresión que me ha valido más de una cargada, el show es sólido, es coherente con lo que hemos leído en el papel y se presenta como un producto televisivo atractivo aunque no demasiado llamativo ante la abrumadora oferta televisiva. Y el público, por suerte, esta vez ha respondido en consecuencia, porque cada capítulo ha tenido mejores índices de audiencia que el anterior, lo cual quiere decir que el boca a boca está funcionando y las críticas, en general, fueron positivas. Para variar, a un estreno de SyFy le está yendo bien en rating, y es muy probable que más pronto de lo que pensemos tengamos asegurada una 2da temporada, lo cual, desde mi humilde opinión, esta vez es para festejar.