viernes, 22 de marzo de 2019

Love, Death + Robots, antología de animación de Netflix - La Columna de Logan


Exactamente un mes después de mi última reseña para Tierra Freak vuelvo a escribir para animarlos a que se introduzcan en este precioso proyecto que Joshua Donen, David Fincher, Jennifer Miller y Tim Miller han desarrollado y producido para ustedes, el cual está disponible en Netflix desde el viernes pasado. Love, Death + Robots es una antología de cortos animados que cuenta con 18 capítulos que oscilan en duración entre los 5 y 15 minutos (sin contar los créditos), y que en total acumulan 91 minutos de animación, lo cual hace posible poder consumirlos a todos en una sola sentada. La famosa señal streaming los promociona como una antología de ciencia ficción pura y dura pero la realidad es que las temáticas también incluyen fantasía, suspenso e inclusive una pizca de terror. Siendo sincero con ustedes, al comienzo de mi recorrido por esta antología, apenas detecté que no todos los cortos estarían concentrados en mi género favorito (Sci-Fi), por supuesto que comencé a sentirme levemente decepcionado y un poco estafado, pero no tuve más que abrir un poco mi cabeza y entregarme al juego que Miller, Fincher y compañía me ofrecían para dejar el prejuicio inicial detrás y disfrutar con plenitud de la propuesta, la cual voy a describir muy por arriba, enfoncándome en aquellas cuestiones que me parecen relevantes y dignas de destacar, y que hacen de esta producción algo único en su tipo.



La cocina robótica


Cuenta la leyenda que hace cerca de una década Miller y Fincher se cruzaron de casualidad en un evento e inmediatamente se pusieron a hablar de aquello que los apasionaba: las historias de género, con la fantasía heroica y la ciencia ficción como temáticas predominantes. Fincher en ese momento se encontraba promocionando The Social Network (2010) pero ya estaba trabajando a full en la película que terminaría estrenando el año siguiente, y Miller era uno de los fundadores de Blur Studio, una compañía multimedia dedicada a la realización de FX's digitales, el diseño y animación, la cual colaboraba seguido con la industria gamer para desarrollar la cinemática y los trailers de juegos como Grand Theft Auto: San Andreas, Sonic the Hedgehog, Halo 2, Halo Wars, Star Wars: The Old Republic y Star Wars: The Force Unleashed II, y entre sus laburos para la industria del cine contaban con la experiencia de haber trabajado con James Cameron en las secuencias espaciales de Avatar (2009).

La primer colaboración entre ambos se daría de forma casi inmediata ya que Blur Studio estuvo a cargo de la secuencia animada de los títulos introductorios del siguiente film de FincherThe Girl with the Dragon Tattoo (2011), la película norteamericana que adaptaría la 1er novela de Stieg Larsson de su celebrada trilogía Millennium, sin embargo, lo que ambos tenían ganas de llevar adelante juntos era algo muchísimo más ambicioso: una puesta al día del clásico animado canadiense Heavy Metal (1981), recuperando el espíritu de aquella obra de culto imbatible, tanto desde el formato (una antología de historias cortas) como desde lo innovador y revolucionario que fue la animación de aquel film en esos años, y lo transgresor, teniendo en cuenta que era un largometraje con un claro target adulto ya que contenía escenas de violencia explícita, desnudos frontales masculinos y femeninos e inclusive escenas eróticas.


La realidad de esos años indicaba que un proyecto de esas características era inviable económicamente si se lo pretendía estrenar en salas de cines. Ninguno de los dos pudo encontrar, durante un tiempo, un grupo de productores que estuviera remotamente interesado en invertir en ese delirio monstruoso que ambos realizadores habían imaginado, máxime teniendo en cuenta que el objetivo de los dos estuvo siempre claro incluso desde sus primeras pinceladas: querían realizar esta producción utilizando todo el potencial de la animación actual, mezclando propuestas estéticas completamente disimiles utilizando animación tradicional en 2D y en 3D de forma indistinta. Paralelo a esto, Fincher comenzaba a generar una fuerte relación con Netflix, teniendo en cuenta que fue el productor ejecutivo de uno de los shows que logró posicionar a la señal en el status casi monopólico a nivel mundial del que goza por el momento. Por supuesto, me estoy refiriendo a la galardonada y polémica House of Cards, la serie que incluso logró cautivar al ex-presidente Obama. Y de repente, como quién no quiere la cosa, ahí estaba la solución: si resultaba inviable presentar este proyecto para el cine comercial, con una ayudita de Fincher el proyecto podía ser aprobado por Netflix, sobre todo si se tiene en cuenta que los costos de producción serían distintos porque sólo se tendrían que focalizar en la realización de los cortos y ya, evitando toda la parafernalia de promoción y distribución que requiere la industria cinematográfica. Y por otro lado, Netflix es una señal que hoy, más que nunca, necesita encarecidamente rellenar su grilla con productos de este tipo, distintivos, exóticos, fuera de lo común y que llamen mucho la atención, que hagan ruido por encima del barullo constante que se lee, ve y escucha producto de una saturación de estrenos audiovisuales como nunca hemos tenido en la historia de la humanidad.

Una vez que el proyecto obtuvo luz verde por parte de Netflix, Miller y Fincher se pusieron manos a la obra con la producción. Sumaron a Joshua Donen y Jennifer Miller como productores ejecutivos, y también subieron al tren a Gabriele Pennacchioli para que supervise la dirección de animación de la totalidad de los cortos y a Victoria L. Howard (BoJack Horseman, Robot Chicken, Titan Maximum) como productora asociada, mientras ensamblaban un equipo de más de 260 personas para llevar adelante este magnánimo proyecto, y esto si no contamos los más de 80 actores que participaron en el doblaje de los cortos. Desde que Netflix dio luz verde hasta la puesta a punto de cada corto pasaron cerca de 3 años, donde 18 equipos de animadores, músicos, técnicos de sonido, especialistas en FX's digitales, actores y demás creativos tuvieron que trabajar al unísono para cumplir con las fechas previstas y sostener la calidad que los ideólogos de esta locura exigían. Para lograr tal fin, Blur Studio tuvo que asociarse con otros estudios de animación (Pinkman.TV, Studio La Cachette, Blow Studio, Unit Image, Red Dog Culture House, Able and Baker, Axis Studios, Platige Image Studio, Elena Volk, Sun Creature Studio, Digic Pictures, Atomic Fiction y Sony Pictures Imageworks), y por eso la labor de HowardPennacchioli fue tan importante, fueron ellos quienes se encargaron de sostener la diversidad de temáticas y estéticas en cada corto manteniendo una coherencia con la propuesta que se quería presentar.

En palabras del propio Tim Miller: "...Love, Death + Robots’ es mi proyecto soñado, combina mi pasión por la animación y las historias más increíbles. Películas de sesión nocturna, cómics, libros y revistas de ciencia ficción que me han inspirado durante décadas, pero que siempre han sido relegados a una cultura más friki. Estoy entusiasmado con que el panorama actual haya madurado lo suficiente para que la animación para adultos forme parte de una conversación creativa mucho más amplia...”

El resultado final está a la vista, y no me cabe ninguna duda nadie puede quedar decepcionado con la experiencia de sentarse a disfrutar de la totalidad de los cortos, los cuales realmente funcionan como un catálogo enorme y muy variopinto del potencial actual que tiene la animación.


Diversidad y buen gusto


En lo que se refiere a los guiones seleccionados hay algunas cuestiones que son dignas de comentar, sin que por esto corra riesgo de arruinarle la experiencia a quien aún no haya disfrutado de los mismos. Algunos cortos son adaptaciones de cuentos de escritores de ciencia ficción muy conocidos, los cuales son muy representativos de la muñeca de dichos autores. Por ejemplo, tres de ellos adaptan historias cortas de John Scalzi, el ganador del premio Hugo por su novela del 2013 Redshirts, y en los mismos se puede leer una crítica ácida cargada de sarcasmo y humor negro a ciertos clichés del género. Dos de los cortos adaptan historias cortas de Marko Kloos, un alemán radicado en U.S.A. que se destaca por historias futuristas paramilitares, y por supuesto en ambos casos el ejército norteamericano tiene un papel relevante y funcional a la trama. Hay un corto que adapta un cuento de Ken Liu, un escritor Chino radicado en U.S.A., el cual se destaca por la fantasía y el realismo mágico, y tiene en su haber una historia corta, The Paper Menagerie, del 2011, que es el primer relato en ganar los premios Nebula, Hugo y World Fantasy Award a la vez. La historia que adaptan de él tiene componentes de ciencia ficción subordinados a una fábula de la mitología asiática. Uno de los cortos adapta un cuento corto del británico Alastair Reynolds, especializado en Space Opera y ciencia ficción dura, el cual fue nominado 3 veces al Arthur C. Clarke Award por sus novelas Revelation Space, Pushing Ice y House of Suns, y claramente el episodio que lleva su crédito, "Zima Blue", contiene toda la carga existencialista que podríamos esperar de un relato con su firma.

El único de los 18 cortos que dirige el propio Tim Miller es una adaptación de una historia corta de Michael Swanwick, un escritor bastante clásico del género que ganó el premio Nebula por su novela de 1991, Stations of the Tide. Dicho corto tiene una característica muy particular: es una historia live-action protagonizada por los actores Mary Elizabeth Winstead y Topher "The original Venom" Grace, los cuales interactúan con "elementos" animados durante el transcurso de la pequeña aventura. En dicho corto, además, pone la voz John DiMaggio, un doblajista de la vieja escuela que ha dado vida a Bender en Futurama y ha trabajado en cartoons como Ben 10, Samurai Jack, Teen Titans Go!Disenchantment, American Dad!, Final Space y otras decenas de producciones.


Tal y como lo señalo en el subtitulo de este segmento de la nota, la diversidad de estilos de animación y temáticas es refrescante pero también entiendo que, como suele suceder con toda antología, puede resultar frustrante para algunos televidentes. La realidad es que muchos se jactan de ser "amantes" de la animación en todas sus formas pero consumen casi siempre los mismos estilos y temáticas, acotados a lo que realmente les gusta, y cuando se encuentran con un proyecto como Love, Death + Robots quedan completamente desarmados y no saben para donde correr. Hay que tener una enorme predisposición para adentrarse en una aventura como la que Miller y Fincher nos ofrecen, porque probablemente cuando por fin encuentres una historia que te cierre completamente, tanto desde lo que propone argumentalmente como desde el apartado estético, la misma en unos pocos minutos concluya para dar lugar a otra que podría situarse en la vereda exactamente opuesta a lo que acabas de degustar con mucho placer, y eso no es algo para lo cual todo el mundo está preparado.

Sin embargo, eso no quita que, de todos modos, con este elemento diferencial que para muchos puede resultar engorroso, de todos modos hay algo que aúna este proyecto y eso es el tratamiento adulto que se le han dado a las historias, y no solo por la violencia gráfica y muy explícita que suele repetirse en casi todos los cortos, hay algunas escenas eróticas que parecen extraídas del catálogo de videos de la directora Erika Lust, y por debajo de eso, decenas de desnudos frontales masculinos y femeninos, algunos de ellos completamente gratuitos. Salvo que seas un habitual consumidor de Hentai, no es común encontrarse con estas situaciones en la animación, mucho menos cuando la misma está producida en U.S.A., por no mencionar que difícilmente puedas dar con este tipo de escenas en géneros como la fantasía, el terror o la ciencia ficción, animados, doblados y musicalizados por equipos que representan la crème de la crème de la animación occidental.


Que exista algo como Love, Death + Robots ya no debería sorprender, teniendo en cuenta que el año pasado tuvimos el estreno de producciones cinematográficas como Spider-man: into the Spiderverse o lanzamientos en video como Batman Ninja. Desde tiempos inmemoriales la animación ha tenido un público adulto receptivo a la misma, deseoso de que surgieran más producciones que lo tuvieran en cuenta. Japón conoce este "secreto" desde hace medio siglo, y lo explota en consecuencia. La única diferencia con los tiempos modernos es que, de a poco, en occidente se van generando espacios para poder desarrollar productos de este tipo con más regularidad. Ojalá esto también se transforme en una tendencia.

Nos volvemos a leer muy pronto, si Telecentro me lo permite, aquí, en Tierra Freak.