viernes, 12 de abril de 2019

80 años de Batman - 30 años de la Batman de Tim Burton


Finalmente estamos aquí. De forma análoga a lo sucedido el año pasado con la Action Comics 1000, este año la editorial norteamericana D.C. Comics logró acomodar las fichas para encajar el lanzamiento del número 1000 de la revista Detective Comics para festejar los 80 años de uno de sus personajes cabeceras: Batman.

Por asuntos personales -problemas con internet, para variar-, el año pasado no pude dedicarle una entrada a Superman en su momento, y este año no iba a dejar pasar la oportunidad de poder escribir algunas líneas sobre este evento, centrándome en el personaje en cuestión, en su impronta,  y su legado, y como creo que alguien como Batman merece un poco más que una sola entrada, voy a dividir mi "homenaje" al personaje en dos reseñas, aprovechando que este año, además, se cumplen 30 años del estreno de la 1er película que dirigió Tim Burton.





Pequeña deconstrucción de una Leyenda


Batman es un personaje singular por un sin-número de características. Muchos lo admiran y siguen porque entienden que es una representación del Übermensch de Nietzsche pero en el cómic: una persona, un ser humano sobre todo, que se mueve bajo su propia escala de valores y que acciona pura y exclusivamente a través de su voluntad de poder. Un personaje que busca una explicación científica para todo, que no se deja llevar por mitos o leyendas (aunque utiliza la superstición de los otros a su favor), que es puro músculo y raciocinio, que le interesa muy poco lo que hay más allá de lo fáctico. Un hombre con una cruzada infinita que pretende dejar una huella a través del sacrifico y la entrega absoluta, y que está convencido su injerencia es necesaria para hacer de este un mundo mejor.

Gran parte de los seguidores de Batman, o al menos los menos versados en el personaje, tienden a sacar la carta del "hombre común enfrentando el peligro solo con las capacidades de una persona normal llevadas al extremo", cuando la realidad es que la ficción nos permite entender que Bruce Wayne es cualquier cosa menos una persona "común". De hecho, suponer que el personaje no tiene "poderes" casi se podría decir que es caer en un error. Es imposible absorber todas las características y facultades del personaje de forma "natural", y sobre todo sobrevivir a los desafíos que tuvo adelante en estos 80 años. Estamos de acuerdo en que no siempre salió en una pieza, y alguna que otra vez incluso se nos fue al otro lado, lo que no quita que de todos modos el personaje está lejos, lejísimo de ser solamente un hombre con un riguroso entrenamiento en artes marciales y un prodigio de cerebro.

Una cuestión no menor, y llamativa, alrededor del personaje, es el hecho de que su popularidad esté directamente relacionada con la famosa sensación de inseguridad. Batman, desde un punto de vista legal, bien podría ser considerado un criminal. Se considera así mismo con el poder y la capacidad para operar por afuera de la ley, por encima de ella. De hecho, él desarrolla sus propias leyes, él mismo es quién se condiciona y limita, no permite que la gente a la cual ha jurado defender lo haga. Trabajando así, al margen de la ley, desconoce completamente todo tipo de autoridad por encima suyo. El sistema legal no lo incluye, desde su perspectiva, y no siente la necesidad de tener que responder por sus actos ante la justicia. Tampoco se muestra particularmente inclinado a colaborar con la justicia o con la ley, en todo caso está más abierto a dar cabida a un puñado de inadaptados muy similares a él, cobijarlos, entrenarlos, agruparlos y adoctrinarlos para que entiendan su sistema de valores y operen bajo el mismo. Raro en un tipo que desprecia la "moral del rebaño" que no tenga dramas en construir su propia Secta personal, ¿no?

Sí, es verdad, existe Gordon, y supuestamente Batman lo respeta. De sus 80 años de carrera, Gordon comienza a tomar cierta importancia en su vida en los últimos 35. Una vez más, alguno podrá caer en el error de creer que Gordon es un "amigo" de Batman. Es un aliado, con suerte. Los remito al mejor número de la saga No Man's Land para sacarse la duda sobre la relación entre ambos. La amistad exige una relación igualitaria en ambos lados, cierto nivel de compromiso y sinceridad, y ninguna de esas condiciones se cumple en este caso. Gordon intenta respetar el sistema legal en el que reside y es un sumiso y abnegado defensor del mismo, un funcionario público que vive bajo este régimen y lo defiende porque su sistema de valores depende de la subsistencia del mismo. Batman, en cambio, acude a Gordon cuando cree que es funcional a sus planes. Y le tiene cierta estima, lo respeta. Está rodeado de podredumbre y allá donde ve hay corrupción y deshonestidad, encontrar a alguien como Gordon es dar con una aguja en un pajar. Entonces lo cuida, e intenta no hacerlo calentar, tenerlo siempre como un aliado. Batman no necesariamente necesita aliados para llevar adelante su cruzada pero tener una red de salvataje para cuando todo sale mal le facilita ciertas cosas, y muchas veces eso también es Gordon.

Con todo esto, hay algo que Batman no puede hacer solo, y depende del sistema para esto: aquellos criminales que combate y captura deben terminar en algún lado. Su sistema de valores impone el respeto a la vida humana por sobre muchas otras cuestiones, ergo: cada criminal al que "detiene" debe cumplir una condena encerrado, debe ser castigado por sus actos y debe pagar sus crímenes de acuerdo al sistema legal de esa sociedad que protege. Una contrariedad en el planteo de base del personaje que muy pocos guionistas han explotado. Ni hablar de que, teniendo en cuenta la sabiduría del personajes, es casi seguro que leyó una de las obras más conocidas del filósofo francés Michel Foucault, "Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión", la cual intenta explorar los mecanismos que se esconden detrás de la sobre-población de las prisiones en todo el mundo, y el texto avanza en esta reflexión hasta llegar a poner en jaque los motivos por los cuales la sociedad moderna entiende que el encierro y la privación de la libertad es un castigo. Por supuesto que pedirle al medio que nos presente a un Batman con el dilema de replantearse él también la efectividad de las prisiones es, quizás, esperar demasiado del mismo, pero no hay que perder las esperanzas. Sí hemos leído acerca de la re-inserción en la sociedad de ciertos criminales, y no son pocas las veces en las cuales Bruce Wayne se ha planteado lo poco productiva que resulta ser la mayoría de las veces un lugar como el Arkham Asylum, un Hospital Psiquiátrico fundado hace décadas por Amadeus Arkham, quién terminó siendo uno de sus pacientes. Esta imponente casa victoriana está acondicionada tecnológicamente para salvaguardar las vidas de prácticamente cualquier villano que nuestro héroe haya combatido, pero sus metodologías para sanar la psiquis quebrada de sus pacientes es puesta en jaque todo el tiempo.


Que la sociedad en su conjunto haya abrazado el mito de Batman es casi sintomático, diría yo. Vivimos dentro del sistema, mismo con el cual estamos de acuerdo porque de lo contrario... ¡¿para qué vivimos insertos en él?! Confiamos en que nuestros gobernantes velen por nuestra seguridad y por eso pagamos impuestos. Confiamos en nuestras fuerzas de seguridad y en nuestra Justicia pero sin embargo festejamos a un personaje que se caga olímpicamente en todos nuestros valores, que nos dice abiertamente que estamos malgastando la plata, que las fuerzas de seguridad son, como mínimo, insuficientes, cuando no completamente inútiles, y dejamos en sus manos la solución a este problema. ¿Que dice sobre nosotros la admiración hacia Batman? No soy sociólogo pero en algún punto creo que estamos convencidos de que la única forma de solucionar ciertos problemas es con "magia". O sea: no tienen solución práctica. Si en la ficción la única forma efectiva de combatir el delito es con un vigilante enmascarado y misterioso que impone sus propias reglas, entonces en la vida real claramente estamos convencidos de que nada de lo que estuvimos aplicando hasta ahora para solucionar ese problema es válido. Y esto quizás es consecuencia directa del descreimiento de la clase política pero también se alínea con un sinfín de otras problemáticas sociológicas en áreas similares. Batman, este Batman, el actual, el que más disfrutamos de leer, e incluso el Batman de 80 años atrás, el original, es una representación manifiesta de la necesidad que tenemos de aplicar la mano dura, ni más ni menos. El más zurdo de los progres podrá sentarse acá adelante e intentará, fallidamente, rebatirme este argumento, pero el accionar del personaje se alinea perfectamente con las características de lo que se entiende por justicia por mano propia. De hecho, cuando la justicia y la ley persiguen a Batman, el lector se pone mal. ¡Uno que por fin se encarga de limpiar a estos negros de mierda y los canas lo persiguen! ¡Todos iguales son!

La salvedad está, y eso es casi una convención bastante explícita entre guionistas y lectores, en que el sistema de valores de Batman convive con un sistema imaginario y muy personal que cada lector tiene, pero quizás no quiere admitir abiertamente. Golpear a criminales está bien, y torturarlos un poco para conseguir cierta información o solamente para generarles un poco de miedo (a ver si así no vuelven a robar estos putos...) también está bien. Batman sabe a quién golpea, él no se equivoca. Tiene una puntería infalible, no falla, y si te faja seguro te lo mereces. Además: Batman no es un monstruo. No, solo es un huérfano sociópata millonario que sale todas las noches a revivir la muerte de sus padres vestido como un murciélago, y en el camino rompe un par de huesos criminales. #TodossomosBatman

Lo más "cómico" de todo esto es que nada de lo que acabo de exponer es ajeno al comiquero de antaño, ninguna de estas cuestiones es una novedad y las mismas suelen ser el refrito de infinidad de charlas entre nosotros, la paria que aún lee historieta en papel. No son, eso sí debo admitir/confesar, los tópicos favoritos a tocar cuando se habla del mejor detective de D.C. Comics, pero son lugares comunes que en mayor o menor medida muchos hemos llegado a comprender. Por supuesto, Batman es mucho más que esto. Su enfermiza obsesión lo lleva a descubrir límites insospechados de la fuerza de voluntad del ser humano, y su psiquis quebrada es un deleite para cualquier guionista con buena muñeca. Sus múltiples facetas le permiten a los escritores explorar incontables situaciones, y exponer al personaje a un sinfín de martirios físicos y psicológicos. Su construcción parece compleja pero en realidad es bastante sencilla, y en esa sencillez radica su éxito. Trabajar en nuevas historias para el personaje solamente supone un desafío porque tiene 80 años de publicación ininterrumpida sobre sus espaldas, y no son pocos los escritores pillos que recurren al recurso de "poner al día" viejos plots para las generaciones presentes, pero el status quo del personaje ofrece todo lo necesario para construir un policial digno, y como bonus track, hay toda una variopinta galería de preciosos villanos a los cuales se puede echar mano para condimentar la historia.

30 años de la Batman (1989) de Tim Burton



Cuenta la leyenda que al orejudo no le estaba yendo bien en ventas a finales de la década del '80. Irónicamente, esa fue una década de inflexión en el personaje, una en la cual algunos autores lograron incluso su pico más alto en sus carreras gracias a la construcción de historias realmente inolvidables con el personaje. En D.C. Comics todos querían trabajar con Batman, todo autor quería tener al menos un puñado de historias con él, se había transformado, de la noche a la mañana, en un personaje magnético, en el mejor exponente de un tipo de historia más cruda, más verosímil, desprovista quizás de los colores y la fanfarria que distinguían al medio pero con el potencial para atraer a toda una nueva generación de lectores avidos por este tipo de aventuras más violentas y psicológicas. Se habían realizado algunas obras que incluso habían llamado la atención de la prensa especializada que corre por fuera del medio, mismas que de repente eran citadas en secciones de críticas literarias en revistas de corte cultural. Nada de todo esto parecía afectar unas ventas que no auguraban un futuro acogedor para nuestro habitante más importante de Gotham City.

Y de repente se materializa un proyecto que llevaba gestándose una década atrás, justo para festejar los 50 años de publicación ininterrumpida del personaje en el papel. Una película que pretendía recuperar parte del tono oscuro y serio que tenía el personaje en sus inicios, cuando fue presentado por el genio de Bill Finger y el chanta de Bob Kane, tomando distancia del tono camp de la serie de televisión live-action de los '60 y acercándose un poco a la visión del personaje que devolvían obras más recientes como The Dark Knight Returns y Batman: The Killing Joke. El guión original sobre el que se comenzó a trabajar en 1970 estaba inspirado en la mini-serie Batman: Strange Apparitions, obra de Steve Englehart y Marshall Rogers, pero la re-escritura de Tim Burton, el director elegido para el proyecto, desechó casi por completo ese guión y a la gran mayoría de los personajes secundarios que conformaban el mismo. La pre-producción de esta película tuvo tantas vueltas que ameritaría una nota completa en sí misma, y solo por mencionar un detalle pintoresco, para el rol principal se llegó a considerar a actores de la talla de Mel Gibson, Kevin Costner, Charlie Sheen, Tom Selleck, Bill Murray, Harrison Ford y Dennis Quaid. Finalmente, Bruce Wayne estaría caracterizado por Michael Keaton, un actor que ya había trabajo con el director en la muy celebrada Beetlejuice (1988), la cual se estrenó apenas un años antes que esta producción.


Teniendo en cuenta que el villano elegido para este nuevo debut cinematográfico sería el Joker, nuevamente los candidatos a darle vida fueron muchos: Tim Curry, David Bowie, John Lithgow y James Woods, entre otros. Robin Williams se enteró de este casting y comenzó a pujar muy fuerte para obtener este papel, y la Warner hizo una jugarreta bastante polémica con él: utilizó esta puja para convencer a Jack Nicholson de aceptar el rol. Contratar a Nicholson, cuentan las malas lenguas, fue un parto. Se asesoró con un ejército de abogados y se le plantó a la Warner con un contrato de U$S 6 millones y un montón de condiciones, las cuales le daban derecho a ausentarse un montón de horas por día durante la filmación, además de cortar los días que jugaban Los Angeles Lakers como locales, dado que Jack es alto fan del equipo y no se pierde un solo partido de local. El contrato además le garantizó un porcentaje de la taquilla y otro porcentaje del merchandising, lo que le llegó a reportar unas ganancias estimadas entre U$S 60 millones, transformándose así en uno de los contratos de actores más lucrativos en la historia del cine.

La película es singular, de eso no queda ninguna duda. Bruce Wayne no aparece una vez pasados los 18 minutos iniciales, cuando ya han sido presentados la totalidad de los personajes secundarios. El film está narrado casi en forma de fábula y tiene el sello impregnado de Burton en prácticamente la totalidad de las escenas. El diseño de producción que hay detrás de esta película es magnánimo, y se nota en un montón de detalles, desde la arquitectura de Gotham City que mezcla de forma caótica un montón de corrientes estilistas hasta el diseño de interiores. Y, por supuesto, el imponente e inolvidable batmovile, montado sobre un Chevrolet Impala y modificado con líneas expresionistas que recuerdan vehículos clásicos de décadas anteriores. En el film parecía un misil imbatible a ras del suelo que podía con cualquier cosa que se le pusiera adelante, era prácticamente un personaje más. El diseño del traje de Batman también forma parte del recuerdo nostálgico de toda una generación, y su legado nos alcanza incluso hasta el presente, aún cuando son muy pocas las escenas donde podemos ver a Keaton en acción, levantando una pierna para propiciar una patada en incluso pegando un cross de derecha. El diseño y construcción de dicho traje fue una completa locura, tuvieron que experimentar con cuero y latex de formas en las que nunca antes lo habían hecho, y se invirtieron cerca de U$S 250.000 solamente en este "detalle" de producción. Lo más problemático de todo fue la capa, de la cual se llegaron a hacer 25 versiones distintas, y la cabeza, que llegó a tener 6 versiones diferentes. Luego el traje en sí estaba compuesto por 28 esculturas de latex que se agrupaban y montaban para dar forma a lo que finalmente vemos en el film.


Razonar cada una de estas cuestiones no solo nos devuelve la memoria de la cantidad de amor que toda la producción y el mismo Burton le pusieron al proyecto (aún cuando el director no era particularmente fan ni del personaje ni de los cómics), también nos permite dimensionar la complejidad de la realización de este tipo de producciones, las cuales, aún con la aparición de las tecnología y los FX's digitales, siguen teniendo problemas similares en la confección del vestuario y la utilización de ciertos efectos "prácticos" para confeccionar ciertas escenas de acción.

Así y todo, aquella Batman iniciática de Burton no forma parte, lamentablemente, de las películas del género favoritas de muchísimos comiqueros. Y hay motivos para que esto se haya dado así. La visión del director se impuso por encima de ciertos aspectos importantes del personaje y su mundo, y si bien esto no necesariamente fue un error en esos años, con el correr de las décadas fueron apareciendo versiones cinematográficas que lograron un acercamiento más ajustado al espíritu del personaje. La película realmente es un mix bastante extraño entre el cine de aventura y acción que caracterizó la década de los '80 y el cine un poco más lúgubre y bajado a tierra de la década siguiente. Hay decisiones que tomó la producción que incluso al día de hoy resultan difíciles de entender (¿Bruce Wayne usando lentes?), y hay momentos de drama que son matizados con elementos de comedia que no siempre funcionan bien. De todos modos, este último punto era casi un sello de los guiones de Warner en el género en esos años: la tetralogía previa de Superman que se inició casi una década antes con el 1er film de Donner ya contaba con este recurso, y no hay que olvidarse que la 4ta entrega de esta serie, la nefasta Superman IV: The Quest for Peace (1987), tuvo su estreno apenas 2 años antes que el film que hoy estoy rememorando.

Dicho todo esto, quien escribe estas líneas volvió a ver esta película para escribir estas líneas y piensa que es magnífica, dentro del contexto de la época. Burton hizo un montón de cosas muy bien. Lo principal: se la jugó por no contar una película "de origen" de forma lineal, apostando a la cultura general del espectador sobre el personaje. No era necesario, y así lo entendió. A Marvel Studios eso mismo le llevó 16 películas entenderlo. El director juega muchísimo con el mito del personaje, y muchas de las apariciones de Batman tienen un tono casi sobrenatural. La escritura de los diálogos de Bruce puede que sean un poco flojas, pero las del Joker de Nicholson son sencillamente espectaculares. No se si la performance del mujeriego actor vale esos U$S 6 millones que cobró, pero el personaje logra imponerse de tal forma que se termina comiendo crudo la película. Tiene líneas muy bien trabajadas, y aún con los defectos que tiene el montaje que terminaron perjudicando al personaje (hay escenas eliminadas que explican los remates de algunos chistes), termina siendo un villano temible y convincente. De nuevo, todo esto en el contexto de esta fábula preciosa que nos cuenta Burton, que en algunos momentos parece ser bastante cruda y visceral y en otros, extrañamente, remite a la serie televisiva de Adam West, algo sobre lo que D.C. Comics y Warner explícitamente querían mantener una distancia prudente.


El sistema de valores de Batman también es vulnerado por Burton, pero estoy seguro esto responde más a un guión al que le faltó un poco más de tiempo de trabajo que a una intención manifiesta por parte del realizador. En ninguno de los asesinatos en los cuales nuestro héroe tiene injerencia hay una necesidad explícita por provocar la muerte en el adversario, y si bien muchos de estos crímenes podrían haber sido evitados, prácticamente todos suceden en momentos de crisis extrema, cuando vidas inocentes estaban en juego, o como el caso del Joker, al final del film... era lo único que podía hacer Batman en la situación bastante complicada en la que estaba para evitar que su némesis escapara. No hay fusilamientos o ejecuciones ni nada que se le parezca, y cuando Batman tiene el completo control del enfrentamiento se dedica a noquear a sus oponentes y ya. En contraposición con esto, sorprendentemente hay una característica de la forma en la que Bruce se relaciona con las mujeres que está perfectamente retratada en el film: la mismísima primer noche que logra cenar con Vicky Vale, terminan teniendo sexo, y en días posteriores, nuestro millonario favorito evita hablar con ella. No estoy tan seguro si hoy se podría hacer hincapié en esta cuestión de forma tan liviana como lo hizo Burton sin tener una legión de feministas pidiendo la cabeza del director por twitter acusándolo de misógino, pero la realidad es que eso también es Bruce Wayne, y hay que aceptarlo sin tanto drama. Y dicho esto, Vicky Vale solo había pasado una noche con Bruce Wayne, pero cuando su compañero de trabajo le informa sobre el pasado perturbador del personaje, no necesitó más que eso para poder conectar los puntos, y se presentó en la Wayne Manor exigiendo acceder a la Batcave, por eso en una de las escenas posteriores Alfred Pennyworth se la tira por la cabeza a su protegido sin previo aviso. Eso que muchos pueden considerar un error en el guión, es una vez más Burton siendo práctico y sensato, y mostrando una muy buena muñeca para la narración. Y, para variar, una producción de Warner explotando una franquicia de D.C. que no toma al espectador por idiota.

En films posteriores se ha acusado a otros realizadores de, entre otras cosas, no poner énfasis en la capacidad detectivesca del personaje. Una vez más, puntos para Burton también en esto: el Bruce Wayne de esta película presta atención a los detalles, explora, averigua, conecta puntos, hace uso de la tecnología, sus conocimientos y otros recursos para resolver los misterios. Burton, con muchísimo sentido común, planteó el guión de la película como un duelo entre dos personajes absolutamente outsiders, que se complementan por el completo uso de la libertad que tienen al mantenerse ambos al margen de la ley. El director se encarga de dejarnos muy claro que ambos personajes están perturbados, y los dos son, cada uno a su manera, unos completos freaks. Es muy meritorio que con tan poco material leído sobre el personaje, el realizador haya entendido un montón de facetas que rodean al mismo, lo que nos da la pauta de lo que señalaba en la 1er parte de la reseña: Batman es un personaje que solamente parece complejo a la distancia, en realidad es muy sencillo de comprender y de escribir, porque se conecta con un lado oscuro nuestro que nos pasamos toda la vida reprimiéndolo.


Para ir finalizando esta reseña, por favor, les pido, todos de pie: la banda de sonido de Danny fucking Elfman, señores. Un aplauso. ¿Querés hablarme de legado cultural del personaje, de influencias, de dejar una huella no solo en la historia del cine sino en el inconsciente colectivo? Acá tenes el tema de apertura de esta Batman. Usando como inspiración el The Dark Knight Returns de Frank Miller, Elfman compuso una partitura inmortal, la cual quedó asociada al personaje por el resto de su existencia. Años después, cuando Warner por fin estrenó la magnífica Batman: The Animated Series de Bruce Timm y Eric Radomski, Elfman fue convocado para componer también la música del opening y el ending, y por supuesto terminó usando una reversión del tema principal de la Batman de 1989. Y esta partitura se sigue utilizando incluso en nuestros días, en varias de las películas de Lego relacionadas con las franquicias de D.C. Comics, por ejemplo. Ni Nolan ni Snyder ni ningún otro producto animado o con actores de carne y hueso que se acerque a este mito pudo presentar una composición musical que siquiera le llegara a los talones a la labor de este compositor.

La semana que viene voy a dedicarle una entrada a la polémica Detective Comics #1000, la revista que ya muchos de ustedes seguramente tienen en sus manos, aquí, en Tierra Freak.