jueves, 29 de noviembre de 2018

Castle Rock: una caricia al universo de Stephen King - La Columna de Logan.



Me resulta realmente increíble que, con lo mucho que me gusta Stephen King, su obra esté tan poco representaba dentro de Tierra Freak, un sitio en el que vengo escribiendo semanalmente de forma casi ininterrumpida desde hace 6 años. En dicho período de tiempo, solamente hemos recurrido a él un par de veces: en abril del 2016 mi compañero desaparecido en acción, el Dr. Morholt, dedicó una entrada a la mini-serie televisiva del servicio streaming Hulu 11.22.63 , la cual adaptada la novela de King 11/22/63, y quien escribe estas líneas en julio del 2013 dedicó una entrada a Under The Dome, otro show televisivo, pero esta vez de la CBS, un simpático proyecto que pretendió llevar a la pantalla boba la adaptación de la novela homónima de nuestro escritor homenajeado, con el inmenso Brian V. Vaughan como encargado y máximo responsable de dicha empresa, agrupando nada más y nada menos que a tres productoras para lograr el objetivo: Amblin Television, CBS Television Studios y DreamWorks Television.

Por suerte, en mi entrada me encargué de señalar algunas cosas relevantes en la vida de Stephen King, como para dejar en claro el tipo de persona que es y el fenómeno cultural en el que se ha convertido con el paso de los años, aunque como bien señalé en esa misma reseña, un escritor como este lo menos que merecería serían unas 4 o 5 entradas, mínimo, para poder tener un acercamiento de su obra literaria e inclusive de sus adaptaciones tanto al cine como a la televisión.



Vive en Castle Rock, muere en Castle Rock


Volviendo al proyecto televisivo de CBS, Under the Dome, y como para darle un ¿cierre? a esa reseña, lo que comenzó muy bien y generó enormes expectativas se terminó diluyendo en un mar de desprolijidades y desaciertos que se prolongó demasiado, y tuvo un final abrupto pero merecido. El show logró concretar, milagrosamente, 3 temporadas de 13 episodios cada una, algo inaudito si tenemos en cuenta que estaban adaptando una sola novela de King, ni más ni menos. 

Lamentablemente, tomando en consideración no solo los bajos ratings sino también las pésimas críticas que estaba recibiendo la producción año tras años, CBS decide no renovar el contrato para una 4ta temporada que prometía ser “la última”, lo cual es lógico dado que el promedio de rating de la 3er temporada era menos del 50% de los millones de televidentes que la siguieron dos años atrás. Si bien King no se mostró “molesto” con los cambios en la adaptación, dejó entender que el trabajo de Vaughan y su equipo era cuestionable, pero fiel a su estilo, confió en el criterio de quienes llevaban adelante esta encomienda. Lo penoso de todo esto es que, en definitiva, buena o mala, la historia de Under the Dome, en televisión, quedó trunca.


La realidad es que este “fracaso” televisivo no afectó en absolutamente nada el legado de King ni la necesidad que tiene nuestra cultura de seguir consumiendo alguna de sus obras en otros formatos. Entre el 2015, año en el que finalizó Under The Dome (la serie) y el día de hoy, se han estrenado Cell (2016), pésima película que adapta la bastante pobre novela homónima, con John Cusack y Samuel L. Jackson y The Dark Tower (2017), la nefasta producción cinematográfica que funciona como una pobre y desprolija adaptación del universo generado por la mítica saga homónima, pero en contraposición con esos dos intentos fallidos tenemos la magnífica It (2017) del argentino Andy Muschietti, muy afilada adaptación de la primer mitad del libro homónimo, y sumado a eso también están Gerald's Game (2017) y 1922 (2017), dos largometrajes producidos por Netflix que, a mi entender, fueron acertados. Por no mencionar que en el 1ro trabaja ese bombonazo que lleva por nombre Carla Gugino, ¿no? Ojito. Luego está el mediometraje canadiense The Doctor's Case (2018), que se deja ver con ganas y adapta el relato homónimo que apareció recopilado en ese precioso libro que lleva por nombre Nightmares & Dreamscapes, una antología de cuentos cortos del “Rey” que te deja con el orto para arriba. El año pasado también tuvimos la mini-serie The Mist (2017), para la cadena Spike, adaptando una vez más la novela homónima, y como si eso fuera poco resucitó de entre los muertos el productor televisivo David E. Kelley y se trajo bajo el brazo Mr. Mercedes, una serie televisiva que ya lleva 2 temporadas de 10 capítulos cada una y renovó para una 3ra, y supuestamente tenía como misión adaptar la trilogía compuesta por los libros Mr. Mercedes (2014), Finders Keepers (2015) y End of Watch (2016), aunque con lo visto en esta segunda entrega que culminó hace poco más de un mes, claramente están yendo para otro lado.

Bueno, ¿se acuerdan de qué cadena de servicio streaming puso al aire en el 2016 la adaptación de 11/22/63? ¡Eso es, Hulu! Esta vez, vuelven a apostar por el maestro Stephen King, pero de una forma absolutamente novedosa, completamente fuera de los cánones a los que nos tienen acostumbrados los productos audiovisuales relacionados con este prolífero escritor, y es que dos perfectos desconocidos como Sam Shaw y Dustin Thomason, pero con la banca que le da la producción detrás de ellos de J. J. Abrams a través de su compañía Bad Robot, se embarcan en la aventura de crear una temporada televisiva de 10 episodios repleta de misterios, crímenes y elementos sobrenaturales y mitológicos, y deciden situar la misma en una población llamada Castle Rock.

¿Y qué tiene esto de interesante?, se preguntarán con justa razón muchos de ustedes. Bueno, resulta que Castle Rock es una población ficticia creada por el propio King, situada en el estado de Maine (este estado no es ficticio, existe de verdad, y de ahí es oriundo el afamado escritor), en la cual ha desarrollado un montón de sus aventuras. A saber, las novelas The Dead Zone (1979), Cujo (1981), The Dark Half (1989) y Needful Things (1991), todas ellas con sendas adaptaciones cinematográficas, ocurren en la localidad de Castle Rock, y luego hay decenas de referencias cruzadas con esta localidad. Por ejemplo, en Pet Sematary (1983) hacen mención a los eventos ocurridos en Cujo, así que de rebote mencionan Castle Rock, y parte de la aventura de Bag of Bones (1998) sucede también en esta localidad. En Doctor Sleep (2013) [la secuela de la clásica The Shining (1977)] la mencionan, en la genial Revival (2014) la mencionan, en Creepshow (1982) la mencionan, incluso es mencionada en It (1986) y Gerald's Game (1992), y la localidad de Chester's Mill, donde cae la cúpula de Under the Dome (2009), supuestamente no queda muy lejos de Castle Rock, algo que fue omitido en la serie de T.V. pero nos lo revela King en su novela.

Bueno, ahora sí… ¿van entendiendo un poco como funciona la cabeza del “Rey”? Claro, llevar adelante un show como Castle Rock tiene mucho sentido justamente porque Stephen King, con el paso de los años, ha ido entretejiendo, libro a libro, novela a novela, e inclusive también en sus cuentos cortos, un universo, su universo, y cada una de sus obras podría o no estar circunscripta dentro del SKEU (Stephen King Expanded Universe, lo acabo de inventar; si lo usas pasá por caja).
De hecho, el “Rey” no trabaja en un solo plano, trabaja en varios, así que él, en su cabeza, no tiene concatenadas sus obras en un solo universo, sino en un multiverso, razón por lo cual existen distintas deidades, demonios, mitologías, predicciones y maldiciones, de acuerdo a la zona del multiverso en la cual se esté moviendo… pero claramente eso es tema para otra entrada.
 
Lo que realmente importa de todo esto es que si bien Castle Rock, la serie de T.V. de Hulu, bajo ningún punto de vista se puede tomar como canónica dentro de la literatura del “Rey” (partiendo de la base de que no es un broli, ¿no?, es una serie de T.V., pero… vos entendés), de todos modos tiene sentido que hayan pensado en un proyecto como este porque el mismo autor, durante sus más de 40 años como escritor consagrado, se ha divertido hilando poco a poco pequeños retazos de enormes historias dentro de esta población, y en las inmediaciones de la misma, al punto tal que, para los lectores avezados, la sola mención de Castle Rock es sinónimo de “problemas”, porque con la cantidad de cosas que han ocurrido ya en es locación, es un puto milagro que aún siga en pie.

Es similar a la New York de Marvel en los cómics, por ejemplo. ¿Cómo sigue en pie aún esa ciudad después de todo lo que tuvo que soportar desde 1960 hasta hoy? ¿Porqué hay ciudadanos “normales” del universo de Marvel en papel que deciden seguir viviendo ahí pese a todas las catástrofes que han tolerado? ¿Los alquileres son más baratos que en la New York real o qué carajos…?

Ahora sí: Castle Rock, la serie de TV de Hulu



Tantas vueltas, tantas vueltas y aún no escribí ni una sola palabra relacionada directamente con la serie de TV. Magnífico. Este año me nominan para el Pulitzer (?) Vamos a ello.

Castle Rock, de ahora en adelante la serie de T.V., es un show coral que engloba varios arcos argumentales distintos pero que logran concatenarse a través de un hecho puntual que se puede ver en el episodio piloto: el último día de servicio previo al comienzo de su ansiada jubilación, el alcalde Dale Lacy, caracterizado por el pelado Terry O'Quinn (John Locke en Lost) se suicida. Tranqui 120. Su cargo entonces es ocupado por Theresa Porter, una mujer con un carácter fuerte que viene a imponer algunos cambios en la prisión que Lacy gestionaba, la cual es ni más ni menos que la famosa Shawshank State Penitentiary, la misma que funciona como locación del cuento Rita Hayworth and Shawshank Redemption (1982) de King, el cual fue adaptado al cine bajo el nombre de The Shawshank Redemption (1994), grandioso film dirigido por Frank Darabont y protagonizado por Tim Robbins y Morgan Freeman. La cuestión es que Porter manda a habilitar un bloque de Shawshank que por motivos no del todo claros había sido abandonado, y cuando los oficiales lo hacen descubren que, muy en el fondo de ese bloque, y bien abajo en un agujero de difícil acceso, encerrado en una jaula muy aislada se encuentra un joven treintañero medio autista que lo único que logra mencionar es un nombre: Henry Deaver.


Henry Matthew Deaver es un abogado penalista de piel negra caracterizado por André Holland (Dr. Algernon Edwards en The Knick) y oriundo de Castle Rock pero radicado en Texas, el cual se ha especializado en defender a víctimas de la pena capital, mejor conocida como pena de muerte. Hace años, Henry se vio obligado a abandonar esta ciudad cuando las sospechas sobre la extraña muerte de su padre adoptivo se posaron sobre sus hombros, y ahora, casi contra su voluntad, tiene que regresar a esta población ante la insistencia de la Alcaldesa Porter, la cual tuvo que ceder a la presión y tenerlo en cuenta para comenzar a desasnar el misterio detrás del joven que encontró misteriosamente en la prisión que ahora gerencia.

Sissy Spacek es una de los grandes hallazgos de este show, y forma parte, además, de uno de los tantos guiños para el fan despierto, dado que fue la protagonista de Carrie (1976), aquella genial adaptación de la novela homónima del “Rey” dirigida por Brian De Palma. Y no me malinterpreten, no tiene nada de “hallazgo” una actriz consagrada como ella, pero la realidad es que no siempre una figura de renombre termina dando en la tecla como en este caso cuando se trata de shows televisivos de este tipo, pero aquí el casting estuvo afiladísimo. La veterana actriz da vida a Ruth Deaver, la madre adoptiva de Henry, la cual sufre un tipo de demencia que no le permite percibir con claridad los sucesos presentes y muchas veces los confunde con eventos pasados. La acompaña Alan Pangborn, magistralmente caracterizado por Scott Glenn (Stick en la Daredevil de Netflix), un Sheriff retirado que evidentemente le tuvo ganas a la buena de Ruth desde que tiene memoria pero nunca se animó a tirarse el lance hasta que ambos fueron muy viejos, lo cual, de todos modos, no los inhabilita de ser felices a su manera en el presente. Y, bueno, este Sheriff retirado, Alan Pangborn, es un personaje recurrente del SKEU, como prácticamente ningún otro de toda la serie, ya que tiene papeles relevantes tanto en The Dark Half (1989) como en Needful Things (1991), de hecho en esta última casi termina salvando el pueblo…

Y luego creo conveniente mencionar dos personajes relevantes más: por un lado Molly Strand, en la piel de Melanie Lynskey (Rose en Two and a Half Men), una micro-emprendedora que lleva adelante un pequeño negocio de bienes raíces en Castle Rock y pretende ser la cara de una vuelta de tuerca en la urbanización de esta población. Su pasado oscuro la posiciona como una vecina de Henry bastante curiosa y entrometida, algo que le trajo más de un problema en su adolescencia, pero la realidad es que Molly tiene poderes empáticos, los cuales muchas veces le permiten leer la mente de ciertas personas y otras sencillamente conectar con ciertos sentimientos muy fuertes y experimentar emocionalmente los mismos estados que aquellas personas con las que está linkeada. Melanie también participó de la mini-serie televisiva Rose Red (2002) que emitió la cadena ABC y contaba con guión de Stephen King

Por el otro es menester mencionar al personaje encarnado por Bill Skarsgård, el joven que estaba recluido misteriosamente en el pozo más oscuro de Shawshank State Penitentiary. Bueno, este tipo, raro como él solo, con una mirada esquiva pero poderosa y un cuasi-autismo que le inhibe el habla, según el difunto ex-alcalde Lacy era el mismísimo diablo en persona, y el suicidio del 2do está directamente relacionado con esta creencia. Y a los televidentes se nos va a hacer muy difícil no coincidir con Lacy en este punto, porque a medida que avanzan los episodios el 50% de las tragedias que ocurren en Castle Rock están directamente relacionadas con este personaje, de forma directa o por alguna inacción del mismo en momentos claves. Mención aparte el detalle de que este actor da vida al nuevo Pennywise de la muy reciente adaptación cinematográfica de la novela IT, así que, al igual que Sissy Spacek, tanto Bill como Melanie se suman al altar de los guiños simpáticos que se van acumulando minuto tras minuto en el piloto. 

Castle Rock es, primero y principal, un profundo y hermoso homenaje a un puñado de las mejores historias que nos dio el “Rey”, y desde ese lado no me queda otra más que aplaudir. A medida que va avanzando el primer episodio mi rostro se iba transformado, de la extrañeza inicial a la sonrisa cómplice, y cuando por fin llegó el final estaba casi extasiado. Eran tantas las referencias y tan bien escritas y ejecutadas que por momentos me motivaba a levantarme y aplaudir de pie, aún cuando ninguno de los realizadores fuera testigo de mi emoción y agradecimiento. Desde los créditos iniciales hasta la incorporación de elementos narrativos significativos, a veces relevantes para el normal desarrollo de la trama y otras como detalles decorativos. Y luego están los diálogos, y las conexiones que se van estableciendo aquí y allá con los personajes secundarios satelitales de la trama principal, los cuales en muchos casos tienen algún parentesco o una relación lejana con protagonistas de algunas de las novelas de King que han utilizado Castle Rock como locación.

El lector de Stephen King, lamentablemente, se ha tenido que acostumbrar, con el correr de los años, a tolerar un sinfín de adaptaciones mediocres, que en la mayoría de los casos eran una pérdida de tiempo por lo aburrida y sosa de la propuesta, y en algunos muy puntuales una completa falta de respeto a la obra referenciada, como lo son la reciente y ya mencionada The Dark Tower (2017) o la mitad final de Dreamcatcher (2003), y a veces tenía que lidiar con la disyuntiva de lo que sucede con, por ejemplo, la “remake” de la clásica Carrie (2013), producción que lamentablemente tuvo como protagonista a la talentosa y muy bella Chloë Grace Moretz: un film que conserva el espíritu de la novela y traslada los elementos más relevantes pero igualmente falla como película eficaz a la hora de contar una historia aterradora.

Lo que termina sucediendo con Castle Rock, el show de Hulu, se me figura similar a este último caso, con la salvedad de que de todos modos por el nivel de empatía que genera el fanservice con la obra del escritor, muchos serán muy condescendientes con la producción de J. J. Abrams. Pero la realidad es que una vez dispersada la excitación de los primeros episodios al ir conectando muchas de las aristas que movilizan las tramas que se comienzan a apilar en esta pequeña localidad condenada, nos comenzamos a dar cuenta de que la acumulación de elementos concatenados no necesariamente es funcional al fluido desarrollo del relato, y en algunos casos incluso es contraproducente. La opinión generalizada de parte de mi entorno “virtual” que siguió la propuesta semana a semana coincide en que esto era, en algún punto, previsible, pero la realidad es que muchas de las mejores historias del “Rey” están construidas de la misma forma. De todos modos, a diferencia de lo que sucede con Carrie (2013), aquí el show televisivo no falla como entretenimiento pero sí pierde ritmo a medida que se van acumulando los capítulos, y disminuye el interés sobre el desenlace. Y más allá de algunos golpes bajos que los productores se reservaron para el final (que como podrán imaginar tiene que ver con la desaparición física de personajes relevantes), la realidad es que los episodios de mayor excitación y miedo están al comienzo de la serie, y eso, en un producto dedicado al “Rey” del terror y el suspenso es imperdonable. Con esto no pretendo señalar que media temporada es un embole pero sí quiero advertir que el show puede ser disfrutado si bajan un poco las expectativas luego de comenzada la aventura.

Utilizando una analogía que se nos figura muy familiar a varios de nosotros, Shaw y Thomason fueron a una muy buena carnicería, compraron un montón de cortes muy variados y todos ellos muy sabrosos, sacaron los chorizos, las morcillas y el resto de las achuras en tiempo y forma, y mientras todos juntos disfrutábamos de las mismas, se quemó un poco el resto del asado. No se pasó del todo, no está duro como suela de zapato, pero tampoco está en su punto justo, jugoso sin que la carne largue un mugido.

Así y todo, la recepción que tuvo el show claramente fue positiva, y es así como tanto Hulu como el bueno de Abrams confirmaron una 2da temporada para Castle Rock, la cual podría contar con toda una nueva galería de personajes, dado que los arcos que se fueron abriendo en esta primer parte quedaron debidamente cerrados al finalizar la misma. De hecho, a mí nunca me dio la impresión de que esto fuera a continuar más allá del 10mo episodio. Debería haberlo sospechado por cómo funciona este medio, pero la realidad es que supuse desde el comienzo que esto era un proyecto único, muy especial, como si se tratara de una mini-serie. El final y el epílogo no están pensados para oficiar como cliffhangers ni tampoco para prolongar esa historia más allá de ese episodio, así que, sea lo que sea que nos espere al comienzo de la 2da temporada, claramente volverá a asombrarnos.
Nos volvemos a leer muy pronto, acá, en Tierra Freak.