jueves, 3 de mayo de 2018

Batman Ninja Aventuras en el Japón Feudal - La Columna de Logan.



Es muy difícil despegarse de la ola de excitación que provocó el estreno de Avengers: Infinity War , muy difícil cambiar de tema, dejar de hablar de esa película. De las repercusiones, de las teorías acerca del futuro del Marvel Cinematic Universe, de los records de taquilla, de lo que estuvo bien, lo que estuvo mal y lo que fue absolutamente genial de ese film inolvidable, pero por suerte estamos viviendo una época de oro donde el frikismo no tiene fin y siguen cayendo productos audiovisuales que renuevan el debate y abren nuevas puertas.

Existe una lista acotada pero bastante interesante de producciones tanto en papel como animadas donde los héroes occidentales más populares son interpelados por autores y artistas orientales, generalmente relacionados al manga y el anime. Dentro de esta tradición, el 24 de abril pasado Warner Bros. tuvo el agrado de liberar al mercado norteamericano la última producción animada relacionada con el mejor detective del mundo de D.C. Comics: Batman Ninja, y hoy aquí, en Tierra Freak, vamos a contarles en unas pocas líneas porqué probablemente este sea uno de los mejores largometrajes animados jamás realizados con Batman como protagonista.



Épica Gótica-Oriental


El 1ro de diciembre último, Warner reveló el primer trailer de esta producción, y ya en ese momento, con lo visto, uno podía suponer que esta película definitivamente iba a garpar, si no por su calidad en la animación al menos sí por su bizarrés. Y la realidad es que la experiencia no solo no decepciona en absoluto, está plagada de detalles preciosos, de re-interpretaciones de ciertos mitos culturales (tomados muy de los pelos, e incluso muchas veces de forma casi sarcástica) y también de la incorporación forzosa de un montón de elementos propios del Manga y el Anime, junto con algunos clichés de las películas de artes marciales.


Batman Ninja es un guiso oriental, lo cual viene muy bien para estas épocas patrias nuestras donde le damos duro a los locros y comidas criollas similares. Sobre una historia de Leo Chu y Eric Garcia (responsables, entre otras cosas, de aquella clásica mini-serie del 2007, Afro Samurai, que combinaba de forma muy acertada la cultura Gangsta con algunos tópicos de artes marciales japoneses y cuyo protagonista en su versión yanquie contaba con la voz de Samuel L. Jackson), el novelista Kazuki Nakashima (escribió los 27 episodios de la Gurren Lagann de Gainax) encuentra la forma de transportar a Batman, Catwoman, Nightwing, Red Hood, Robin, Red Robin e inclusive al mismísimo Alfred a la Japón Feudal del medioevo, gracias a un artilugio temporal desarrollado por el Gorilla Grodd. Una vez establecidos ahí, nuestro héroe Bruce caerá en la cuenta de que por cuestiones de espacio-tiempo en el momento en el que la máquina se activó, él fue el último en viajar a ese tiempo, y cuando aterriza en el mismo se encuentra con un país casi al borde de ser doblegado por señores feudales que no son otros que algunos de los criminales más conocidos de Gotham: el Joker, Two-Face, Penguin, Poison Ivy y Deathstroke. Y, por supuesto, Grodd, al frente de una batalla imposible que podría convertir a Japón en cenizas, y modificar completamente la historia de este país.
 
Pero por suerte la Bat-Family no está sola. No. Además, como si esta no fuera suficiente, hay un clan de Ninjas que han desarrollado una mitología alrededor de la adoración de una divinidad relacionada con los murciélagos, por supuesto, y cabe la posibilidad de que Batman sea ese mesías que están esperando hace eones. Sea o no el caso, el tema es que prácticamente quedan rendidos a los pies de Bruce, y cuando las cosas se ponen jodidas deciden revelarle los secretos del arte del ninjutsu a nuestro orejudo amigo, que parece que todavía no los sabía, así puede hacer uso de algún tipo de conexión con esa divinidad de la cual hablan las leyendas.

Cada Señor Feudal participante de este conflicto, además, es dueño de un castillo… esto no sería llamativo si no fuera porque son castillos móviles, o sea, complejas maquinarias de guerra muy destructivas que si el combate lo amerita pueden transformarse en extraños mechas, cada uno de ellos conservando características del señor Feudal que lo acciona y domina. Si, leíste bien: además de toda la parafernalia marcialística y mística japonesa, Batman Ninja tiene mechas medievales, en plan Tenkū no Esukafurōne, también conocida como The Vision of Escaflowne.

Cuando fumar de la buena da excelentes resultados

Batman Ninja es, realmente, un prodigio dentro de las producciones de animación actuales, por un montón de motivos. Algunas de las situaciones que presenta llegan a ser tan ridículas que rivalizan, dentro del historial de este personaje, con lo visto en el film de 1966 protagonizado por Adam West y Burt Ward, con la salvedad de que acá no dejan espacio para el humor y el sarcasmo, cada situación de peligro, por muy extraña y exótica que parezca, es tomada muy en serio por los héroes, y es acompañada por una animación exquisita, rica en detalles, muy vertiginosa y muy clara, y con algunas escenas panorámicas que son realmente un deleite visual, al punto tal que uno lamenta no estar en Japón el 15 de junio cuando esta producción se estrene en los cines de allá. La narración de la mano de la muñeca de Junpei Mizusaki (director ultra-newbie que la última vez que ocupó este cargo fue en un segmento de una antología animada del 2005) se encarga de presentar de forma grandilocuente todos y cada unos de los momentos épicos de la historia, sin que le tiemble el pulso y haciendo un uso equilibrado y coherente de los recursos con los que cuenta. Creo que, de criticarle algo de forma negativa, me posaría en un pequeño segmento relacionado con la búsqueda de un par de personajes después de una explosión, el cual fue narrado con un tipo de animación más experimental, para denotar un brutal cambio en la psiquis de uno de los personajes, pero que desde mi óptica resultó un salto demasiado abrupto hacia la fluidez de la narración que estaba disfrutando hasta ese momento.

Y luego está el tema del marco de la historia. El guión de Nakashima hace un esfuerzo enorme por presentar esta aventura como algo canónico dentro del historial de Batman, esto quiere decir que a pesar de estar ambientada en el Japón Medieval que se sitúa entre el 1600 y el 1800, se han tomado todos los “recaudos” para que la misma pueda ser leída como una aventura más de nuestro héroe, y no necesariamente un Elseworlds (ese formato de historia de D.C. Comics que traslada a sus personajes más conocidos a tiempos y lugares distintos, dando la posibilidad a los autores de jugar con re-versiones de los personajes dentro de estos marcos).

Sumado a esto, está el re-diseño de los personajes para adecuarlos al contexto, y es ahí donde el film logra realmente una cohesión muy armónica entre la trama y el contexto. Cada uno de los personajes es absolutamente reconocible de sus versiones originales, y sin embargo muchos de ellos tienen modificaciones enormes en cuanto a su diseño original. Y una cosa es ver imágenes estáticas de ellos en capturas de pantallas o posters promocionales, y otra muy distinta es ver esos diseños animados, en movimiento, y ser testigos del balance logrado por la producción. En este apartado, queda claro que la experiencia de Takashi Okazaki (mangaka creador de, justamente, el manga de Afro Samurai en el que se inspiraron para la versión animada) jugó un papel determinante para que el producto final tuviera un impacto acorde a las expectativas. Estéticamente hablando, nunca vimos nada igual a Batman Ninja en un largometraje animado, y seguramente jamás volveremos a verlo, y el fan del personaje y la franquicia no puede menos que deleitarse con cada primera aparición.

El soporte fundamental que le permite mantener los pies sobre la tierra al delirio impuesto por los elementos que se van sumando a la trama conforme avanza la historia está dado por unos diseños preciosos y muy acertados en absolutamente todo lo que vamos descubriendo, desde personajes hasta locaciones y armamento, sumado a un casting de voces que, al menos en su versión norteamericana, dejan todo en la cancha para presentar una composición de personajes muy verosímil. Roger Craig Smith le pone la voz a Bruce Wayne, rol que viene repitiendo desde el juego “Batman: Arkham Origins” y los films animados de la serie Batman Unlimited. El muy querible Tony Hale de Arrested Development se estrena con un muy acertado Joker que por momento incluso llega a meter bastante miedo, y el resto del casting está conformado por actores y actrices que tienen un historial enorme dotando de voces a disímiles personajes animados, como es el caso de Grey Griffin y Tara Strong para Catwoman y Harley Quinn respectivamente.

Y si las voces permiten sostener los actos de los personajes, la música de fondo proporcionada por las partituras del experimentado y archiconocido Yugo Kanno (JoJo's Bizarre Adventure: Stardust Crusaders, JoJo's Bizarre Adventure: Stardust Crusaders Egypt Arc, Ajin: Demi-Human y la reciente Blame! del año pasado) proporcionan el clima necesario para que cada una de las escenas transmita de forma certera lo que las imágenes nos están narrando. Un magnífico arreglo orquestal, épico como pocos, con énfasis puesto en la percusión que rememora las melodías de los mejores films de artes marciales, y una batería de sonidos característicos de ese exótico país usados con un criterio y un paladar exquisitos.

En resumen: Batman Ninja no solo no es un producto improvisado, es absolutamente todo lo contrario. Es la demostración más empírica de que absolutamente cualquier historia puede ser narrada con estos personajes en tanto y en cuanto detrás de la misma haya un grupo afinado cual boxes de Ferrari en el 2000. El producto obtenido es tan amplio, variopinto y repleto de sorpresas que dudo mucho algún fan de Batman o en su defecto algún ferviente admirador de largometrajes animados orientales relacionados con artes marciales encuentre motivos para no poder disfrutar.
Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.