miércoles, 16 de agosto de 2017

Kimi no Na wa, o el buen uso del recurso - El Gabinete del Dr. Morholt.


Poniéndose en los zapatos del otro


Existen ciertas estrategias que puede usar quien quiere contar una historia para ir desarrollando la narrativa de lo que quiere contar.

La manera en que se le da la información al lector de lo que está pasando (o espectador) muchas veces está tipificada y se puede pensar como un conjunto de técnicas narrativas que pueden aplicarse a ciertas partes de la narración.

Por ejemplo desde el narrador, no es lo mismo cómo se comunica con el lector si alguien externo es el que cuenta, no sólo lo que pasa, sino cómo se sienten los personajes si lo comparamos con una narración en primera persona, donde es el protagonista quien va contando los hechos.

Así también es muy distinto desde las estructuras narrativas contar la historia de manera lineal que alterando el órden cronológico y empezando, por ejemplo, desde un instante antes del desenlace para luego contar cómo se ha llegado a ese punto. Muchos de los detractores de Pulp Fiction dicen que si se ve la obra de Tarantino en el orden cronológico es una película mediocre no entendiendo que, justamente, la tensión que genera esa alteración temporal es lo que la hace tan maravillosa.

Como hay distintas técnicas para contar, también hay fórmulas o recursos que a nivel guión facilitan a los escritores llegar a desarrollar ciertas temáticas, como el ya clásico Gemelo Malvado o el que hoy nos convoca, el cambio de cuerpos.

Con este recurso en donde las conciencias de 2 personas cambian de cuerpos respectivamente los guionistas generan innumerables disparadores de situaciones que pueden ser utilizadas para conocer más a los personajes o simplemente para mostrar lo fuera de lugar que un personaje puede estar cuando su ambiente (en este caso su cuerpo) le es desconocido.

Si bien muchos analistas toman que el cambio de lugares puede ser tomado como una forma de cambio de cuerpo, principalmente porque no deja de existir esa sensación de no pertenecer a un lugar específico, y siendo su principal exponente la obra de Mark Twain “Príncipe y Mendigo”, voy a enfocarme en donde fehacientemente lo que cambian son las conciencias y no los lugares.




Los primeros

En el año 1870, el dramaturgo inglés William Gilbert escribió una opera cómica llamada “The Gentleman in Black” en donde un pueblerino joven y apuesto que está comprometido con la más bella mujer del lugar siente celos de un Barón feo, rico y viejo porque no entiende cómo las mujeres lo encuentran atractivo. Asimismo el Barón está muy atraído por la prometida del joven y hace lo imposible para que ella se fije en él como el resto de las mujeres.

Al mismo momento la prometida, viendo que el joven está obsesionado con el Barón, pretende darle una lección fingiéndon que ahora está enamorada del viejo.

Es así que ambos piden estar en el lugar del otro y que gracias a la magia del Rey de los Gnomos (el caballero de negro que da título a la obra) sus almas cambian de cuerpo.

Es entonces que el joven termina estando en el cuerpo del viejo y entendiendo que en realidad su mujer realmente no ama al Barón, pero a la vez hace lo imposible para enamorarla de nuevo porque ahora ella desea estar con quien cree que es él, ese joven apuesto que ahora tiene el alma del viejo.

Obviamente la situación termina cuando pasa un mes porque el Rey de los Gnomos sólo puede hacer esta transferencia de almas por un período de tiempo y todo vuelve a la normalidad.

Más de un siglo después en 1882, otro escritor inglés, Thomas Anstey Guthrie, escribió una novela cómica llamada “Viceversa: Una lección para padres” bajo el seudónimo de F. Anstey.

En ella un comerciante en la Inglaterra victoriana ve cómo su hijo, luego de las vacaciones, no quiere volver a la escuela y piensa que su hijo no entiende nada porque los años en el colegio son lo mejor que le ha pasado en su vida.

Antes de que el niño se vaya peleado con su padre por creer que la vida de los negocios es mucho más simple que la escolar, llega un familiar que estuvo en viaje en la India con una extraña piedra que, obviamente, hace que el padre se convierta en el niño y el niño se convierta en el padre.

Es así como el pequeño tiene que hacerse cargo de los negocios de la familia y el adulto vive la realidad de su hijo y comprende que no es tan feliz estando en el colegio.

Luego de llegar los dos a entender más la posición del otro, y sin medir mucha más explicación, la magia vuelve a ocurrir y cada uno vuelve a su estado normal.

El clásico

Como podemos imaginarnos Hollywood se nutrió varias veces de este recurso y lo explotó hasta el hartazgo.

Pero lo interesante es que no siempre ese cambio de cuerpo es sobre dos personas. Muchas veces lo que cambia es la apariencia y lo que queda es el alma, o la conciencia, o como quieran llamarlo, pero no hay realmente 2 personas en el proceso.

Tal es el caso de “Here comes Mr. Jordan” de 1941, por Alexander Hall y protagonizada por Robert Montgomery, donde toma el papel de un exitoso boxeador que tiene un accidente y que una vez en el cielo se entera que no tuvo que haber muerto. El problema es que su cuerpo fue cremado y no tiene a dónde volver. Es así que pasa de cuerpo en cuerpo hasta que se queda con el de un anciano millonario víctima de un complot para asesinarlo.

Obviamente en esta película, y en su remake de 1978 llamada “Heaven can wait” protagonizada y dirigida por Warren Beatty, lo importante es ver las situaciones en las que una persona joven se desenvuelve en el cuerpo de alguien mayor y logra ayudar a desenmascarar el crimen.

Pero así como estuvo el clásico y su clásica remake, también estuvo...


Su horrible remake


Protagonizada por Chris Rock en 2001, la película “Down to Earth” no sólo explora de manera cómica la situación de un joven en el cuerpo de un viejo, sino, como no podía ser de otra manera, la de un negro de los barrios bajos de Nueva York en el cuerpo de un viejo ricachón blanco.
No es tanto el desarrollo del recurso lo que hace mala a la película sino la “actuación” de Chris Rock que termina opacando las interesantes intervenciones de Chazz Palminteri o Eugene Levy.

En esta espantosa película podemos apreciar una nueva arista que tiene el recurso y que no es solamente el cambiar la edad y la clase social, sino también el color de piel con lo que se puede utilizar para mostrar estereotipos y preconceptos que se tienen de uno y otro lado.


El siguiente paso



Si bien esta película es de 1984 (o sea que es muy anterior a la porquería de Rock) y también es una comedia (mucho mejor comedia que la de Rock), la listo ahora porque lleva al cambio de cuerpo a otro nivel más.

Porque hasta ahora habíamos de cambios entre 2 personas de distinta edad y clase social, y también de conciencias que toman prestados cuerpos que le son extraños, sea por la edad, la clase social o el color.

Pero en “All of me” dirigida por el fabuloso Carl Reiner y protagonizada por el también fabuloso Steve Martin, no sólo tenemos al alma de una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, sino que aparte ésta tiene que compartir el cuerpo con el alma de su dueño.

En esta maravillosa comedia una millonaria moribunda (interpretada por Lily Tomlin) hace un ritual para que su alma pase al cuerpo de una jovencita y así seguir viviendo. El tema es que el ritual sale mal y termina adentro del cuerpo de su abogado presente en el ritual (Steve Martin), pero su alma no es lo suficientemente fuerte como para reemplazar la de él, por lo que ahora los dos conviven y pelean por el control de este cuerpo masculino.

Obviamente la comedia corporal de Martin es la verdadera protagonista de la película, pero también se desarrollan las diferencias entre los hombres y las mujeres y los preconceptos que se tienen del sexo opuesto.

Pero como siempre en materia de medios masivos, se pueden enconrtar explotaciones de este recurso que simplemente son...

Las idioteces



Hay que reconocer que Tim Allen, a pesar de que muchos no lo respetan, un buen comediante. Aparte es el responsable de la fabulosa voz original de Buzz Lightyear en Toy Story y ha realizado papeles muy interesantes dentro siempre del mismo registro.

Y también hay que reconocer que actuar no deja de ser un trabajo y los actores tienen que comer como casi todos los seres humanos, por lo que muchas veces terminan haciendo películas espantosas para cobrar un sueldo.

Y por último hay que reconocer que Disney es de hacer remakes innecesarias.

No se si realmente es este el caso (o sea, sí es una película espantosa y sí es innecesaria, pero no puedo asegurar que Allen necesite cobrar un sueldo), pero en The Shaggy Dog, tanto la de 1959 como la de 2006, el recurso del cambio de cuerpos es llevado a un nivel de imbecilidad supina.

En este elaborado guión, el recurso se utiliza para que el protagonista que anteriormente odia a los perros o hace cosas en contra de los perros, se transforme en uno y termine entendiendo que los pichichos también sienten, necesitan cariño y pueden ser buenos, logrando así un salto en su evolución conciente y siendo una mejor persona.

Habiendo llegado a este punto de desarrollo del recurso, y dejando afuera de la lista a la clásica “Freaky Friday” de Jodie Foster, pero también su remake de Lindsay Lohan, podemos preguntarnos ¿qué más se puede innovar con esta herramienta narrativa?

Pues realmente mucho... 


La que eleva la vara



Y sí, finalmente llegamos a la obra que titula esta nota.

Porque sin entrar en ningún spoiler “Kimi no Na wa” o “Tu nombre” como la tradujeron al castellano, es una película que utiliza el recurso de cambio de cuerpo con una arista ya vista, pero no se queda en que el recurso sea lo fundamental de la trama, sino sólo el disparador.

En esta historia del director, animador, escritor y productor japonés Makoto Shinkai se nos muestra una situación de cambio de cuerpo, pero sólo es la punta de un ovillo que cuando termina de desenredarse nos maravilla y nos atrapa de tal manera que no queremos soltarnos.

La película estrenada en 2016 y que está basada en una novela ligera del mismo nombre también publicada por Shinkai el año pasado, tiene animación de CoMix Wave Films, responsables de otros productos del autor como “Kanojo to kanojo no neko” (“Ella y su gato”), “Kotonoha no Niwa”(“El jardín de las palabras”) y la premiada “Byōsoku Go Senchimētoru” (“5 centímetros por segundo”).

Así como en “Byōsoku Go Senchimētoru” en esta nueva obra Shinkai nos deja ver cómo percibe el amor y cómo afecta a sus personajes.

Con la misma narrativa que nos tiene acostumbrados, con esos silencios profundos y a la vez intimistas en planos abiertos y cámaras fijas, el autor nos cuenta una historia que, sin perder el toque de humor y desconcierto que puede generar la idea del cambio de cuerpo, nos sorprende con un final totalmente inesperado.

La combinación de animación tradicional y CGI generan una sinergia impresionante que logra ambientes donde muchas veces quedamos sin aliento ante la belleza que se nos muestra.

Por último, y como también muestra en otras de sus obras, la música para Shinkai tiene un aspecto fundamental, no sólo en la creación del ambiente, sino directamente en la trama y en cómo el espectador recibe la información.

“Kiami no Na wa” sólo en Japón recaudó más de 98 millones de dólares y es la primera película que no es una producción de Estudio Ghibli en llegar a ese nivel de taquilla.

Quizás sea porque a veces no hay que quedarse con lo que ya se hizo sino tratar de hacer algo mejor.

Quizás sea porque las cosas se pueden cambiar.