viernes, 10 de marzo de 2017

25 años de Image - 25 comics fundamentales - Parte 2 - La Columna de Logan.



La semana pasada comencé este enorme recorrido por las 25 series regulares más relevantes de la editorial norteamericana Image, en aras de festejar los 25 años recién cumplidos de la existencia de dicha empresa, camino que continúa y concluye esta semana, con el resto del listado.



Paper Girls y Saga

Como podrán apreciar, para ganar tiempo y espacio y no entregar una reseña demasiado extensa, algunos de los comics citados van a compartir una entrada dado que están escritos por la misma persona. En este caso, y teniendo en cuenta que ayer fue el día internacional de la mujer, comenzamos con dos series regulares guionizadas por Brian K. Vaughan, un escritor conocido por tener la capacidad de conectar con su lado femenino y escribir verosímiles personajes de este género que en muchos casos terminan llevando el protagonismo de la serie, como sucede con Paper Girls, una serie regular que narra las aventuras de 4 chicas adolescentes repartidoras de diarios en la madrugada post-halloween de 1988, y los sucesos extraordinarios en los que se ven involucradas, los cuales cambiarán sus vidas para siempre.

En el otro extremo de la frontera de la ficción, también escrita por Vaughan, tenemos a Saga, una epopeya cósmica futurista protagonizada por una aberrante pareja en la línea del Romeo y Julieta de Shakespeare, dos personas que provienen de dos razas distintas que han estado en guerra durante siglos, un conflicto que se extendió por toda la galaxia conocida y obligó al resto de los planetas y coaliciones a que tomen partido por uno u otro bando. Saga es una épica fantástica narrada en 1ra persona por Hazel, la hija de la pareja ya citada, y siendo así, la única pista certera que tenemos sobre el futuro de la misma es que como mínimo éste personaje logra sobrevivir a la enorme y obscena cantidad de aventuras sumamente peligrosas que esta familia está por vivir, juntos o por separado. Saga está preciosamente ilustrada por Fiona Staples, una artista que luego de estos 5 años en la serie se ha transformado en un referente indiscutible, y el comic en un clásico inevitable de la editorial, una cita obligada todos los meses… o al menos todos los que sale un número nuevo.

The Walking Dead y Invincible


La era moderna de Image claramente está signada por el éxito y la repercusión cultural que tuvo uno de los títulos insignia de la misma, el cual al día de hoy lleva a falta de una, dos series televisivas que están inspiradas de forma directa o indirecta en esta obra, más de 160 números publicados y una década y monedas de una casi ininterrumpida aparición en los rankings de comics más vendidos mensuales allá en el norte. Por supuesto me estoy refiriendo a The Walking Dead, la magnánima e inagotable épica Zombie post-apocalíptica, obra de Robertito Kirkman en los guiones y Tony Moore en los lápices de los 1ros 6 números, y luego Charlie Adlard desde el 7mo hasta el presente. ¿Qué más se puede decir de esta obra que los medios y el boca a boca no hayan revelado ya? TWD casi podríamos decir que dejó de ser un comic para transformarse en una franquicia, un fenómeno de masas que le devolvió la vida al género, le lavó la cara y abrió la puerta para un sinfín de proyectos audiovisuales y comiqueros análogos, explorando todas las aristas posibles.

No conforme con eso, Kirkman además tiene a Invincible, una serie con un perfil mucho más bajo pero que vino para modificar y, también, refrescar el género superheróico. Las aventuras de Mark y su entorno ya forman parte de nuestras vidas, y somos una legión de lectores los que nos emocionamos ante el anuncio de un pronto final de esta serie, un cierre que la agarra en uno de los momentos más críticos y tensos de la historia, aún cuando el comic tuvo mejores días. Si tenemos que elegir a un solo guionista que se identifique con este “nuevo” perfil editorial de Image de la última década, sin duda alguna ese tiene que ser Kirkman.

Chew

Chew es otra de esas series que Image se saca de la galera casi sin aviso, en parte por una política muy liberal que han ido implementando en este nuevo siglo en la cual abren el juego para publicar prácticamente cualquier tipo de propuesta, aún cuando la misma, a la distancia, suene disparatada y radical. John Layman en el guión y Rob Guillory en los dibujos, las tintas, e inclusive en el color en los 1ros 4 números nos presentan a Tony Chu, un agente policial que trabaja para la Food and Drug Administration (F.D.A., que traducido al castellano sería algo así como la agencia o administración de drogas y alimentos), una organización que existe en U.S.A. y es responsable de la regulación de alimentos (tanto para personas como para animales), medicamentos (humanos y veterinarios), cosméticos, aparatos médicos, productos biológicos y derivados sanguíneos. Pero Tony tiene una habilidad que lo posiciona muy por encima del resto de sus colegas, es un cibópata, un tipo que al probar un bocado de un alimento adquiere impresiones psíquicas del mismo, lo cual le permite saber el recorrido que hizo este elemento desde su origen hasta ese momento. Y en este presente distópico en el cual el mundo fue víctima de una crisis alimenticia producto de un epidemia por gripe aviar que acabó con la vida de 23 millones de personas solo en U.S.A., razón por lo cual todo tipo de carne de pollo u otras aves está totalmente prohibida, la F.D.A. es una organización con un enorme poder y unos recursos ilimitados, aún a costa de la mala prensa que carga y el resquemor que provoca su mención en la mayoría de las personas.

Chew entonces es un comic policial, pero bastante peculiar, con una narrativa y un diseño de personajes caricaturesco que contrasta de forma equilibrada con el tono de las historias, y ésta característica en algún punto me remite a obras del tipo Blacksad, donde el estilo “Disney” antropomórfico de los personajes lograba naturalizarse con el clima denso y misterioso de las tramas… pero Chew no es Blacksad, es Chew, tiene su propia impronta y personalidad.

Morning Glories, Sex Criminals, Deadly Class, Low, Southern Bastards, The Manhattan Projects, Descender y Girls

Wow, wow, wow… wait a minute!!!

¡¡¡¿8 fucking comics en una misma entrada?!!! ¡¡¡¿8?!!! ¡¡¡¿Y CUAL ES LA FUCKING EXCUSA, TODOS ESTÁN ESCRITOS POR LA MISMA PERSONA, COMPARTEN UN UNIVERSO COMÚN, SUS TRAMAS PERTENECEN AL MISMO GÉNERO…?!!!

Ninguna de ellas, mi estimado lector y amigo. La cuestión es que hay medio país que piensa –paaaaaabres- que hace un año y monedas lograron echar a los ladrones, y ahora por fin nos gobierna gente honesta de bien, gente como uno. Claro, la realidad es que estos, igual que los otros y los anteriores, van a robar aún más… de hecho ya lo están haciendo, y robaban antes incluso de estar en el poder. Así que… voy a acoplarme a la tendencia y voy a pasar a robar también. Permiso.
Nah, hablando en serio, los ocho comics aquí listados han tenido sus entradas en Tierra Freak, por obra y gracia de quien escribe estas líneas, ni más ni menos, así que me parece en extremo redundante volver a explayarme sobre ellos. Una cosa es que le vuelva a dedicar unas pocas y merecidas líneas a las obras de Kirkman y Vaughan, dos autores con un peso y una trayectoria enormes y a los cuales probablemente ningún texto les haga justicia, sino por la calidad de sus obras al menos por la repercusión que las mismas tienen en nuestra cultura. Otra muy distinta es que les haga perder el tiempo a ustedes con comics geniales, pero de los cuales ya me he encargado de cebarlos. Así, sin más, sale el título de cada uno, una pequeña presentación, y el link de dicha reseña:

Descender:  Jeff Lemire y Dustin Nguyen juegan con este mix entre Pinocchio y Astroboy y en el marco de una Space-Opera nos presentan las aventuras de Tim-21, un androide con la apariencia de un niño de unos 8 o 9 años que será el centro de atención de una trepidante búsqueda intergaláctica.

Low: seguimos con la ciencia ficción, pero esta vez de la mano de Rick Remender, con un comic enteramente dibujado, entintado y pintado por Greg Tocchini. Una preciosura de obra que nos plantea el devenir en tragedia de una familia de la alta alcurnia en un futuro distópico en el cual el sol estalló y la sociedad tuvo que resignarse a sobrevivir bajo el agua. Precioso todo.

Girls: la ciencia ficción también tiene lugar en la obra de los hermanos Jonathan y Joshua Luna, pero también el terror y el suspenso. Un pequeño pueblo es “víctima” de un fenómeno paranormal que los mantiene presos y a merced de un singular grupo de hermosas y salvajes mujeres desnudas…

The Manhattan Projects: Jonathan Hickman y Nick Pitarra nos invitan a participar de un relato coral complejo y extraordinario jugando con las posibilidades que ofreció el proyecto al que hace mención el título del comic, llevando la exploración de la ciencia a límites insospechados.

Southern Bastards: cambiamos rotundamente de género, y Jason Aaron junto a Jason Latour nos introducen en las costumbres sureñas más aberrantes y desdeñables posibles, con personajes mala leche, rotos y desgarrados, la casi inexistencia de la moral y un desfile de complicaciones alrededor de la ley y el fútbol americano. Y ojito que el año pasado ganó un Eisner como mejor serie regular.

Morning Glories: Nick Spencer y Joe Eisma nos llevan a una escuela de jóvenes dotados con una excelencia académica que se oculta de la sociedad… ¿la trama les suena a algo? Claro que sí, pero en esta serie nada es lo que parece a primera vista, y el enmarañado de misterios se va acumulando con el correr de los números.

Deadly Class: una vez más Rick Remender, pero esta vez acompañado por Wes Craig, ambos nos introducen también en una escuela muy especial… una escuela de asesinos. La peor escoria adolescente que ningún padre quiere deambulando por su casa es depositada en este pozo de mala muerte para ser rigurosamente entrenada. Los que aprueben formarán parte de la más magnífica liga de asesinos mundiales, al servicio del que pueda pagar sus exigentes costos.

Sex Criminals: esta vez son Matt Fraction y el canadiense Chip Zdarsky los encargados de narrarnos las desventuras de Suzie y Jon, la pareja más caliente del verano. Cuando ellos dos cogen, el mundo que los rodea se detiene… literalmente. Y no solo cuando tienen sexo, también cuando se masturban. Una mirada sarcástica, dramática y cómica sobre un tema que sigue siendo tabú, aún en pleno 2017.

Tokyo Ghost

Los lectores más despiertos se habrán percatado que cada tanto suelo incluir un link a otro sitio, comiqueando on-line, lugar donde desde enero del 2015 mantengo una columna mensual en la cual me explayo sobre comics mainstream que considero dignos de leer y seguir. Esto no es auto-bombo, es solo una explicación del motivo por el cual cuando pretendo presentarles Tokyo Ghost, la obra de Rick Remender y Sean Gordon Murphy, me encuentro en una situación similar a lo experimentado en el párrafo anterior. Pero lo justo es justo, Tierra Freak y Comiqueando On-Line son dos sitios distintos, y no tengo que dar por sentado que han leído mi entrada previa sobre esta obra. Sin embargo, la invitación está hecha, pero no solo para que visiten mis reseñas, Comiqueando es, honestamente, el mejor sitio argentino relacionado con la historieta, y me arriesgaría a decir el mejor en castellano. Las personas que escriben ahí la tienen muy clara, la información que brindan es enorme, tiene una actualidad pasmosa y está repleto de secciones, informes y entrevistas que serán del gusto de todos ustedes.


Volviendo a la obra de Remender, un guionista que como se podrán imaginar admiro y respeto mucho ya que también he incluido en esta lista Low y Deadly Class, dos obras de su autoría, Tokyo Ghost recupera el espíritu de la vieja Fierro, la Skorpio o la clásica Métal Hurlant francesa, es decir: aquella ciencia ficción post-apocalíptica bizarra, exagerada, desbordada de excesos, por momentos sucia y por momentos épica, con conceptos familiares pero extrapolados y distorsionados, con personajes extremos, incómodos y así y todo queribles, con villanos desdeñables que de tan hijo de puta que son causan empatía, y con un drama central reconocible que tiene conexión con decenas de series, animes o films del género. En el 2089 en el que se desarrolla la historia la humanidad llegó a un punto culmine en su relación con la tecnología, y aquel que no se ha “perdido” en un entorno virtual en el cual ha desarrollado toda su existencia, está idiotizado por la alta conectividad que tiene, y deambula por el universo como un drogadicto en estado de éxtasis perpetuo.

Con toda esta carga encima, Tokyo Gosth es una historia romántica protagonizada por Debbie Decay y Led Dent, una pareja de cazarecompensas a la que los une un pasado común teñido por la tragedia y los distancia –un poco, no demasiado- la dependencia del 2do hacia la tecnología y la aberración que la primera le tiene a la misma. Mientras que la preciosa Debbie es una outsider total que reniega completamente de cualquier tipo de conexión con la tecnología, Led es un ropero de más de 2 metros de alto que vive completamente conectado, y sus pocos momentos de lucidez fuera del entorno virtual en el que se mueve se los dedica a su pareja o a acciones muy puntuales que tienen que ver con alguna misión.

Si bien el trabajo de Remender desarrollando este universo y esos personajes es genial, es imposible no realzar la labor que Gordon Murphy está llevando adelante con el excepcional arte de este comic, manejando una narrativa magistral, un diseño de personajes extraordinario y un inteligente uso de la puesta en página, sobre todo en las “doble-página”, las cuales abundan en cada número. Tokyo Ghost es un comic muy nostálgico y a la vez es una llamada de atención, una invitación a la reflexión para cada uno de nosotros.

Pretty Deadly

Lo malo de Pretty Deadly es que es una serie que comenzó en el 2013 y al día de hoy lleva publicados unos míseros 10 números, el último con fecha de junio del año pasado…

Seh, ojalá les estuviera tomando el pelo, pero no. Image es conocida por la “irregularidad” en la periodicidad que les permite a sus autores en pos de que tanto el escritor como los artistas involucrados en la obra entreguen el mejor trabajo posible, aún a costa de que no pocas veces hayan tenido que pagar multas con la distribuidora por el incumplimiento del material acordado. Sin embargo, el caso de Pretty Deadly es ridículo, raya lo absurdo y es digno de señalar. Estamos todos muy de acuerdo en que el arte de la española Emma Ríos es exquisito, sin duda alguna… sin embargo no lo encuentro mucho más elaborado o jodido que lo que hace Greg Tocchini para Low, por ejemplo, una serie que comenzó a mediados del 2014 y ya superó los 15 números.


Kelly Sue DeConnick y Ríos nos introducen en una apasionada y sobrenatural historia de venganza en el marco del mejor Western de terror que se haya podido leer últimamente. Pero Pretty Deadly no es una comic sencillo de absorber, requiere del lector un compromiso enorme, una especial atención a los detalles en los diálogos y una puntual paciencia para los pasos surrealistas, que abundan, pero que no siempre están como marco o decoración, muchas veces entregan piezas fundamentales de información.

Esta historia que abunda de elementos de los mejores Sergio Leone o Sam Peckinpah está protagonizada por Sissy, una joven muy particular que guarda una conexión con un espíritu de la muerte que la persigue, y viaja por el oeste acompañada por un ciego muy diestro en el uso de las pistolas. Cuando menos se lo quiera imaginar termina robando una documentación evidentemente jodida que la va a ubicar como objetivo de una sangrienta caza al mando de la inescrupulosa Alice, estableciendo así una carrera contra la muerte entre el espíritu y ella.

Deadly Class es una preciosa obra que debe gran parte de su presentación y elegancia al arte y el diseño de Ríos, sin duda alguna, una artista que guarda bajo su manga un sinfín de recursos narrativos y despliega una fuerza y una potencia en sus trazos como pocas propuestas ofrecen en la actualidad… pero, una vez más, esto no justifica para nada la absoluta falta de continuidad en su publicación, la cual no me cabe duda termina dañando la obra a largo plazo, ya que con tanto tiempo entre un número y otro el interés por el mismo se diluye. Así que… ¡Ríos, ponete a laburar, vaga de mierda!

Fatale

Si el vago fuera yo, y no Ríos, podría explicar este comic con apenas 2 oraciones y no necesitaría nada más para que salgan ya mismo a buscarlo. Por ejemplo:

Ed Brubaker y Sean Phillips. Una seductora mujer que huye de un demonio inmortal relacionado con la mafia desde 1035 hasta el 2012.

Listo. Compro. A la casa. Pasamos al siguiente comic de la lista: Lazarus es la obra de nah, ok, está bien, un poco más. Pero que quede claro que no necesitaban más que eso, de una.
Para el que vive en un plano astral y no entiende la gracia de lo que acabo de escribir, si te dicen Brubaker y Phillips, la misma pareja que nos trajo Sleeper, Criminal e Incognito, y encima la trama es un policial noir con toques sobrenaturales… la garantía está asegurada. Técnicamente Fatale no debería contar como una “serie regular” porque el escritor la comenzó como una maxi-serie de 12 números, pero luego los extendió a 15, luego a 20, y finalmente la terminó cerrando en 24 números, así que terminó siendo una serie regular, no jodan.

Hay un misterio alrededor de una mujer fatal, y un reportero investigando el mismo, pero también hay tres arcos argumentales en tres tiempos distintos, con conexiones que el escritor, fiel a su estilo, irá revelando paulatinamente. Y así, entremezclado en un relato de terror clásico, hay un misterio enorme que se puede disociar en capas, o quizás son solo tres casos aislados levemente conectados entre sí, aunque es probable que al final de todo ninguna de las tramas pueda ser entendida o desenredada completamente sin la inclusión del resto. Ese es el desafío que se planteo el amigo Ed, el cual se auto-impone siempre objetivos más elevados relacionados con su trabajo, y por supuesto una vez más logró sorprender y cerrar una serie de manera brillante.

Lazarus

Fijate la lista de guionistas “modernos” que hemos recorrido hasta ahora y pensá en aquellos que tienen una inclinación por tirarse a crear sus propios comics en editoriales independientes. El primer gran ausente que se te viene a la cabeza seguramente sea Mark Millar, pero su omisión se debe pura y exclusivamente que al kía le caben las miniseries, no las series regulares. El otro ausente de peso hace su entrada en este párrafo, y es, obviamente, Greg Rucka, acompañado en los lápices por Michael Lark.

Lazarus es una serie más que aborda la ciencia ficción y un futuro distópico, un género y un tópico que se repiten de manera intensiva en esta lista, y no de forma casual. Rucka toma nuestro presente económico y lo extrapola de forma ingeniosa, cerrando aún más el juego que juegan los ricos, y ofreciendo un mundo gobernado por familias o clanes que han acumulado una cantidad inconmensurable de fortuna y poder, y dominan el resto del planeta desde ese lugar. Las divisiones geográficas que conocemos actualmente desaparecen para dar lugar a nuevos territorios tomados por estos clanes, los cuales hacen y deshacen a voluntad, y la pelea por la supremacía absoluta se da en batallas muy puntuales donde cada familia elige su campeón, su “Lazarus” que da nombre al título, un heredero o descendiente directo de sangre real que es preparado para la batalla con todo lo que la tecnología puede ofrecer en el campo de la ciencia y la ficción, obviamente, utilizando incluso químicos u otros recursos disponibles.

Lazarus es un comic que avanza a paso lento pero seguro, ofrece un desarrollo correcto de personajes, y presente un puñado de fuertes protagonistas femeninos, muy en el tono de lo que nos tiene acostumbrados el guionista, dentro de un marco que no por poco original deja de ser entretenido y despertar interés. Lark, una vez más, nos vuelve a deleitar con su puesta de página casi cinematográfica y un diseño de personajes claro y puntual donde cada personaje es absolutamente reconocible y se diferencia desde la punta del pelo hasta los dedos de los pies del otro, e incluso juega un poco con derribar algunos estereotipos, pero sigue haciendo agua en el uso de una narrativa muy estática. De todos modos esto no le quita potencia a los momentos más críticos, y el clima de esta extravagante propuesta es siempre correcto gracias a sus delineados trazos.

Nailbiter

Finalizamos este enorme listado con una propuesta que la editorial Image en su momento la promocionó como la mezcla perfecta entre Se7en (1995) y Twin Peaks, aún cuando dentro del comic la película que más citan algunos de los personajes (incluso al punto de llamarse entre ellos Clarice o Lecter), es The Silence of the Lambs (1991). Bueno, ni lo uno ni lo otro, vamos…

Esta serie producto de los autores Joshua Williamson y Mike Henderson –este segundo oficia como co-guionista y dibujante- que cuenta con los colores de Adam Guzowski es una escalada de terror y suspenso que remite a algunos tópicos del terror y cuenta con elementos suficientes como para que la relacionemos con films o libros sobre asesinos seriales, e inclusive dentro de la trama se juega con la posibilidad de que algunos de estos célebres criminales estén conectados con los casos que se van suscitando en el poblado de Buckaroo, un lugar que tiene un exceso de crímenes, de manera tan llamativa que incluso inclina a muchos a pensar que en esa locación hay algo más… y ahí está el asunto, entonces: ¿hay una cuestión genética que se replica en un sector demográfico determinado o existe algo parecido a la “raíz del mal” que tiene su foco en este sector aislado de la sociedad y usa esta población como ganado?

El comic no es ni de cerca uno de los mejores del listado, y se me ocurren al menos 10 series regulares más que no pertenecen a esta editorial que podría poner como ejemplos de un trabajo de terror jodido y mala leche, psicológico y obsceno, y demasiado morboso para que lo lea tu mamá. Pero dentro de la renovada oferta que Image nos ha venido entregando esta última década y media es necesario mencionar a Nailbiter porque con el tiempo logró encontrar su rumbo y su propia voz, y dentro de este micro-mundillo de naves espaciales, zombies y ajustados trajes de licra supo hacerse de un lugar a codazos limpios, dejando algunas uñas en el camino.

Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.