lunes, 21 de noviembre de 2016

Lethal Weapon – Una Remake que vale la pena - La Columna de Logan.



A diferencia de lo que muchos piensan de mi persona (?), soy el primero en admitir mis errores, que son muchos. Hace algunos meses, el 16 de junio de este año, levanté una entrada aquí, en Tierra Freak, en la cual me encargué de echar por tierra las pocas expectativas que muchos podrían tener acerca del estreno de 5 series televisivas que se presentaban como una resurrección de franquicias que todos habíamos dado por muertas. El estreno de uno de estos shows, la serie de Lethal Weapon, se dio hace apenas unas semanas, y luego de haber degustado los 7 capítulos iniciales es mi deber retractarme y ponerlos al tanto de que, al menos este producto, podría terminar resultando un buen y sólido entretenimiento. Mi entrada para esta semana tiene ese objetivo.


I'm too old for this shit

Me gustan las series de acción, y eso sí a nadie debería asombrar. En estos 4 años/200 reseñas que he clavado en Tierra Freak me han visto criticar decenas de shows televisivos superheróicos, claro está, pero además le he dedicado una entrada a 5 personajes femeninos salidos de series de acción, pude decir lo que pensaba de la mejor serie de acción moderna, 24, y también le di espacio a otras producciones menores de este género pero con el mismo nivel de adrenalina y vértigo, como por ejemplo Blindspot, Limitless y Quantico, por lo cual, aún cuando dos de estas últimas siguen al aire, y una de ellas gozando de un muy buen nivel, de todos modos cuando se estrenó el piloto de Lethal Weapon no pude con mi genio y le di una oportunidad, algo que no necesariamente voy a hacer con el resto de las producciones que bastardié hace casi medio año.

Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que quedé bastante conforme con el 1er capítulo, disfruté mucho el 2do, y ya cuando finalizó el 3ro me di cuenta que estaba ansioso por ver el 4to, y hoy por hoy esta cita semanal casi ininterrumpida con este show se me figuró indispensable. Lo extraño de todo esto es que realmente amo la saga cinematográfica original, tal y como lo expresé en la entrada del 16 de junio, y siendo así estaba todo previsto para que detestara esta remake, punto por punto, y parte por parte. Pero cuando uno tiene una buena predisposición –sobre todo- y además aprende a expandir la capacidad para permitirnos disfrutar de, por ejemplo, obras literarias adaptadas para el cine o la televisión, algo que solo da la experiencia, me parece, entonces entiende cuales son los mecanismos que funcionan detrás de toda remasterización, en conjunción con las reglas del juego de los medios, y siendo así termina siendo posible poder comprender la idea detrás de los productores para llevar adelante una empresa como esta.

Ojo, no nos engañemos: una remake siempre es una apuesta mucho más segura para los estudios que una serie 100% original, lo mismo sucede con las adaptaciones. Hay una base de “fans” que ya te estás asegurando, y si hacés las cosas bien y esa base apoya tu producto con una recepción cálida y acogedora, el sustento para mantener tu show al aire es mucho más sólido y ter permite pelear desde otro lado la supervivencia o cancelación de la misma. Evidentemente aquí en Lethal Weapon las cosas no se hicieron tan mal porque el piloto fue puesto al aire el 21 de septiembre y ya el 12 de octubre FOX anunció que le darían luz verde a una temporada completa de 18 episodios. Y estamos hablando de FOX, ¿no? Si, ésta FOX, esa misma. Mi amiga de toda la vida, la cadena televisiva FOX, la que llevo tatuada en un omóplato.  

Expuesto todo esto, hay cosas que funcionan muy bien acá, cosas que realmente fueron trasladadas con mucho juicio y sentido común, otras que han sido forzadas y algunos elementos nuevos llamativos que le otorgan algo de frescura al producto, teniendo en cuenta que la franquicia comenzó en 1987 y finalizó su recorrido por las salas de cine con la 4ta entrega, en 1998, o sea, hace 18 años, casi dos décadas atrás. Dos décadas atrás finalizó, pero comenzó hace tres, pónganse a pensar todo lo que cambió el cine y la televisión en 30 años, y otros medios que nos son familiares como el comic book americano, por ejemplo… una locura. Vamos a apretar el acelerador, entonces, en los pormenores de esta acertada traslación.

Crazy Good Cop

Tranquilos, no es un estúpido título que salió de mi atrofiado cerebro mientras cerraba esta reseña a las 4 de la mañana, no, es el slogan con el cual la cadena decidió promocionar el show, y aún cuando el mismo resulte un cliché barato que apunta a un público vago, es la síntesis adecuada del secreto de la fórmula de esta franquicia. ¿Porqué funcionan tan bien Roger Murtaugh y Martin Riggs como pareja, en ambas versiones? Porque ambos se encuentran en veredas casi opuestas de la vida y al menos al comienzo de sus aventuras casi lo único en lo que pueden ponerse de acuerdo es en el trabajo que los obliga a colaborar codo a codo, en la búsqueda de verdad y justicia y sobre todo en la imperiosa necesidad que tienen ambos de capturar y poner al servicio del sistema penitenciario la mayor cantidad de criminales posibles… los que sobrevivan a los diversos tiroteos y explosiones, como mínimo.

El relato comienza con Riggs, esta vez en la piel de un actor que nadie va a ubicar, Clayne Crawford, quien ya demostraba ser temerario cuando su vida estaba encarrilada allá en Texas y su mujer estaba a punto de dar a luz su primogénito. Lastimosamente, un camión se llevó puesto el auto en el que conducía su mujer justo en el exacto momento en el que se estaba dirigiendo al hospital para dar a luz, y ni ella ni la criatura sobrevivieron al accidente, lo cual depositó a nuestro héroe en una depresión galopante que lo puso varias veces al borde del suicidio, completamente entregado al alcohol, la comida chatarra y el abandono físico, y solo se permite salir de ese estado casi como una devolución de favores para con su suegro, quien tiene injerencia en la policía de Los Angeles y logra reubicarlo en la misma 6 meses después de ocurrida la tragedia. Pero, por supuesto, Martin carece de las motivaciones que le permiten a un detective de homicidios sobrevivir a sus investigaciones, y constantemente pone su vida en riesgo para la resolución de conflictos, algo que saca de quicio a todo al mundo, sobre todo a su compañero…

Roger Murtaugh, caracterizado por el comediante Damon Wayans, un abonado a la televisión y el cine que además de actor es guionista, productor y director de decenas de shows y capítulos, mayormente inclinados al humor pero que un par de veces le han dado lugar a la acción. Wayans es, sin duda alguna, un tipo al que se le nota la experiencia encima, tiene el timing justo para los diálogos y los remates y además es generoso con su partenaire, Crawford, a quien respeta y le da el espacio necesario para que crezca y no se quede en su sombra, una de las condiciones sine qua non para que este injerto funcione. Cuando comienza la serie, Murtaugh se acerca a sus 50 años, acaba de salir de una operación al corazón y para colmo hace apenas unos meses fue padre por 3ra vez, lo cual no solo pinta de pies a cabeza al personaje, también ofrece el contexto adecuado para que la narración del show transcurra de forma natural hacia el caos en cada uno de los capítulos. No conforme con eso, uno de los aciertos de esta remake es la reescritura de la mujer de Roger, Trish Murtaugh, interpretada por una Keesha Sharp con una sonrisa magnética y unos interesantes atributos físicos, la cual a diferencia de la pobre participación que tenía en la franquicia original, aquí oficia como una fiscal de distrito que no pocas veces trata con clientes que podrían tener conflicto de intereses con la policía para la que trabaja su marido, y otras es la correcta consejera legal de su esposo… o del mismísimo Riggs. Sea como sea, su papel como piedra angular sobre la que Roger desplega su arsenal como hombre de familia es funcional al protagonista, y agrega un bonus interesante en situaciones puntuales donde se mezclan los asuntos policíacos con problemas hogareños.

Y si Trish es el contrapunto femenino necesario de Roger, el personaje de Jordana Brewster cumple la misma función con Riggs. Amén de su personaje, entiendo que a muchos no les suene para nada este nombre, pero su incorporación al elenco no solo responde a sus aptitudes físicas o actorales, también forma parte de un elemento casi imprescindible para todo show actual televisivo que se precie de serlo: el actor con un personaje secundario que viene del palo del cine. Claro, Jordana es uno de los personajes más importantes de la saga The Fast and the Furious (2001), y aunque no hizo mucho más que eso con su vida, de todos modos el público atento la reconoce de ese medio, y eso garpa. Tiene varias participaciones en televisión, y en la serie Dallas de hace unos años incluso tenía un personaje recurrente, pero nadie la ubica por esos roles, obviamente. Pero más allá de ese detalle su rol en Lethal Weapon tiene una función importante: es la terapeuta asignada por los funcionarios que manejan los quilombos de la policía y asuntos internos para evaluar si Riggs está en condiciones de volver a la actividad y, sobre todo, de portar un arma.

Y cuando se trata de Riggs, de Martin fucking Riggs, “portar un arma” es cosa seria. Este personaje no solo es un experto tirador, es una bestia como francotirador, casi infalible, con una habilidad excepcional que solo 3 o 4 miembros de elite tienen en el mundo, y unos nervios de acero. Tuvo un entrenamiento previo a prestar servicio como oficial –y luego detective-, estuvo en combate, absolutamente todo el backup-story necesario para tener un Frank Castle en potencia, live-action. Este, por suerte, es otro detalle de la franquicia que no solo no ha quedado en el olvido, lo han adaptado y forma parte fundamental de la construcción del personaje: Riggs es un cana de gatillo fácil que pocas veces erra sus disparos, y su temperamento e iniciativa lo van a terminar poniendo en la mira de más de un hijo de puta, claramente, además de provocarle problemas a él y a sus asociados, seguro.

Riggs es, aunque muchos lo nieguen, un personaje complejo, con varios matices muy interesantes para explotar, hijo de un legado de personajes post-guerra de Vietnam que se hizo muy popular en el cine de los ’80, aún cuando ya había pasado más de una década de la finalización del conflicto, pero que este medio se encargaba de recordar una y otra vez con este tipo de “homenajes” turbios porque, claro, esa herida U.S.A. nunca terminó de sanar. Y Clayne Crawford entrega una caracterización a la altura del desafío, no tengo duda alguna de eso. Hay momentos donde incluso logra más empatía y carisma que el propio Gibson, pero lo que no puede ni igualar ni mucho menos superar es la mirada de nuestro querido actor neoyorkino, esa punzante, totalmente fuera de sí y absolutamente impredecible mirada de loco enfermito es, francamente, una marca registrada de este veterano actor que puso la vara muy alta para esta nueva entrega de la franquicia, en escalones inalcanzables que nadie esperaba el bueno de Crawford pudiera recuperar, y de todos modos se las ingenió para explotar otras facetas y aportar su granito de arena al mito de este genial personaje.

La serie tiene un capítulo piloto dirigido por McG [Charlie's Angels (2000), Charlie's Angels: Full Throttle (2003), Terminator Salvation (2009)] y el guión del mismo está co-escrito por Matthew Miller y Shane Black, este último guionista original de la primer película de esta franquicia –quien, entre otras cosas, también escribió el guión de The Last Boy Scout (1991), película que tiene a Damon Wayans acompañando en el protagónico a Bruce Willis-, pero obviamente quien va a cargar con la responsabilidad final del éxito o fracaso de esta adaptación es, por el momento, su creador y showrunner, este tal Miller, que ya cumplió roles parecidos en las series Chuck y Human Target.
Por el momento hay un acierto en la química que tienen los protagonistas gracias a unos diálogos muy bien escritos, en la forma en la que van desenmarañando poco a poco los vericuetos que vinculan y fortalecen las relaciones entre los personajes satélites de nuestros héroes, en un casting acertado y ajustado para con los personajes secundarios, en una dirección correcta y una producción generalmente a la altura de lo narrado, y cada tanto en las secuencias de acción… cada tanto. Hay algunas escenas que evidentemente superan el presupuesto que es posible conseguir para estas secuencias en televisión y muchas veces eso se nota y no queda del todo bien, y hay otras en las cuales lo planteado sobrepasa lo verosímil incluso dentro del género, nos pide a los televidentes demasiadas concesiones, o que cambiemos abruptamente de tono y nos vayamos a lo absurdo, algo que no suele molestarme en tanto y en cuanto no se haga costumbre. Chuck, por ejemplo, ya que la mencioné más arriba, era un show de acción que jugaba todo el tiempo con el absurdo, ese era el código de la serie, el tono general de la misma, y uno así lo entendía… este no estaría siendo el caso, cuidado.

Además de ser un show entretenido y bien narrado, a muchos nos interesa saber hacia donde va. Por lo pronto los capítulos son auto-conclusivos, no existe una trama que aúne los mismos salvo las vidas personales de cada protagonista, aún no sale a la luz un arco general y eso se deja disfrutar mucho, esta modalidad articula increíblemente como un soplo de aire fresco entre tanta serie con una rigurosa y exigente cronología, aún cuando muchos podrían verlo como un retroceso. Pero la serie continúa, semana tras semana, y al menos tendrá 11 capítulos por delante… tienen que tener un horizonte o los números de ratings van a comenzar a descender. El juego se juega así, hoy, en este medio. Por lo pronto, es un buen producto para distenderse, pasarla bien y reírse incluso 3 o 4 veces por episodio, livianamente y en familia. Nos volvemos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.