miércoles, 23 de marzo de 2016

Daredevil en Netflix - Segunda Temporada - La Columna de Logan.



Esta es una de esas semanas donde la emoción nos desborda y requerimos del pecho de Bruce Wayne –mínimo- para poder mantenerla en su sitio, claramente. Apenas hace cinco días, el pasado viernes 18 de marzo, la cadena Netflix de la cual aquí somos casi fans puso a disposición de su clientela la totalidad de la segunda temporada de la serie de acción Daredevil, y mañana mismo tenemos el esperadísimo estreno de la anticipadísima Batman v Superman: Dawn of Justice (2016), la que sin lugar a dudas será la película super-heroica más importante del año. Como esta vez no pudimos contra con una acreditación para acceder a un pre-estreno de dicho film y poder entonces comentarlo en el sitio, elegimos tentarte para que, si aún no lo hiciste, te introduzcas de lleno en la segunda temporada de nuestro abogado favorito, procurando quemarte lo menos posible detalles sabrosos de la trama que no fueron revelados por los avances.


Punisher’s Back

Algo que, por supuesto, todos los que vienen siguiendo las noticias y los trailers saben es que en esta nueva entrega de Netflix uno de los personajes que se suman al elenco es ni más ni menos que el paramilitar asesino embutido en sed de venganza que responde al nombre de Frank Castle, y que la prensa conoce como Punisher, mismo que ya cuenta con 3 adaptaciones fílmicas, todas y cada una de ellas independientes –ninguna continúa la trama iniciada por la anterior- y ninguna incluida, por supuesto, en el universo expandido que Marvel Studios va confeccionando con sucesivos estrenos de películas y series televisivas. Siendo así, esta sería la introducción oficial del personaje dentro del Marvel Cinematic Universe, algo que bajo ningún punto de vista puede tomarse a la ligera.

Verán, Punisher es, por mucho, uno de los personajes más controversiales y polémicos de la Casa de las Ideas. Comenzó siendo un villano y en su paso por distintos títulos acumuló la suficiente popularidad como para obtener crédito para series regulares, mini-series y tomos auto-conclusivos, y en el camino se terminó transformando en lo que hoy conocemos como un anti-héroe: un desalmado hijo de mil puta que perdió todo tipo de empatía con la humanidad y se embarcó en una cruzada personal contra aquellos elementos que considera dañinos para la sociedad, muchos de los cuales provocaron un quiebre en su vida cuando acabaron salvajemente con toda su familia y lo dejaron al borde de la muerte. La doble moral y falta de ética que reviste al personaje lo coloca en una posición cuanto menos incómoda para una editorial que, en cierto momento de su existencia, supo identificarse con valores familiares. Por otro lado, Punisher es un estigma y a la vez un paradigma de toda una época dentro del medio que lo vio nacer: si bien su creación se dio a finales de los ’70, su crecimiento y mayor grado de popularidad lo obtuvo entre mediados de los ’80 y fines de los ’90, 15 años que también pueden ser reconocidos como aquellos en los cuales el comic super-heróico americano interpretó que madurar como medio significaba incorporar situaciones más violentas y crudas al relato para entregar aventuras más verosímiles, dignas de los turbios y oscuros tiempos que marcaron el fin de siglo.

Dicho esto, no existía mejor lugar dentro de este universo multi-media de Marvel para presentar y desarrollar a Frank que en una serie que se identificó, entre otras cosas, por sus índices de violencia, pero también por su relato visceral, de perfil bajo, alejado de las luces del Olimpo Avengers o de las odiseas cósmicas de los Guardians. La primer temporada de Daredevil jugó con una gama de claroscuros que impregnó el relato, los personajes y el ambiente que la contenía: hubo héroes y villanos claramente definidos, pero todos teñidos de incorrección política, todos tenían algo que esconder, algo que ocultar o disimular, e incluso aquellos mejores amigos/socios se dieron cuenta que su relación estaba sostenida por mentiras. La mayor cuota de sinceridad la termina poniendo Wilson Fisk, ni más ni menos, en el amor casi idílico que profesa por Vanessa y en sus manifiestas intenciones para con Hell’s Kitchen.

Y en ese marco entra Frank Castle en esta segunda temporada, soberbiamente caracterizado por un Jon Bernthal [The Pacific, The Walking Dead, The Wolf of Wall Street (2013), Sicario (2015), Me and Earl and the Dying Girl (2015)] por el que muchos no dábamos ni dos pesos. El Punisher de Bernthal es tan sádico y desalmado como podíamos esperar, y lleva adelante su cruzada sin que le tiemble el pulso y sin dar demasiadas explicaciones, al menos al principio, con la absoluta convicción de que está haciendo lo correcto y de que sus métodos y modos son los únicos que sirven para solucionar el problema y cortarlo de raíz. El Punisher de Daredevil es la intención manifiesta de la famosa “mano dura” que gran parte de la sociedad clama cuando la inseguridad se transforma en el titular diario de todos los medios. Es un profesional que trabaja duro para obtener la información necesaria para llevar adelante sus embates, y luego actúa con decisión alemana y precisión suiza, haciendo uso de todo tipo de armamentos, de corta y larga distancia, e incluso armas de filo en peleas cuerpo a cuerpo. Sus múltiples cruces con Daredevil no lograrán cambiarlo de parecer, pero ofrecerán a la audiencia el debate servido en bandeja de plata sobre la eficacia de los métodos de ambos para disminuir los índices de delitos.


Enter Elektra Natchios

Una segunda temporada del show Daredevil de Netflix no podía estar completa sin la inclusión de Elektra Natchios, el personaje creado por Frank Miller que funcionó como obsesivo y perturbador interés amoroso para Matt Murdock en los comics durante cientos de años, y que le permitió al autor explayarse sobre su fetichismo con Oriente… y sobre todo darle la oportunidad de poder meter Ninjas, muchos Ninjas. Elektra, como sucediera con otros personajes de peso en la temporada previa, tarda bastante en entrar en escena, y cuando finalmente lo hace de todos modos no vemos su potencial y sus “garras” hasta promediar los 13 episodios que conforman esta segunda entrega. El personaje está caracterizado por la francesa Élodie Yung [The Girl with the Dragon Tattoo (2011), G.I. Joe: Retaliation (2013)], una pancha con cara de Jujeña que, para sorpresa de muchos, llevó al personaje a límites insospechados, cumpliendo sobradamente con lo que esperábamos del mismo por lo leído en papel pero también dotando al mismo de matices que ninguno de los autores que la guionaron en el comic se animó a explorar. En este show Elektra es confabuladora, manipuladora, mentirosa, paranoica y un poco psicópata (un poco bastante, por momentos), pero también es un alma solitaria en pena convencida de que su destino es morir sola, algo que la atormenta pero también le permite encontrar empatía con el televidente desde ese lado. Y los sentimientos entre ella y Matt son confusos y complejos, pero tan reales que aterran al más pintado. Una vez más, la construcción de relaciones en este show pica en punta y dota de alma a los personajes, y nos comprometen como espectadores.

Si disfrutamos como locos de verlos enfrascarse en peleas violentísimas a Punisher con Daredevil, ni hablar del placer que nos provoca la danza que conforman Matt y Elektra cuando se aúnan para enfrentar un desafío que, en la mayoría de los casos, parece que los supera. Las coreografías, una vez más, son un punto alto de la serie, y si bien muchas no están a la altura de lo que vivimos en la primer entrega, todas son un deleite para el paladar fino y una caricia para el alma del fan de la acción. Una vez más esta serie deja el listón bien alto y logra separarse kilómetros de distancia de su antecesora fílmica, misma que, con cada nuevo capítulo que vamos consumiendo, se hunde más y más en el olvido. ¿Ben quien…? Ah, sí: Batman. Exacto.

Y tal y como era de esperarse, aquellos hilos que quedaron sueltos el año pasado relacionados con Nobu y su clan, en esta entrega se terminan de cerrar, e incluirán no solo a Elektra, también a Stick, desencadenando la misteriosa guerra a la que el viejo maestro de Matt hizo alusión en el recordado capítulo siete de la primer entrega. La escalada de violencia en esta entrega irá en ascenso, y si algo la distingue de su predecesora es el balance que tiene la acción en la misma: no hay capítulo en el cual no tengamos al menos dos enfrentamientos, y muchas situaciones y dilemas que potencialmente podrían haberse resuelto de manera diplomática, se terminarán cerrando con golpes, tiros, explosiones y posiblemente alguna tragedia. La segunda temporada de Daredevil tiene un celebrado exceso de gore y violencia, siempre justificada por la trama y los actores que pululan alrededor de la misma.

La Ley y el Orden…

Les digo algo, sin tapujos: el fan de Daredevil, una vez más, no puede pedir más de lo que esta producción le está entregando. El fan duro, el fan jodido, ese que se conoce algunos comics y tramas de memoria, sencillamente va a llorar cuando vea ciertas escenas, y el análogo fan de Punisher, también. Hay una, puntual, en una terraza, protagonizada por un Matt Murdock con su traje de combate encadenado a un poste, que es casi un calco de una situación similar leída en un comic del 2001 escrito por Garth Ennis y dibujado por Steve Dillon, y hay otro diálogo en el cementerio que le provoca un nudo en la garganta al más duro. 

Y hay referencias al MCU, a patadas. Hay personajes de JessicaJones puestos de manera acertada, hay menciones, detalles y referencias no solo a Marvel, también a escenas de Star Wars, a la franquicia de Highlander, ¡y hay Ninjas! ¡Ninjas por doquier! Ninjas everywhere!!! Realmente lograron superar el nivel admisible de meta-referencias culturales del fandom, al punto tal que quizás algunas están de más, o son un poco toscas, pero seguro serán festejadas y bienvenidas por un puñado de enfermos que podrán reconocer cada una de ellas.

Pero si solo de eso viviera el fan, seríamos una paria: los personajes secundarios más importantes, Karen Page y Foggy Nelson, vuelven a tener un papel fundamental en el desarrollo de prácticamente todas las tramas, y crecen de manera inusitada, y hasta me arriesgaría a decir que tuvieron una evolución superior a la de Matt. La madurez de los diálogos, repletos de crudeza y soltura, frescos y temperamentales, hace que uno respete, quiera y empatice con estos personajes, y sufra a la par de ellos aún cuando se hace evidente que están transitando por momentos duros pero circunstanciales. El status quo que disfrutamos al finalizar la temporada previa se pondrá todo el tiempo en jaque, y esta vez los ánimos, la paciencia y la tolerancia de unos y otros no necesariamente van a ser suficientes.

La segunda temporada del Daredevil de Netflix tiene todo lo que uno espera de la misma: tiene giros inesperados, personajes invitados sorpresa, mucha interacción legal –incluso en un tribunal- de Foggy y Matt, debates y planteos sociológicos con mucha actualidad, y toneladas de acción, y a eso hay que sumarle, además, la inclusión de dos personajes clásicos de Marvel largamente esperados por el fan, pero así y todo, con todo esto a favor, es una temporada que no logra superar a su primer entrega, y es que algunos detalles no fueron cuidados y se dejaron ver algunas “desprolijidades”. Hay desafíos imposibles que los protagonistas superan de forma poco clara, o al menos poco verosímil. Hay Ninjas, sí, por suerte, y muchos, decenas, cientos de ellos, entrenados por una organización milenaria que, cuando osara posar su mirada sobre New York, el mismo Stick temía que tenían el poder para hacerla desaparecer del mapa. Y amén de si eso termina sucediendo o no, lo cierto es que nunca sentimos que una agrupación de Ninjas, sean el número que sean, represente un verdadero desafío para la excepcional pareja conformada por Daredevil y Elektra, de hecho, si de algo estamos seguros es de que cuando están juntos son prácticamente imbatibles. Es verdad que ambos sangran, mucho, repetidas veces, y se codean con la muerte, pero al final del día nos queda la idea de que un Ninja de estos solo es peligroso para cualquiera que carezca de la chapa de Frank, Stick, Matt o su griega co-equiper.

De todos modos, no se engañen, la segunda temporada de Daredevil no solo es excelente, es nociva para el resto de las series super-heróicas al aire, y para el resto del Marvel Cinematic Universe. Así de buena es, así de mucho se disfruta, así de cebado nos deja, y así de desesperados vamos a estar por ver nuevamente a nuestro amigo sin miedo en acción, en su propia tercer temporada o con los Defenders. Sí, queremos más Daredevil, carajo. Nos leemos la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.