viernes, 12 de febrero de 2016

4 películas de Ciencia Ficción para matar un Domingo - La Columna de Logan.




Si, lo sé, el título de la columna de hoy tiene menos gancho que una tapa de la Cosmopolitan, por eso es menester pasar a explicar de qué va la columna de hoy: seleccioné para ustedes 4 películas de ciencia ficción modernas dignas de ver que pueden haber pasado debajo del radar de cada uno dado que son producciones menores sin directores consagrados ni actores con chapa, producidas por pequeños estudios yanquies, británicos o suizos, y que en la mayoría de los casos fueron directo a DVD. Cada película aborda un tópico particular de este género, generalmente desde una perspectiva bastante original. Y en el caso de no sea una propuesta fresca e innovadora, hay otro motivo por el cual este film integra este listado, las 4 producciones seleccionadas tienen su razón de ser. Por supuesto, ninguna de estas propuestas es una digna postulante de conformar algún tipo de podio dentro del género, ni mucho menos, pero son propuestas interesantes que ameritan un acercamiento para el fan deseoso de más material fílmico sobre estos temas. 



The Machine (2013)

Inteligencia Artificial. El tópico favorito de los últimos años en lo que se refiere al cine, desde producciones de culto como la A.I. (2001) de Spielberg o la I, Robot (2004) de Alex Proyas basada en un cuento de Asimov, hasta las más recientes Autómata (2014), Transcendence (2014) y las excelentes Ex Machina (2015) y Chappie (2015), la cercanía de esta “ficción” con la ciencia se hace cada vez más chica, y por eso las implicancias ética-morales en juego comienzan a tener más peso.

En el caso de la producción británica The Machine (2013), hay dos motivos por los cuales vale la pena acercarse a esta producción: la protagonista es nada menos que Caity Lotz, actriz conocida por caracterizar a Sara Lance en la serie Arrow, la cual forma parte ahora del equipo protagonista de Legends of Tomorrow, y el director, Caradog W. James, junto con la producción hicieron un trabajo ejemplar narrando una trama bastante trillada. En términos generales, la estética del film y la forma en la que está narrada la aúnan mucho más con las producciones televisivas del género que con las cinematográficas, pero la producción se tomó muchos detalles muy en serio, y hay una decena de escenas que son un deleite visual. No amarretearon gastos en nada que tuviera que ver con lo tecnológico, y a pesar de desarrollarse en un entorno contenido y pequeño supieron crear ambientes con distintos climas acompañados de una musicalización más que decente que marca el tenor del drama que se vive en ese momento. Hay una escena en particular que garpa toda la película, donde Caity Lotz baila semidesnuda emulando ser una danzarina de ballet profesional, mientras luces relacionadas con su exoesqueleto mecánico aumentan y disminuyen su intensidad… uno no sabe si horrorizarse, excitarse o emocionarse con lo que ve en pantalla. 

La trama del film nos ubica en un futuro próximo en el cual Inglaterra entró definitivamente en guerra con China, y el terrorismo de estado es moneda corriente en suelo británico, razón por la cual desarrollar una A.I. (Artificial Intelligence) que les permita infiltrar agentes en los altos mandos asiáticos para poder acabar con la cúpula de poder de un saque se volvió una prioridad, paralelo al desarrollo de suplementos y reemplazos de extremidades y otros órganos para ciertos militares que sufrieron heridas en el campo de batalla. Es ahí cuando entra Ava, el personaje de Caity Lotz, una ingeniera muy joven que rechazó un puesto en la NASA para poder trabajar en el sector privado con una tesis muy bien lograda de un prototipo de A.I. que estuvo a punto de superar el famoso Testde Turing.

Por supuesto nada sale como lo van planificando, y un mapeo del cerebro de Ava podrá proveer a futuro la consciencia necesaria para “despertar” un prototipo de Cyborg que a medida que el film avance tendrá poco que envidiar al magnífico T-800 de Arnold. The Machine es un film denso, oscuro y por momentos muy turbio, casi sin momentos de sosiego o alegría, con toneladas de acción y muchos golpes bajos gratuitos, y con actuaciones normales, y en algunos casos muy pobres, pero la protagonista, Lotz, sorprende con un personaje que poco a poco se va a ganar el cariño del espectador, y una vez más deja claro sus altas capacidades para las peleas cuerpo a cuerpo, algo que en televisión viene demostrando hace rato, y una característica de la que incluso se jacta en las redes sociales.

Cargo (2009)

Soberbia producción Suiza que a diferencia de la otra reciente película de este género proveniente de este país –en co-producción con U.S.A. y Gran Bretaña-, el bodrio de Under the Skin (2013) que solo tiene para rescatar el desnudo frontal de Scarlett Johansson, encara el tópico Space Opera con altura y una excelencia en la producción que casi se me figura inaudita para un país que no tiene historia en este género. Solo en las complejas escenas finales tengo algunas cuestiones estéticas y de FX’s que criticarles, pero el resto del film… impecable. Cargo (2009) es visualmente impactante, tiene una dirección correcta, también está acompañado de una música monótona pero adecuada para el clima de la narración, y a diferencia de lo sucedido en The Machine tiene muy buenas actuaciones. El clima logrado en esta producción es la columna vertebral sobre la que avanza el relato, y han cuidado un millar de detalles para que el mismo no se pierda o se transfigure, dotando al film de una potencia narrativa enorme. Por supuesto, si The Machine era oscura y sombría, palidece ante la trama de Cargo, ¿no? Es para verla un domingo up-up, porque si estamos medio bajón, después de Cargo nos clavamos un corchazo.

La trama parte del año 2267, en el cual ya la humanidad ha tenido que abandonar la tierra porque quedó hecha concha del maltrato ambiental que tuvo, y se transformó en un sector inhabitable. La mayoría de las personas viven en estaciones espaciales que orbitan en distintos sectores, muy alejadas unas de otras, a veces a años luz de distancia. Los que tiene plata, contactos o poder de algún tipo viven en Rhea, el único planeta que cuenta con las condiciones idóneas para que el ser humano pueda sobrevivir en el mismo, el cual se encuentra, como mínimo, a 4 años luz de distancia de la nave que habita la protagonista del relato: la Dra. Laura Portmann, caracterizada por Anna-Katharina Schwabroh (es Suiza, maestro, ¿no vas a pretender conocer algo de su filmografía, no?), la cual viaja en un carguero que transporta materiales para seguir construyendo una estación orbital llamada #42.

El plan de Laura es viajar en esta expedición que, oh casualidad, tardará 4 años en llegar a #42 (los tripulantes se van turnando, mientras todos están en animación suspendida hay uno despierto de guardia, la cual dura entre 3 y 4 meses), y luego con la plata que le paguen por sus servicios, dirigirse a Rhea, donde la espera su hermana y sus sobrinos, una encomienda que probablemente le lleve unos 2 o 3 años más. Si todo sale bien, digamos, en 6, 7 añitos se estaría reuniendo con lo que le queda de familia… ¡Lindo plan a largo plazo, ¿no?! Y bueh, así es la vida en el 2267, larga y dura. Agarra… nah, bueno, lo que termina sucediendo durante este viaje es que un misterioso polizón amenaza con poner en riesgo la vida de toda la tripulación, Alien (1979) style, además de caer en la cuenta de que hay cierto material que el carguero está transportando que no se condice con lo descripto en la carta de viaje espacial, y que podría contener un potencial peligro radiactivo. Cargo es un film de suspenso, un thriller, que nos permite reflexionar sobre el paso del tiempo, las distancias, los valores familiares, la soledad, y el poco valor que le damos a estas cuestiones cuando las tenemos resueltas, claramente.



Parallels (2015)

¿Se acuerdan de Sliders? ¡Esa, mundos paralelos, Crisis on Infinite Earths, man! ¡Mundos vivirán, mundos morirán, y el universo D.C. nunca será el mismo! ¡Gracias Zinco, gloria de la gloria! Bueno, contengamos un poco la emoción, porque en esta entrada hay una trampa, y es menester explicarla primero: Parallels (2015) es un film que originalmente fue concebido como un piloto doble para una futura serie de ciencia ficción sobre tierras alternativas para ser producido por la FOX y ser “emitido” por Netflix. Algo pasó en el camino y el proyecto de serie cayó en saco roto, pero el piloto doble no solo ya estaba realizado, ya tenía la post-producción encima, con FX’s, música, edición, todo. Alguien de la FOX dijo: “che, mirá, esto está terminado en un 100%, tipo… ¿lo vamos a tirar a la mierda? Nah, armémoslo como una película, proyectémoslo por Netflix, y si la gente se copa quizás resurge de las cenizas este proyecto y hay luz verde para la serie”.
Las pelotas. Lo presentaron como un film, lo agregaron a la grilla de Netflix, no le dio bola ni la vieja del director. Y es una lástima, porque la trama y la producción tenían potencial para ser una serie decente, ya que el piloto, leído como piloto, es brutal. La última aclaración pertinente: el final es un cliffhanger, por supuesto, al capítulo 3 que nunca se realizó. Es un final abierto…

Ronan y Beatrix son dos hermanos que no se veían hace años y regresan a la casa de su padre por pedido explícito de su progenitor, el cual no se encuentra en la misma pero los invita a reunirse con él en un edificio ubicado en el centro de la ciudad, la cual nunca se indica con exactitud cuál es, pero por el tamaño de la misma, la cercanía con un río y las poblaciones residenciales de casas bajas alrededor de la parte metropolitana más aglomerada y repleta de altos edificios bien podría ser New York. Se les prende en la movida un vecino del barrio, Harry, y ya en el interior del edificio indicado, el cual por cierto es bastante alto pero está abandonado, los dos hermanos y el vecino están desconcertados: el inmueble, bastante deteriorado, está repleto de grafitis y escrituras que hablan de Tierras y números, con advertencias y resumidas descripciones, y mientras deambulan por el interior del mismo una alarma 
comienza a sonar, un sistema de luces se enciende y apaga cíclicamente junto con la alarma, y luego de un minuto y monedas y un pequeño temblor todo se apaga… y el edificio ya no está ubicado donde estaba, ahora el exterior responde a la descripción de una ciudad que fue víctima de múltiples ataques, potencialmente nucleares. Desde el interior del edificio hace su aparición otro personaje, Polly, una sexy joven con rasgos asiáticos que habla un perfecto inglés y que les cuenta a los 3 desorientados jóvenes que cada 36 horas el edificio se mueve de “tierra”, ni de tiempo ni de espacio, solo de “tierra”, y va saltando a las diferentes existencias alternativas sin ninguna medida más allá de ese margen de tiempo. Si estás dentro del edificio, viajas hacia esa otra tierra, sino… chau chau, te quedás fuera del viaje porque el edificio desaparece de ese lugar. ¡Una fiesta!

Los que seguimos fervientemente The Flash una vez más estamos de parabienes, porque esta temporada, como ninguna otra en prácticamente ninguna serie actual, está explotando las posibilidades de tierras alternativas, pero lo cierto es que es un tópico poco explorado en televisión y cine, y ese es el motivo por el cual deberán darle una oportunidad a Parallels, aún cuando sepan que el final es el comienzo de todo, un “todo” que nunca vamos a tener.

Time Lapse (2014)

Como suele ser costumbre cuando escribo este tipo de entradas, lo mejor para el final, mas vale. Time Lapse (2014) es una producción pequeña, tanto que muchos incluso no se les ocurriría ponerla dentro de la categoría de ciencia ficción, y sin embargo es la más potente de todas las propuestas ofrecidas hoy, por su creatividad, originalidad, frescura, y por la dirección en términos generales y dirección de actores que sacó lo mejor de estos artistas y sus personajes. Time Lapse es uno de esos pocos films donde todo funciona bien y se ha ajustado a la medida del objetivo a conseguir, y aún con situaciones y momentos medianamente predecibles, la sorpresa final definitivamente no te la vez venir ni un poquito.

El tópico de Time Lapse, encima, es el favorito de quien escribe dentro del género, “viajes en el tiempo”, y la originalidad de la propuesta casi supera a la del film de culto Primer (2004). Fiel a sus orígenes indies, Time Lapse nos cuenta la historia de tres jóvenes que viven en la misma casa aún cuando dos de ellos son pareja: Finn, personificado por Matt O'Leary, un supuesto artista-pintor de cuadros bloqueado que es el “encargado” de una pequeña comuna de 3, 4 casas alrededor de la suya, Callie, en la piel de Danielle Panabaker, su novia y escritora también bloqueada, y el mejor amigo de ambos, Jasper, encarnado por George Finn, un chanta y apostador obsesivo que el único mérito que tuvo hasta el momento es poder lidiar con su problema sin endeudarse. Los tres llevan sus rutinarias y monótonas vidas sin mayores sobresaltos hasta que un día deciden revisar el domicilio de uno de los inquilinos, un anciano que no da muestras de vida hace varios días. Cuál no sería la sorpresa de todos al descubrir que el viejo era un voyerista de la primera hora y tenía el lente de una gigantesca y exótica cámara fotográfica apuntado al living-comedor de ellos, el cual por cierto en una de sus paredes cuenta con un enorme ventanal que permite ver la casi 
totalidad del interior del mismo desde afuera si las cortinas están corridas. En la misma habitación descubren toda una pared empapelada con una cuadricula conformada por fotografías de ese living, todas tomadas a la misma hora, de forma secuencial y continua, todos los días, en dos momentos del día: 8 de la noche y en algún momento de la mañana. Lo raro del asunto es que la cámara muestra una foto reciente, tomada hace unos instantes, pasadas las 20:00 hs justamente, y en la imagen se ve una fiesta… la cual los protagonistas pensaban organizar la noche siguiente.

Poco tardan en caer en la cuenta de que esta extraordinaria y exótica cámara está seteada para sacar una foto del futuro, exactamente 24 hs antes. Luego de encontrar en un sótano cerrado el cadáver casi calcinado del propietario de dicho artilugio, y sin posibilidades de poder comprender el funcionamiento de la máquina en cuestión, Finn, Callie y Jasper deciden comenzar a sacar provecho de esta extraordinaria cámara, y sus vidas cambiarán de forma terminante. Time Lapse  es un drama humano que explora las complejas relaciones de tres personas que perdieron el rumbo de sus vidas y anhelan un presente mejor, y no tienen la más mínima intención de poner un esfuerzo extra para lograr salir de la parsimonia en la que se encuentran, se rinden a los beneficios de haber encontrado una punta que les dispare ciertos cambios y no calculan demasiado las consecuencias nefastas de lo que llevan adelante. La producción es pequeña pero está muy bien cuidada, es muy verosímil y está repleta de momentos incómodos y de tensión, y sin llegar a encariñarnos con ninguno de los protagonistas, es imposible no reconocerse en ciertas situaciones, por no mencionar que probablemente envueltos en un dilema similar hubiera tomado decisiones parecidas. Lo mejor de todo: dura 100 minutos, el tiempo exacto que debería durar un relato de estas características. Sin lugar a dudas es la mejor opción de los 4 films hoy citados, y si solo se pueden acercar a uno de ellos, que sea este. Nos seguimos leyendo la semana que viene, acá, en Tierra Freak.