jueves, 3 de diciembre de 2015

The Expanse – Análisis del piloto de la serie - La Columna de Logan.



Para sorpresa de algunos y alegría de varios estamos viviendo momentos muy intensos para el fan de la ciencia ficción y su relación con la televisión. Constantemente surgen proyectos de mayor o menor envergadura en formatos disímiles, muchos de los cuales, cuando nos da el tiempo, intentamos exponer en este sitio, como hizo mi colega Dr. Morholt con Killjoys, Dark Matter, Sense8 o 12 Monkeys. Con un mercado televisivo basto pero exigente muchas de estas producciones terminan siendo canceladas antes de que los productores puedan cerrarlas como es debido, esto también es cierto, pero la gran mayoría logran finalizar su recorrido casi sin tropiezos. Y a la hora de elegir guiones para llevar adelante proyectos de este género muchas cadenas apuestan por adaptar novelas galardonadas o clásicas, como hizo amazon cuando decidió darle a Ridley Scott la oportunidad de volver a adaptar una novela de Philip K. Dick como ya lo hiciera para el cine en 1982 con el film Blade Runner (basado en la novela Do Androids Dream of Electric Sheep?), pero esta vez como productor ejecutivo adaptando en formato de mini-serie de 10 capítulos el libro de 1962 The Man in the High Castle, serie que ya está completa para poder ver y de la cual voy a hablar la semana que viene. Hoy me pintó agarrar el piloto de una serie que va ser distribuida por NBC pero que fue puesta al aire por un canal clásico de este género, Syfy Channel, y que va a adaptar la saga de novelas denominada The Expanse, escrita por James S. A. Corey, un seudónimo que utilizan los escritores Daniel Abraham y Ty Franck cuando trabajan juntos.


Space Opera Revival

La primera de estas novelas, Leviathan Wakes, fue publicada en el 2011 y estuvo nominada para los prestigiosos premios Hugo al año siguiente… pero perdió. Igual, para que se den una idea, ese mismo año también estuvo nominada A Dance with Dragons, la 5ta novela de George R. R. Martin que narra las aventuras épicas de la saga A Song of Ice and Fire, misma que está siendo adaptada por HBO bajo el nombre de Game of Thrones, ¿no? Y ésta también perdió, o sea que, por un lado, claramente aquellas 5 novelas que terminan siendo nominadas tienen con qué, y segundo, es harto complicado ganar. Dicho sea de paso, el mismísimo George R.R. Martin describió a Leviathan Wakes como una "kickass space opera", lo cual nos da la pauta de la repercusión que este libro tuvo y los elogios que levantó. 

Siendo así, la fusión entre NBC y Syfy para llevar adelante una nueva producción Space Opera que tuviera un presupuesto incluso superior al que supo tener la estrella de la casa, Battlestar Galactica -show que concluyó hace 6 años pero que dejó una huella tan grande en el público y en la señal que al día de hoy todavía sigue siendo un referente en charlas y dentro de la programación del canal- terminó apuntando a esta serie de aventuras de Corey, asumiendo el compromiso de adaptar la saga en su totalidad. Mi mención anterior de la saga A Song of Ice and Fire de Martin fue acertada para sostener una opinión pero además viene como anillo al dedo para comparar este proyecto con lo que está llevando adelante la cadena HBO, dado que con The Expanse se están arriesgando a hacer lo mismo: pretender adaptar un libro por año sin un proyecto fuerte que pueda ser sustentado a futuro, sobre todo si los niveles de audiencia terminan siendo bajos –cosa bastante común en esta señal, por otro lado, la misma Battlestar Galactica, con los generosos niveles de audiencia que supo tener, estuvo a punto de ser cancelada dos veces por el abultado presupuesto que requería para poder ser realizada- pero además sin la certeza de que la serie en el papel esté concluida. Al día de hoy, solo hay cinco novelas publicadas –la ya mencionada Leviathan Wakes, Caliban's War, Abaddon's Gate, Cibola Burn y Nemesis Games, las cuales fueron saliendo una por año, entre el 2011 y el 2015- y una más anunciada para junio del 2016, Babylon's Ashes, de un total de nueve novelas que cerrarían la saga literaria en el 2019.

La comparación con la saga de Martin no termina acá, en la forma en la que va a ser adaptada a la televisión: los libros de Daniel Abraham y Ty Franck están escritos de manera similar a como está siendo narrada A Song of Ice and Fire, donde la “voz” narrativa de cada libro está dictada por la perspectiva limitada de uno o más personajes, e inclusive un mismo evento puede ser contado más de una vez, desde la mirada de dos personajes ubicados en bandos opuestos. O quizás mientras algo sucedía en un sector de la galaxia, capítulos después nos enteramos de lo que estaba pasando en ese mismo instante en otro sector, desde la mirada de otro de los personajes. Nunca existe un “narrador omnipresente”, siempre el lector recibe las impresiones subjetivas de uno de los personajes, una modalidad de escritura que, al menos en lo que se refiere a literatura fantástica y ciencia ficción, se comenzó a poner de moda en las últimas décadas del siglo pasado.

Quizás la forma en la que fue escrita The Expanse no tenga tanto que ver con la admiración que tienen los autores por ciertas sagas fantásticas y sí con el hecho de que originalmente esto iba a ser un guión para un proyecto que quedó trunco para desarrollar un MMORPG (massively multiplayer online role playing game, en castellano: videojuegos de rol multi-jugador masivos en línea) del tipo World of Warcraft, Final Fantasy XIV o DC Universe Online, y de ahí que, puestos a escribir y desarrollar una saga que iba a tener un enfoque centrado en el desarrollo económico y político de enormes sociedades muy disímiles entre sí, encontraran lógico y ameno escribir esta aventura desde la mirada de un reducido número de personajes.

La serie de Syfy

La premiere del piloto fue puesta a disposición del televidente el pasado 23 de noviembre, y el segundo capítulo estará on-line recién el 23 de diciembre para luego poder ir viendo el resto de la temporada de a un capítulo por semana, algo que, si me preguntan a mí, teniendo en cuenta que el proveedor de esto es amazon, una plataforma que compite directamente con Yahoo, Netflix y el contenido on-line de Sony, es un error. Lo de los capítulos semanales, viste, dejáselos a la anacrónica televisión que se resiste a dar el siguiente paso lógico evolutivo cuando se trata de tecnología, pero el contenido audio-visual streaming, sea un film, una mini-serie o una temporada completa de una serie, lo quiero completito en un solo día para clavarme, si me place y puedo, una maratón un fin de semana.

Amén de este detalle, las dimensiones que va a tomar esta serie pintan ser enormes, y siendo así se hace evidente que un solo capítulo es insuficiente como para poder dar un visto bueno certero, pero sí nos sirve para reconocer la muñeca que va a haber detrás de cámara para la narración y la dirección de actores, el tipo de producción –en los visual, sobre todo en los FX’s y en el diseño de personajes, escenarios, vehículos, y trajes- que vamos a tener y el nivel del casting elegido.

Cuando pasaron unos 10, 15 minutos del capítulo nos comenzamos a dar cuenta que las caras conocidas son pocas, lo cual al menos a mí no suele molestarme. Un Thomas Jane teniendo un protagónico –el actor que hizo del Punisher que combatía a Travolta-, una Shohreh Aghdashloo que en televisión generalmente caracteriza personajes con conexiones con medio oriente, y casi seguro es una terrorista [ como lo hizo en 24, FlashForward, House M.D., Grimm, Believe y Bones], y por un momento pensé que una morocha con un físico forjado en un Gym podía ser la Freema Agyeman de Sense8, pero no, le erré feísimo… esta se llama Dominique Tipper, también es británica, pero ni siquiera son hermanas. Horrible lo mío. Sorpresivamente en un momento dado aparece un Jonathan Banks (el genial Mike Ehrmantraut de Breaking Bad y la más reciente Better Call Saul), pero me late que no los vamos a ver tan seguido por acá.

¿Y qué corno sucede en este piloto? Bueno, la narración comienza 200 años en el futuro, en el siglo XXIII, donde la humanidad en mayor o menor medida pudo colonizar el sistema solar y un gobierno mundial controla la Tierra mientras que quienes llegaron a Marte desarrollaron un poderío militar importante, el cual de alguna forma logró “independizarse” de esa coalición mundial terráquea y hoy es un foco de poder al que hay que tenerle respeto. Hay un grupo de “planetas interiores” que en este episodio no terminan de ser explicados del todo que forman parte de otro tipo de coalición, un tercer frente, dado que todos estos dependen de la explotación minera de los asteroides que los rodean, así que prácticamente la totalidad del ingreso de estos habitantes la obtienen trabajando “en el espacio”, y para ellos, el aire y el agua son dos vienes muy preciados, por la falta de atmósfera (o las condiciones infra-humanas de la misma) de los planetas que habitan. Estos tres frentes se han mantenido en paz durante los últimos años pero la diplomacia está llegando a su fin y la guerra entre estas facciones está a dos pasos de comenzar.

Uno de los motivos podría ser un sistema de explotación que los habitantes de la Tierra han impuesto por sobre aquellos que trabajan en los asteroides. Hay estaciones espaciales y emplazamientos en los “planetas interiores” que son abastecidos por el trabajo de estos “obreros”, y de alguna forma la Tierra se beneficia de esto, y Marte por el momento no. De una u otra forma, estos ciudadanos no sienten que su trabajo (que debería ser considerado de alto riesgo) sea valorado, y no se ven beneficiados económicamente por ser ocupantes de planetas con una enorme riqueza en minerales. Eso por no mencionar que el agua y el aire en estos planetas está racionalizada y evidentemente no todos tienen acceso a la misma como para cubrir sus necesidades básicas de supervivencia. Estos humanoides que han vivido durante generaciones en estos planetas con otro tipo de gravedad comenzaron a desarrollar rasgos físicos que los distinguen del humano terráqueo: son más delgados y altos y sus músculos están un poco más atrofiados. El trabajo de inteligencia que hizo la Tierra está dando como resultado la búsqueda y captura de células de terroristas que tienen como objetivo torcer la balanza económica hacia su lado, y en este episodio vemos como lidian con este tema. 

Nuestro protagonista, el detective Miller (Thomas Jane), tiene que encontrar a la hija de unos empresarios textiles orientales que tienen su base en la luna pero distribuyen su mercancía a varios planetas (ergo: están forrados en plata), la cual se involucró posiblemente con un grupo de estos pseudo-terroristas durante sus años de estudio universitario, pero cuando hacemos las conexiones de la escena inicial y los archivos que le ofrecen a Miller sobre esta japonesita, nos damos cuenta que quizás se metió en algo un poco más complicado…
 
El otro protagonista de este episodio es James "Jim" Holden, interpretado por Steven Strait, el primer oficial de un equipo de mineros espaciales que, entre otras cosas, se dedican a picar el hielo que flota en los anillos de asteroides para extraer del mismo agua. De regreso de una de sus misiones se cruzan con un mensaje de auxilio de una estación espacial que, a priori, parece estar casi deshabitada. Cuando acuden a esta llamada –casi por obligación, y para no contradecir cierta reglamentación impuesta para estos casos- tienen la mala fortuna de ser divisados por algún tipo de carguero espacial proveniente de Marte que forma parte de uno de los tantos “piratas espaciales” que roban cargas importantes como, por ejemplo, la de hielo que en este momento Holden y sus compañeros cargan. El capitán del Canterbury (tal el nombre de la nave de estos mineros) toma una mala decisión y… las consecuencias serán nefastas, para muchos de sus empleados. Las fichas están puestas, de forma bastante inteligente, para que de uno u otra forma, a corto plazo, los caminos de Holden y el detective Miller se terminen cruzando, y el conflicto interplanetario que está en punto ebullición tenga en estos personajes las dos miradas contrapuestas.

Visualmente la serie es impecable, tanto en la estética elegida como en la puesta en escena y la gráfica utilizada para lo que podemos apreciar de la “tecnología visual”. Los diseños de personajes son muy verosímiles, tanto como los diálogos, y el componente político, que en un principio parece un poco soso, banal y carente de contenido, pero cobra sentido a medida que va avanzando el capítulo cuando, como televidentes, podemos ver por ejemplo el estado calamitoso en el que viven los ciudadanos que trabajan en los círculos de asteroides. Cuando comencé a ver este episodio me molestó de sobremanera que, 200 años en el futuro, en los planos generales que mostraban gente aglutinada no los viera a absolutamente todos con algún tipo de aparato multi-media de comunicación o entretenimiento incorporado a su cuerpo u orbitando cual nano-drone alrededor de su cabeza, de hecho para el futuro cercano -50 años, o menos- al menos yo espero que las leyes avancen para poder incorporar tecnología sub-cutánea… ¡Si ya hoy lo hacen con los animales! Me corrijo: no es algo que yo “desee”, sencillamente creo que hay un frente tecnológico que está avanzando con paso fuerte y decidido hacia ese lado. Después entendí que solo tuvimos acceso, como televidentes, a una masa de gente que vive en planetas carenciados –hay un par de tomas en la Tierra, pero son muy cortas y con pocos personajes-, y que si tienen un uso restringido de agua y aire, probablemente corran la misma suerte con la tecnología. Traducido al castellano: si a duras penas podes comprar el agua y el aire que necesitás para vivir, dudo te sobre plata para un telefonito-loco.

Dicho esto, esta es una serie que voy a seguir, que tengo ganas de seguir, porque este piloto me dejó con ganas de más. Lo malo de este deseo es que el siguiente capítulo aterriza encima de las fiestas, casi, un momento en el cual uno se olvida de series y películas para poder asistir a eventos y reuniones sociales, salir y emborracharse mucho… pero cuando este 2015 finalmente nos haya abandonado, doy por sentado que voy a volver con The Expanse. Espero, por otro lado, que vuelvan a leerme la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.