miércoles, 1 de abril de 2015

El Ministerio del Tiempo, demostrando que la fantasía no es sólo anglosajona - El Gabinete del Dr. Morholt.


Quien niegue que el cine y la televisión son industrias culturales es un necio. Quien crea que no existe una “bajada de línea” en cualquier producto audiovisual porque “es sólo entretenimiento” es más necio todavía.

Quien crea que George Romero sólo hablaba de muertos vivientes en su magnífica “Night Of The Living Dead” es porque nunca escuchó al director hablando en contra de la sociedad de consumo. Del mismo modo, a quien piense que el cine de John Carpenter no es un cine político porque “es sólo cine de género” le recomiendo que revea la obra de este gran director porque puedo asegurarle sin temor a equivocarme que no entendió ninguna de sus películas.


¿Por qué empezar la columna de hoy tan violentamente? Porque como cualquiera de los habitantes de esta Tierra Freak conozco más a Jimmy Hoffa, por ejemplo, que a Ángel Pestaña, simplemente porque de uno hubo una película protagonizada por Jack Nicholson y del otro si hubo alguna película realmente no me enteré.

De la misma manera reconocemos los nombres de los presidentes de Estados Unidos, pero no de los Reyes de España, a pesar de que fuimos colonia hasta hace poco más de 200 años, principalmente porque en casi todos los productos culturales que consumimos se hace alguna clase de referencia a alguno de ellos, sea en la propagandística “National Treasure” protagonizada por Nicholas “cara de goma” Cage o en la maravillosa “Point Break” protagonizada por la magistral dupla Reeves/Swayze.

Lo peor de todo es que ese país que se esfuerza porque conozcamos y aceptemos como propia su historia tiene menos de 250 años de cosas para mostrarnos, pero nuestra “madre patria” tiene más de un milenio y estuvo en el centro de hechos históricos mucho más importantes a nivel global que la Guerra de Secesión o el concierto de Woodstock.

Y toda esta diatriba se basa en que por culpa de ese bagaje cultural del que soy víctima no pude disfrutar en un 100% de la maravillosa serie de la que tengo pensado hablar hoy: “El Ministerio del Tiempo”.

Esta serie se emite por la televisión pública española, la cadena TVE, ese canal que seguro tenemos en nuestros sistemas de cable con un número más cercano al 80 que al 20. Esta serie es creación de Pablo y Javier Olivares para la productora Cliffhanger. Nombres que deberían sonarnos, de consumir más productos de la madre patria, tanto como Steven Moffat o cualquier otro guionista de series yankis.

“El Ministerio del Tiempo” es una historia de fantasía (no por nada estamos hablando de ella en TierraFreak), una historia de viajes en el tiempo, una historia de ciencia ficción, una historia de intrigas y secretos, pero principalmente es una historia de personas que siguen siendo personas a pesar de tener algo tan fantástico como el viaje en el tiempo frente a ellos.

En esta serie los creadores, dos whovians totalmente declarados, hacen referencia desde el primer minuto a todo ese bagaje nerdo que ellos también tienen, ostentan con orgullo y utilizan para acercarse al público específico (los nerdos como ellos) sin dejar de lado al público más general al que está dirigida la serie.

Porque hay que tener en cuenta eso al momento de ver “El Ministerio del Tiempo”, es una serie que va en horario central en la televisión pública de España. No es un producto de culto, para una minoría, sino uno dirigido al gran público. Dirigido a abrirles la cabeza y mostrarles que desde la fantasía también se puede contar historias interesantes.

Los protagonistas son un enfermero del servicio de emergencias, de 2015 (interpretado por Rodolfo Sancho), la primera mujer universitaria de la historia española, de 1880 (interpretada por Aura Garrido) y un soldado de uno de los ejércitos más emblemáticos de la historia española, de 1500 (interpretado maravillosamente por Nacho Fresneda). Todos reclutados para ser funcionarios en este Ministerio que data de la época de la Reina Isabel de Castilla y que se encarga de mantener inalterable la historia.

La manera en que los funcionarios viajan a través del tiempo es por unas puertas que llevan a ciertos momentos de la historia, pero todas dentro del territorio del “imperio español”. Acá no hay TARDIS, ni Túneles del Tiempo, ni DeLoreans donde podemos ingresar una fecha y viajar a ella. Acá hay momentos específicos a los que se puede acceder por estas puertas y un Ministerio, con toda la burocracia que conllevan los ministerios, que es el encargado de cuidarlas.

Como en todo organismo público está la autoridad mayor, el Ministro, que debe responder a sus superiores políticos, pero también los empleados que se quejan porque no les pagan las horas extras, o los que sólo van a cumplir su horario sin importarles mucho el trabajo que desarrollen, o los que aprovechan los recursos de la oficina para sus fines personales. Porque el síndrome del empleado público parece ser una cuestión que se repite en varios países.

Obviamente los protagonistas tendrán misiones que tienen que ver con la historia española y viajarán por cualquier época, pero siempre con referencias españolas. Por lo tanto habrá referencias a bandas de rock de los 80s que sólo conocerá el público español, así como referencias a personalidades de la televisión o farándula española (pasada o actual), o personajes históricos españoles con los que los protagonistas se cruzarán en el medio de sus aventuras y que, de conocerlos, estaríamos “flipando” como dicen los hermanos ibéricos.

Y sobre esto no debe aceptarse ninguna queja, del mismo modo que no nos quejamos cuando el Doctor Who viaja a ver a Winston Churchill y deberíamos sentirnos orgullosos o cuando en “Star Trek: Deep Space Nine” viajan en el tiempo y aparecen en Roswell en 1947 y todos deberíamos saber qué fue lo que pasó supuestamente en el “Area 51”. Son productos culturales y están pensados para el público al que se dirigen.

No se debe pelear con eso, sino disfrutarlo. Y en el caso de “El Ministerio del Tiempo” los guionistas se encargan de que si no conocemos al personaje en cuestión, no nos perdamos de disfrutar la aventura que nos plantean… aunque un poco de bronca queda y por eso empecé tan violentamente esta columna.

Porque se que debería saber quién es el Lazarillo de Tormes o maravillarme mucho más con que Diego Velázquez sea un personaje recurrente de la serie o reirme horrores al ver cómo representaron a Franco. Pero sólo lo disfruté mucho y no muchísimo.

Aunque quizás sea un poco obsesivo y quizás me está pasando lo mismo que me pasó cuando un amigo me recomendó el maravilloso capítulo “Blink” de “Doctor Who” y en seguida salí a la búsqueda de todo lo anterior de esa magistral saga que hace poco cumplió 50 años.

Y no me parece malo que eso me pase. No me parece malo que un capítulo de televisión me dispare a conseguir otras obras culturales a las que hace referencia o en las que está basado. Porque eso es lo que nos hace nerdos. No solamente consumir el producto, sino querer saber más al respecto, querer entender de dónde viene, qué referencias toma de dónde y ampliar nuestro espectro.

Por eso mismo ya estoy leyendo “Las Puertas de Anubis” de Tim Powers, porque el mismo Javier Olivares (showrunner de la serie) reconoció que “El Ministerio del Tiempo” tiene muchas cosas de “Doctor Who”, su spin-off “Torchwood” y de esa novela.

Como dato complementario la serie se puede ver gratuitamente instantes luego de que se emita por televisión en la web de TVE, pero también se pueden encontrar programas especiales de entrevistas a los distintos protagonistas llamados “La Puerta del Tiempo” que es un maravilloso contenido extra que no tenemos que esperar a la edición del DVD para disfrutar.


La serie es un éxito de televidentes, ha generado una reacción enorme de apoyo en las redes sociales y desde el segundo capítulo (al día de hoy se emitieron sólo 6) se generó una campaña para que TVE la renueve para una segunda temporada, cosa que hace sólo 3 días se confirmó. Ratificando que es un gran momento para estar vivo, porque podemos disfrutar de productos culturales con temáticas fantásticas de manera masiva. Cosa que hace 20 años era impensada para cualquier nerdo como nosotros.