jueves, 5 de diciembre de 2013

Acumuladores - La Columna de Logan.



Mi nombre es Matías Depettris. En la web hubo años que usé el Nick de Logan, o Logan San (el motivo por el cual estas reseñas están agrupadas de esta manera), y en la vida real, además, me han llamado o me llaman Mati o Chaco (?). Tengo 36 años y soy diseñador gráfico, y actualmente, y desde hace casi 7 años, vivo en Capital Federal. Quiero que quede más que claro quién soy, porque esta vez, a diferencia de lo que denunciaba un año atrás sobre los turbios manejos de la editorial Ivrea con sus ex-empleados, soy yo el que necesita ayuda. Soy un acumulador, mis queridos lectores, y quiero dejar de serlo.



El coleccionista de Huesos… de pollo.

¿Pero qué carajos es un acumulador, vieja?, se estarán preguntando algunos de ustedes. Hay una diferencia grande y sustancial entre un acumulador y un coleccionista, y vale la pena aclararla. El coleccionista tiene un hobby, un objetivo, y se siente orgulloso del mismo. Cada vez que puede se jacta de su colección e intenta mostrarla, en vivo o por intermedio de fotos digitales, en blogs o redes sociales. El coleccionista puede o no tener algún tipo de trastorno psicológico relacionado con su hobby, pero al menos lo hace público, y si requiere de ayuda, es más factible que la obtenga dado que su problema está expuesto.

El acumulador es víctima del síndrome de acumulación compulsiva, también conocido como trastorno por acumulación o disposofobia, un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia al amontonamiento de artículos u objetos (implicando la incapacidad para deshacerse de ellos) en forma excesiva en referencia a cantidades socialmente aceptadas, incluso si los objetos no tienen valor, son peligrosos o insalubres. Lo mejor de todo es que cada acumulador cree que su situación no es digna de revisión alguna: yo mismo, por ejemplo, leyendo y viendo otros casos, pienso todo el tiempo “ufff, que pedazo de enfermitos, que suerte que yo no llegué a ese nivel”. El acumulador lejos está de poder jactarse de su condición, o de querer mostrarla al público… aunque, por supuesto, el nivel de patetismo de algunos mezclado con esa necesidad que casi todos tenemos de lograr nuestros 15 Warholianos minutos de fama los ha llevado a abrir las puertas de sus casas a un programa de T.V. y dejar que millones de televidentes sean testigos de sus miserias. Esto también podemos entenderlo como un pedido de ayuda, claro que sí, pero si hay un show televisivo de por medio entonces el filtro para ver a través de la meta-ficción no nos permite apreciarlo como tal.
Gente como uno. NOT!



Le ponga la distancia que le ponga a mi situación con la de los peores y más extremos acumuladores, no dejo de ser uno de ellos. Por supuesto que Discovery Channel no está por invadir mi casa buscando jugosas declaraciones mientras su equipo de producción hace magia para movilizarse en un mar de desechos, cucarachas y llantos forzados por la confrontación del acumulador de turno (yo en este caso) con su familia, dado que, entre otras cosas, no vivo en U.S.A. ni tampoco cuento con una colección de porquerías dignas de ser televisadas. Lo mío es, quizás, un poco más sutil, pero la carga es igual de pesada. Vayamos entonces al meollo de la cuestión, y déjenme explicarles qué es lo que acumulo, y porqué.
·         * DVD’s Grabados
Cada capítulo de cada serie de t.v. que sigo por la web, cada documental, cada película, cada capítulo de anime, cartoon, cada corto que bajo… indefectiblemente tengo que quemarlo en un DVD. No puedo consumirlo y luego simplemente borrarlo del disco. Incluso cuando lo visto no necesariamente sea bueno, tengo decenas de películas mediocres quemadas. En una época también guardaba una copia de seguridad de cada disco, comic o libro que bajaba. Ahora pude, al menos, superar eso. Cada DVD que grabo lo numero, y es así como sé que tengo más de 675 DVD’s quemados, los cuales han comenzado a ocupar un lugar considerable. ¿Cuál es el objetivo de esto? No puedo saberlo, solo sé que tengo que hacerlo. Los últimos 30 o 40 siempre los tengo a mano, el resto están guardados en cajas, o apilados en algún rincón del Dpto. Quisiera poder mentir y decir que adentro mío tengo la sospecha de que en algún momento el sistema va a colapsar, y ya no podremos tener acceso a todo ese material de forma sencilla, pero no es así, mi cabeza no lo razona de esa manera. En realidad el único engaño que mi trastorno ha aceptado es que tengo la posibilidad de poder grabarle un DVD a cualquiera con cualquier cosa que alguna vez bajé, sin necesidad de repetir el acto, pero esta argumentación se cae cuando la realidad me muestra que, al no tener cada DVD y su respectivo contenido registrado en una adecuada base de datos digital (una planilla Excel me vendría bien), la búsqueda de lo que sea que necesite a veces se hace larga y tediosa. Cada DVD, eso sí, tiene su correspondiente etiqueta con su contenido, pero la misma no está digitalizada… entonces todo el proceso de búsqueda se tiene que hacer a la vieja usanza. Hoy cualquiera puede bajar una película en 15 minutos, y cualquier capítulo de una serie en 5, el valor de esos DVD’s es análogo al de una colección de cajas de zapatillas adalidas… si, leyeron bien, ni siquiera las originales.
·       * Revistas, diarios y símiles.
Un coleccionista tiene un criterio de selección y se concentra en un objetivo, como aclaré más arriba, y así va armando su colección hasta completarla, para luego poder ampliar la misma, si así lo desea, abriéndose hacia otros campos que tengan que ver con sus preciadas posesiones. Un acumulador, como yo… sencillamente carece de un criterio estable y va acumulando papel sin orden ni control alguno, porque en el momento de la adquisición del mismo le pareció importante tenerlo. Siendo lector asiduo de historietas, claramente un altísimo porcentaje de todo ese papel se corresponde con ese medio, pero también tengo infinidad de revistas de cultura general, de política, de rock, de literatura, y sumado a eso diarios u suplementos, deportivos o generales, u orientados también a algún medio en particular. Y libros, los menos pero también los hay. Y como no soy coleccionista, tampoco existe un orden para ir almacenándolos, así que todo este universo infinito de papel vive en una continua orgía psicodélica y promiscua donde una pila puede comenzar con 6 o 7 Rollings Stones, seguir con 4 diarios, continuar con 45 comics en castellano o inglés de distintos formatos para finalizar con algunas Noticias, Veintitrés o unos suplementos Radar. Hay bibliotecas y un par de muebles que disponen de lugar para agrupar de forma ordenada todo este material, pero es evidente que llegado este punto ningún espacio es suficiente, y, una vez más, cajas y pilas de papel comienzan a amontonarse en mesas, sillas y rincones varios. Un plano picado del interior de mi comedor con algún efecto de blureo podría lograr que se parezca a una vista panorámica de Manhattan… después de un apocalipsis Zombie.
·         * Cajas y Bolsas
Hasta acá veníamos bastante bien, ¿no? Quiero decir, tanto los DVD’s como las revistas, diarios o libros tienen, en mayor o menor medida, una justificación, apretada y forzada pero justificación al fin. Acá con lo de las cajas y las bolsas derrapamos, mal. Carezco de la fuerza de voluntad necesaria para poder deshacerme de forma sencilla de una caja o una bolsa. En el caso de las 1ras, no conservo cualquier tipo de caja, pero tampoco me pongo tan exigente: una caja de bombones, de un electrodoméstico, de zapatillas, la caja donde vino un comuñe, la de un perfume, las cajas de los componentes de mi p.c., la del celular… básicamente cualquier caja con un mínimo diseño y que a mi vista resulte “bonita”. Las cajas clásicas marrones que se usan para embalaje, esas son casi las únicas que no me interesan, y así y todo conservo dos enormes encima de una camita, las cuales he dispuesto para que mi gata pueda jugar con ellas. Una ex novia tuvo que “convencerme” de la inutilidad de muchas de esas cajas cuando nos mudamos juntos, y de todos modos no logró que me deshiciera de más del 50% de las que tenía en ese momento, aunque, claro está, algunas pudieron, por fin, tener un fin útil en la mudanza. Con las bolsas no me pongo tan exquisito: utilizo muchas para la basura, pero siempre tengo demás, y las bolsas “de diseño” las voy colgando en un par de percheritos que tengo en la pieza. Hay en la cocina un inexplicable tendedero que es el sostén de todas las bolsas que ingresan a mi casa, si las cuento probablemente supere el centenar… hay incluso bolsas que sirven para meter más bolsas dentro, y en algún momento tuve, como proyecto, utilizar algunas cajas para guardar algunas bolsas… pero lo deseché por inútil (?)

Ayuda

Con todo esto, me las he ingeniado para poder sobrevivir en un ambiente medianamente ordenado y con un porcentaje de limpieza que suele pasar la prueba de cualquier integrante de sexo masculino, y que no ahuyenta al cromosoma X (lo único que en realidad me importa, ¿no?, si a un amigo le jode mi desorden, ahí está la puerta, k-po), pero en realidad ese no es el problema: la cagada de todo esto es cuando finalmente te das cuenta de la inutilidad de todo, pero de todos modos es imposible encaminar un curso de acción que te aleje de la situación actual. A mí la ficha me cayó a principio de este año, irónicamente en un momento no muy alegre de mi vida, donde salía y entraba de estados depresivos como quien cambia su ropa interior, y aquí estoy, escribiendo esta reseña, casi 8 meses después… y prácticamente nada ha cambiado. Pude hacer algunas limpiezas y deshacerme de algunos diarios, seleccionando los deportivos y los de cultura general, y eliminar unas… 10 cajas, que fueron seguramente reemplazadas por otras 20… y no he dejado de quemar DVD’s: comencé el año arañando los 500 y como ya comenté arriba estoy a punto de llegar a las 7 gambas. Vivir solo, o como es mi caso, acompañado de un animal que no solo no le molesta el cúmulo de cosas sino que incluso las festeja, es evidente que no ayuda a mejorar la situación. Detesto las cucarachas como casi todo el mundo y me turbaría mucho saber que comienzan a aparecer culpa de algunas de estas porquerías acumuladas, y probablemente eso me movilizaría a encontrar una solución, pero esto aún no ha sucedido, y tampoco puedo esperar que un agente externo –aunque si se trata de un insecto en mi departamento sería interno, ¿no?- me obligue a modificar mi conducta. Así que aquí estoy, pidiendo ayuda desde mi columna, y también preguntándome… ¿Qué tan solo estoy en esto?
Nos leemos la semana que viene aquí, en Tierra Freak.