martes, 12 de noviembre de 2013

Redline: Un viaje de ida - El Mangazo de Manipuladora.


Muchas películas animadas japonesas tienen un problema de balance.
Algunas tienen muy buena trama, elaborada y con un buen final, mientras que otras se enfocan tanto en la calidad de la animación y los efectitos por computadora que del embole que te pegás podrías dormir varias horas.
Muy lindos los escenarios, buenísimo el melodrama pero a veces está bueno que se mezcle todo y salga algo bueno. Copado. Loco. Lindo.
Esto es Redline, un proyecto que tardó siete años y culminó en un orgasmo de animación con una historia que no te puede aburrir.



JP es un corredor de carreras que ama su profesión y tiene un estilo de vestir muy particular así como el copete bien peinado. Su meta es entrar en la Redline, una carrera que ocurre cada cinco años en algún lugar de la galaxia. Para esto tiene que clasificar primero en la Yellowline, la carrera con la que empieza la película y en la cual cae derrotado ante Sonoshee “Cherry Boy Hunter” McLaren, una corredora femenina muy sexy.
 Y ese detalle es muy importante.
El mundo donde ocurre “Redline” es uno de donde las razas extraterrestres abundan, y pocos son los que pueden decir que gozan de dos brazos nada más y una boca que no es extraña.
En esta carrera llena de tantas especies, JP pierde su oportunidad de participar en la gran competencia. Resignado, con su auto “TransAm” hecho goma e internado en el hospital recibe la noticia de que dos competidores clasificados renunciaron a la “Redline” y él salió seleccionado.
El motivo de la renuncia es que la próxima carrera se realizará en Roboworld, un mundo con una increíble fuerza militar que se autoproclama pacífico y está en contra de dichosa carrera a tal punto que van a bombardear a cualquier piloto que participe en ella.

Esto, lejos de asustar a JP, lo motiva y junto a su compañero de equipo, el mecánico Frisbee, quieren traer de nuevo al ruedo a TransAm. Pero a no confiarse, porque Frisbee, a pesar de ser amigo de toda la vida de JP, parece andar en trampas y su amigo el viejo Mole, no confía mucho en él y lo acusa de vender a JP.
Al mejor estilo “Los autos locos” o el mismo “Meteoro” (Wacky Races y Match GoGoGo para la gente cool), Redline cuenta con una cantidad de personajes extraños que tienen una máquina más pesada que la otra y que se nutren de personalidades locas y versátiles.

Primero está el campeón indiscutible de la carrera, Machinehead, que se une con su auto para potenciar su fuerza. Aparte de la sexy Cherry Boy Hunter, tenemos a las Superboins, dos pechugonas con un andar muy top que van prácticamente desnudas. Miki y Todoroki, son los chicos con apariencia achinada que fueron seleccionados como reservas junto a JP.

Trava y Shinkai, son dos sujetos que se bardean y llevan un enfrentamiento fuerte con un ex−compañero del ejercito que los persigue.  Y para finalizar tenemos a Gori-rider y sus rivales Johnny  Boya y su compañero, clon de Galactus, Lynchman.
A diferencia de lo que puede parecer a primera vista, la historia de Redline es simple y entretenida.
Tiene acción, tiene velocidad, todos sus personajes ocupan una cuota exacta en las casi dos horas de película y no es difícil seguir el hilo de las situaciones.
Tiene comedia y el romance entre Sonoshee y JP  se desarrolla sin opacar la carrera.

Siete años fue lo que le tomó a Madhouse y a Takeshi Koike realizar esta producción hecha íntegramente con animación clásica, dibujando cuadro por cuadro, y sin usar/abusar del CGI como hacen hoy en día cualquier tipo de animación que incluya autos, robots o alguna nave especial.
Lo dije ya muchísimas veces pero Madhouse es un estudio de mi devoción. Han colaborado y hecho maravillas como Okami Kodomo no Ame to Yuki junto Mamoru Hosoda, trabajaron anime hiper-recontra-archi-conocidos como Death Note, la remake de Hunter x Hunter y también produjeron maravillas como el Perfect Blue de Satoshi Kon. Aunque también, hay que reconocer, tuvieron bajones como Nasu: Summer en Andalusia que es una de esas películas que menciono al principio donde te llevan a la siesta.
No importa, en Redline esto no pasa.
La dirección y producción de Koike Takeshi, ese tipo detrás de Animatrix, y la colaboración del capo de Yoji Enokido que laburó en guiones como Evangelion, FLCL y Utena (un loco el tipo) hacen de Redline un bombazo de colores y trama.

Las voces están perfectamente elegidas. Takuya Kimura, idol japonés del grupo SMAP que hizo de Howl en Howl’s moving castle, interpreta perfectamente y de una manera muy sensual la voz de JP. En cuanto a Yuu Aoi, reconocida actriz que hizo de Megumi en el exitoso live action de Rurouni Kenshin del 2012, juega a ser Sonoshee. El resto de los personajes también son interpretados por conocidos actores del dorama japonés tales como Kanji Tsuda en el rol de Trava, Asano Tadanobu como Frisbee y Morishita Yoshiyuki como Shinkai.
Mención aparte se gana James Shimoji con una OST que tiene una mezcla de sonidos electrónicos digno de un mix de video Music 21 a mitad de los noventas (que la edad no me delate) y su tema Redline day, co-producido por Rob Laufer.



Personalmente, yo me quedé con un poco más de ganas de ver algo del universo en el que se plantea Redline. Los personajes son ricos y algunos daban mucho más y para eso existe Trava, una suerte de spin-off de la película.
En el 2002, cuando el proyecto estaba aún en pañales, Katsuhito Ishii y Takeshi Koike experimentaron con una serie de cuatro episodios de 13 minutos cada uno, llamada “Trava”.
Acá Travastila “Trava” Anister y su compañero mecánico Shinkai, luego de abandonar las fuerzas militares se ven en un lío de falta de dinero y para eso viajan hacía un planeta lejano. En el camino se encuentran con Mikuru, una extraña mujer que perdió la memoria y no sabe por qué estaba en medio del espacio flotando. Juntos descubren un planeta que esconde algo extraño entre sus luces de colores que parece que hablan del faso.
Pena me da que no haya más de este proyecto aún y quizás sea mejor así. Estas son cosas que sólo se dan una vez cada siete años con paciencia y con saliva, y aunque esta película desborde de bella animación y música, quizás es mejor que quede así.