jueves, 20 de junio de 2013

Chau James Gandolfini - La Columna de Logan.


La actualidad a veces me supera. El miércoles a la madrugada comencé a escribir la reseña que deberían estar leyendo hoy pero una mala noticia me hizo reflexionar sobre la vida y obra de este genial actor que en el día de ayer nos abandonó a la edad de 51 años, y decidí que ameritaba una entrada en Tierra Freak. Porque sí. Porque nació en New Jersey, panacea de la comunidad italo-americana y localidad donde se desarrollaba la mayor parte de la serie The Sopranos, show por el cual ganó 3 Emmys y un Globo de Oro, los 4 como mejor actor en serie dramática. Porque, como bien señaló mi amigo @trjorksen, murió en su ley, siendo Tony Soprano, como el Cazador de Cocodrilos, que murió siendo el cazador de cocodrilos. Porque era un gran amante y coleccionista de motos, y entre sus posesiones tenía una Harley Davidson y una Vespa Scooter, misma que en el 2004 estroló contra un taxi, haciéndose concha la rodilla y retrasando la finalización de la serie que lo elevó a la fama. Y sobre todo porque es un gordo tan groso que te compra desde el minuto cero de exposición en pantalla. Entonces, que sea este mi pequeño y humilde homenaje a un actor que supo dejar una huella en mi vida como televidente, y que tuvo la espalda para ser la cabeza del show más importante de los últimos 20 años de televisión, ese que lo cambió todo. RESPECT.


Tony Soprano.

 Ni sobre la Mafia ni sobre The Sopranos, no. Esta no es una reseña ni de un tema ni del otro, y ya que estamos, sincerémonos: la galardonada serie de HBO que nos entretuvo durante 6 temporadas es un oda a la vida de Tony Soprano, este jefe de familia italo-americana que padece de ataques de pánico y porta un carácter por demás voluble es no solo el protagonista: es el alma, la columna vertebral y el único personaje que realmente importa del show. Tangencial o visceralmente todas las tramas lo cruzan, y si al principio no es así, Tony finalmente se interpondrá en cada una de ellas, tarde o temprano. Y su sola aparición y/o actuación levanta el nivel de cada capítulo, siempre. Y no pudo ser opacado por ningún otro personaje u actor, en seis años de emisión ininterrumpida. Competidores de altura no le faltaron: aunque probablemente Steve Buscemi sea el único de los actores que desfilaron por esta serie que tenga un nombre reconocible para la masa, el casting que tuvo el show fue impecable, desde las 1ras filas hasta las últimas. Sin embargo, nada de todo lo que acabo de verter explica porqué Tony generaba esa empatía con el televidente, y es que cuando uno va avanzando en la saga se da cuenta que el magnetismo recae en un 90% en la personificación que Gandolfini le imprimió al personaje.

Todo pensamiento liberal muere sofocado con gusto en las gordas manos de Tony Soprano, y amén de nuestras convicciones y creencias no podemos menos que identificarnos con cada reacción de este estresado jefe de familia. Llevar adelante una empresa como la de él no es tarea fácil, mucho menos cuando a pesar de que se ha cerciorado de rodearse de amigos y familiares de confianza supuestamente competentes para construir y sostener su impero, muchos de ellos son los que terminan generándole los problemas más complicados, dejándolo en la muchas veces incómoda posición de tener que solucionar en persona los quilombos, por no mencionar las traiciones y la falta de códigos con las que tuvo que lidiar. No conforme con eso, cuando llega a su hogar los problemas no solo no culminan, se multiplican: una esposa eternamente disconforme que no sabe que mierda hacer con su vida, dos hijos malcriados que transitan la adolescencia y aún no saben limpiarse el orto y una madre que ejerce con firmeza su mandato son la cereza de la torta que termina provocando un shock en el sistema anímico de Tony. Si a eso le sumamos una terapia llevada adelante por una doctora obsesionada con su paciente que genera una relación de dependencia forzada –al principio- y mutua, misma que tiene que ocultar lo más que pueda al resto de su círculo íntimo para no proyectar signos de debilidad en sus enemigos, entendemos perfectamente cada movimiento que nuestro anti-héroe realiza. Y lo festejamos, y muchas veces lo aplaudimos de pie. Y todo esto es puesto de manifiesto en cada capítulo con una soberbia interpretación, que nos ha excitado a la par de habernos emocionado casi hasta las lágrimas.

Salvando las papas.

Fuera de la serie sobre la mafia de New Jersey de HBO, hay films que solo valen la pena por su participación: Killing Them Softly (2012) es uno de ellos. Ni la dirección de Andrew Dominik (The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, Chopper) ni las actuaciones de Brad Pitt y Ray Liotta lograron capturar mi interés durante mucho tiempo… quien sí provocó que me despertara de mi letargo fue el gran Gandolfini, que en una sencilla conversación en un restaurante, misma que mantiene su personaje con el de Pitt, no solo me sorprendió, me sacó más de una sonrisa y hasta me hizo creer que en cualquier momento se pudría todo. Genio absoluto. Ni hablar que de ahí en adelante lo único que realmente me motivó a continuar viendo el film fue saber que sería de su personaje. Y ya que estamos con Pitt, The Mexican (2001) seguramente no será recordada como la obra maestra de la carrera de Gore Verbinski (tampoco diré que es lo peor que vi de su autoría, no nos olvidemos de Mouse Hunt), y nadie duda de que el film fue una excusa para mostrar al carilindo actor laburando codo a codo con Julia Roberts, que en esos años aún era la actriz que todo U.S.A. quería ver en pantalla cada 4 o 5 meses, y teniendo en cuenta esto, no es una pésima película, tiene su dosis de acción y sus momentos… pero el único personaje realmente interesante es ese asesino sensible, acomplejado y un poco tímido caracterizado por Gandolfini que traba una forzosa amistad con el personaje de la Roberts y nos deleita con sus picos de adrenalina disparados por sostener hasta las últimas consecuencias sus creencias, formadas y moldeadas producto de su propia tabla de valores morales. Si: casi como Tony, pero parado en otra vereda.

 Y cuando no proyectaba una sombra desde su papel secundario a los protagonistas de la cinta en cuestión, de todos modos entregaba una formidable performance, como sucedió en True Romance (1993), Perdita Durango (1997), 12 Angry Men (1997), 8 mm (1999), Romance and Cigarettes (2005, con guión y dirección de John Turturro), All the King's Men (2006), The Taking of Pelham 123 (2009), Welcome to the Rileys (2010) o la más reciente The Incredible Burt Wonderstone (2013), que de casualidad vi el fin de semana pasado.

Queriendo ver algo positivo de una tragedia (una sana costumbre de quien escribe estas líneas), ahora que James nos abandonó claramente a David Chase, creador de la serie The Sopranos (que apenas le acercaron un micrófono buscando algunas palabras referidas al sorpresivo fallecimiento del actor no tardó en responder que lo consideraba un genio, y que se estaba despidiendo de un compañero y un amigo), se le fue un peso de encima: dado el polémico final abierto de la serie siempre se especuló con la posibilidad de cerrar la misma con un telefilm o una película co-producida por HBO, con una trama y un cierre for dummies, para hacer un poco mas de plata y ya que estamos dejar conforme a los espectadores más planos y cabezas que tuvo el show. Ahora por fin los medios y los eternos inconformistas van a dejar de romper las pelotas con semejante estupidez.

Para ir finalizando, me parece que lo mejor, para recordarlo como es debido, es despedirme con un par de diálogos épicos de Tony, y luego dos videítos de momentos memorables, no sin antes invitarlos a que regresen la próxima semana, para poder entretenerlos con una reseña un poco más simpática que esta, acá, en Tierra Freak:

A.J. -Is it true that the Chinese invented spaghetti?

Tony -Now think about it. Why would people who eat with sticks invent something you need a fork to eat?

The Sopranos – S01E08

I can't find Pussy anywhere.

Tony SopranoThe Sopranos S01E11