lunes, 20 de mayo de 2013

Mi cuerpo empezó a cambiar cuando fui mordido por una pequeña araña - El Mangazo de Manipuladora.



Antes me gustaba decir “ya nada puede sorprenderme” pero inevitablemente mientras más pasa el tiempo, más me doy cuenta de que siempre hay cosas nuevas por descubrir.  O bueno, no tan nuevas. Si desempolvás un poco el pasado, podés encontrarte cosas interesantes como que Spider-man fue japonés y se llamaba Yu Komori.


Yo sé que alguno se está preguntando qué le pasa a la mina esta que escribe sobre mangas. ¿Se equivocó? ¿Se quedó sin tener de qué hablar? ¿Se dio cuenta de que no sabe lo que dice?
No, señor. Si bien coincido con lo de que no sé de lo que hablo, no me confundí. Acá el único confundido fue  el señor de Marvel que un día se levantó y dijo “buscá un chino que dibuje y fijate si hacemos un Peter oriental, nos vamos a llenar de guita”.

 Así fue como nació Yu Komori, un estudiante de secundaria (como no) que es un traga que no lo quiere nadie. Yu vive con su tía y pasa sus días en solitario porque sus compañeros no lo soportan. Él estudia todos los días hasta tarde y sabe que nadie se quiere juntar con él por traga. Pero como buen japonesito traumado, quiere ser exitoso para vengarse de todos esos que se burlan de él.
Un día de esos en los que se queda tarde estudiando en el colegio, una araña extraña lo pica y desde entonces empieza a sentirse mal. Mareado, enfermo y confundido, Yu no le presta demasiada atención al asunto hasta que es atacado y reacciona con reflejos de araña. Un mes después, luego de investigar arduamente, Yu descubre que la araña radioactiva que lo picó es la causante de su cambio. Emocionado por su descubrimiento, desarrolla un artefacto para lanzar telarañas  y un traje de hombre araña que iría acorde a sus nuevas habilidades.
Hasta acá te digo, sacando el hecho de que es japonés y su nombre es diferente, la historia es bastante parecida a la original si no fuera porque Yu, no parece tener interés temprano en ir a combatir el crimen.
Ese interés por sus poderes arácnidos no aparece porque su tía le informa que recibió una carta de su amiguita por correspondencia (?!). Muy adolescente, Yu está contento porque por fin va a ver a Rumi Kawasaki por primera vez.

Se juntan, se conocen y a él le encanta esta especie de Mary Jane japonesa. Tan feliz está que le dice que
es mucho más linda de lo que se veía en las fotos y ella le responde que necesita que la ayude a buscar a su hermano mayor que se perdió hace seis meses atrás (?!!).
Ella le muestra una foto del desaparecido y el pobre traga enamorado sale a buscar a su cuñado por Tokio para poder ganar unos puntos.
Paralelamente, un villano ataca la ciudad. Le dicen Electro y sospechan que podría ser un cyborg ya que posee poderes eléctricos que va más allá de la comprensión del hombre. Electro no para robar y se lleva la plata de todos los bancos preocupando a la gente.
Mientras tanto, Rumi y Peter Ponja descubren que su hermano perdido estuvo en tres trabajos diferentes e incluso robó la caja del último en el que estuvo.  Rumi está desesperada porque si bien Yu se esperaba encontrar con la chica que le gusta y pasarla bien, ella esperaba encontrarse con un gil que la ayude con su hermano y encima confesarle que su madre está delicada, internada en un hospital que no puede pagar (?!!!).

Nuestro perdido protagonista, decide ayudarla y por eso obtiene trabajo en un periódico local. Ahí se entera que ofrecen una recompensa a quien capture a Electro. Ni lerdo ni perezoso, se echa a la caza con tanta mala suerte que, luego de ser derrotado, mata a Electro que no era ni más ni menos que el hermano de su amiga Rumi.
Como ya se habrán dado cuenta, este manga de Spider-man tiene poco y nada. Sólo los dos primeros tomos llegan a mostrar algo relacionado con el comic de USA. Aparecen villanos como el ya mencionado Electro, Lizard y Mysterio pero todos con orígenes diferentes y con personajes relacionados con el entorno del estudiante japonés Yu Komori.
Tomos más adelante, la historia empieza a mutar tanto que,  con suerte vamos a ver a Yu usar el traje de Spider-Man por  dos o tres páginas.  Se tratan temas como las drogas, el sexo y el vandalismo juvenil pero poco ya nada queda del pibe reportero del Daily Bugle que tenía un tío que le decía que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
A Yu nadie se lo dijo.

 Es un adolescente con poderes y un traje que quiere ayudar pero no sabe bien cómo hacerlo. No sabe manejarlos como tampoco puede manejar su vida poco popular. Su intención era ayudar a su amigovia y terminó matando al hermano. La culpa lo tormenta, la circunstancias lo manipulan y se ve encerrado en los más bizarros encuentros que no lo ayudan a ser un buen superhéroe.

¿Sobre la obra? ¿El autor? ¿El superhéroe? ¿El dude loco de Marvel que aprobó esto?

Los norteamericanos siempre le tuvieron ganas a la industria japonesa.
Hablando específicamente del anime y el manga, ya tuvimos a lo largo de la historia ejemplos de colaboraciones en franquicias como Transformers, mezcolanzas editadas como Robotech o “americanizaciones” censuradas como One Piece  o Pokemon. Siempre hay una mano negra estadounidense mezclada con alguna empresa ponja.
Entre toda esta deformidad (fuere exitosa o no) nos encontramos con Marvel. Estos pillos que a lo largo de los años tuvieron varios de sus míticos héroes adaptados al anime y al manga, no pudieron evitar sentir la curiosidad sobre cómo quedaría un Spider-man japonés.
El caso que nos compete hoy viene de la mano de Hirai Kazumaza, reconocido novelista japonés de ciencia ficción que estuvo a cargo del guión, y el dibujante Ikegami Ryochi,  conocido por colaborar siempre en conjunto con otros escritores genialidades como Sanctuary, fue el encargado de inventar el diseño de un Peter Parker japonés y su muy bizarro cast.
 Ambos empezaron a serializar Spider-Man,  con la autorización Marvel, en la Monthly Shounen Magazine (Beck, Dear Boys) de Kodansha desde enero de 1970 hasta septiembre de 1971 cuando se canceló finalmente recopilando solamente 8 tomos.

 No tengo ni que aclarar porque pasó esto, es evidente el desastre de esta historia. Hirai será un novelista muy loco con muchos trabajos pero es desastroso este intento de “japonizar” a Spidey. No sólo no parece japonés, sino que mezclaron la peor parte del cine americano de los 70s con alguna de esas películas que pasan en Cosmopolitan de adolescentes violadores corrompidos por la sociedad.  Hay poca acción al estilo comic y mucho drama digno de los mangas de la época. Tranquilamente podría haber sido un muy buen manga (bizarro) sin la necesidad de incorporar a Spider-Man.
Por alguna razón que no puedo llegar a comprender, algún ponja pensó que luego de 15 años desde su cancelación estaría bueno realizarle tapas nuevas (aprovechando que Ikegami dibujaba mucho mejor) y reeditaron este manga nuevamente en formato Wideban con más páginas cerrándolo en cinco tomos.
En Estados Unidos, utilizando la reedición, en el ‘86 quisieron venderle esta historia a algún yankee boludo, modificando parte de la historia y censurando las partes de sexo o las muy violentas. Aún así no funcionó y no llegaron ni siquiera a publicar la cantidad total de los tomos.  Son yankees sí, pero ni siquiera ellos podían tirar la plata en los noventas. Había CDs de Britney que comprar.

Increíblemente en Japón, llegó a reeditarse una vez más en formato Wideban en 1995 y en el 2002, Media Factory lo creyó lo suficientemente rentable como para lanzarlo en su versión Bunko, llegando incluso a reeditarlo de nuevo en el 2004. Alguien debía de comprarlo.
No hay versión en español y yo no recomendaría buscar la que está en inglés. Seguramente los muy fanáticos saben de la existencia de este manga, y el que no, no es recomendable. No aporta nada a la esencia del personaje, es sólo un manga muy loco que nació de una idea que de nada sirvió para su historia.
Gracias a Dios, editoriales locales, dicen que Kodansha no quiere vender series en Argentina así que no corremos el riesgo de que, no sé, alguna editorial loca que traiga grasadas como Princess Ai o la novela de Dragon Ball Evolution pueda  creer que alguien querría leer la historia de Spiderponja.