miércoles, 21 de febrero de 2018

Altered Carbon: la inmortalidad en tela de juicio - La Columna de Logan.




El pasado 2 de febrero la señal Netflix volvió a sorprendernos a los amantes de la ciencia ficción con una producción de sólo 10 capítulos de un show que, como era de esperar, obtuvo críticas dispares y provocó todo tipo de rumores acerca de su continuidad pero sobre todo en relación a lo mucho o poco que le rindió a esta cadena su estreno. Por supuesto, como ya habrán adivinado, me estoy refiriendo a Altered Carbon, la producción de Laeta Kalogridis inspirada en la novela homónima del 2002 de Richard K. Morgan, ganadora del premio “Philip K. Dick” en el 2003, la cual hoy me dispongo a reseñar y recomendar en Tierra Freak.



La larga vida de Takeshi Kovacs


El británico Richard Morgan es uno de esos pocos escritores modernos de este género que fue bendecido en algún momento de su vida con una buena dosis de gran fortuna, no solo en relación al tema económico sino también en cuanto a lo que sucedió cuando su carrera como escritor comenzó a despegar. Cuando por fin pudo publicar su primer novela, la mismísima Altered Carbon que Netflix finalmente adaptó, esta se transformó en muy poco tiempo en un éxito en ventas y críticas, no solo logrando obtener el premio ya mencionado sino también llamando la atención de Hollywood, y en unos meses el mismísimo productor Joel Silver, que hacía no más de 4 años había estrenado la ya clásica The Matrix (1999), le ofreció a él y a la editorial ni más ni menos que U$S 1.000.000 por los derechos de adaptación de dicha novela para el cine, plata que Morgan gustosamente aceptó.
Para bien o para mal, Silver y Morgan no pudieron ponerse de acuerdo en la forma de llevar adelante este proyecto, y tuvieron que pasar 15 años para que finalmente podamos tener una versión live-action de esta historia, pero esta vez de la mano de Laeta Kalogridis, una guionista y productora, conocida por haber colaborado en la escritura de los guiones de las películas Alexander (2004), Night Watch (2004), Pathfinder (2007), Shutter Island (2010) y Terminator Genisys (2015), esta última la tuvo además como productora ejecutiva. La relación entre esta realizadora y la ciencia ficción no termina acá: fue también productora ejecutiva de la remake televisiva fallida Bionic Woman del 2007 y es una de las escritoras responsables del guión que adapta el manga Battle Angel Alita de Yukito Kishiro, trabajando codo a codo en la realización del mismo con James Cameron y Robert Rodriguez para finalmente llevar a la pantalla grande un film live-action de dicha historia. Ya hay un polémico trailer disponible de esta producción que se estrenará al finalizar este año.

Volviendo a Morgan, la historia de Takeshi Kovacs que se inició en Altered Carbon tuvo sus secuelas literarias en los libros Broken Angels (2003) y Woken Furies (2005), ninguno de los cuales recibió el mismo trato tanto en ventas como en críticas, pero de todos modos ambos productos son dignas historias para expandir este universo. Además de esta serie de novelas, Morgan escribió también Black Man (2007), la cual fue publicada en U.S.A. bajo el nombre Thirteen, misma que en el 2008 ganó el premio “Arthur C. Clarke”. Además de algunas otras novelas del género, escribió dos Graphic Novels para Marvel Comics centradas en el personaje de Natasha Romanova: Black Widow: Homecoming (2005) y Black Widow: The Things They Say About Her (2006), ninguna de las cuales se puede incluir dentro de la cronología propia del personaje ya que al amigo Británico le chupó un soberano huevo ese tema y solo agarró los rasgos más destacables de Natasha que le eran funcionales para desarrollar sus plots y obvió la gran mayoría de los elementos que arrastra con su complicada vida, y chau. Un pícaro de aquellos.

Finalmente, otro hecho destacado que podemos mencionar de este escritor es que ha colaborado con la escritura de los guiones para los videojuegos Crysis 2 (2011) de Crytek y Electronic Arts, el Syndicate (2012) de Starbreeze Studios AB que funciona como una remake del juego análogo de 1992, y el A Land Fit For Heroes (2015) de Liber Primus Games, que no es ni más ni menos que una adaptación para P.C. de la trilogía épica-fantástica escrita por el propio Morgan que tiene como protagonista a un personaje Gay.

De todo esto, lo que nos importa y nos tendrá agarrados de los huevos si ustedes deciden involucrarse en el fantástico mundo de Altered Carbon es quién reputa es el tantas veces mencionado Takeshi Kovacs, por supuesto. Bueno, la serie y la novela están situadas 350 años en el futuro, en un momento en el cual la humanidad ha logrado algo muy similar a la inmortalidad. ¿Cómo? ¡Fácil, papá! Mirá: resulta que cada ser humano que nace, desde hace cientos de años, tiene una “copia digital” de su personalidad y sus recuerdos, inserta en su propio cuerpo, una batería que se ubica más o menos a la altura de las cervicales, y que funciona como un back-up de uno mismo en caso de fallecer de forma abrupta o prematura o de la manera que sea. Siendo así, los “cuerpos” nuestros comienzan a ser una “vaina”, o sea, un depósito momentáneo donde ubicamos esta copia digital hasta saltar a otro cuerpo.

Por supuesto, este cambio violento de nuestra percepción de los límites de la vida creó una serie de problemáticas nuevas a las cuales la humanidad se tuvo que ajustar… a su modo. Por un lado: conseguir un cuerpo nuevo no es barato, como se podrán imaginar, y la clonación de uno mismo está casi fuera de discusión por lo elevado de los costos. En resumen: si sos una persona de clase media/baja tus posibilidades de poder traspasar tu copia digital a otro cuerpo son escasas, por no decir nulas. Eso no quiere decir que los “pobres” tengan una muerte definitiva de todos modos, sus copias digitales se pueden almacenar hasta que algún pariente o allegado pueda finalmente pagar un cuerpo o un clon para ubicar la misma. 

No conforme con este quilombo está la parte espiritual que rodea la vida humana, claro. Los católicos ortodoxos, por ejemplo, están absolutamente en contra de estas prácticas, ya que consideran que cuando uno muere, muere definitivamente y más allá de que la personalidad y los recuerdos queden almacenados en una batería digital, el alma sin duda alguna abandona nuestro plano y se dirige al cielo o a donde carajo sea que van las almas de cada uno. Y siendo así, hay hordas de religiosos fanáticos apostadas casi todos los días a las puertas de los laboratorios que realizan estas prácticas, exigiendo que las mismas se dejen de realizar.

Con la llegada de esta nueva y costosa tecnología, la burguesía del mundo, los más ricos y poderosos del planeta, comenzaron a formar parte de un círculo muy cerrado de personas autodenominadas “Meths”, haciendo referencia a la figura bíblica de Methuselah (el hombre que supuestamente vivió 969 años según la biblia hebrea), dado que no sólo cuentan con la posibilidad de poder trascender de un cuerpo a otro, incluso usando clones de ellos mismos, sino que además cuentan con un back-up automático que se dispara cada 48 hs, y el mismo traslada toda la información de la batería que tienen en la cervical a otra batería ubicada en un satélite que ya está dispuesta en un clon. Entonces, lo que para algunos en este futuro es una “muerte definitiva”, que sería la destrucción propiamente de esas pilas, para ellos es solo perder 48 hs de su vida, en el peor de los casos, ya que siempre tienen una copia resguardada en las alturas. Por eso esa denominación: este selecto grupo de personas son, efectivamente, los verdaderos inmortales de la raza humana.

Uno de estos Meths, Laurens Bancroft, supuestamente ha cometido suicidio, y no recuerda nada de las últimas 48 horas antes de quitarse la vida, pero su personalidad y su carácter no le permiten manejar esa opción, entonces está convencido de que alguien intentó acabar con su vida de forma definitiva y falló, y disfrazó todo como un suicidio para cubrirse. Convencido de esto, Bancroft es quién le devuelve la vida a Kovacs para que investigue su propio homicidio.

Kovacs es un ex-envoy, y los envoys eran una unidad militar formada para hacer frente al desafío de la guerra interestelar, y estaban altamente entrenados en muchas técnicas que estaban directamente relacionadas con el control de la mente por sobre todas las cosas, algo que además acompañaban con un eximio entrenamiento físico que les permitía manejar todo tipo de armas, tener una elasticidad y una destreza admirables, y una resistencia al dolor y a cuestiones climáticas adversas singular. Unos super-soldados con un dejo de capacidades psy, digamos. La unidad de Kovacs fue diseminada hace cientos de años por trágicos motivos que al comenzar la serie desconocemos, y él es el único sobreviviente de ese increíble equipo que logró un nivel de entrenamiento que nunca más se pudo igualar, pero el camino del amigo Takeshi se fue desviando luego de esa tragedia y se terminó transformando en un criminal, y cuando por fin las fuerzas de seguridad pudieron darle captura lo separaron de su “cuerpo” y lo almacenaron de por vida.

El trato con el Diablo

Pero por supuesto, en un universo en el cual existen los Meths, los mismos tienen un poder y una riqueza que es imposible de imaginar y concebir, y un status de prácticamente intocables, y siendo así pueden lograr todo lo que se proponen, como en el caso de Bancroft: devolverle la vida al último envoy que existe sólo para que investigue su supuesto homicidio, con la condición de que si lo logra exitosamente no sólo tendrá un indulto del recontra remil carajo que le perdona todos sus crímenes sino también una riqueza inimaginable para un simple mortal. Después de estar 250 años metidos en el freezer, a Kovacs lo meten dentro del cuerpo de un ex-policía de nombre Elias Ryker, y luego de idas y vueltas acepta agarrar el caso de Bancroft y decide sentar bases en un hotel manejado por una inteligencia artificial que responde al nombre de Edgar Poe… y el hotel se llama The Raven, obviamente.

A medida que Kovacs avance en la investigación se irá topando no sólo con viejos enemigos suyos, también con los problemas con los que cargaba el cuerpo que está habitando, el de Ryker, y entre ellos está la también policía Kristin Ortega, una latina cabrona con la cual se va a cruzar demasiadas veces para su gusto, por motivos que no termina de entender.

Si creen que con lo que acabo de contarles les quemé media serie más o menos… están equivocados. Lo que les he narrado forma parte del piloto de esta temporada de apenas 10 episodios, así que como podrán imaginarse la trama a medida que avanza se va complejizando de manera alarmante, haciendo el recorrido muy entretenido y por momentos bastante imprevisible. Sin embargo, Altered Carbon no es una serie de ciencia ficción dura, es más bien un policial enfrascado en este género, con un enorme uso del recurso del flashback para ir ayudando a muchos de los protagonistas del show a armar un rompecabezas que, si bien a primera vista parece ser enorme y repleto de piezas inconexas, cuando llegamos al capítulo 10 nos damos cuenta que era bastante más sencillo de lo que amenazaba en sus comienzos, con demasiadas casualidades dispuestas en los tramos finales para poder cerrar la historia de forma favorable.

Pero no se dejen engañar por este último comentario mío, al show no le sobra un solo episodio, y el guión realmente se siente muy sólido, con un trabajo bastante fino y muy enfocado en pintar perfiles complejos y bien definidos de una galería de personajes muy interesantes que no tardarán en transformarse en memorables para muchos de nosotros. Y estéticamente hablando la serie es poco menos que impecable, con una dirección exquisita, una puesta en escena realmente deliciosa que cuida hasta el más mínimo detalle y una batería de FX’s tanto digitales como prácticos al servicio de la historia que, realmente, muy pocas veces no están a la altura de lo que se quiere contar. Muy pocas. Las vestimentas, la arquitectura, los vehículos, las armas, todo fue pensado y diseñado de tal forma que remite a elementos socio-políticos de quienes los habitan o usan, dando muestras una vez más de que cuando hay personas con una enorme experiencia detrás, los equipos que arman para llevar adelante esta locura de producciones son realmente de primera categoría. Alguien podrá quejarse de algunos detalles de la trama, de algunos diálogos demasiado desencajados para los tiempos que corren, de algunas actuaciones quizás, pero es imposible emitir quejas desde el lado audio-visual, sencillamente en Altered Carbon todo se ver precioso cuando tiene que ser precioso, turbio o reventado cuando la escena lo dicta, o incluso terriblemente sexy. Altered Carbon no hace hincapié puntualmente en el erotismo y el sexo, pero eso no priva al show de tener unas 4 o 5 escenas calientes que se ajustan, una vez más, al relato, por no mencionar una batalla entre un personaje de peso en la serie contra una legión de clones de una mujer completamente desnuda. Aplausos.

En el apartado de la acción, la producción de Laeta Kalogridis no brilla pero tampoco desluce. El recuento de cadáveres al final del camino va a ser altísimo pero las coreografías no llaman particularmente la atención, aunque hay no menos de 5 escenas de combate cuerpo a cuerpo que debo decir disfruté un montón, y entiendo tuvieron que hacer un trabajo enorme coordinando extras con actores para lograr esos resultados. Y si bien la serie no es gore, hay momentos en donde el dolor físico producto de ciertas heridas está bien escenificado y se siente realmente duro. La música tampoco es un elemento que haya contribuido a que la acción se sienta más intensa, pero de todos modos en este apartado no tengo quejas dado que al menos no me ha resultado molesta, como si lo fue en el clímax de The Defenders, por mencionar otra producción de Netflix. Y fuera de este tipo de escenas puntuales las partituras que acompañan tanto la intro como el resto de la serie me agradaron aunque no son para nada memorables.

Finalmente, al menos desde mi lado, las actuaciones me cerraron completamente. La verdad es que no puedo encontrar un solo personaje sobre-actuado o mal caracterizado, el casting fue ejemplar y puso mucho énfasis en que la gran mayoría de los actores pudieran manejar sin problemas momentos de intenso drama o situaciones de intensa acción. Quizás la serie no permitió algunas sutilezas que se pueden apreciar en ciertos trabajos actorales porque los diálogos son cualquier cosa menos eso, pero por ejemplo la labor puntual de la mexicana Martha Higareda poniéndole la piel a Kristin Ortega es algo digno de destacar, y no me asombra en absoluto que su trabajo aquí haya levantado polvareda en las redes sociales. No sólo porque es muy sexy y se pone en bolas un par de veces, obviamente, sino también porque le puso muchísima garra al personaje y sentó un precedente para este tipo de personajes femeninos. Y a lo largo del show, aquellos que solemos mirar mucha televisión de ficción yanquie nos vamos a encontrar con un montón de sorpresas: desde la participación de Matt FrewerMax Headroom, papá!, y además hizo del Dr. Aldous Leekie en Oprhan Black, de Moloch en la nefasta película de Watchmen, y de Pestilence en Supernatural) en dos capítulos con un inolvidable Carnage, pasando por Tamara Taylor que dio vida durante 12 temporadas a Camille Saroyan en el éxito de FOX, Bones, o por Dichen Lachman, que caracteriza a Reileen Kawahara y que supo dar vida a Veronica Sinclair/Roulette en Supergirl y más atrás a Jiaying en Agents of S.H.I.E.L.D. o a Priya Tsetsang en la Dollhouse de Whedon.

Y en el protagónico, caracterizando al mismísimo Takeshi Kovacs, Joel Kinnaman, el Alex Murphy de la remake de RoboCop (2014), el Rick Flag de la infame Suicide Squad (2016) y el Will Conway de House of Cards. Una buena elección, al nivel de James Purefoy para Laurens Bancroft, un actor que tiene bocha de televisión sobre sus hombres, desde la clásica Rome de HBO pasando por The Following, Revenge, Injustice, Camelot, etc. La que da vida a su mujer, Kristin Lehman, quizás no tenga tanta chapa como él pero a nadie le cabe la más mínima duda cuenta con todo lo necesario para llevar adelante ese papel de femme-fatale milenaria. A nadie.

El futuro inmediato de Altered Carbon es, por el momento, una incertidumbre total. Si bien los productores han anunciado, tímidamente, que tienen ideas para desarrollar 4 temporadas más, el actor protagónico se mostró reacio a continuar llevando adelante a Kovacs, aún cuando su personaje es protagonista de las dos novelas que funcionan como secuelas. Y por afuera de eso hay métricas por afuera de la propia Netflix que han medido el nivel de reproducción del show apenas fue lanzado y las mismas tiraron números que concluyen que el nivel de deserción es alarmante, o sea, millones de usuarios comenzaron a verla y no la terminaron, algo que al menos a mí no me termina de cerrar y sólo se puede explicar a través de la enorme oferta televisiva que hay en estos días. Desde este sitio y esta columna bancamos fuerte a Altered Carbon y festejamos, una vez más, que la ciencia ficción siga viva en este hermoso medio. Nos leemos pronto, aquí, en Tierra Freak.