jueves, 16 de noviembre de 2017

The Good Place: Veronica Mars va al Cielo por error - La Columna de Logan.



Para algunos, Kristen Bell es un nombre que no les significa nada. Para otros, es el nombre de la blonda y muy bella actriz que dio vida a Veronica Mars durante 3 temporadas promediando la década pasada, personaje y serie que tuvieron un merecido cierre con un largometraje en el 2014. Dicha serie concluyó en el 2007 pero la buena de Bell no ha dejado de trabajar, de forma ininterrumpida, tanto en cine como en televisión, pero la realidad es que nunca más volvió a tener un protagónico fuerte e interesante en este último medio hasta el año pasado con la llegada del estreno de The Good Place, una sátira muy bien pensada, escrita y caracterizada acerca de lo que podría suceder después de la muerte, misma que fue muy bien recibida por la crítica especializada y que hoy recuperamos y recomendamos en Tierra Freak, teniendo en cuenta que estamos promediando su 2da temporada.



La balanza de la vida

Michael Schur es el nombre del artífice de esta singular producción de NBC que también puede ser consumida por el servicio streaming Netflix, y teniendo en cuenta que este muchacho fue co-creador de Brooklyn Nine-Nine y Parks and Recreation tiene sentido la familiaridad del tono utilizado para escribir los personajes y las tramas, y sobre todo las formas y los tiempos con los que son expuestos los pasos de comedia, surfeando entre el método ortodoxo de escritura de sitcoms de los ’90 y el formato de televisión moderna en el cual la trama tiene un desarrollo constante y hay un arco argumental enorme que se va desarrollando por detrás que hace que sea casi imposible consumir los episodios de forma aislada y desordenada, aún cuando cada uno de los capítulos desarrolla una o dos problemáticas muy puntuales a resolver al finalizar el mismo.

Esta aventura arranca de la mano de Kristen Bell caracterizando a Eleanor Shellstrop, una joven mujer treintañera a la cual le acaban de comunicar que ha muerto. Quien le acerca estas nefastas novedades es Michael, en la piel de Ted Danson (D.B. Russell en la franquicia de C.S.I.), pero se lo comunica en un tono muy natural y amable dado que la buena de Eleanor es una de las pocas afortunadas y privilegiadas que tendrá el honor de pasar el resto de la eternidad en una zona denominada The Good Place, un plano interdimensional gigantesco sub-dividido por sectores que para que resulten más familiares para el recién llegado son denominados “barrios”. Michael es, de hecho, el arquitecto del barrio puntual en el cual Eleanor está por existir de acá en adelante. Este Good Place es, como su nombre lo indica, lo más parecido al cielo cristiano, un área donde van a convivir aquellas almas que hayan obrado de manera benévola durante su existencia en la tierra, pero a niveles exagerados: monjes budistas, personas que han dedicado su vida a la caridad ajena, gente que en términos generales ha dejado a un lado sus ambiciones personales y el egoísmo propio que tiene cada ser humano para trascender en nuestra sociedad y elevarse por encima del resto y se ha entregado completamente a resolver las necesidades del prójimo, como no lo hacen ni siquiera médicos, sacerdotes o asistentes sociales.

Las entidades que gobiernan este Good Place y deciden quienes pueden habitar este sector tienen un estricto sistema de calificación por puntos que va tomando nota de absolutamente cada acción que cada ser humano realiza en la tierra, y luego sopesa los negativos con los positivos y si el resultado se inclina de forma exacerbada hacia los segundos, cuando esa alma parte de la tierra es recibida en esta dimensión, de lo contrario va a parar al Bad Place, una dimensión que también es regenteada por entidades inmortales, los cuales están preparados para torturar dichas almas por el resto de la existencia… nuevamente un acercamiento a la concepción cristiana del infierno. El problema con nuestra Eleanor es que en poco tiempo ella se da cuenta que claramente no pertenece a este lugar, y por algún motivo que desconoce la han confundido con otra persona. Nuestra protagonista es, en el mejor de los casos, una forra egoísta desconsiderada y mala leche, y ha desperdiciado gran parte de su vida utilizando sus habilidades físicas para conseguir todo lo que necesita y manipular a quienes la rodean a su antojo y beneficio, razón por lo cual su puntaje real debería ser astronómicamente negativo, y en caso de que ese dato termine saliendo a la luz, la van a depositar en el Bad Place casi tan rápido como llegó a este lugar.

Es así como toda la 1er temporada de este show girará alrededor de, en mayor o menor medida, los intentos de Eleanor por evitar que se sepa la verdad sobre su procedencia, y para poder pasar desapercibida o en todo caso poder conectar con el resto del lugar deberá aprender sobre ética y moral, para lo cual recurrirá al buenazo de Chidi Anagonye (William Jackson Harper), su supuesta alma gemela en esta nueva dimensión, un profesor universitario de ética que irá enseñándole como ser una “buena persona”, algo que a Eleanor le es completamente ajeno.

Los personajes secundarios que completan el cast protagonista de este show son Tahani Al-Jamil (Jameela Jamil), una sexy filántropa que ha dedicado su vida a juntar billones de dólares en obras de caridad mayormente dedicadas a disminuir la pobreza en regiones carenciadas, y su alma gemela, Jianyu Li (Manny Jacinto), un monje budista que carga sobre sus hombros con el juramento del silencio pero que en poco tiempo descubrimos es un farsante, igual que Eleanor, y en realidad es un pésimo D.J. bastante estúpido que responde al nombre de Jason Mendoza. Michael les hace saber a cada uno de los iniciados que, además, cuentan con la asistencia de Janet (D'Arcy Carden), una semi-consciencia universal que puede ser invocada en cualquier momento y cuenta con los conocimientos de toda la existencia de ser necesario, y está capacitada para resolver prácticamente cualquier problema.

The Bad Place


El show es exquisito en absolutamente todos sus aspectos. Sin necesidad de recurrir a golpes bajos y manejando cada concepto de forma bastante literal y sin mucha profundidad para no aburrir, se da el lujo de recorrer un montón de problemáticas existencialistas citando y referenciando decenas de librepensadores clásicos e incluso utilizando ejemplos prácticos para graficar ciertos conflictos de la mano de Chidi y su inmensa sabiduría sobre el tema, pero también se permite reírse bastante de absolutamente todo el organigrama ético-moral que el cristianismo ha desarrollado en lo que lleva de existencia para lo que tiene que ver con la vida después de la muerte, cuidándose de jamás conectar directamente esta ficción con lo que dicen las escrituras sagradas. Pero si la gracia pasara solo por ahí estoy seguro esto no sería suficiente para llevar adelante una serie como esta con la altura que lo logran los productores, por eso, además, los guionistas hacen uso de estos personajes y sus inter-relaciones para exponer los aspectos más controvertidos y picantes que conforman la estructura de nuestra sociedad. Familias completamente disfuncionales con padres absolutamente ausentes son el disparador particular y puntual de Eleanor,  y funcionan como la excusa perfecta para que ella haya evitado poder encontrar una pareja con la cual conectar, e inclusive algún otro ser humano en cualquier tipo de formato de relación. Cada uno de los cuatro personajes que llevan adelante las tramas principales, de una u otra manera se las ha ingeniado para sobrevivir sus existencias prácticamente solos, buscando de todos modos la aprobación del resto de la sociedad a través de la práctica de actividades que en el mejor de los casos les otorgaban un mínimo reconocimiento que alimentaba la autoestima propia pero que difícilmente lograban hacer de este un mundo mejor. La hipocresía de nuestra sociedad en la cual los estándares estéticos rankean mejor que las obras desinteresadas es expuesta en prácticamente en todos los episodios, y durante estos 13 capítulos de la 1er temporada somos testigos de cómo los parámetros que afectan nuestras “vidas” cuando efectivamente estamos vivos no se distancian demasiado de aquellos que articulan la convivencia en el Good Place.    

Sin embargo, como comentaba al comienzo de esta entrada, el show cuenta con una característica única para este tipo de series: tiene una fuerte cronología detrás que lo hace avanzar todo el tiempo hacia lugares inesperados. En pos de no spoilear nada relevante para quien aún no vio la serie basta decir que al finalizar la 1er temporada el status quo será puesto en jaque desde sus mismos cimientos, y muchas dudas sobre el trasfondo de varios de los personajes serán despejadas gracias a una serie de revelaciones que terminarán dándole sentido a la trama, un sentido que no necesariamente parecía tener al comienzo, no al menos cuando vamos conociendo a los personajes y entendemos la mecánica de selección del Good Place. Y esa vuelta de tuerca no sólo es sorprendente, es además necesaria para que la trama no se vuelva reiterativa y termine agotando al televidente antes de que el producto pierda su magia. Eso no quiere decir que lo mejor está recién en la 2da temporada, sencillamente hay un camino que tenía que ser transitado de esa forma, y los productores fueron muy inteligentes planteándolo de esta manera.

The Good Place es, quizás, uno de esos productos televisivos que pasó por debajo del radar de muchas personas, y no debería ser así, porque su calidad tanto narrativa como visual amerita que le den una oportunidad. Además, es el regreso de nuestra querida Veronica Mars a un protagónico televisivo que vuelve a sacarle el juego a sus habilidades como actriz y sobre todo a su carisma y manejo del timing para la comedia. Nos volvemos a leer mucho más pronto de lo que suponen, aquí, en Tierra Freak.