viernes, 6 de octubre de 2017

El espacio ¿la frontera final? - El Gabinete del Dr. Morholt.



En 1966 cuando se emitieron por primera vez las aventuras del Capitán Kirk y su segundo al mando, el Sr. Spock, los televidentes de ese momento miraban hacia el espacio como el lugar inexplorado al que la humanidad todavía no había llegado.

Al día de hoy todavía no lo hemos hecho, pero se supone que sabemos un poco más del tema... O por lo menos enviamos robots a marte y nuestras sondas llegaron bastante lejos, lo cual para un terráqueo de fines de los 60s sería casi ciencia ficción.


Quizás por eso la franquicia Star Trek tenga 729 horas divididas en 6 series y 10 películas tratando el tema de la exploración del espacio (como excusa, claro está, de una exploración interna de la humanidad misma).

Porque era un tema que llamaba mucho la atención.

Pero hace ya un tiempo que, a pesar de no haber sorteado del todo ese objetivo que era el espacio, la atención del público se corrió hacia otros menesteres, más centrados en el aquí y ahora, más presas del último trailer del gran blockbuster de la semana, con explosiones realizadas en cgi que sólo nos dan unos pocos segundos de sosiego y nos hacen olvidar que al dejar de disfrutarlos vamos a seguir igual de vacíos de contenido e igual de faltos de nuevos interrogantes. ¡Marche una nueva explosión detrás de la primera, o quizás una espectacular persecución, para que no se den cuenta, a ver si dejan de consumir nuestros productos!

Y fue según ese nuevo modelo que tuvimos las 3 últimas películas de la franquicia en lo que, por suerte, se definió como un universo paralelo al de la serie original.

Sobre ese campo (para nada) fértil fue que, supuestamente para el 50 aniversario de la franquicia, se iba a estrenar Star Trek Discovery.
 
Y por si no fuese suficiente con todo lo anterior, CBS, la dueña de los derechos televisivos de Star Trek (porque de las películas los tiene Paramount, sí todo un bardo) no tuvo mejor idea que utilizar a esta nueva serie como caballo de Troya de una nueva manera de hacer negocios: su propia plataforma de streaming llamada CBS AllAccess.

Y es que en este tiempo de revivals, remakes, reimaginaciones y refritos ¿qué mejor negocio que intentar apelar a un público como el trekkie, que vive con la nostalgia de viejas glorias pasadas a flor de piel?

Pero, claro, no se puede crear un producto sólo para ese segmento de público porque fueron unos fans muy vapuleados y olvidados desde hace mucho tiempo (a diferencia de los de Star Wars... como para fomentar esa tonta y falsa dicotomía).

Entonces se encontraron con el problema de que debería ser una serie muy trekkie, con los valores y concepciones que son fundamentales en Star Trek (y que las películas últimas parecieron olvidar), pero a la vez no abrumar con los 50 años de historia pasada, mientras se intenta narrar algo con el lenguaje actual y no el de los 90s que fue el momento de mayor éxito de la franquicia en la pantalla chica.

Complejo el escenario ¿no?

Tan complejo que el showrunner original de esta nueva serie, aquel al que se le había confiado la ardua tarea de volver a las raíces de lo que Star Trek es, renunció para hacerse cargo de un proyecto precioso como lo es American Gods.

Tan complejo que el estreno de la serie se retrasó, no una, ni dos, sino 3 veces.

Tan complejo que optaron por hacer una precuela (palabra horrible si las hay).
 
Y tomando esa decisión terminaron complejizando el asunto más aún, porque decidieron hacerla en el universo de las series anteriores y no en el de las últimas películas.

Aparte, al hacer una precuela ¿el público actual se bancaría una tecnología como la que se mostraba en la serie de Kirk y Spock? Si justamente mucho de ese futuro como los celulares, las tabletas, las pantallas táctiles, la realidad virtual, etc., ya es parte de nuestra vida cotidiana.

Además ¿cómo hacer que la franquicia se adapte al lenguaje televisivo actual?

Y principalmente ¿cómo separarse de lo que se mostró en las 3 últimas películas, sin alejar al público al que le gustaron esas películas, pero a la vez sin perder a los fans más acérrimos?

Todo en contra.

Por decisión propia o por circunstancia heredada, pero tenían todo en contra.

Y así llegó el 24 de septiembre.

Y lo que todos pensamos que era el capítulo doble presentación de la nueva tripulación de la nueva nave, terminó siendo el origen secreto de la única protagonista que va a tener la serie.

Y todos nos quedamos con la boca abierta sin entender.

Sin entender qué hicieron con los Klingons, sin entender por qué no había razas que ya conozcamos salvo los Vulcanos, sin entender por qué la protagonista no era la capitana, sin entender por qué sumaron tecnología nueva, pero mal hecha, sin entender la elección de un pésimo director para el primer capítulo, pero uno muy bueno para el segundo, sin entender por qué hacer hablar en klingon al actor que hace de villano si claramente no podía hacerlo y le restaba a su actuación, y muchas cosas más que no quiero enumerar para no spoilear.

Pero a la vez, entre toda esa confusión e interrogantes, se contó una buena historia y nos dieron ganas de ver más.

Y por eso es que esta reseña tardó dos semanas en publicarse.

Porque la verdadera serie comenzó el lunes pasado.

Donde pudimos conocer al nuevo capitán, la nueva nave y a algunos miembros de la tripulación, siempre desde la perspectiva de la protagonista.

Y si ya nos había intrigado el capítulo doble, éste tercero lo hizo más.

Con referencias oscuras que sólo los trekkies podrán entender, pero que sólo le dan más color a los personajes.
Con una historia compleja que nos da ganas de ver más y así comprender qué está pasando.

Con una nave que nos da muchas ganas de conocer en profundidad porque es realmente hermosa.

Con personajes secundarios que prometen respetar ciertos aspectos muy de la franquicia, pero también separarse mucho de otros.

Con la acción necesaria para el público nuevo, pero que no sea lo único que se ofrezca.

Y con unos cuantos interrogantes de esos a los que Star Trek nos tiene acostumbrados.

Es entonces que el corazón trekkie vuelve a latir, con miedo, porque el que se quema con leche ve una vaca y llora, pero con mucha esperanza.

Esperanza de volver a tener un producto que nos interpele, que nos plantee esas preguntas que nos debemos hacer, que nos muestre historias en un futuro para hablarnos de las historias del presente.

Que nos haga viajar y llegar a ser mejores, a crecer como sociedad... ese lugar donde nadie, hasta ahora, ha llegado jamás.