miércoles, 6 de abril de 2016

The Magicians, o la magia depresiva - El Gabinete del Dr. Morholt.



Me es difícil empezar esta reseña de la serie “The Magicians” porque, como dije en anteriores columnas, para mi es muy estresante empezar a conocer un universo nuevo de fantasía y no poder sumergirme en él y tratar de conocer más.

Y cuando el producto original es una saga de libros más ganas me da de salir corriendo a buscarlos. Tengo que aceptarlo, tengo una debilidad por el lenguaje escrito.


Pero con esta serie no lo hice. Por una cosa u otra siempre lo posponía. Quizás tenga mucho que ver que al momento en que me empezó a interesar estaba leyendo Las Crónicas del Asesino de Reyes de Patrick Ruthfuss, libros que DEBE leer cualquiera al que le guste la buena literatura fantástica.

Pero no lo hice.

Es más, al momento de escribir esta nota sólo leí 3 capítulos del primer libro de la saga escrita por Lev Grossman. Cosa que nunca hice hasta ahora.

Y si muchas veces mis reseñas de productos basados en libros salen unas cuantas semanas después del estreno es porque, aparte de que no creo en criticar una serie con pocos capítulos estrenados, muchas veces me encuentro con una cantidad de libros impensada que me abre un mundo maravilloso, desconocido y atrapante que me consume bastante tiempo.

Con The Magicians eso no ocurrió.

Como dije antes quizás todavía tengo la influencia del gran Ruthfuss y Grossman salga perdiendo en la comparación, pero no puedo decir que su prosa sea interesante o que la forma en que plantea su universo sea atrayente.

Lo cual no pasa con la serie producida por SyFy, basada en sus libros, que ya lleva 11 capítulos de los 13 que tiene su primera temporada y que ya tiene confirmada una segunda.

Porque la serie protagonizada por Jason Ralph, Stella Maeve, Olivia Taylor Dudley y Arjun Gupta es atrapante, sugerente y plantea un universo de fantasía de una forma mucho más interesante que los libros en los que se basa.

¿Cómo puede ser?

Quizás tenga que ver la mano de Sera Gamble y John McNamara, sus productores ejecutivos, quienes tienen experiencia en la pantalla chica por haber producido series como Supernatural (Gamble) o Jericho y Lois And Clark: The New Adventures of Superman (McNamara) o Aquarius, el nuevo trabajo de David Duchovny creado por McNamara y que producen juntos.

Quizás tenga que ver con la impronta que le legó a la serie que el primer capítulo lo haya dirigido Mike Cahill, cuya película “Another Earth” es una de esas películas que se le puede mostrar a tu pareja no-nerda para convertirla de a poco.

En realidad no puedo explicarlo, pero a veces pasa, como con Divergente la película  que es mucho mejor que el libro, o la primera película de Iron Man que es infinitamente mejor a los comics protagonizados por Tony Stark anteriores a ella.

Lo importante es que The Magicians aparte es intrigante, porque te cuenta un pedazo de la historia, y deja mucho para que llenemos nosotros los espectadores.

Un ejercicio interesantísimo en este momento en que todo se nos da digerido o regurgitado. Y mi error fue pensar que en realidad eran todos fan-services como lo que nos tienen acostumbrados las series de superhéroes tanto de Marvel como de DC.

Pero no, porque The Magicians se va construyendo de a poco, de la misma forma que Quentin Coldwater (Ralph), Alice Quinn (Taylor Dudley), Penny Adiyodi (Gupta) y Julia Wicker (Maeve) descubren que la magia es real y la van aprendiendo, de esa misma forma en que nosotros nos vamos internando en este universo mezcla de Narnia y Harry Potter, pero con sexo, drogas y alcohol.

Porque si bien estos jóvenes en edad de entrar a la universidad se encuentran con este mundo mágico, no dejan de ser jóvenes que viven en este mundo actual, con problemáticas tan reales y crudas como puede ser haber estado internado en un psiquiátrico o ser una alcohólica en recuperación.

Y acá radica la principal diferencia con otros productos exclusivamente hechos para “jóvenes adultos” que tanto vemos últimamente. Porque en The Magicians los personajes están rotos por dentro y que hagan magia y se les abra un mundo fantástico enorme no hace que se sientan mejor y pasen a brillar y sonreir y saltar mientras conjuran arcoiris para protagonizar grandes aventuras en donde son los héroes inmaculados.

El camino de la magia acá planteado es un camino arduo, desconocido y lleno de cosas para maravillarse, pero que necesita tiempo para que los cambie por dentro. Y como tienen mucho para cambiar, puede pasar un rato largo.

Esa es la aventura que plantea.

Algo mucho más real y cercano a nosotros.

Algo mucho más cercano a nosotros y más real.

Y sí, parece repetido, pero no es lo mismo.

Porque a veces en la sutileza está la diferencia.