lunes, 18 de enero de 2016

Childhood's End - El fin de la infancia - La Columna de Logan.



Si para los amantes de la ciencia ficción noviembre del año pasado fue un mes digno de recordar con alegría debido a los estrenos de The Expanse y The Man in the High Castle, la postergada adaptación de la novela homónima del escritor Philip K. Dick, diciembre tuvo con que plantarle batalla a la finalización de un año que, bajo todo punto de vista, fue un deleite para el fan de este género debido a la variedad de producciones realizadas para consumir  a través de la televisión por cadenas de cable o por señales streaming, y el motivo es, una vez más, otra adaptación de una novela de un autor consagrado. Childhood's End, publicada por el británico Arthur C. Clarke en 1953, finalmente fue adaptada por SyFy Channel (la señal que amamos con una pasión que nos desborda, misma que estaría necesitando un monumento justo al lado del obelisco, ni más ni menos) en el formato de una mini-serie de solo 3 capítulos con una duración promedio de 80 minutos por episodio, lo que nos da un total de 4 horas de entretenimiento de alto contenido existencialista para el disfrute de grandes y chicos.


El otro Arturito


Este Arturo no es un Rey, pero casi, así que amerita comenzar la reseña comentando algunas cosas sobre su persona. Los más despiertos seguro lo recuerdan porque el director Stanley Kubrick adaptó uno de sus cuentos cortos llamado The Sentinel y lo estrenó bajo el título 2001: A Space Odyssey, película que tuvo su esperado estreno en 1968 y en la cual Clarke ofició de co-guionista, además de estar presente en gran parte de la filmación de la misma. Toneladas de libros, artículos de revistas, blogs y web-sites se escribieron y armaron alrededor de esta producción, que mal que le pese a muchos terminó siendo uno de los films más influyentes del siglo pasado y una de las películas más discutidas del fandom, además de ser una de las producciones más costosas de esos años que, por supuesto, supuso un esfuerzo de producción (valga la redundancia) enorme, a tal punto que por momentos si no hubiera sido por el empuje de Kubrick y los productores, hubiera quedado trunca. 

Hay también una novela homónima que fue publicada el mismo año que se estrenó la película, pero la misma fue escrita por ambos realizadores –aunque en los créditos solo figura Clarke- y no es más que una traslación del guión del film con un final distinto, así como 2001: A Space Odyssey, la película, es una expansión o ampliación de The Sentinel, el cuento corto de Clarke.

Lo llamativo del caso para la reseña de hoy es que originalmente Kubrick quería adaptar esta novela de Clarke, Childhood's End, pero los costos de producción que requería la misma se pasaban dos pueblos de los que la Metro-Goldwyn-Mayer estaba dispuesta a gatillar por una película de este género, así que ambos realizadores se encaminaron hacia lo que finalmente terminó siendo este celebrado y polémico film.

Clarke, además de ser un prolífero escritor que ganó dos premios Hugo por dos novelas distintas (tomá, Philip K. Dick, en tu puta cara), las cuales, encima, también ganaron el premio Nebula (me estoy refiriendo a Rendezvous with Rama y The Fountains of Paradise, por supuesto), que es algo así como, en el cine, ganar el Oscar a la mejor película y también ganar en Cannes, fue un férreo defensor del humanismo y también de los avances en la investigación científica que dan como resultado ciertos progresos en ciertas áreas técnicas pero sobre todo comodidad y confort para el hombre moderno. Esto no estaba necesariamente bien visto en los años en los que comenzó a destacarse como escritor debido a, por ejemplo, el miedo que la sociedad tenía al armamento nuclear y el uso que las potencias mundiales podían darle.

Finalmente, a mediados de los ’70, además de dedicarse a cerrar las sagas que había comenzado, escribe textos de divulgación científica que, amén de tener un contexto ficcional, parten desde un anclaje de ciencia ficción dura, muy de la mano de lo que terminan siendo sus últimas obras, y así se transforma en uno de los referentes para la siguiente generación de escritores de este género. Por su claridad para transmitir conceptos de difícil entendimiento muchas veces es comparado con un coetáneo suyo, Isaac Asimov, pero demás está decir que, aún con la popularidad que le dio 2001: A Space Odyssey, las equivalencias entre ambos llegan hasta ahí: el legado de Asimov es infinitamente superior, y una pequeña muestra de eso es la cantidad de obras que uno y otro tienen adaptadas a medios audiovisuales, por no mencionar las famosas “tres leyes de la robótica” del Ruso, que llegado cierto punto no solo terminaron trascendiendo al autor, se transformaron en la base para desarrollar un conjunto de normas éticas aplicadas a la robótica y, por consiguiente, al actual desarrollo de la Inteligencia Artificial. Si, en tu puta cara Clark, también.

La novela

Un par de detalles a tener en cuenta sobre Childhood's End es que, primero, la idea de escribirla le surge a Clarke a raíz de un cuento corto propio, Guardian Angel, el cual publicó en 1946, y segundo, la novela finalmente tuvo una revisión del propio autor en 1990, en la cual realizó ciertos cambios en el comienzo de la misma porque se le figuraba demasiado anacrónico. Si la buscan lo más probable es que consigan esta versión revisada y corregida, y en mi opinión, habiendo leído ambos comienzos –uno tuve que hacerlo on-line-, recomiendo fervientemente obviar la versión original porque… Clarke tenía razón. 

La razón por la cual SyFy adapta esta novela en solo 3 capítulos es porque el libro está efectivamente dividido en tres partes, las cuales se titulan Earth and the Overlords, The Golden Age y The Last Generation. Voy a contarles en resumidas cuentas de qué va la historia sin revelar datos que les arruinarían mucho la experiencia de leer la misma o ver la mini-serie televisiva, quédense tranquilos. Lo importante de este libro es comprender el sentido del mismo, y abrir la mente para una bajada de línea existencialista muy interesante que pone en tela de juicio ciertos pre-conceptos antropológicos que tenemos casi asimilados como sociedad.

En un futuro no muy distante la tierra es víctima de una invasión alienígena pasiva, unos seres superiores que terminaremos llamando los Overlords se ponen en contacto con nosotros a través de un emisario de nombre Karellen, el cual no revela su apariencia –aunque promete hacerlo dentro de 50 años, por motivos que desconocemos- pero asegura que las intenciones de su raza son mejorar las condiciones de vida en nuestro planeta, acabando con los conflictos armados y colaborando en la cura de cierto número de enfermedades, además de proveer de ciertos mecanismos para lograr el máximo desarrollo tecnológico posible en un gran número de áreas. A pesar de que un sector enorme de la sociedad se muestra reacio a las intenciones benévolas de los Overlords, los resultados terminan siendo más importantes, y la humanidad comienza a encaminarse, año a año, hacia una utopía. La razón por la cual esta raza nos “ayuda” es porque, de alguna forma, nos está preparando para que demos los primeros pasos en un nuevo escalón evolutivo, y de alguna manera, encontremos la forma de “trascender” como seres.

Lo que la novela plantea, entonces, es la incapacidad que tiene el ser humano para vivir sin las constantes crisis de las que somos víctimas, o en todo caso cómo toda nuestra cultura, sea cual sea y donde sea, está disparada por la crisis. La utopía planetaria termina ”globalizando” a nuestra sociedad (Clarke no utiliza estos términos, pero es más sencillo explicarlo de esta manera), y poco a poco van desapareciendo los rasgos culturales que identifican a cada región. Sumado a esto, se hace evidente que detrás del plan inicial los Overlords tienen otros objetivos para la tierra y el ser humano, que no necesariamente responden a un interés malicioso pero definitivamente no va de la mano con lo que nosotros, los hombres, pretendíamos del futuro.

La serie de SyFy

En la producción de SyFy Channel prácticamente no hay actores conocidos, salvo quizás por Mike Vogel, a quien ya vimos en Under The Dome y Bates Motel, por Yael Stone de Orange Is the New Black y por el británico Charles Dance, que dio vida a Tywin Lannister en Game of Thrones y acá le pone la voz a Karellen.

Algo que, al menos desde mi perspectiva, considero un error de la mini-serie son justamente los minutos iniciales de la misma, donde se muestra una escena perteneciente al futuro próximo, un evento que podremos conectar recién en el tercer episodio pero que anticipa mucho del camino que vamos a recorrer como televidentes. Es un recurso narrativo torpe y trillado, que en este caso juega en contra para quienes no leyeron la novela.

Por lo demás, la serie es impecable. Como adaptación es excelente, aún cuando hay personajes cambiados, agregados e incluso ciertas relaciones levemente alteradas, y también cuando se hizo una puesta a punto de ciertas conductas de los Overlords para con la tierra, afectando también la polución de la misma –disminuyéndola, por supuesto- y mejorando notablemente la ecología del planeta. Tiene sentido que esta raza, hoy, se enfoque también en esta problemática, la cual casi no existía allá por mediados del siglo pasado cuando Clarke escribió la novela, 60 años atrás.

Visualmente es muy atractiva, aún cuando la narrativa es muy propia de la televisión y poco cinematográfica, pero el diseño tecnológico es vistoso y soberbio, y cuando finalmente es revelada la apariencia de los Overlords causa el impacto esperado. Hay algunos detalles estéticos en referencia a algunos personajes que no me terminaron de cerrar –una pareja protagonista pasa 25 años dentro de la serie y prácticamente no hay diferencia en el aspecto físico de ambos- así como algunas inclusiones de sub-plots que me resultaron por momentos densas, pero lo que importa de la novela, el mensaje que quería transmitir Clarke con su obra, está trasladado de forma
íntegra, y los momentos más impactantes de cada capítulo en el libro también lo son en la serie de SyFy, todo acompañado por un casting que estuvo a la altura del desafío, sin que ninguno de los actores se luzca por sobre el resto. La novela es un relato coral narrado en tercera persona, y siendo así está bien que en la serie ningún personaje se destaque demasiado.

Childhood's End es una novela clásica que, aunque pocos lo sepan, terminó influyendo a decenas de obras, desde la clásica Village of the Damned (1960) hasta la serie V: The Original Miniseries (1983), pasando por Neon Genesis Evangelion hasta llegar incluso a la reciente Prometheus (2012), y la serie de SyFy de una u otra manera termina rindiéndole culto a cada una de estas obras, casi como una devolución de gentileza. Y el formato es ideal para rematar un domingo pasado por agua, por ejemplo. Nos volvemos a leer la semana que viene, acá, en Tierra Freak.