miércoles, 9 de septiembre de 2015

Lo peor de la Nación Geek - La Columna de Logan.



El Argentino es solidario… cuando la televisión se lo pide, por supuesto

Vivimos en una época donde las generalidades vuelven a ser puestas en tela de juicio, y aunque aún proliferen tribus cada vez más diversas y siga existiendo la necesidad de un sentimiento de pertenencia a algo mucho más grande que cada individuo, y aunque la lectura que se ejerce hoy sobre el Geek/Nerd/Freak es ligeramente más favorable que la que se tenía dos o tres décadas atrás, no son pocos los que siguen renegando de tener que llevar esta etiqueta encima, no porque la misma les garantiza la ausencia total de sexo –un cliché que caducó casi al mismo tiempo que las Twin Towers y que mañana cumple 14 años- sino porque muchos de los exponentes más pronunciados de esta facción guardan características reprobables que dejan mal parados al resto. El Fan por definición es una persona poco objetiva, pero además puede ser un ser despreciable, pedante, ególatra e indiferente, que disfruta de mostrar sus garras en los entornos en los que se siente cómodo -generalmente virtuales- y que carece de la empatía para poder conectar con aquellos que no necesariamente transitan por su misma vereda. Hoy en Tierra Freak rescato cuatro casos característicos de un tipo de Geek que probablemente todos tuvimos la mala fortuna de cruzarnos, lastimosamente más de una vez, y que hubiéramos preferido no hacerlo, para reírnos un poco y descomprimir, y en muchos casos para encontrarnos, identificarnos y, de ser posible, cambiar para mejor.

Fan Letal – Fan con Nata


Soberbio, altanero, pseudo-catedrático y absolutamente intolerante suelen ser las características que más destacan en este individuo, a quien años atrás, a fines de los ’80, ya el groso de Cels  Piñol retrababa con humor pero también articulando una anticipada bajada de línea que no podía ni de cerca vaticinar lo mucho que le estaba pegando. El Fan por antonomasia no reconoce pares fuera del ghetto al que pertenece, e incluso dentro del mismo mira desde cierta altura a prácticamente todo el mundo, pero a quienes guarda más desprecio y con quienes se termina ensañando es con aquellos newbies que están dando sus primeros pasos o se acercaron a un medio por la sobre-exposición de sus personajes desde otro lugar.

El mejor ejemplo para entender esta ridícula postura es Marvel, por supuesto: puede que hayas sido, como yo, un lector asiduo de D.C. Comics desde principio de los ’90, seguramente gracias a las revistas de Editorial Perfil que fueron las que depositaron la semilla del coleccionista de comics yanquies en argentina finalizando el siglo pasado, pero ya entrados en el nuevo siglo los estrenos en cine de películas inspiradas en personajes de los comics de Marvel comenzaron a generar en muchos de nosotros una curiosidad acerca del pasado y presente de estos personajes en papel, y es así como no fuimos pocos quienes comenzamos a leer, también asiduamente, material de esta editorial producto de una sana convivencia entre ambos medios. La brutal diferencia entre los newbies actuales y yo es que realicé este viraje “a tiempo”: allá por el 2000, 2001, y con una espalda enorme de lectura de historieta argentina, europea y de D.C. Comics/Vertigo, pero sobre todo en una época pre-redes sociales donde los foros se estaban expandiendo y en la mayoría de los mismos primaba la buena onda y existía una animosidad por la integración y la tolerancia. 

Para el Fan catedrático moderno es inadmisible que te comiences a acercar a ciertos personajes producto de las gratas experiencias que viviste en las películas, mucho menos que pretendas tener una opinión formada de los mismos con lo que viste en cine o televisión. El papel manda, hoy, mañana y siempre… aún cuando el papel, le pese a quien le pese, se deje moldear todo el tiempo por lo que el cine acusa y cuando, en muchos casos, lo que está entregando hoy el cine supera en calidad a lo que el medio que les provee del material original para adaptar entrega mes a mes. En una época donde como sociedad seguimos peleando por lograr alcanzar ciertas metas legales que sumen a la integración, este Fan busca, una vez más, transformar su entorno en un nicho inexpugnable donde solo tienen la palabra quienes acusen un alto conocimiento de la materia, ejerciendo una humillación retrógrada en aquellos indignos que tengan el descaro de osar levantar su voz. Lo peor de todo es que este tipo de Fan tan particular no opera solo, y siempre sabe rodearse de nauseabundos lacayos que festejan estas posturas y hasta en algunos ámbitos las premian. Hay algo gracioso que, producto del buen momento que están viviendo las convenciones actuales, se termina dando con este tipo de Fan: el contraste con sus ridículas posturas lo terminan marcando los artistas que, a diferencia de ellos, sí trabajan en el medio y colaboran de forma positiva y fáctica para que el mismo crezca y se enriquezca. Porque, por supuesto, esa suele ser otra característica de este Fan, ¿no? Consume absolutamente todo lo relacionado con el medio en esos puntos en los que se siente fuerte (suele ser asiduo lector de comic super-heróico, por ejemplo, pero cuando lo comenzas a sacar un poco de ese género comienza a pisar en falso: no lee historieta autóctona, no tiene un fuerte back-up de historieta europea y tampoco está muy familiarizado con el comic no-super-heróico por afuera del mainstream salvo que sea una obra celebrada por la crítica y las ventas), pero jamás se involucra de forma práctica y positiva con el mismo, es un eterno consumidor y opinólogo que esconde en su interior con un dejo de desconsuelo a un guionista-dibujante frustrado que nunca va a despertar.

La insoportable solemnidad
del Cruzado Independiente

No son pocos los periodistas especializados que opinan que ciertos medios, en nuestro país, históricamente relegados a un segundo o tercer plano producto del excesivo consumo de material extranjero, hoy gozan de buena salud y tienen enormes perspectivas de progreso y expansión si se mantiene cierto marco cultural de contención. El cine y la historieta son dos de estos medios, y así somos testigos del resurgimiento de los Fanzines y de la generación de proyectos audiovisuales en forma de cortometrajes y largometrajes, muchas veces auto-gestionados, y que por este motivo pueden abordar temáticas y géneros radicales. Dentro de toda esta movida termina punteando un tipo de Geek que es altamente productivo, generalmente proviene de alguno de estos nichos y cuenta con la chapa de haber estado involucrado en proyectos interesantes y que tuvieron o tienen cierto rebote en los medios, y entiende que la existencia de los proyectos independientes va a contramarcha de lo que el público masivo consume.

Son la voz de los nuevos relegados, son el estandarte de los incomprendidos, son los Perones de la Nación Geek Alternatonta y se levantan con ahínco contra cualquier manifestación popular generada por la maquinaria yanquie, con las excusas mas ridículas que uno pueda imaginar.  Ahí donde muchos de nosotros instalamos aquellos productos a los que etiquetamos como “placer culposo”, ellos tienen sus obras favoritas y de referencia, condimentadas con algún que otro artista o producto mainstream pero que generalmente goza de una trayectoria intachable. Si vienen del palo del cine las únicas historietas que acusan haber leído son algunos clásicos europeos que recitan casi de memoria (Enki Bilal, Corben, Paul Gillon y por supuesto el infaltable Moebius) y algo de la época de la 1ra “Fierro” o la “Skorpio”, y si se mueven en el ambiente de la historieta local sus referencias cinematográficas pueden incluir a Spielberg, Scorsese, Ridley Scott, Akira Kurosawa y Sam Peckinpah, aunque algún desfachatado sorprende y te clava un Sergio Leone así, sin asco. Ya cuando los abordas en el medio en el que se destacan el abanico de autores y obras que pueden citar es imposible de anticipar, y está plagado de sorpresas… sobre todo porque sus mayores críticas hacia el mainstream del que tanto reniegan señalan la falta de trama, el vacío de contenido de la obra y las pálidas caracterizaciones de los actores involucrados en sendos proyectos cuando se trata de cine, pero al retomar aquellas obras “independientes” que idolatran en persona o a través de las Redes Sociales que manejan es imposible no ver un contraste enorme entre esas características que buscan y lo que dichas obras entregan en ese plano.

De todos modos, la mayor contradicción suele darse cuando los abordas con sus mismas obras, lo que los pone dos o tres escalones más abajo todavía: pregonan la falta de contenido, la aburrida propuesta visual, la planicie de las tramas o lo cuadrado de los diálogos en el mainstream que critican y luego tenés que comerte sus cortos inentendibles con actores sin alma, planos ortodoxos e historietas dibujadas con los codos y entintadas por un chimpancé. La culpa es de los costos reducidos, por supuesto, nunca nos olvidemos de eso. Un buen ejemplo de este indescifrable individuo es el protagonista de la magnífica serie Mr. Robot , Elliot: un cuasi-ermitaño fóbico-social hacker que mira al resto de sus pares desde la altura que le proporciona sus facultades con las máquinas pero que, en el fondo, está consumido por una soledad inherente y por su incapacidad para poder conectar empáticamente con cualquier ser humano, y el disfrute del resto de la humanidad hacia ciertas cosas que se le figuran banales le resulta inentendible. Y, siendo así, en uno de los capítulos no se priva de lanzar una bajada de línea hacia uno de los consumos más pronunciados del geek promedio, esas stupid Marvel movies, por supuesto.

Yahoo Answers!

A riesgo de ser extremadamente sincero y sonar contradictorio, expongo este perfil de Geek que justifica su presencia en este fatídico ranking por la regla que acusa que todo extremo es dañino: el Fan soberbio es insoportable pero al menos tiene la ganancia de que está opinando –la mayoría de las veces- desde un lugar de conocimiento, pero existe otro tipo de Fan, que generalmente disfruta de muchos medios a la vez –comics, cine, televisión, video-juegos, cards games, Rol-, es joven, entusiasta y necesita formar parte de esta movida, de alguna movida, de todas si es posible, y quizás por su juventud o su inexperiencia no termina de procesar nada de lo que consume, manda fruta cada vez que puede, y cuando no opiniones vacías de contenido e intrascendentes. 

Esto no sería un gran problema si no fuera porque su necesidad de ser reconocido y leído como un Fan lo ciega ante algunas verdades evidentes, y su juventud e impetuosidad combinada con sus feromonas adolescentes nublan su sano juicio y lo proyectan en una trayectoria que lo termina convirtiendo en un Troll: un desdeñable ser que con pocos argumentos se planta sin bandera pero con mucho tiempo libre en una postura radical y generalmente ridícula y no abandona su puesto hasta que se toman medidas extremas, como el banneo. Este tipo de Geek no entiende razones ni le interesa hacerlo, cree tenerla clara aún cuando toda la comunidad está demostrándole enfáticamente lo contrario, y generalmente no agarra los chistes ni las referencias culturales –o las malinterpreta-, por lo cual, a sus espaldas, es considerado poco menos que un bufón. Pero como bufón que es, no son pocas las veces que se torna insoportable, intentando articular su entorno para que le sigan la corriente –o aunque más no sea le presten algo de atención-, generalmente poniendo sobre la mesa temas o debates que ya caducaron hace al menos una década, o retomando premisas que ya fueron cerradas y archivadas, solo porque él recién ahora pudo constatar algunas cosas que leyó o consumió recientemente.

La otra característica bastante molesta que guarda este indignante espécimen es su absoluta falta de criterio para formar una opinión, una vez más, quizás producto de su joven edad –aunque conozco algunos que ya cruzaron la barrera de los 30 y guardan las mismas características-, razón por la cual muchas veces cualquier colectivo lo deja bien. A pesar de su aparente actitud contestataria es altamente influenciable, por los medios y por el entorno al que es asiduo, y es uno de los que suele contribuir, gratuitamente y en demasía, a lo que hoy conocemos como el hype: generar una expectativa enorme ante el lanzamiento de un video-juego, un comic, una película o una serie de T.V., tan alta que en la mayoría de los casos termina arruinando la experiencia del consumo inicial de dicha obra por no poder cumplir con los estándares anunciados.

The Critic

Por supuesto, dejamos para el final lo más sabroso: el perfil de geek que supieron retratar con humor y altura Al Jean y Mike Reiss promediando los ’90 en dos temporadas que supimos ver por FOX L.A. y hoy son de culto. El pibe tiene una asidua participación virtual en chats, hilos de debate, foros y grupos de Facebook relacionados con los temas que maneja, entonces se abre un Blog propio porque deduce que escribe bien (o alguien erróneamente le hace creer eso), que tiene algo interesante para decir y que la gente desea leerlo de forma asidua. O quizás se le acerca algún Site Manager y, en vista de las facultades que acusa (?), le ofrece un lugar dentro de un proyecto virtual para que tenga su propia columna diaria, semanal o mensual. O, por qué no, es un medio más importante el que le ofrece esa oportunidad, con plata de por medio: una radio, un diario –virtual o en papel-, e incluso un programa de televisión de cable, o quizás una revista especializada de tirada significativa… la cosa es que el Campeón ya no solo opina en foritos de morondanga, ahora es un letrado periodista ejerciendo su oficio de forma profesional y hay gente detrás suyo que abala sus palabras con la confianza que le depositan (a veces en forma de pesos… que también son depositados en una cuenta bancaria), y, siendo así, su palabra no solo tiene más peso, ¡es la única autorizada!

Lo que diferencia, quizás, a este energúmeno inclasificable del Fan con Nata retratado al inicio de esta columna es que, quizás, su comportamiento dentro y fuera de su columna tiende a ser más “políticamente correcto” por obvios motivos: si trabaja de esto pretende conservar su laburo, y si no hay plata de por medio está a la espera de que la haya a futuro, o al menos de poder garronear entradas gratis a eventos o invitaciones a alguna Avant Premiere, y no es cuestión de andar tirando mierda por doquier y sin ningún cálculo previsor que termine saboteando favores que están por caer. Lo otro que lo separa del ridículo Fan Letal es la necesidad de ser tomado en serio, de que la gente confíe en su criterio y lo busque para sacarse una duda, informarse e incluso darle un cierre a una opinión que aún no tiene del todo procesada. Por eso lo que más lo termina identificando es la hipocresía, seguida de una catarata de contradicciones en el tiempo que pueden ser sencillamente constatadas gracias a la magia de los historiales de la web y algún oportuno capture screen… al final del día, no existe una distancia tan grande entre este personaje y Julio Cobos cuando la plata o los favores mandan. Créanme, yo sé de qué les estoy hablando. 

Quizás nos volvamos a leer la semana que viene, aquí, en Tierra Freak, quizás no… quizás yo ya no esté escribiendo por acá o quizás ustedes dejen de leerme… todo puede pasar.
xD