jueves, 29 de enero de 2015

¿Por qué las series de T.V. superheróicas no alcanzan la calidad esperada? - La Columna de Logan.



No podíamos cerrar enero en Tierra Freak sin agitarla y pudrirla, y sobre todo sin dejar de abrir un debate que esté en sintonía con algunos anuncios y próximos estrenos. Además, tanto a mí como al administrador del sitio, nuestro benemérito amo SaKi, nos encantan este tipo de artículos. Los disfrutamos mucho cuando los leemos en otros sitios amigos, pero sobre todo los gozamos como locos cuando los generamos desde aquí. 
Con el estreno de Arrow hace un par de años, y la seguidilla de series superheróicas que le siguieron, ya sean Gotham, The Flash o Constantine por parte de Warner/D.C., o Agents of S.H.I.E.L.D. y la reciente Agent Carter por parte de Marvel Studios, e incluso con producciones por afuera de estas dos grandes empresas, pero que pertenecen íntegramente al género, como la serie de culto Misfits, sumado a los anuncios de las que están por venir (Supergirl, Static Shock, Powers, Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage, Iron Fist y Defenders), se hace evidente que la explosión del género en la pantalla gigante se ha trasladado de manera ecuánime a la caja ya no tan boba, para excitación de muchos y pesar de otros. Es innegable, también, que aquellos que somos entendidos de la materia (lease, freaks lectores de comics superheróicos desde que tenemos memoria) estamos no solo disfrutando de este momento increíble en el cual esos personajes que amamos de pibes –y que algunos seguimos adorando aún siendo adultos- sino también rogando que esto no sea una piñata, un globo que en cualquier momento se pincha y desaparece, y todo termina siendo un patético romance de verano. A la pasión que profesamos por estas franquicias se le suma la emoción que nos embarga cada vez que las vemos en su formato live-action, e incluso un puñado de Nerds puede disfrutar de estas nuevas y frescas versiones televisivas con sus hijos, cerrando así un primer acercamiento de sus retoños a estos personajes, para facilitar la posterior –e inevitable- aproximación al formato original que les dio vida: el papel.
La objetividad, entonces, a la hora de analizar no solo el fenómeno televisivo en sí sino la calidad de cada producción por separado, se pone en jaque, porque el corazón le gana al raciocinio casi siempre. Pero muy por lo bajo, un sector de desacatados enuncia en tonos muy agudos algo que todos, con resquemor, muy en su interior perciben: ninguna de estas series de t.v. superheróicas logra conformar en un 100% a sus seguidores. Hoy en Tierra Freak vamos a intentar entender el porqué.

Seguro todo es culpa de Smallville, vieja

Antes que el 50% de los lectores me salte a la yugular con los colmillos afilados, vamos a dejar en claro algo: podrá existir una marcada diferencia de opiniones sobre la calidad de una u otra serie de T.V. relacionada con estos personajes –franquicias- que gustan de defender ideales relacionados con la justicia y la búsqueda de la verdad, y suelen vestir trajes vistosos, pero con una mano en el corazón, creo que todos podemos coincidir en dos puntos fundamentales:
·         No existe una sola de todas las series relacionadas con este género que haya cubierto en un 100% nuestras expectativas cuando, meses antes del estreno de cada una, comenzamos a recibir anuncios del casting, a ver diseños de personajes y a saborear la puntita del producto final por medio de avances y fotos. Mucho menos existe una que haya superado las mismas. Ni de cerca.
·         Teniendo en cuenta la enorme oferta que tiene hoy por hoy la televisión de ficción mundial, y los exagerados presupuestos con los que cuentan un enorme número de producciones, sumado a la tendencia que viene teniendo hace años este medio de emular la estética y parte de la narrativa propia del cine, todo lo anterior dio como resultado un también enorme número de shows con una calidad tanto en el guión como en las caracterizaciones y la producción elevada, lo que comenzó a nivelar el medio hacia arriba y acumuló verdaderas joyas de la televisión en muy poco tiempo, una detrás de otra. A nadie se le ocurriría, hoy por hoy, armar un TOP 10 de las mejores series de televisión de la última década y poner, en ese ranking, algún show relacionado con las franquicias de D.C. Comics o Marvel, mucho menos alguna serie con temática superheóica que no dependa de un personaje de estas dos grandes compañías. A nadie que conserve un ápice de sentido común, por supuesto, y que conozca en profundidad la oferta de la cual el medio dispone, ya sea por señales abiertas o por pagas.


Entonces, la pregunta, extendida, es obvia, y es innegable que se genera en el inconsciente de muchos lectores del sitio: ¿Cómo puede ser que conociendo la calidad que tiene el material original que están adaptando, no sea posible lograr un show con alguna de esas franquicias que, en algún punto, no termine decepcionando al televidente geek promedio forjado en papel, y encima no logre alcanzar en calidad a shows indiscutidos como Breaking Bad, True Detective, The Newsroom e inclusive a series más pasatistas y hollywoodenses como Game of Thrones? Podemos ir incluso más allá, porque le calidad promedio de aquellas que apuntan, por ejemplo, a la ciencia ficción tampoco logra la regularidad en trama y personajes carismáticos que producciones como Fringe o la sueca Äkta Människor , y cuando se decantan por el terror y el suspenso no logran el impacto inicial que tuvo, por ejemplo, Penny Dreadful .
¿Tengo yo la respuesta a eso? No. ¿Podemos, entre todos, encontrarla, y así suponer que, a corto plazo, también la encontrarán los productores de las mismas? Podemos, si no nos quedamos con nimiedades o detalles muy específicos y vemos el gran cuadro, y sobre todo si abordamos el tema desde distintos enfoques. ¿Y cómo sería eso? Se me ocurre que podría ser más o menos así…

Cine superheróico vs televisión superheróica

 

El fenómeno superheróico live-action, esto todos lo sabemos, tuvo su expansión y explosión en la pantalla gigante. Para el que no tenga muy en claro cómo se fue dando esto les recomiendo leer un artículo que escribí en agosto del año pasado para la Revista Paco, que si bien tiene como temática central la superioridad que ha logrado Marvel por encima de D.C. en el cine, me tomé el trabajo de narrar en un par de párrafos la génesis de todo este engendro multimedio. Cuando finalmente lograron aceitar la máquina y encontrarle la vuelta a estas producciones, comenzaron a explotar las franquicias de forma cada vez más acertada, e incluso allá donde habían cometido errores enormes pudieron paliar muchos de ellos y depurar y reparar algunas fisuras. Y en este punto podemos hablar muy bien tanto de Marvel como de D.C., ambas empresas, cada una con sus propios tiempos de reacción, lograron asestar y devolver sendos golpes, a raíz de las desproporcionadas taquillas que sus tanques vienen teniendo, haciéndose cargo muchas veces de los errores cometidos. La realidad, hoy, nos indica que éste sigue siendo el mejor medio en el cual podremos disfrutar de nuestros personajes favoritos, y es ahí donde menos decepcionados vamos a salir, más a gusto nos vamos a sentir con las traslaciones, las actuaciones e incluso los diálogos, el casting y las actuaciones, y sobre todo donde mayor nivel de inversión vamos a ver en efectos especiales, vestuarios, diseños de personajes, vehículos y escenarios. Pero, por debajo de toda esta parafernalia, hay un punto que cabe destacar, y que está directamente relacionado con la televisión: en el cine las historias son finitas, y en la televisión no. Cada película es auto-conclusiva, y cada franquicia es explotada con sumo cuidado, y en muchos casos con tanto cuidado que las historias que vamos a vivir de esos personajes terminarán siendo pocas si las comparamos con el material de ellos en papel o animación. Marvel se está cuidando, al menos en el Marvel Cinematic Universe, de no avanzar más allá de tres producciones por franquicia, y explora casi todas las variantes que a ellos les resultan interesantes de mostrar en la pantalla gigante de cada personaje dentro de esas trilogías. Luego podremos ver a esos mismos personajes como invitados en cameos en otros films, o formando grupo con sus compañeros, pero las aventuras “en solitario” de cada uno no van a superar las tres producciones. Fuera del MCU, dentro de Marvel o incluso en D.C., la historia no parece ser tan distinta: Superman tuvo un pseudo-reboot fallido de la mano de Singer y luego otro exitoso en manos de Snyder, que ya tiene un par de secuelas anunciadas para el hombre de acero, pero no más de eso. Batman tuvo su exitoso reboot con Nolan en una única trilogía, y volverá a tener otro en manos de Snyder, primero, compartiendo cartel con Superman y luego, por supuesto, en solitario. Los mutantes originales en cine tienen una primer trilogía y los nuevos mutantes que comenzó dirigiendo Vaughn casi se podría decir que van a completar otra, ahora de la mano de, nuevamente, Singer, con el bonus de incorporar en la secuela a parte de los muties originales, y de ellos se desprende Wolverine, quien también completará una tríada de films en solitario, como antaño lo hizo Peter Parker con Raimi. Blade mismo no superó las tres producciones, y dudo mucho el nuevo Spider-man lo haga… a duras penas si logra clavar otro film más antes de despedirse de esta nueva cronología. Similar suerte para los Fantastic Four, que luego de 2 estrenos cinematográficos dejan atrás esa cronología y ese casting para caer también en un nuevo reboot, esta vez caracterizados por un polémico puñado de adolescentes.


Amén de la disparidad de calidad entre unas y otras producciones, y de que Marvel Studios esté armando una gigantesca y preciosa saga cósmica que conecta la casi totalidad de sus estrenos, hay una búsqueda por parte de los productores y realizadores que consiste en explotar las franquicias sin abusar de ellas, cuidando los personajes y su entorno, y explorando las posibilidades de cada personaje con cautela y paso muy firme, pero sobre todo tomando lo mejor que dio el medio original para poder adaptarlo de la forma más fidedigna posible. De acuerdo: esto no es una constante, no se aplica a absolutamente todas las producciones cinematográficas, y difícilmente encontremos dos lectores que se pongan de acuerdo en cuales sí y cuales no, pero en lo que seguro todos coincidimos es en que cuando se escribe un guión para un film de 120 minutos promedio, las posibilidades de que esa franquicia caiga muy bien parada y tenga una buena recepción no solo del público geek sino también del resto de los espectadores -e incluso sea bien recibida por la crítica especializada-, son enormes, y se verifican en muchas producciones. Parecería que la única forma de poder adaptar de forma decente, inteligente y entretenida un comic superheróico es en el cine, y casi podríamos asegurar que es así, si no fuera porque…

Animación superheróica para T.V. vs Televisión superheróica live-action



Claro, aún con las limitaciones que los cartoons tienen (de presupuesto, de tiempo y de contenido, porque van a ser transmitidos en horarios ATP), existen muchos shows que a los fans nos resultan sencillamente perfectos: desde el clásico Batman: The Animated Series de 1992 hasta la reciente The Avengers: Earth's Mightiest Heroes del 2010, hay un sinnúmero de dibujos animados superheróicos que lograron una inmensa empatía con el público y supieron adaptar algunos de los mejores comics de esas franquicias de forma más que digna, y cuando dicha traslación no era literal, los pequeños cambios o ajustes estaban más que justificados y respondían al sentido común con el cual, también, los televidentes empatizábamos. Y en cada uno de esos exitosos y clásicos shows tenemos todo lo que se pretende y espera de las producciones análogas live-actions: los mismos personajes, el mismo balance entre la acción, el argumento y el drama, y el mismo nivel de fidelidad a la obra original. Si se pudo hacer de forma animada, se puede hacer con actores de carne y hueso, tan sencillo como eso.
¿Pero es realmente así de sencillo? A ver…
Partamos de la base del target de uno y otro producto: los cartoons son para los pendejos, y no le den más vueltas a ese asunto. No se pongan en pesados intentando justificar otra cosa con estúpidos ejemplos que responden a excepciones porque la regla, la regularidad, la norma, es así y, además, fue siempre así, no hay más que buscar y averiguar y verificar el nivel de censura que estas producciones tienen, y los retrógrados límites en los que se tienen que manejar para que cada capítulo sea autorizado para ser emitido. Pero más allá de eso, la forma en la que están escritos los diálogos y las situaciones denotan el público al que van dirigidos: nos podrán encantar muchos de estos shows, y está muy bien que así sea porque realmente son productos muy elaborados y cerrados que muchas veces están escritos y llevados adelante por artistas enamorados del medio y de los personajes que están escribiendo y animando, pero lo naif de muchas situaciones y lo estúpido e inocente de otras responde al target y es un constante generador de concesiones por parte del televidente adulto, que no por eso anula o disminuye el goce que siente al ver a sus amados personajes vivir estas aventuras en la televisión, pero definitivamente no se podría hacer una traslación textual de las mismas tramas, las mismas situaciones y el mismo tenor de los diálogos a una serie live-action porque el grueso del público lo rechazaría de forma casi unánime, y con justa razón. Si algunas de las cosas que le exigimos a shows como Arrow son un casting un poco más acertado (mejores actores, sobre todo), mejores líneas de diálogos y más sentido común en la resolución de ciertas tramas, no quiero imaginar el nivel de puteadas que esta producción recibiría con las tramas y los diálogos edulcorados de los exitosos cartoons superheróicos, ¿no?



Amén de esto, que no es menor, también está la duración promedio de uno y otro formato: los cartoons para los pibes suelen promediar los 22 minutos, mientras que los shows live-actions que estamos –estoy- criticando superan los 40, casi el doble. Esto significa no solo otro tipo de guión por capítulo (que ya de por sí es una diferencia enorme en el resultado final), sino también otra forma de manejar los argumentos a largo plazo, sobre todo aquellos que servirán como arco de conexión por encima de toda una temporada. La 1er temporada de The Avengers: Earth's Mightiest Heroes tiene 26 capítulos, apenas 4 más que la temporada análoga de Agents of S.H.I.E.L.D., ¿no? ¡¡¡Pero cada capítulo dura casi el doble!!! La capacidad para mantener el interés del televidente por parte de los guionistas se tiene que duplicar, y es más el trabajo que tienen a la hora de “llenar huecos”, esos espacios vacíos que van a quedar indefectiblemente cuando no se puedan contar cosas relevantes a la trama principal y se tenga que guitarrear un poco. Aquí se aplica también el mismo dilema que lo que sucede con el cine: mientras que el desarrollo de un personaje como el Iron Man live-action, mismo que se dio en sus tres producciones cinematográficas en solitario, lleva hasta el momento acumuladas 4 horas y 20 minutos, el de Arrow ya lleva más de 40 horas sobre sus espaldas… Olvídense de la capacidad de cada actor, de los buenos o malos guiones, de las pésimas o geniales líneas de diálogos, y de la mar en coche… es una lucha muy desigual desde donde se la mire, el desgaste que tiene un personaje por sobre el otro es desproporcionado y al final del día genera una competencia desleal. Pero, una vez más, Walter White acumuló 50 horas de show…

¿Comic superheróico vs Televisión superheróica?

 

…lo que nos lleva a regresar al medio original para cerrar al menos una idea. ¡Al menos una! ¿Y si estamos encarando esto muy mal? ¿Y si, de repente, le estamos exigiendo a la adaptación más de lo que le exigimos al medio que dio vida a esa franquicia? Porque, al fin y al cabo, esto es televisión, es algo serial, igual que los comics yanquies que salen todos los meses. ¿Y qué franquicia superheróica puede jactarse de haber mantenido una serie ongoing desde sus inicios hasta la actualidad con una calidad de buena para arriba? Pero, claro, otra vez, estamos siendo injustos, y esta vez con el comic: muchos de estos personajes existen y tienen vida en papel décadas antes de que muchos de nosotros naciéramos, y por ellos han pasado infinidad de editores, guionistas y dibujantes. No existió en ellos un “plan” elaborado y calculado desde sus inicios hasta hoy, de hecho, todo lo contrario: los personajes han evolucionado con los tiempos, y se han adecuando a los mismos, para bien o para mal en muchos casos. Incluso en un período un poco más acotado, digamos 5 o 10 años, pocas son las franquicias que pueden jactarse también de mantener cierta regularidad en cuanto a la calidad que entregan. Pero esto no debería ser un antecedente negativo para llevar adelante una producción televisiva adaptando uno de estos personajes, en todo caso debería servir como parámetro, e incluso como advertencia: guarda, serializar uno de estos personajes y mantener una calidad pareja en los mismos en cada temporada es harto complicado. Las mejores historias de cada uno de ellos seguro se encuentran en miniseries o en sagas de no más de 7 u 8 números, cuando no en anuales, tomos únicos en algún formato de lujo tipo prestige o novelas gráficas. Hay excepciones, pero son solo eso, la regla nos indica que la exposición prolongada de estos personajes a un medio, sea cual sea, los termina desgastando, y esto hasta se verifica en los cartoons. No por nada Marvel Studios hace hincapié en no extender más allá de tres películas cada franquicia y luego comenzar a renovar el plantel, es evidente que ellos también entendieron esto. Pero la pregunta original no solo apunta a series longevas como Smallville o la reciente Arrow, que de todos modos ya superó los 50 capítulos, sino a todas las series en su conjunto, aún cuando no cuentan con el desgaste de los años. La decepción por no encontrar un producto acorde a lo que habíamos imaginado, o por no disfrutar de una producción que nos genere el mismo interés que otros shows televisivos actuales no se hace esperar, y se manifiesta casi desde el principio. ¿Nos pasaba lo mismo con otras producciones televisivas pasatistas emparentadas con la aventura, la ciencia ficción, lo sobrenatural y lo fantástico, como por ejemplo Buffy o Firefly, ambas de la factoría de Whedon, el mismo que guioniza y dirige la saga fílmica de Avengers? Aquí podemos volver a diferir, sin problemas, pero lo cierto es que desde mi lado, yo creo que no. Quizás a Buffy me costó un poco agarrarle la mano en sus comienzos, pero luego de hacerlo la disfruté como loco, y me volví un cruzado de la misma, y Firefly, un show mucho más cercano a estos años y al tipo de televisión que se realiza hoy en día, directamente me pareció genial desde el minuto cero. De todos los shows superheróicos que sigo (que son… todos los que actualmente están al aire, digamos, porque los sigo a todos), el único que está cerca de generarme algo parecido es Constantine, y reconozco que carezco de la objetividad necesaria para evaluar si este programa se separa del resto o si lo bien que me cae el actor, Matt Ryan, personificando a mi amigo John, me nubla mi capacidad crítica.



Para ir cerrando, hubo un show que, hace no mucho, nos voló a todos la cabeza, y para mí es un caso paradigmático y, además, una prueba casi irrefutable de que, finalmente, el problema pasa porque el comic superheróico no puede ser llevado a la televisión con la pretensión de lograr algo que compita en calidad con los mejores shows del momento: por supuesto casi todos habrán adivinado de que me estoy refiriendo a Heroes, esa genial creación de Tim Kring del 2006 que tenía absolutamente todo el potencial para ser no solo un fenómeno masivo sino también para convertirse en un punto de inflexión dentro del sub-género superheróico televisivo, incluso pienso que si hubiera funcionado bien, tanto en la calidad de lo entregado como en las repercusiones de lo que generaba, podría haber adelantado este momento, y haberle preparado una plataforma de lanzamiento mucho más interesante e íntegra a la Warner para su actual presente. Heroes tenía todo: mística, épica, personajes muy interesantes, un gran casting repleto de perfectos desconocidos (en ese momento, hoy son casi todos mini-celebridades televisivas) y tramas a corto y largo plazo que parecían estar bien pensadas y calculadas hasta el más mínimo detalle, incluso tenía una frase que funcionaba como slogan de la serie, que era genial por lo incomprensible y ridícula pero a la vez adictiva y viral, y parecía ser la llave de un gran e ingenioso enigma, al nivel de los misteriosos (y también decepcionantes) números de Lost: Save the Cheerleader, Save the World. Madre mía, me acuerdo de la emoción que tenía en esos primeros episodios de Heroes y se me vuelve a poner la piel de gallina, parecía que los superhéroes finalmente habían conquistado la televisión mundial con un producto de calidad que emulaba y homenajeaba el mejor Astrocity de Busiek, los mejores X-Men de Claremont y hasta el Watchmen de Alan Moore, mirá lo que te digo… Y guarda, que de todos modos es mucho lo que Heroes logró, y el impacto que tuvo en la cultura, pero más que una onda de choque solar que acabe con toda la existencia conocida terminó siendo apenas una semilla bien plantada del germinador que hiciste en la primaria. El tal Kring la caruseó como un caradura y cuando tuvo que revelar sus cartas y jugar fuerte nos dimos cuenta que nos había estado bluffeando todo el tiempo y no tenía una goma. Yo ya desde ese momento me convencí que este sub-género, en televisión no garpa, pero en cine sí. Aún así, sigo esperando que me sorprendan, algo que seguro no va a suceder con la mini-serie Heroes Reborn próxima a estrenarse este año.

Nos leemos la semana que viene, acá, en Tierra Freak.