viernes, 9 de enero de 2015

La tragedia del semanario Charlie Hebdo - La Columna de Logan.



Por supuesto que hubiera querido empezar el 2015 de otra forma, en la vida real y dentro del sitio, incluso ya casi tenía cerrada la reseña correspondiente al día de hoy, y era un artículo positivo sobre el devenir de los estrenos cinematográficos de este próximo semestre, pero la realidad, una vez más, nos golpea en la cara, y hace un par de días el semanario satírico Parisino Charlie Hebdo fue víctima de un atentado terrorista perpetrado por dos hombres enmascarados armados con fusiles de asalto AK-47, y entre las 12 víctimas que fallecieron producto de este hecho se encontraban cuatro leyendas del humor gráfico francés: Stephane Charbonnier, que en ese momento oficiaba como director de la revista, Georges Wolinski, Tignous y Cabu. Hoy, en Tierra Freak, repudiamos este brutal atentado y nos sumamos al duelo en todo el mundo, y le damos un espacio a la reflexión sobre este desastre.


Liberté d'expression

No es la primera vez que el semanario Charlie Hebdo es víctima de un atentado producto de sus polémicas publicaciones. De hecho, si había alcanzado algo de notoriedad fuera de Francia había sido justamente por enarbolar la bandera de la libertad de expresión sosteniendo los chistes y comentarios socio-políticos que sus artistas publicaban, desafiando todo el tiempo los límites de la tolerancia de aquellos grupos que eran víctimas de sus publicaciones. Tampoco podemos adjudicarle al semanario una ideología o bajada de línea específica asentada en la crítica al mundo islámico, ya que si por algo se destacaba la redacción de Charlie Hebdo era por no perdonar a ningún sector político ni religioso si la sátira lo ameritaba. Entre los personaje que fueron objetivo del chiste y la crítica estuvieron el mandatario François Hollande, el ex dictador chileno Augusto Pinochet, la religión católica, la judía y hasta la Unión Europea, pero evidentemente los mayores problemas y las situaciones de alerta se generaban cuando entraban en choque con el Islamismo. 

La revista, con una línea osada e irreverente, fue creada en 1992 por el escritor y periodista Francois Cavanna, fallecido el 29 de enero de 2014 a los 90 años de edad, a quien sucedió el dibujante Charb (Stephane Charbonnier, una de las víctimas del atentado de esta semana), el cual continuó con la línea libertaria y polémica del magazine, misma que podría compararse con la línea satírica que siguen en España revistas como “El Jueves” o “Mongolia”, o como nuestra “Barcelona” local, o la ya extinta pero jamás olvidada “Humor”. La misma tomó su título de una revista satírica anterior que se publicó entre 1969 y 1981 con diversos nombres, primero como “Hara-kiri”, para luego pasar a “Hara-kiri hebdo” y más tarde terminar como Charlie Hebdo. Parte de las polémicas en las que se vio envuelta la redacción de la revista tuvieron que ver con las tiras del caricaturista danés Kurt Westergaard, conocido por sus viñetas de Mahoma en el "Jyllands-Posten", mismas que fueron re-publicadas un año después en Charlie Hebdo, en el 2006, las cuales terminaron causando revueltas en todo el mundo árabe, y llevando al entonces director de la revista Philippe Val ante los tribunales luego de que grupos islamistas franceses lo demandaran por injurias públicas. Aunque luego la revista fue absuelta de cualquier culpa, la relación entre esta comunidad y el semanario quedó sesgada por este hecho, y de ahí en adelante no hizo más que empeorar.

¿Pero cuál es el problema, que tan polémicos eran estos chistes, cuál era el contenido de los mismos? En una de las caricaturas más recordadas, por ejemplo, Mahoma expresaba, con pesar, “qué duro es ser amado por idiotas”, pero más allá de lo que se mostraba satíricamente en los dibujos, lo que provocó profundas revueltas en el mundo musulmán fue la representación misma de Mahoma. De acuerdo a la religión islámica, la figura de este profeta no puede ser representada, por lo que la publicación de su imagen caricaturizada fue considerada por una ofensa desde algunos sectores. 

En noviembre del 2011 el semanario había sufrido otro ataque contra sus oficinas tras publicar un número en el que se ironizaba con el auge islamista tras la victoria del partido Ennahda en las elecciones de Túnez. Entonces, las instalaciones de la revista sufrieron un grave incendio tras ser atacadas con cócteles molotov y la página web fue hackeada, mostrando imágenes de una mezquita con el mensaje "no hay más dios que Alá". El director de la revista, Stéphane Charbonnier, en semanas posteriores a dicho atentado fue puesto bajo protección. Como respuesta a los ataques y las críticas, en el 2013 editaron un cómic sobre la vida del profeta Mahoma que, según la propia publicación, había sido investigada y editada por historiadores y estudiosos islámicos, pero de la mano de esta movida la revista ha defendido, también, su derecho a la libertad de expresión y se ha mantenido crítica con la intransigencia. El mismo Charbonnier aseguró que, si se autocensuran, "el puñado de extremistas que se revuelven en el mundo y en Francia habría ganado".

Je Suis Charlie


Y así es como llegamos a los lamentables hechos ocurridos hace unos días, donde dos terroristas amenazaron a una colaboradora de la revista, Corinne Rey, diseñadora y caricaturista conocida en el medio como Coco, quien se encontraba en la puerta del edificio donde está ubicada la redacción de Charlie hebdo acompañada por su hija, para que ingresara el código de acceso y los acompañara al interior. La balacera duró solo cinco minutos, suficientes para que perdieran la vida 12 personas, entre ellas la del director de la revista, Stephane Charbonnier (Charb), que había nacido nació en 1967 y que, además de caricaturista, desde hacía cinco años era el director de Charlie Hebdo. Cultor de un humor muy ácido, hasta 2009 trabajó bajo la tutela de Philippe Val, y en sus dibujos aparecían con frecuencia dos figuras, Maurice y Patapon, un gato y un perro con diálogos y situaciones que la prensa francesa calificaba como "escatológicos y anticapitalistas". Su marca registrada, de todos modos, eran los personajes de color amarillo (Simpson’s style), pero de ojos saltones. Charb solía decir que las polémicas caricaturas eran "totalmente halal", una palabra árabe que se usa para mencionar a cosas permitidas por el Islam. 

Junto con Charb, falleció también Georges Wolinski, un tunecino nacido el 28 de junio 1934, hijo de madre franco-italiana y padre judío polaco. Wolinski envió sus primeros dibujos a la redacción de la revista "Rustica" en 1958 mientras trabajaba en el negocio de su padre, pero lo que realmente terminó de moldear su carácter como artista y lo marcó de por vida fue el Mayo Francés, momento en el que comenzó a dibujar en el diario “Action” y co-fundó el periódico "L'Enragé". Este diario desapareció rápido pero el tono y la displicencia del mismo dio paso a la creación del "Hara-Kiri Hebdo", que terminaría deviniendo en la actual Charlie Hebdo. También colaboró en "L'Humanité" y otros medios como "Paris-Presse" o "Paris Match", y más allá de su labor como artistas era muy famoso dentro y fuera del medio por su sentido del humor y su sarcasmo a flor de piel. Una de sus frases favoritas era "soy un idiota, pero cuando veo lo que las personas inteligentes han hecho del mundo...", y a su esposa le había pedido, en caso de que él falleciera primero, que lo cremaran, para luego rematar esa idea con el comentario "tira las cenizas en el inodoro, así puedo ver tus nalgas todos los días". Wolinski era un personaje muy destacado en la cultura de Francia, ya que además de ser el padre de los dibujantes gráficos modernos, escribió tanto para teatro como para cine. Su último libro, "Le Seuil", fue publicado en septiembre como su primera novela gráfica.

Otras dos víctimas relacionadas con la historieta que fueron víctima de este barbárico atentado fueron Bernard Verlhac y Jean Cabut. El primero era escritor, caricaturista y dibujante, y tenía por costumbre publicar sus trabajos bajo el pseudónimo de "Tignous" (pequeña polilla), en homenaje a su abuela, dado que ella lo llamaba así. Había nacido en París el 1° de enero de 1957, y colaboraba en otros medios como el semanario "Marianne", "Fluide glacial", "l'Express", "VSD" y el "Télérama et L'humanité!". Sobre sus trazos podemos decir que siempre fueron muy simples y muy inteligentes, y sus compañeros lo definían como un profesional excepcional. En 2008 participó junto a sus compañeros Cabu, Wolinski y Cavanna del Festival de Cannes, ya que fueron protagonistas del documental "C'est dur d'être aimé", de Daniel Leconte, sobre amenazas de muerte a la escritura. El segundo, Jean Cabut, conocido en el ambiente como Cabu, había nacido en 1938 y se preparaba para celebrar el próximo martes sus 77 años. 

Dibujante y caricaturista, trabajaba en Charlie Hebdo desde 1970, pero sus primeros dibujos aparecieron en el diario regional "L'Union de Reims". En 1962 fundó la revista "Pilote", para la que creó el personaje de comic "Le Grand Duduche". Amante del jazz y reconocible por su look de corte de pelo taza, Cabu estaba casado con Isabelle Monin, cofundadora de la revista ecológica "La Gueule ouverte". El 10 de enero de 2010 sufrió la muerte de su hijo Emmanuel, más conocido por su nombre como cantante Mano Solo, que murió víctima del SIDA a los 46 años. Con su lápiz ha ridiculizado a distintos presidentes de Francia, desde De Gaulle a Francois Hollande, pero seguramente será recordado, por sobre todos sus otros laburos, por "Redneck", un personaje que creó y desarrollo en 1973 para Charlie Hebdo, y que consistía en la caricatura de un hombre alcohólico y racista, fruto de la inspiración que le generó un gerente del bar al que frecuentaba, y que por la abreviación del nombre se lo llamó "Beauf Beauf", y terminó llegando al diccionario francés para representar el significado de “mente estrecha, conservador, grosero y masculino". En 2004, junto a su amigo Georges Wolinski hicieron un homenaje a Quino, con dibujos propios de Mafalda.


Le crayon sera toujours au dessus de la Barbarie

Me resulta muy difícil escribir un artículo como este y no interpelarlo con mis propias reflexiones y experiencias personales al respecto, pero por sobre todas las cosas lo que más me cuesta es encontrar respuestas rápidas a muchas preguntas que surgen cuando soy/somos testigo/s mudo/s e impotente/s de actos barbáricos de este tipo. Y soy consciente de que no son preguntas originales, de hecho no me cabe la más mínima duda de que son las que se hace todo el mundo. La cultura islámica nos puede resultar tan ajena a nosotros, los occidentales, como a un marciano el ser humano, pero hilando fino podemos darnos cuenta que, al final del día, los terroristas armados que ingresaron a la redacción de Charlie Hebdo reaccionan por un argumento religioso pero, por encima de ellos, son accionados por un conflicto vinculado con el poder que usa a la religión como control social en los países donde estas formas de fanatismo tienen principal influencia, países que entraron en convulsión desde el estallido de la controvertida Primavera Árabe  del 2011, y que tienen como principales protagonistas a Arabia Saudita e Irán, entre otros. No en vano este acto terrorista sucede en Francia, el país europeo que mayor población musulmana tiene en toda Europa, y que desde hace unos años está en el ojo de la tormenta de este conflicto, entre otras cuestiones por ser acusados –los franceses- de profesar la islamofobia, sobre todo por ser uno de los pocos países de la región en haber aprobado una ley que prohíbe el uso de la burka y el niqab (vestimenta tradicional de algunas musulmanas), con el argumento de respetar la identidad de la república y los principios de laicidad. Así y todo, en todo el territorio francés viven 6 millones de musulmanes, pero desde la guerra en Irak, París recibe miles de turistas musulmanes de Kuwait, Arabia Saudita y los Emiratos (todos inmensamente ricos, por supuesto), que usan en su país niqab y la continúan usando al llegar a París, generando polémicas y muchas veces teniendo que pagar abultadas multas.

Y dicho esto, me permito un apartado muy personal para contar que hace unos días tuve un viaje dentro del viaje. Ustedes saben a qué me estoy refiriendo, no hace falta ser explícito ni hacer apología de nada. Entre la maraña de conclusiones que saqué del mismo, muchas apuntan de forma muy precisa ciertos rasgos de mi personalidad que –entendí- tengo que cambiar. Una de ellas estaba relacionada directamente con la violencia, al punto tal que sin que me diera cuenta una sola única idea se comenzó a posicionar en mi cabeza, casi como una imposición, y la misma agrupaba una ramificación de muchos aspectos de mi personalidad. La idea auto-impuesta era sencilla y se resumía en la frase “tengo que ser una persona menos violenta, menos agresiva”, y la misma se relaciona no con la violencia entendida como tal, lisa y llana, desde lo físico y lo gestual, porque no practico ningún deporte de contacto ni tampoco suelo relacionarme socialmente a los golpes, ni aún bajo los efectos del alcohol, pero sí tengo modos y actitudes que a la distancia resultan violentas. Y cargo con un dejo de soberbia que, también, expuesta de forma radical siempre abre el campo para el choque, la confrontación, la negación del debate y el diálogo y la necesidad imperiosa de imponer mis ideas por encima de las del resto. Años discutiendo o debatiendo con mis padres, hermanos y amigos, sumado a kilómetros de textos esparcidos por foros y redes sociales me volvieron muy bueno argumentando una posición de forma fuerte y segura, y cuando los argumentos no eran suficientes para establecer –e imponer- mi punto de vista, aparecía la violencia en forma de comentarios lamentables que desacreditan las capacidades intelectuales de quienes me contradecían, cuando no terminaban denigrando al receptor de mis palabras. De hecho hace apenas 4 días producto de un malentendido con unos amigos recuperé un texto que había escrito en marzo del 2013 en Facebook, sosteniendo una postura –válida aún hoy- pero desde ese lado, y no pude menos que horrorizarme, y sentir una mezcla de vergüenza y lástima por mí persona. No volví de ese “viaje” hecho un Gandhi, claro que no, pero entendí  -por fin- que la violencia claramente no es el camino para llegar a absolutamente ningún lado. Ojo: me cuesta, me cuesta horrores mantener mi lado violento apaciguado, y esa bestia interior que tengo –que todos tenemos- clama por ser alimentada lo suficiente como para que, por momentos, vuelva a desconocerme y regrese al estado agresivo que intento anular.


Y ahora, la naturalización de la violencia a la que estamos acostumbrados no solo va a claudicar nuestra preocupación por el tema en cuestión de días, sino que además nos va a permitir ver con buenos ojos la esperada y anticipada reacción del estado francés para localizar y capturar a los perpetradores de este atentado, máxime cuando “nos informan” que Stéphane Charbonnier estaba en la lista de los 9 más buscados de Al Qaeda (por cierto, había sido que esta organización no solo sigue existiendo sino que goza de muy buena salud, al parecer) o cuando nos enteramos que el grupo yihadista Estado Islámico (ISIS) calificó de "héroes" a los autores del atentado.


En nuestro país, mientras tanto, el debate tomará ribetes mucho más maduros e interesantes, centrándonos en el desafortunado twit de una decana de la Facultad de Periodismo de La Plata, o entrando nuevamente en la disyuntiva de si Nik SI o Nik No. Pero, ¿tenemos posibilidad de otro tipo de debate, nosotros? ¿Nosotros, que lo miramos desde la tribuna? ¿Lo miramos desde la tribuna? ¿La violencia nos es ajena? ¡¿A nosotros?! ¿Y los límites de la libertad de expresión, y ese debate pendiente y recurrente que cada tanto vuelve a asomar su nariz? ¿Y Sala y su banalización del holocausto judío, y lo que le costó eso, y lo que le cuesta aún? No la vida, por suerte, porque acá no contamos con la fortuna de tener a esos bárbaros fanáticos armados con AK-47, y además ya no vivimos esos tiempos en los que te tiraban una embajada abajo así de prepo, ¿viste? Acá el próximo presidente quizás venga de El Tigre, ese lugar idílico que ni George Orwell pudo imaginar, donde a los moto-chorros se los comen crudos.

No hay contexto alguno que justifique una masacre como la que ocurrió en la redacción de Charlie Hebdo. Ninguno. Y la venganza y la búsqueda de justicia del ojo por ojo, como bien señaló JuanSasturain, solo satisface a los imbéciles. Pero esto, que hoy nos toca de cerca solo porque leemos historietas, forma parte de una realidad que nos empecinamos en negar día a día, para poder regresar a nuestras casas y conciliar el sueño. El sueño. Hasta que no despertemos del mismo, todos somos unos hipócritas. 

Pero además, hoy, ahora y por siempre, todos somos Charlie.

Nos leemos la semana que viene, acá, en Tierra Freak.