jueves, 20 de noviembre de 2014

Sherlock Holmes - La Columna de Logan.



En febrero del 2015 la revista Fierro llegará a su número #100, pero esta vez le gano de mano, aunque, claro... mis reseñas son semanales, y por supuesto llevan mucho menos trabajo que cerrar una revista con la altura del hijo pródigo de Sasturain. Es así como esta entrada que están leyendo es mi artículo número #100 para Tierra Freak, un número redondo y hermoso que demuestra mi compromiso con el sitio y con ustedes, y que da una dimensión del camino recorrido desde aquella pacata entrada sobre el estreno de Arrow hasta lo que tienen delante de sus ojos. Y no concibo mejor manera de festejar este número y esta proeza personal que trabajando más que nunca para poder entretenerlos y dejarles algo positivo, a ustedes y al sitio. Es así como la semana pasada, con la entrada de la serie House M.D. y su festejo de los 10 años del comienzo de su emisión, di una pequeña y sutil pista para el lector despierto de por donde vendrían los “festejos”. 


Hace cerca de 3 meses, leyendo por 1ra vez la novela de Sir Arthur Conan Doyle de 1887, A Study in Scarlet [Estudio en escarlata suele ser la traducción que utilizan los editores y traductores para presentarla en castellano] caí en la cuenta de lo mucho que me gustaba el personaje y lo poco que había leído de él en mi vida adulta (no más de 20 de sus cuentos cortos y solo una novela antes de esta, The Hound of the Baskervilles), y supuse que no eran pocos quienes estaban en mi misma situación, razón por lo cual, a la hora de absorber las muchas y variadas adaptaciones del mismo, nos traicionaba a todos un poco la ignorancia para poder evaluar la fidelidad a la hora de apreciar lo cerca o lejos que dicha representación estaba de la obra original de Conan Doyle. También puede que no se trate de fidelidad sino sencillamente de un juego que proponen los productores y guionistas de la serie, abordando al personaje desde otro ángulo y jugando con esas cartas, pero procurando mantenerse fiel a la esencia del mismo. Nada de esto puede ser verificado si uno no absorbió la totalidad de la obra que incluye a Holmes escrita de puño de Doyle, que consta de 4 novelas y 56 cuentos cortos. Es así como en ese momento me propuse un desafío: conseguir y leer en papel la totalidad de la obra, no de forma cronológica sino de la manera en la que fueron publicados (o sea vivir la experiencia de un lector fanático del personaje en esos años, leyendo todo lo que va saliendo del mismo, aún cuando algunas historias son casos de “archivo” que Watson recupera de años anteriores), y contrastar la misma con 3 populares producciones audiovisuales actuales que homenajean este personaje y este autor, e ir tomando nota de toda la experiencia, para luego armar un resumen y trasladarlo a un artículo para Tierra Freak.

Quiero anunciarles entonces que pude cumplir el objetivo la semana pasada, y a continuación tendrán los resultados del mismo. ¿Y cuál sería el uso práctico de esta reseña? Para aquellos que, igual que yo, son fans de las encarnaciones audiovisuales del personaje pero tienen poco camino recorrido leyendo la obra de Conan Doyle, espero este cuadro comparativo los anime a cerrar el círculo, y para aquellos que me ganaron de mano y son conocedores de toda la obra y de –al menos las aquí citadas- adaptaciones, esta reseña es un buen lugar donde puedan abrir un debate y comparar notas y conclusiones conmigo o con el resto de los lectores, ya que sabré a qué se están refiriendo. También puede servir al lector ocasional que siempre tuvo resquemor por entrarle a una de estas adaptaciones… aquí tendrá una exhaustiva guía que no ahondara en spoilers –algunos hay, por supuesto, pero intentaré ser moderado en este punto- pero pintará de pies a cabeza las características de cada adaptación y su relación con la obra adaptada.


 No quiero hacerles perder más tiempo, utilice 690 palabras solo para describirles de que va la entrada de hoy y ni empecé. Elegí las 3 adaptaciones más populares de los últimos 10 años, y da la casualidad que son muy distintas entre sí, y entre las 3 cubren casi toda la gama de formatos audiovisuales: las dos películas dirigidas por Guy Ritchie y protagonizadas por Robert Downey, Jr., Sherlock Holmes (2009) y su secuela Sherlock Holmes: A Game of Shadows (2011), la celebrada miniserie de la BBC protagonizada por Benedict Cumberbatch, Sherlock (2010), que cuenta con 3 temporadas de 3 capítulos cada una, pero cada capítulo bien podría ser considerado un film para televisión por su duración de 90 minutos promedio, y la polémica serie norteamericana de la CBS, Elementary, que está protagonizada por Jonny Lee Miller y tiene dos temporadas finalizadas de 24 capítulos cada una y una 3er temporada en curso, con el 4to capítulo de la misma que se estrena esta misma noche. Así entonces tenemos cine, televisión británica en un formato casi cinematográfico y televisión dramática yanquie convencional. ¡Perfecto!  

Para hacer la lectura de este proyecto de análisis más amena voy a presentar 3 párrafos con un atípico formato de “cuadro sinóptico”, y me voy a enfocar en 5 puntos que considero fundamentales y que sirven para tener una idea de la mirada que los productores, guionistas y directores nos devolvieron sobre la obra de Conan Doyle: como es el propio Holmes de esa versión, cómo es la relación entre Holmes y Watson, cuál es el enfoque que le dieron, cómo adaptaron a dos de los personajes más importantes de la saga, Irene Adler y el Profesor Moriarty, y si hay adaptaciones literales de novelas o cuentos cortos de Holmes dentro del producto. No se asusten por la extensión de los primeros párrafos, a medida que avancemos en las versiones van a ser más cortos porque no voy a redundar en cuestiones del papel que ya quedaron claras más arriba. Vamos entonces con esta mega-reseña, espero la disfruten.

Guy Ritchie saga

Holmes: físicamente hablando, la caracterización de Robert Downey, Jr. es la menos parecida a la que nos describe Watson sobre Holmes en su 1er encuentro con el gran detective de las 3 obras adaptadas que estoy abordando, al punto tal que casi en lo único en lo que responde es en la mirada aguda y penetrante, pero todos los otros elementos que componen al personaje en papel están intactos: su soberbia y altanería que provocan malestar en el resto, su obsesión por encontrar un desafío que esté a la altura de sus capacidades y por revelar  la verdad, su adicción a la cocaína, su gusto por la música y sus habilidades para la lucha cuerpo a cuerpo, las cuales incluyen el boxeo, el esgrima y el arte marcial bartitsu, un tipo de defensa personal que fue desarrollado y usado en Inglaterra a fines del 1800. Se hace mucho hincapié en la capacidad de Holmes para defenderse en esta versión, y ahí sí Downey, Jr. la descose, como también sobresale con el uso del sarcasmo y el humor, por supuesto, aunque lo 2do no es un fuerte del personaje original. También somos testigos de las habilidades del personaje para disfrazarse y caracterizar personajes, algo a lo que Conan Doyle recurre todo el tiempo, y que escasea en las otras versiones. Hay un recurso estético-narrativo que se termina transformando en un cliché de la saga y que incluye la colaboración mutua de Ritchie y Downey, Jr. para anticipar ciertos movimientos, elucubrar una teoría o sencillamente explicar la línea de razonamiento de Holmes que es celebrado por quien escribe estas líneas y que responde más que bien a la manera en la que piensa y trabaja el invaluable cerebro de este personaje, y que sobre todo funciona muy bien en la pantalla gigante. En resumen: Robertito compuso un neurótico drogadicto sin culpa, y eso está muy bien para Holmes, pero le sobraron los pasos de comedia.

Holmes y Watson: cuando comienza Sherlock Holmes (2009), la primera de las películas de Ritchie que narra las aventuras de Holmes, la relación entre estos dos amigos ya está afianzada y, de hecho, se encuentra en un momento de inflexión en el cual Watson está en proceso de abandonar el mítico departamento 221B de la Baker Street, para irse a vivir con su prometida Mary Morstan, y es así como este director y los guionistas nos privaron de vivir ese primer encuentro mágico entre ambos personajes, algo que solo sucede en esta adaptación, pero eso no necesariamente es negativo teniendo en cuenta que esto es un producción para cine. La profunda amistad que los une se ve reflejada en ambas cintas, lo que quizás falta es esa casi absurda y ciega admiración que Watson profesa por Holmes, que muchas veces en el papel lo lleva a cometer inconsciencias y a accionar movidas que ponen en riesgo su vida y que claramente solo las hace por la relación que lo une con su mentor y amigo. Ojo: eso no quiere decir que en esta versión Watson no ponga su vida en riesgo, lo hace, varias veces, y en una de esas casi la palma, pero no hubo tiempo ni espacio para entender del todo el porqué. De hecho, uno termina convencido de que quien más entrega en esta relación es Holmes, cuando en realidad en el papel siempre es al contrario. Por lo demás, Jude Law nos entrega un Dr. John Watson apenas correcto, preocupado siempre por la salud mental y física de su amigo pero también demasiado metido en su propia vida y sus propios intereses, y a mi entender mucho más carismático que el personaje escrito por Conan Doyle.

Enfoque: mucho se dijo del exceso de acción que la versión de Guy Ritchie tiene pero lo cierto es que, por un lado, cada novela de Conan Doyle cuenta con un mínimo de 3 escenas de acción trepidantes, y 2 de cada 5 relatos cortos también las incluyen, y por el otro ya hemos establecido que Holmes posee habilidades para la lucha, así que en este punto ninguna de las críticas es certera. Por otro lado, de las 3 adaptaciones la de Ritchie es la única que ocurre en la Londres de fines del 1800, así que le pese a quien le pese, es la que tiene el enfoque con el clima más ajustado a la obra original: ahí tenemos los mismos medios de transporte que hemos leído en los libros, el mismo nivel de tecnología, las mismas vestimentas, las mismas calles y avenidas, puertos, arquitectura, e incluso profesiones y vicios de la sociedad de esos años. Conan Doyle era un eximio conocedor de Londres, y te lo hacía saber en sus relatos y transmitía ese conocimiento a la sapienza de su personaje favorito, y de a poco vos como lector vas armando una grilla mental de las calles principales, plazas, bares y clubes de esta enorme ciudad. Todo esto está trasladado de forma ecuánime y presentado de manera magistral en las cintas de Ritchie que, por este motivo, son las que conservan el enfoque más cercano al entorno que rodeaba los casos de Holmes. Lo único que tira un poco abajo este enfoque es el tono de comedia de la saga, que bajo ningún punto de vista se corresponde con la obra original, y por momentos es casi una traición al género.

Irene Adler y el Professor Moriarty: poco y nada hay de esta interesante mujer que Holmes considera un intelecto análogo al suyo en la versión de Ritchie de la mano de la caracterización de la preciosa Rachel McAdams, sí se conservaron algunos rasgos relacionados con la astucia de la misma, la fortaleza espiritual y sobre todo el enamoramiento hacia nuestro querido detective. Ojo de nuevo: en la saga original en papel este personaje aparece una sola vez, y luego es mencionado un par de veces más, y es evidente que existe un interés enorme por Holmes de parte de ella, pero nunca se explicita un enamoramiento, en todo caso es casi una obsesión. No ayuda a la buena de McAdams y su performance que en casi toda la película el personaje sea un comuñe digitado por el mismo Moriarty. Así como podemos ver mucho de Adler en el 1er film y casi nada de ella en el 2do, lo mismo sucede con el Profesor Moriarty pero con las películas invertidas, en la piel de Jared Harris, y este también hace una caracterización apenas correcta del personaje. Si me preguntan a mí, el problema es la expectativa que generó en el 1er film, y la sombra que proyectó sobre él aquel Lord Henry Blackwood del 1er film brillantemente interpretado por Mark Strong, pero que lamentablemente es un personaje original del guión adaptado que no tiene un correlato en la obra de Conan Doyle. Harris de todos modos pone lo suyo y hay momentos donde realmente se hace temer… pero le falta dos centavos más de psicopatía y cuatro chelines de hijaputez.

Adaptaciones literales de novelas o cuentos cortos: no hay, en ninguna de las dos películas, ambos casos son completamente nuevos, guiones originales que toman a los personajes de Conan Doyle, el entorno y las relaciones entre ellos y los ubican en situaciones análogas a las aventuras que vivieron en papel. Lo que si encontramos, a raudales, son líneas de diálogos que son transcripciones textuales de dichos que tiró Holmes en los libros, como por ejemplo “usted tiene el gran don del silencio, Watson, eso lo hace bastante inestimable como compañero” [The Man with the Twisted Lip - 1891] o “datos, datos, datos, no puedo hacer ladrillos sin arcilla” [The Adventure of the Copper Beeches - 1892], por citar dos de, al menos, 18 referencias de este tipo vertidas en ambas producciones.

Sherlock, la serie de BBC

Holmes: Benedict Cumberbatch es, sin duda alguna, el mejor Holmes de las tres adaptaciones. Físicamente es el más parecido: alto y delgado (faltaría la nariz fina y aguileña) y que, por la postura y la forma en la que se viste, siempre parece proyectar aún más altura de la que tiene. Pero además la caracterización es impecable y contiene todos los elementos que uno conoce y espera ver en pantalla del personaje. Los productores han buscado, con cada uno de los elementos que incorporaron a esta adaptación, hacer una puesta al día del personaje y la obra, y siendo así, le clavaron a este Holmes un síndrome de asperger que, más allá de que dentro de este contexto funciona en varios niveles, Conan Doyle jamás imaginó para su personaje. De hecho, el Holmes de Doyle no carece de habilidades sociales, todo lo contrario: sabe cómo tiene que reaccionar y comportarse cuando puede sacar provecho de eso, sabe con quienes puede joder y a quienes no tiene que hacer calentar con sus comentarios sarcásticos (son pocos, eso es verdad, pero hay algunos para los cuales se muerde los labios), y más allá de su pedantería intrínseca utiliza su inteligencia y su capacidad de observación no solo para contemplar los rituales sociales que se desarrollan a su alrededor sino también para tomar nota de los mismos y sacar ventaja a futuro utilizando su carisma. Casi todo lo que acabo de describir está ausente en la interpretación del buenazo de Benedict, pero no tiene absolutamente nada que ver con alguna carencia suya a la hora de plasmar al personaje sino con un punto de vista y una mirada de los productores de la serie. Tampoco vemos mucho de la capacidad de meterse en la piel de otros personajes –algo hay, escaso-, pero esto también tiene que ver con lo recién descripto. En contraposición con esto, hay algo que solo se recupera para esta adaptación, y que sin llegar a ser importante en el papel es un elemento más de la obra de Conan Doyle, y es la relación entre Holmes y la prensa, el ego del personaje peleando con la necesidad de que se le de crédito por sus logros, y las consecuencias de esto.

Holmes y Watson: una vez más, la química entre Benedict Cumberbatch y Martin Freeman hace que sean la mejor pareja de las versiones adaptadas que estoy reseñando hoy, además de tener el mejor Watson que podríamos haber soñado de la mano de un actor que vale su peso en oro pero… ya desde el vamos Freeman no da con la talla del personaje del papel ni de cerca: debería tener un físico atlético, y ser un poco más joven que su admirado mentor y amigo. Fail en ambas cosas. Además, el constante roce entre ambos, ese tire y afloje en la relación, los reclamos, las quejas de unos a otros… Hay una necesidad por parte de los guionistas de poner mucho énfasis en lo complicado que es ser amigo de Holmes, al punto tal que uno llega a sentir lástima muchas veces por este Watson, y lo cierto es que jamás se nos cruza ese sentimiento por la cabeza leyendo la obra de Doyle. Si, tuvieron algunos momentos complicados, pero en comparación de lo largo de la obra, son insignificantes, y la verdad es que la relación entre ellos fluye con mucha naturalidad… como suele suceder con las relaciones de amistad masculinas. La que tienen Holmes y Watson en Sherlock, la verdad, tiene el nivel de histeriqueo por momento de una novela de Suar, y eso me hace mucho ruido. Quizás los productores entendieron que con casi 130 años de distancia entre la obra original y la adaptación, parte de la puesta al día significaba darle una lavada de cara a todo el aspecto social, pero a mi juicio se les fue la mano y se alejan un poco del constante espíritu de camaradería que transmiten los libros.

Enfoque: si bien la serie está ambientada en el presente –y solo por eso el enfoque es un poco más alejado que el de la adaptación de Guy Ritchie- hay una intención manifiesta por parte de los productores de recuperar la sensación que tuvieron los lectores de fines del 1800 cuando absorbían como enfermos adictos cada cuento que se iba publicando de la serie de Holmes, y para eso han tomado todos los recaudos necesarios en la puesta en escena. La fotografía y dirección de arte es impecable y está intrínsecamente arraigada al género, más aún que las tramas, que varían mucho de un episodio a otro. Dependiendo del capítulo, la inclusión del humor y el drama pueden estar balanceados o no, pero eso es muy complicado de medir también en la obra de Doyle, sobre todo por la longitud de la misma. Si bien es cierto que no abundaba el humor en la misma, el sarcasmo y la ironía de algunos comentarios de Holmes –e incluso a veces de Watson- te pueden llegar a sacar una sonrisa cómplice, pero no más de eso. De todos modos la inclusión de la tecnología, amén de alejar la serie del espíritu original de la obra –muchas veces Holmes podía sacar conclusiones gracias a experimentar él mismo durante horas y horas en un pequeño laboratorio químico que tenía montado en el departamento, en parte porque a finales del 1800 las pericias forenses estaban aún en pañales-, fueron puestas de forma creativa, y el mejor ejemplo de eso es el Blog del propio Watson y su analogía con los diarios originales, que no son otra cosa que los relatos que nos describieron las aventuras de Holmes.

Irene Adler y el Professor Moriarty: ¿nos dio la cautivadora Lara Pulver la mejor Irene Adler de las 3 adaptaciones acá reseñadas? Puede ser, pero de lo que podemos estar seguros es de que da mucho más con la talla del personaje escrito por Doyle que el que le vimos al bomboncito de Rachel McAdams, y para muestra solo necesitamos recuperar a nuestra memoria un ping-pong mental tan exquisito como filoso entre este personaje y Holmes promediando el capítulo titulado “A Scandal in Belgravia” [una obvia referencia al cuento corto de 1891 "A Scandal in Bohemia”, el cual introduce al personaje en papel], mismo que da comienzo a la 2da temporada de esta serie, un verdadero combate de titanes entre dos inteligencias superiores que no deja duda alguna del IQ del personaje. Andrew Scott caracterizando a Moriarty en cambio está excedido en todo: no está en discusión la inteligencia del personaje ni la capacidad para generar un puzle a la altura de las habilidades de Holmes, ni tampoco su peso como némesis del mejor detective del mundo dentro de esta adaptación, pero con esta caracterización es imposible no retrotraerse a villanos como el Joker interpretado por Heath Ledger para la saga de Nolan del otro gran detective de ficción. El Moriarty de Sherlock (la serie de BBC) excede el canon de locura y maldad impuesto por la obra de Doyle en varios escalones, y mientras el original tuvo como uno de sus objetivos desafiar y matar a Holmes, pero el mismo no estaba por encima de sus intereses personales relacionados con la socio-política de ese momento, el de la serie británica parece estar únicamente obsesionado por la figura de su némesis, y todo su arsenal intelectual y de recursos parecen tener como único objetivo llamar la atención y destruir la figura y la existencia del brillante detective. No entiendo esto como un error, pero le quita peso y profundidad al personaje, y sobre todo lo aleja bastante de su contrapartida en papel.

Adaptaciones literales de novelas o cuentos cortos: aquí esta serie gana por afano, ya que es la única de las tres obras que estoy reseñando que se tomó el trabajo de agarrar una novela o un cuento corto de Doyle y adaptarlo, y el resultado es más que satisfactorio. Por suerte, tendremos una 4ta temporada, pero hasta el momento han adaptado la novela que dio a conocer al personaje, “A Study in Scarlet” (1887), así como las novelas “The Hound of the Baskervilles” (1902), y "The Sign of the Four" (1890) y los cuentos cortos "The Final Problem" (1893), "The Adventure of the Empty House" (1903) y "The Adventure of Charles Augustus Milverton" (1904). Algunos episodios no son adaptaciones literales de la obra de Doyle, pero conservan algún detalle que referencia a alguna de las obras, y así los productores incluyeron también elementos de, por ejemplo, la novela “The Valley of Fear” (1914). Gol de media cancha para este punto.

Elementary, la serie de CBS

Holmes: los productores de esta serie desde el minuto cero aclararon que iba a ser una versión muy pero muy libre, y que no estaba en ellos la intención de emular lo que había hecho la BBC con Sherlock, y se tomaron esta consigna tan a pecho que prácticamente cada uno de los puntos que voy a enumerar conserva una distancia enorme no solo con las otras dos producciones audiovisuales acá analizadas sino también con la obra de Doyle. En el afán de presentarnos “ligeras” variaciones de los personajes tal cual los conocemos al menos de otras adaptaciones, aquí Holmes es un ex-adicto a la cocaína que se pegó tal viaje la última vez que para tomar distancia de la misma se fue a vivir a New York. Al menos conservaron el hecho de que es británico, nuestro querido Constantine no tuvo tanta suerte en su primer versión live-action . Físicamente, el buenazo de Jonny Lee Miller –el actor que da vida al Holmes de esta serie- tampoco da con la talla del personaje, pero parece ser más alto que Robertito, y conserva gran parte de los rasgos de personalidad que identifican al mismo: tienen el mismo hambre voraz por encontrar un desafío y se obsesiona con la resolución de los casos, tiene como hobbies la música y la apicultura, investiga mucho en su departamento y puede pasarse madrugadas completas sin dormir con tal de encontrar una nueva pista o demostrar una teoría, es observador y analista, y tiene el carisma necesario para poder entrevistar a testigos o víctimas y sacarles lo que necesita, pero le huye a los compromisos sociales y a cualquier obligación que lo distancie mucho de su cruzada. La relación con su familia también está explicitada en la serie, y por el espacio que tiene la misma, es la que más ahonda en este punto, y por supuesto también nos depara alguna que otra sorpresa. Miller cumple con el objetivo de darnos un Holmes creíble, y la gente de vestuario se rompe la cabeza intentando que su vestimenta refleje su egocentrismo pero a la vez no lo haga lucir ridículo.

Holmes y Watson: evidentemente en este punto, Elementary se separa de todas las obras previamente adaptadas, y de lo que sucede en el papel, ya que la relación entre Holmes y Watson es una amistad teñida de histeriqueo producto de la profunda admiración y respeto que ambos personajes se tienen, pero dado que ambos son heterosexuales esta relación carga siempre con una doble lectura y una tensión sexual imperante porque… Watson es mujer. Sep, en una de las decisiones más controversiales que tomaron los realizadores de la serie, en aras de buscar separarse del resto, la actriz de ascendencia asiática Lucy Liu interpreta a la Dra. Joan Watson, una acompañante terapéutica que contrata el padre de Holmes para que viva con su hijo y le marque el camino a seguir en la recuperación, y al menos en el comienzo la relación entre ambos parte de esa premisa. Esta versión de Watson tiene su encanto –no solo porque Lucy Liu está buenísima y tiene unas piernas infartantes que no duda en mostrar en cada puto capítulo- dado que la sospecha sobre la homosexualidad latente entre ambos personajes originales siempre estuvo a la orden del día, y acá se juega mucho con ese tema… lo que tira abajo un poco la propuesta es que Watson no está escrito a la altura del desafío. Si, es inteligente, perspicaz, tiene algo de intuición y conocimientos vastos en medicina, pero le falta madera para llenar el espacio que le tocó ocupar.

Enfoque: bueno, es evidente que de las tres versiones reseñadas esta es la que tiene el enfoque más alejado: no tenemos el departamento del 221B de la Baker Street porque el show se desarrolla en New York, ni la Londres de fines del 1800 porque las aventuras suceden en el presente, y sumado a eso Holmes es amigo de la policía, y respeta mucho a al menos dos de sus miembros, que da la casualidad tienen una ética y una moral intachable, y son los únicos que sobresalen por sus capacidades deductivas (aparecen 2 o 3 detectives más que dan lástima). Lo único que la serie conserva sobre el enfoque original es la manera en la que Watson y Holmes van tomando contacto con los casos, nada más.

Irene Adler y el Professor Moriarty: teniendo en cuenta el espíritu de la serie, estos dos personajes, por separados y juntos, son, de las 3 versiones que reseño, los que más se acercan a los que escribió Doyle: una Irene Adler atractiva pero no dentro de los estándares clásicos de belleza, muy sexy y sobre todo muy inteligente, que tranquilamente podría derrotar a Holmes, y un Moriarty obsesionado por, también, vencer a Holmes, pero con una clara y visible agenda propia, y con una psicopatía que no llega a ser ridícula. Y sin lugar a dudas festejo la sorpresa que esta serie me preparó para los cruces entre estos personajes y el protagonista de la saga: eso, más que cualquier otra cosa, es lo que, en este caso, le está rindiendo culto a la obra original, no de forma literal pero sí en el espíritu de la misma, porque si algo tienen los relatos de Conan Doyle son la capacidad de asombrarte y sorprender, prácticamente todo el tiempo. Aplausos.

Adaptaciones literales de novelas o cuentos cortos: La cantidad de capítulos con los que cuenta hasta la fecha esta producción (más de 50) nos podría haber dado la serie con mayor número de obras de Doyle adaptadas en una sola producción… pero los realizadores de la misma decidieron ir por otro lado, como vengo comentando más arriba, y no hay un solo episodio que adapte algo de la obra de Conan Doyle. Si se fuerza un poco la vista se pueden encontrar, cada tanto, referencias, pero las mismas son tan rebuscadas que en vano sería que las cite. Por mi parte pienso que este, y no otro, es el punto más flojo de la serie, ya que no costaba nada ir tirando cada tanto algún que otro caso original puesto al día con la frescura de esta realización. Al no tener al menos esa conexión con la obra original, Elementary termina siendo una serie que tiene un personaje llamado Sherlock Holmes que conserva ciertas características de aquel personaje… y casi nada más en referencia a la obra de Doyle.

Y hasta aquí llegamos, y si están leyendo esto, merecen un premio. xD
Para finalizar, mi gratificación para con ustedes, que me leen todas las semanas y se bancan textos como estos... deben estar igual de locos que yo, a la par de lo loco que está este tipo Saki, a quien le estoy agradecido por haberme dado este espacio y haberme bancado dentro y fuera del sitio, sosteniendo los trapos codo a codo, y desde mi lado espero poder seguir aportando siempre a Tierra Freak, como lo haré la semana que viene. Nos leemos en 7 días