miércoles, 5 de noviembre de 2014

Nerdos al cuadrado - El Gabinete del Dr. Morholt.



Una de las cosas más inverosímiles en cualquier producción audiovisual yanqki es que cualquiera que haya ido a la universidad y tenga un título en alguna rama de las ciencias es poseedor de un superpoder llamado “Comprender absolutamente todo sobre todos los campos de estudio científicos”.


Es así como los paródicos personajes de “The Big Bang Theory” pueden ser doctores en física o ingenieros recibidos del MIT, pero saben aparte de microbiología, robótica, metalurgia, electrónica y un largo e inacabable etc.

 Alguno podrá alegar que el ejemplo que di es una comedia, pero pasa siempre en las películas o series y es un tema que, por lo menos a mi, me genera un quiebre en el proceso de identificación buscado en cualquier obra audiovisual.

Quizás por ser nerdo, quizás por haber estudiado una carrera ingenieril, quizás porque tengo amigos en distintas ramas de las ciencias “duras”, quizás porque cuando quiero saber sobre neurociencia no hablo con mi amiga bióloga y mucho menos con mi primo biólogo marino… quizás por todo eso es que este tema me molesta sobremanera.

O quizás porque soy un hincha pelotas con esto cuando hay otros a los que le molesta la verosimilitud de la existencia de dragones en Game of Thrones o que exista un marciano que tenga poderes telepáticos, se haga invisible, cambie de forma y aparte sea super fuerte y vuele como el Martian Manhunter… ¡andá a saber!

Lo importante es que con esta nueva moda de que los nerdos son cool o por lo menos aceptados a nivel social, que esperemos que no sea una moda sino un cambio en la sociedad, cada vez hay más producciones en cine y tv que tienen a estos “inadaptados sociales” como protagonistas.

Lo interesante es cuando esas producciones cuentan historias reales… o casi.

Es así que hace unas cuantas semanas comenzó la serie “Scorpion”, que cuenta la historia de Walter O´Brien la cuarta persona con mayor Coeficiente Intelectual del mundo.


Un genio con todas las letras que lidera un equipo de otros genios en distintas ramas de la ciencia y que, bajo la tutela de un agente del FBI, solucionan esos problemas que nadie más puede. Estos problemas pueden ser ataques terroristas, contaminaciones con bacterias experimentales o desastres nucleares por falta de mantenimiento en centrales de energía atómica.

Hasta acá no deja de ser un programa como MacGyver, sólo que en vez de estar protagonizado por una sola persona superinteligente, lo está por un grupo de personas superinteligentes.

El tema es que Walter O´Brien existe en la realidad y su empresa Scorpion Computer Services también. Pero lo más interesante es que el mismo O´Brien dice que mucho de lo que pasa en la serie está basado en hechos reales.

Es más, cuando le preguntaron específicamente si trabaja para el gobierno deteniendo esos casos que nadie más puede contestó “Hemos salvado vidas y atrapado terroristas y frenado guerras. Y eso es lo mejor que puedo hacer con mis habilidades… proteger al país. Mucho más no puedo contar por confidencialidad.”

Y en esta serie, quizás porque está basada en personas reales, más allá de que cualquiera tiene habilidades para hackear sistemas, lo que puede hacer la especialista en mecánica, no puede hacerlo el especialista en matemáticas o el especialista en lenguaje corporal.

Este aspecto “realista” es algo a remarcar de esta serie que aparte entretiene y tiene una dinámica muy actual. Es decir que a pesar de que te muestren a los nerdos atrapados en un problema matemático,  el montaje, la música y la elección de planos no lo hace aburrido.

Otra de las cosas remarcables es que, quizás también por tener a O´Brien real como productor y asistente de los guionistas, se hace mucho hincapié en que aquellos que tienen muy desarrollada la inteligencia lógica o matemática, normalmente carecen de la emocional o social.

Es por eso que en la serie se agrega un personaje, el de una joven con un hijo con un alto coeficiente intelectual con el que casi no se puede relacionar, que se suma al grupo para ser ese puente entre los “genios” y los “normales”, pero aparte para poder llegar a comprender, algún día, a su hijo con la ayuda de Walter.
La serie está protagonizada por el muy poco conocido Elyes Gabel, que hace de O´Brien, Katharine McPhee, que protagonizó la serie musical “Smash”, y el ultra conocido Robert Patrick que interpreta al agente del FBI encargado de darle los trabajos al grupo Scorpion y que es responsable también de haber encontrado a O´Brien en su primer hackeo cuando sólo tenía 13 años de edad.

Cabe destacar también la actuación de Eddie Kaye Thomas, el nerdo Finch (o “Stifler´s MotherFucker”) de la saga “American Pie”.

El O´Brien real dijo que se embarcó en este proyecto porque “Como muchos de mi edad, yo crecí viendo MacGyver, The A-team o Nightrider. Y generalmente eran un montón de personas que se salían de la norma que trataban de salvar al mundo. Al final terminé haciendo eso. Me encantaría que los chicos de ahora vean este programa o los CSI y entiendan que para poder hacer un mundo mejor deben estudiar en la universidad. Y que aquellos que se sienten especiales, pueden lograr encontrar otros como ellos y hacer la diferencia.”

La serie ya fue renovada para una segunda temporada en 2015 y ya fueron emitidos 7 de los 10 episodios de esta primera.

Pero hay otro ejemplo en la televisión actual de científicos “reales”, bueno, o por lo menos basados en científicos reales por lo que no rompen ese verosímil que tanto me molesta.

La serie en cuestión es “Manhattan”, la cual se sitúa en 1943, cuando el ejército de los Estados Unidos comienza con el proyecto de la bomba atómica.

En esta serie, que de primera nos avisa que si bien está basada en hechos reales los personajes no son ni planean ser fieles reflejos de los que trabajaron en ese proyecto, se nos muestra la carrera clandestina de la que participaron todas las potencias mundiales a principios de los 40s, EE.UU., Rusia, Inglaterra y principalmente Alemania.

El foco está puesto en la base secreta militar que realmente existió en Los Alamos, Nuevo Mexico y cuya parte científica fue dirigida por el físico Robert Oppenheimer (interpretado por Daniel London en la serie). 

Lo que nos muestra la serie, que ya terminó su primera temporada y tiene confirmada una segunda, es la vida en ese campamento ultra secreto, emplazado en el desierto, en donde los científicos fueron a vivir con sus familias, a las cuales no podían decirles sobre lo que estaban trabajando.

El secretismo y la paranoia del ejército es tal que las comunicaciones externas son prohibidas o monitoreadas, las personas tienen números de rango con lo que pueden o no saber ciertas partes de la información y, principalmente, se vive en un estado casi autoritario dentro del campamento, pero siempre con un velo de bienestar y progreso, clásico de la sociedad de esa época.

Es así como los científicos protagonistas de la serie, sea porque están convencidos de que en lo que trabajan va a poner fin a la II Guerra Mundial, o sólo por ambición personal, viven recluidos del mundo exterior y relegan sus más básicos derechos civiles en pos del más importante proyecto del país. El primer arma de destrucción masiva.

Y así es que algunos empiezan a replantearse cuál es el papel que juegan en esta maquinaria tan enorme y principalmente secreta, mientras otros cuentan cuánto tardan en resolver una ecuación en base a los muertos que hay en el frente de batalla en ese tiempo transcurrido.

Y acá también, como en “Scorpion”, el físico especializado en partículas no intenta entender cómo va a reaccionar un metal en el momento de la explosión o cuál es la composición química de tal o cual elemento o los efectos de la radiación en la flora y la fauna. Cada equipo tiene su campo específico de trabajo y no se salen de eso.

Porque otra cosa que cuenta la serie es la carrera interna entre los distintos proyectos para generar la bomba. La competencia de los distintos equipos por lograr no sólo el llegar a la mejor opción, sino también el beneplácito del director Oppenheimer, la eminencia del campamento.

Los protagonistas de la serie son algunos conocidos, como John Hickey (cuyo personaje Frank Winter está libremente basado en el físico Seth Neddermeyer, quien lideraba el proyecto de la implosión en el verdadero Proyecto Manhattan), Olivia Williams (esposa de Winter) a la que recordamos de “Dollhouse” de Whedon, Rachel Brosnahan a la que se pudo ver en “House Of Cards”, Harry Lloyd al que conocimos como Viserys Targaryen y el enorme Daniel Stern que con la barba y los anteojos que le pusieron para su personaje está irreconocible.

Los que tenemos alguna idea delo que realmente fue el Proyecto Manhattan y quiénes estuvieron involucrados tenemos también nuestros pequeños fanservices nerdos, porque no solamente Oppenheimer está muy bien retratado, sino que, por ejemplo, aparece el físico Niels Bohr (interpretado por Christian Clemenson) y Einstein y otros científicos de la época son referencias continuas. Esos fanservices que la historieta “The Manhattan Projects” de Jonathan Hickman tiene por todos lados.

Pero esta serie también refleja el germen de lo que luego fue el macartismo y la persecución ideológica de la que muchas personas fueron víctimas unos años después. La inteligencia militar puesta a investigar más a los supuestos traidores internos que a los verdaderos enemigos externos. Esa época tan oscura que a los yankis les cuesta tanto aceptar, principalmente porque desde el atentado a las Torres Gemelas están haciendo lo mismo con los miembros del Islam.

Quizás por todo lo expuesto, quizás porque me hacen rememorar a la historieta “Global Frequency” de Warren Ellis, cuya adaptación televisiva nunca fue producida a pesar de que Warner haya solicitado 13 episodios, o quizás solamente porque hay en pantalla nerdos más creíbles que Sheldon Cooper y su “Bazinga”.

Sea por lo que sea, estas dos series son muy interesantes para ver, cada una en su registro, cada una a su manera, pero las dos demostrando que donde hay más de un nerdo, no hay una suma de ellos, sino nerdos potenciados.