jueves, 30 de octubre de 2014

Constantine – Análisis del piloto de la serie - La Columna de Logan.



Whoever you are, I'm a nasty piece of work! Ask anybody.

[¡Quienquiera que seas, yo soy una pieza de trabajo desagradable! Pregúntale a cualquiera.]

John Constantine, en la piel de Matt Ryan, en el episodio S01E01 de Constantine, titulado “Non Est Asylum”.

El pasado viernes 24 de octubre se dio, por fin, el esperado estreno de la serie de NBC producida por Warner que intentará adaptar lo más dignamente posible las historias de un personaje de culto que acá, en Tierra Freak, lo conocemos bastante. El nombre de la misma lleva el apellido del protagonista, Constantine, y como hice en otras ocasiones con, por ejemplo, Arrow, The Strain o la más reciente Gotham, me sumo al entusiasmo inicial y no le doy respiro: analizo el piloto y ya. Es lo que más me gusta porque es la serie es su momento de nacimiento, donde tiene aún todo por ofrecer y sorprender, y poco espacio para decepcionar. Así como también me encanta escribir sobre el cierre de un show que me acompañó durante años y que se transformó en parte de mi vida. Pero basta de delirio, vamos a los bifes.


Ravenscar y Newcastle en primer plano

No quiero ser redundante en este tema, porque ya existen en el sitio cuatro reseñas que abordan al personaje, pero sí quiero traer de nuevo a la mesa el tema de que John y yo somos amigos. John es, por supuesto, John Constantine, y somos amigos aún cuando él no lo sepa. Y solo por eso sigo vivo, deduzco… Dicho esto, esta serie me pega de cerca, porque ya he perdido a ese amigo, y tengo el firme objetivo de, de alguna forma, recuperarlo. He perdido a este amigo porque su serie mensual, la que estaba siendo publicada por el sello editorial Vertigo y llevaba por título Hellblazer, finalizó en febrero del año pasado en su número #300, y el personaje realizó el cruce definitivo al universo D.C. con título propio a cargo del ignoto Robert Venditti en guión y el genio de Renato Guedes en dibujo. Quiero entonces tranquilizar al lector: Constantine, la serie de NBC que reseño el día de hoy, no está inspirada en el comic que comenzó el año pasado ni tampoco tiene alguna remota conexión con el malogrado y justamente olvidado film homónimo que Warner tuvo la indecencia de estrenar en el 2005 poniendo a Keanu Reeves al frente de la misma encarnando a nuestro querido John. No, por suerte mi tocayo Matt Ryan va a dar vida al John que, quienes amamos y conocemos al personaje del papel, más valoramos.

Siendo así, me molesta de sobremanera que mucha gente piense que alguien con un profundo conocimiento por el personaje que es adaptado a otro medio carece de la objetividad necesaria para poder avanzar sobre un análisis certero. Soy un ávido consumidor de cine y televisión, tanto o más que de historieta o literatura, y los cuatro medios los abordo siempre con una postura crítica. Soy consciente de que me gusta entretenerme con muchísimo material que no se encuentra ni de cerca entre las mejores producciones audiovisuales jamás realizadas, pero no me privo de consumirlas por eso, aunque quizás sí de escribir un artículo sobre las mismas. Teniendo casi una semana de distancia entre el estreno de Constantine y esta entrada, pude, además, verificar el rebote que este piloto tuvo en las redes sociales y también entre aquellos amigos míos que la comenzaron a ver, y pude hacerme una idea de cuáles fueron las cosas que realmente funcionaron bien en este comienzo, y cuales hicieron agua, aún cuando algunas de esas observaciones no fueran generadas por mi propia experiencia como televidente.

The eternal battle between Heaven and Hell

El guión para el piloto fue escrito por Daniel Cerone y David Goyer. Al primero es muy difícil que lo ubiquen, salvo que hayan estado al tanto de quienes fueron los showrunners de otra serie que culminó hace poco, Dexter, al segundo… bueno, es imposible que no lo conozcan, es el chico-Warner por antonomasia: ayudó a escribir los guiones de la trilogía de Batman de Nolan, además de colaborar con los de Man of Steel (2013), Jumper (2008), Dark City (1998), The Crow: City of Angels (1996), y las próximas a estrenarse Batman v Superman: Dawn of Justice (2016), Justice League Part One (2017) y Justice League Part Two (2019). En televisión es el creador de la serie Da Vinci's Demons y escritor de varios capítulos, además de haber colaborado en guiones para FlashForward, FreakyLinks y Blade: The Series… Opa la lá, si si, también trabajó para la competencia. De hecho, también escribió el guión de Nick Fury: Agent of Shield (1998) y de la trilogía de Blade para el cine. No se priva de nada el amigo Goyer. También tiene unas novelitas escritas y publicadas, y un par de películas dirigidas.

Pero volviendo a Constantine, además del amigo Matt Ryan (Mick Rawson en Criminal Minds: Suspect Behavior) encarnando a John, tenemos a otro viejo conocido, el negrito Harold Perrineau (Michael Dawson en Lost, Damon Pope en SoA) dando vida al ángel Manny, Charles Halford caracterizando al mejor amigo de John, Chas, y al menos en este episodio, a la bellísima Lucy Griffiths personificando a Liv Aberdine, un personaje que estuvo a punto de convertirse en un sidekick de John. Otro viejo conocido de la serie Lost, Jeremy Davies (hacía de Faraday), da vida a otro viejo “amigo” de John, Ritchie Simpson, pero todo parece indicar que este personaje no va a regresar a corto plazo. Otros personajes célebres del comic irán apareciendo en la serie, como por ejemplo Zed Martin, que será personificada por Angélica Celaya, Papa Midnite, en la piel de Michael James Shaw, y nada más y nada menos que Jim Corrigan, a cargo de Emmett J Scanlan.  

Dejando de lado la trama –si es que eso es posible cuando analizamos las actuaciones-, el casting se desenvolvió muy bien. Amén de que a mí la mayoría de los diálogos mucho no me cerraron, no me cabe la más mínima duda después de haber visto solo este piloto que Matt Ryan es idóneo para llevar adelante perfectamente a un John maníaco-depresivo obsesionado con resolver situaciones sobrenaturales peligrosas, involucrándose para intentar desbalancear la batalla hacia nuestro lado, el de los humanos. Ryan tiene el porte, la actitud, el acento y el timing para desenvolverse de forma satisfactoria en la piel de Constantine, solo necesita que el resto de la producción esté a su altura. Si este show falla, sea por la razón que sea, será culpa de cualquiera menos de él, y esto es de agradecer, y es algo que, además, no suele suceder en producciones de Warner adaptando personajes de D.C. Comics. A pesar de haber tenido pocos minutos en pantalla, Perrineau, Halford y Davies también estuvieron muy bien en sus papeles, e incluso por momentos se lucieron más que el propio Ryan… la única que flaqueo fue Griffiths, pero también porque su personaje era desechable y estuvo escrito sin ganas.

Exorcist, Demonologist and Master of the Dark Arts

Con una serie de este tipo, de género, todos los detalles importan. Algunos están puestos para generar el clima buscado y otros son solo para el fandom de culto que conoce al personaje previamente, pero de una u otra forma van agregando especias a la mezcla, razón por la cual hay que tener mucho cuidado de no sazonar demasiado.  Los detalles del guión referenciando cosas que muchos hemos leído en el papel sobre el personaje y su historia siempre son bienvenidos, lo hacen partícipe del juego en varios niveles al lector/televidente y le generan un sentimiento de pertenencia muy fuerte con el show: en ese momento el lector que se devoró más de 300 comics de John siente que le están hablando solo a él, y un poco de razón tiene. Cuando en los primeros minutos del capítulo en una charla entre John y el psiquiatra Roger Huntoon se menciona el incidente de Newcastle y se pone en evidencia que la víctima se llamaba Astra, el fan que viene del palo del comic siente que estos productores se tomaron el laburo en serio y están recuperando para el piloto uno de los eventos más importantes en la vida de John. La felicidad dura bastante poco cuando vemos que nuestro británico favorito se pasea por este mundo presentado por la caja boba con una tarjeta vendiendo sus servicios como si se tratara de un contador. Y situaciones como estas se dan a lo largo de todo el episodio: un gol después de una jugada de equipo, con 2 o 3 paredes, y luego una mano intencional en nuestra área, un gol olímpico de nuestro delantero estrella y minutos después un malogrado cabezazo en nuestra área de un defensor, intentando un despeje y mandando la pelota al fondo del arco.

Si llevás adelante una serie de T.V. que pretende adaptar un comic como Hellblazer, tenés que poner especial atención en los detalles, porque sí o sí tu objetivo tiene que ser lograr perturbar al televidente con el clima generado. Hellblazer era eso: un comic perturbador, que te revolvía el estómago, te hacía sentir incómodo, inseguro, desprotegido. Y esta serie no puede aspirar a menos porque el medio tiene todo el potencial para lograrlo, y el material base del cual deberían sacar pasta para escribir los guiones es muy bueno. Por eso hago hincapié en los detalles, y por eso me molesta cuando algunos patean en contra: los grititos a la cámara o a la nada misma de John realmente me sacan de quicio, no creo que sean necesarios, son un exceso de "dramatismo" que exaspera y, lejos de provocar el efecto de desesperación deseado, balancea el relato hacia la comedia innecesariamente. Y en este punto la buena o mala adaptación que estén haciendo del personaje del comic a la t.v. no tiene lugar, estas son decisiones de los productores y escritores cuando están desarrollando el personaje que restan, pero supongo que no son conscientes de cuanto resta hasta que... no lo ven en pantalla. Porque deduzco no soy el único al que le molesta esto, ¿no?

Por otro lado, está el tema del cigarrillo. John jugando con el zippo. Desarrollemos. Soy fumador, y durante algunos años de mi vida he usado un zippo. Hay solo dos tipo de personas que se la pasan jugando con un zippo: los que lo compraron hace una semana y los pelotudos. Doy por sentado que el abuso de escenas de John canchereando con el encendedor son por el 1er motivo. Hablando en serio: si existe una regulación del canal por la cual no pueden mostrar a John fumando, prefiero que NO HAGAN MENCIÓN ALGUNA del tema, y ya, antes de estar sugiriendo algo que no vamos a ver. Por otro lado, ¿es importante el tema del cigarrillo? Es tan importante como lo es la capa para Superman o Batman. Es un accesorio del personaje, que carece de un ridículo traje multicolor pero que, al menos en el comic de Vertigo, va por la vida vestido con camisa, sobretodo y un cigarrillo en la boca. ¿Es difícil imaginarse a Batman sin la capa? Sí, pero no imposible. Entonces, no den más vueltas y córtenla por lo sano.

Luego hay situaciones que son... cuanto menos, raras: John está en la terraza de un edificio a punto de terminar de pintar un sello demoniaco que le debe haber llevado, mínimo, una hora, y Liv Aberdine, que estuvo parada al lado de él todo el tiempo, recién ahí le pregunta que mierda es lo que puta está pintando. Cuando hablo de la "verosimilitud" del relato, misma que debe estar en cualquier narración, aún cuando la misma sobresalga por sus componentes fantásticos, hablo de cosas como esta. Las preguntas que el televidente se hace casi al instante son del tipo: ¿recién ahora siente curiosidad por lo que John está pintando? ¿De qué hablaron durante toda la hora previa si ni se conocen, del clima?

Hay un enorme camino para cubrir desde Delano hasta hoy, y el show tiene potencial para poder hacer de esta una experiencia muy agradable. Tienen antecedentes recientes de series que lograron cautivar, sorprender y asustar al televidente en partes iguales, y ya han tomado muchas decisiones correctas, les falta ajustar un poco más los detalles, pero van por buen camino. Haber cambiado la escena final del episodio –en relación al piloto filtrado que habíamos visto unos meses atrás- para darle un cierre a Liv e incorporar a Zed es un buen síntoma a futuro, porque habla de productores y realizadores que se hacen cargo de las críticas y tienen la muñeca y la velocidad para torcer el rumbo planeado si consideran que es el mejor curso de acción a seguir para la integridad del show. No quiero irme sin dejar de mencionar la tremenda emoción que me embargó cuando vi algunas de las portadas clásicas de Hellblazer rememoradas en forma de bocetos y enormes dibujos a color en un estudio improvisado de arte, y encima detectar un par de Tim Bradstreet, el mejor de todos los que pasaron por ese laburo. Eso fue realmente un regalo precioso para el fan, mayor aún que la toma del casco del Dr. Fate, y por cosas como esa estoy más que agradecido por lo visto, y emocionado con lo que se viene. Como espero estés vos, querido lector, al saber que la semana que viene te espera otra reseña de mi autoría, aquí, en Tierra Freak.