martes, 13 de mayo de 2014

Yuu Watase: Desperdiciada en Ivrea, menospreciada en Argentina - El Mangazo de Manipuladora.



Si hay algo que yo no tengo que recordarle a nadie es la triste situación argentina donde una sola editorial tiene monopolizado el mercado de los mangas mientras otra trata de seguirle el juego desde un poco lejos. Otras también han intentado con muy pocas ganas traer títulos y popularizarlos pero siempre son los mismos los que dominan la publicación de autores japoneses en el país.
Esto tiene varios puntos negativos pero el principal es que si un autor fracasa, la editorial está en todo su derecho en considerarlo poco rentable y este muere con la promesa de que nunca jamás volveremos a saber de él.
Ese fue el triste caso de Yuu Watase, reconocida autora del género fantástico para mujeres en Japón y en muchos países del mundo que acá no la juna nadie. ¿Es aburrida? ¿Es mala autora? ¿Dibuja como el Kurumada? No, sólo tuvo la mala suerte de que la editorial que la eligió invirtió mal, no supo proceder y el consumidor local la pasó  de largo como si fuese un programa de chimentos en medio del mundial de futbol.


Yuu Watase labura en esto de los mangas de mujeres desde hace tiempo y con mucho esfuerzo y notable evolución, fue demostrando que se da maña para ampliarse a otros terrenos y diversos géneros. Pocos autores pueden jactarse de eso y no es por menospreciarlos pero, es típico de un creador de sueños perseguir el mismo género el resto de su vida. No existen casi los valientes que apuesten a la diversidad y a tratar de ser leídos por otro público. Un caso muy famoso es el de esos cuatros seres despreciables del Japón, las CLAMP. Ellas son reconocidas por haber explorado todo tipo de historias y géneros (así como mucha homosexualidad) tal como intenta hacer Watase hoy en día. Y te digo que más allá de la papota, ella no tiene nada que envidiarle a las otras cuatro.

Uno de los mangas más populares de Watase, el cual fue con el que se la trató de presentar en Argentina, es Fushigi Yuugi (Shogakukan, 1992). Manga que tuvo la pésima suerte de ser uno de los elegidos en ese horrendo formato de 100 páginas que se le ocurrió a un fulano de Ivrea con pésimo sentido de la vida. O sea que además de que a esta obra la jodiera  la economía del que seguía la serie (tomos que empezaron saliendo $3.50 hoy se compran a $40), sino que también lo que ya era una serie larga de 18 tomos, terminó ocupando 36. Terrible, terrible elección que le valió a la historia perder una cierta cantidad de consumidores que envuelto con la crisis del 2000 se alejaron con asco de este manga.
No es para menos, y es que a pesar de ser el manga que la catapultó a la fama, es una de sus obras más flojitas aun cuando tiene una historia madura para los que están acostumbrados a shojo barato y simplón.  Este factor sumado a lo dicho anteriormente, espanta a la gente sin mucho esfuerzo. Pocos valientes hoy se atreverían a comprar un manga de 36 tomos a $40, de una autora que prácticamente nadie conoce y poco mérito se le ha dado.
Y es que parece que los mangas con historia acá no pegan, se pasa de largo con series como Fruits Basket y Karekano y la señorita promedio que compra mangas se conforma con porno barato del malo adquiriendo todo lo que sale de Mayu Shinjo. Ni hablar de que un hombre no se ve atraído por el dibujo clásico por más que Ivrea hayan querido hacerse los copados poniendo “SEXO, SEXO, SEXO” en todas las publicidades del manga que pudieron.
Si bien mencioné que, a mi parecer, Fushigi Yuugi es de las obras más flojitas de esta autora que no es la reina del shoujo picante (¡JA!), esto nada que ver con su precuela.

Fushigi Yuugi Genbu Kaiden (Shogakukan , 2003), es una historia que la editorial se niega a publicar debido a las bajas ventas y poca popularidad que alcanzó su predecesora. Una verdadera pena porque esta obra es totalmente superior a la serie original.
En Genbu Kaiden, el dibujo de Watase alcanza un nivel estético hermoso (que antes no era feo pero olía a viejo) y la historia empieza ya a saltearse los cliché típicos del shojo mismo al relatar la cruzada de la sacerdotisa de Genbu que se menciona en la historia de Miaka Yuki. 
Otro claro ejemplo de buena historia alejada de lo común y corriente es su otro manga Ayashi no Ceres (Sho-Comi, Shogakukan, 1996), serie de extrema popularidad en Japón que hasta le valió el premio a mejor manga shoujo de la editorial en 1998. Si leíste Fushigi Yuugi y todavía no te quedó claro, a Watase le encanta hacer sufrir a sus protagonistas y en Ayashi no Ceres se nota bastante. El drama, la tragedia, y las vuelta de tuerca cuando todo parece ir bien es típico de la historias de esta autora que se empeña a que sus personajes se ganen el final feliz a las trompadas.

El shoujo estilo fantástico de Watase siempre estuvo a la altura de obras clásicas como Sailor Moon y Card Captor Sakura e incluso en algunos aspectos, podría decirse que hasta es menos común en comparación. Uno de los más claros ejemplos es Zettai Kareshi (Shogakukan, 2003), manga que es hiper-recontra conocido por su versión live action que tuvo mucha popularidad hasta en este lado del planeta y es probable que si te cruzás con un fanático obse de los doramas, sepa inmediatamente de qué estás hablando. La historia de seis tomos de Riko, la chica que rechazada por todos los seres masculinos del planeta que recibe un novio por correspondencia empieza siendo la típica historia de comedia saltando al drama de un cachetazo y dándote el toque final con su conclusión genial y original. Una genial trama que probablemente nunca veamos publicada acá.

Por último, me quedan por mencionar (más allá que no hablé de muchos otros trabajos menores que hizo) dos de sus obras más comentadas en el último tiempo.
La  que definitivamente debería considerarse para el libro de “mangas a leer antes de morir” es Sakura Gari (Shogakukan, 2007), la primera y única obra –de momento- de la autora ubicada en el género yaoi. Cualquier persona seguidora de este rubro sabe que es muy difícil encontrar historias con una trama sostenible pero Watase ha sabido encontrar el drama, el romance y la tragedia en esta historia de la Era Taishou de Japón. En ella narra en tres volúmenes la vida de un hombre con un pasado trágico y una familia retorcida enamorado de un adolescente inocente que es mucho más complejo de lo que parece.
 
Por el otro lado, completamente opuesto, la autora de Fushigi Yuugi, por fin optó por ingresar en el género de los nenes que pelean y son bien hombres, y desde el 2008 serializa sin parar en la Shonen Sunday (Ranma ½, Detective Conan) Arata Kangatari, su primer manga shounen largo que acumula más de veinte tomos. En este manga, sin perder su estilo ni el dibujo, Watase se acomodó entre otras obras conocidas del shonen, y supo llevarlo a la altura con su estilo clásico de fantasía, peleas y muertes. Arata, un pibe al que le hacen bowling bullying se traslada a otro mundo fantástico donde todos quieren matarlo porque lo confunden con un chico que comparte su mismo nombre acusado por traición. La popularidad de este mango lo llevó a una adaptación al anime (tal como pasó con Fushigi Yuugi y Ayashi no Ceres) de 13 episodios emitidos en el 2013 que terminó siendo bastante mediocre y pasó sin pena ni gloria, haciéndole poca justicia al manga.

 El futuro de Yuu Watase en Argentina es incierto pero predecible. Las editoriales del país no la consideran rentable mientras que en otras partes del mundo se ha visto más de una obra de ella editada. Acá sufrió una pésima elección de formato, una crisis económica y la desaprobación de un consumidor que ni siquiera lo intentó lo suficiente por las razones obvias y por no atreverse a lo desconocido.
Una lástima que buenos autores sean despedidos para nunca más volver.