jueves, 27 de febrero de 2014

El Millarverso te patea el Culo - La Columna de Logan.



Que obvio, obvio título para la reseña de hoy, mis queridos y fieles lectores, pero a veces la constipación creativa nos deja caer en lo evidente, que no por eso resulta menos efectivo. Muchos alguna vez habrán oído mencionar, sobre todo en charlas de fandom, del Buffyverso, pero seguro que pocos escucharon el término de Millarverso (Millarverse en el original gringo), también conocido como Millarworld. ¿Qué es esto, entonces, y porqué amerita una entrada en Tierra Freak? Bueno, es el universo propio que el escritor escocés Mark Millar fue forjando en los últimos años, la mayoría 
de ellos bajo el imprint de Marvel, Icon, que al ser exclusivamente para creators owned, le permite conservar todos los derechos, razón por la cual puede hacer lo que se le antoje con el mismo sin tener que rendirle cuentas a nadie, ni a una editorial, ni mucho menos a un editor, ni a su vieja, ni a su esposa. Y créanme cuando les digo que este título se queda chico: introducirse en el Millarverse no es para estómagos débiles, las nenitas pseudo-intelectualoides con almas Emos fraguadas en un caldo de Gaiman al compás de Dream Theater están debidamente advertidas de que quizás esto va a resultar muy fuerte para ellas. La absurda violencia explícita sinsentido tan propia del mundo en el que vivimos es el fuego en el que se forjan las historias de este micro-mundo repleto de homicidas sin consciencia, depravados y héroes con mas huevos que pericia, todas inmersas en un marco mucho más verosímil que estos viejos y maltratados universos super-heroicos de D.C. y Marvel, pero no por eso carentes de fantasía. Hoy, entonces, haremos un rápido racconto de aquellos comics que Millar considera dentro de su propio universo, para que les quede una digna guía a la hora de buscarlos para leerlos, si es que quedan cebados.


Un borracho empastillado es mi Pastor.

Pero claro, hay que tener en cuenta que muchos quizás siguen sin ubicar al buenazo de Millar, ¿no? Déjenme entonces contarle unas cosas de este tipo, que a mi entender es lo que hubiera sido Frank Miller si no se hubiera quemado la cabeza con toda la cocaína que New York puede darle. Previo a la dedicación full-time que Mark puso en su universo, el kía colocó varios goles de media cancha, prácticamente todos en Marvel, con alguna que otra excepción como Superman: Red Son, el Elseworld que nos presentaba al Supes bolchevique, con arte de Dave Johnson, o agarrar la batuta de The Authority después de la etapa de Ellis/Hitch -esa puesta al día de la Liga de D.C. (algunos vieron este comic de esa forma en su momento) pero con una ética y moral cuanto mínimo cuestionables-, y subir incluso la apuesta de lo que Warren había iniciado. Muchos conocimos a Frank Quitely gracias a esta magistral historieta, ojo, aunque el chabón aún estaba medio verde. Cuando la casa de las ideas decide lanzar el universo ultímate, una versión fresca y renovada del universo tradicional que arrastraba ya casi medio siglo de cronología, Millar fue uno de los pilares del proyecto, y contribuyó no solo en la concepción del mismo y el rumbo que tomaría los 1ros años, sino también en escribir los X-Men y los Fantastic Four que habitarían ese lado de Marvel. Pero el golazo del Diego a los Ingleses en el mundial del ’86 desparramando muñecos por todos lados llegaría con The Ultimates, los Avengers Ultimates, con arte de Bryan Hitch, y las repercusiones de ese comic serían tan grandes que cuando Marvel decide llevar este super-grupo a la pantalla gigante tomó muchísimas referencias del mismo… muchas más de las que los fans más ortodoxos hubieran querido. El mejor ejemplo de eso es un chiste que nació dentro del comic y se materializó en pantalla: Samuel L. Jackson como Nick Fury. Ni Millar hubiera imaginado algo así en esos años. Solo con esto que acabo de contarles ya tenemos chapa infinita para el buenazo de Mark, pero más entrado en los últimos años este borrachín fue el responsable de guionizar nada menos que Civil War, la 1er mini-serie de Marvel moderna que sentó las bases del nuevo status quo, y que de hecho estableció, de ahí en adelante, que jamás volvería a existir dentro de la editorial algo similar a un… status quo. En la misma pudimos babearnos con el arte de Steve McNiven, a quien Millar volvería a convocar para otra miniserie que quienes respetamos a Wolverine guardamos en lo profundo de nuestros corazones: Old Man Logan. La vejez finalmente alcanzó a nuestro Canadiense favorito, y lo encuentra en un mundo post-apocalíptico donde los Héroes han desaparecido, un puñado de poderosos villanos se impusieron como déspotas terratenientes, y ya en sus primeras páginas tiene que enfrentarse con descendientes de Hulk. ¡yipi-ka-yei, motherfuckers! 

¿Pero cuáles son las herramientas con las que cuenta Millar a la hora de narrar? ¿Violencia explícita tamizada por rebuscadas excusas argumentales, y ya? Para nada. Es evidente que este escocés tiene un culo inquieto, y se siente muy cómodo transgrediendo los límites que existen en los universos de estas editoriales de antaño, ya sea re-versionando personajes clásicos o ubicándolos en un contexto que les es ajeno, pero además es un tipo que tiene un amplio manejo de los diálogos, y aún con su edad (cumplió 45 años el último 24 de diciembre), no se duerme en los laureles y se nutre de todo lo que la cultura moderna nos ofrece no solo para materializar sus tramas sino también para darles una dirección y un sentido, y muchas veces incluso para rematarlas. La tecnología de punta, las múltiples formas en las que nos comunicamos hoy, la política internacional, la corrupción en todos los niveles, los peligros de la globalización, la fusión entre el estado y los intereses privados, el negocio de la industria armamentística yanquie, el manejo del ánimo popular a través de la manipulación del miedo, todos estos temas son tópicos clásicos de un comic de Millar, ya sea para ser la columna que marque la narración o solo para ofrecer un contexto creíble que el lector sienta cercano. Lo mejor de Millar, igual, es cuando te golpea donde más te duele, cuando te pone un espejo delante de tu puta cara y te dice sin filtros: “este sos vos, y así hubieras actuado en esta situación… ahora hacete cargo de las consecuencias, enfermito de mierda”. Pasemos, ahora sí, a enumerar los comics del fastuoso Millarverso:

Kick-Ass

Y sí, maestro, ¿querés que deje esto para el final? Ni ahí, la figurita más fácil la matamos rápido. Las miniseries de Icon que tienen como protagonista a Dave Lizewski y cuentan con el arte del animal John Romita Jr. (que ya había trabajo con Millar en el especial Wolverine: Enemy of the State) deduzco son conocidas por todos, sino por el papel en sí quizás si por las 2 películas que al día de hoy han adaptado estas historias, las cuales incluyen ya más de veinte números si contamos los 3 volúmenes de la serie madre y la miniserie del 2012 Hit-Girl, que tiene como protagonista a la heroína homónima, amiga íntima y sensei del nerd Dave. Pero bueno, ponele que alguno no sepa de qué corno estoy hablando, ponele… Dave Lizewski era un chico más del montón, un adolescente ávido lector de historietas, fan de los Goo Goo Dolls y los Snow Patrol, pajero promedio que tenía una fijación con los films de Ryan Reynolds y la serie Scrubs, que de la noche a la mañana decide… ser un Héroe, y salir a la calle a inclinar un poco la balanza hacia el lado de la justicia. Así, sin mucha más motivación que la de experimentar la sensación de hacer el bien, movido un poco por una soledad galopante y sin más recursos que los de un pibe de clase media, se pone un traje que compró por e-bay y sale a patrullar, y en su primer encuentro con 3 pibes jodidos le rompen el alma a patadas y lo apuñalan, dejándolo muy malherido. Millar establece así un abrupto corte de manga a una industria que tiene no menos de 150 series mensuales protagonizadas por Héroes que, mes a mes, nos hacen sentir que pelear contra el mal, tengas poderes o no, es algo que tenemos naturalizado, que ya viene dentro del adn de cada uno… y no: la realidad es otra. Kick-Ass podríamos decir que es la piedra angular del Millarverso, sino por el marco de referencia que plantea, al menos sí por la popularidad que ha alcanzado gracias a su adaptación al cine, que fue no solo exitosa en taquilla sino también celebrada por la crítica e incluso por los fans. Además, de todos los títulos es el más longevo hasta el momento, y el que más expectativas levanta sabiendo de antemano que estamos transitando su final con su 3er volumen… no quiero saber lo que va a vender el último número para no deprimirme.

Wanted

Vamos quemando los cartuchos de los más populares, más bien. Si son del palo, cabe la posibilidad de que hayan conocido esta miniserie gracias a su adaptación, fílmica, Wanted (2008), protagonizada por Morgan Freeman y Angelina Jolie, y sepan entonces que al leitmotiv de la misma es la historia de un perdedor de primera categoría de nombre Wesley Gibson que vive frustrado con su vida y sus relaciones hasta que de forma intempestiva se le cruza por la vida Fox, una sexy y misteriosa asesina que pretende reclutarlo para que forma parte de una Fraternidad de asesinos y reemplace a su padre –el de Gibson, no el de Fox-, mismo que fue asesinado recientemente. El marco de la serie es una realidad alternativa en la cual los héroes fueron masacrados por los villanos en una sangrienta guerra, y los recuerdos de la existencia de los mismos fueron borrados del inconsciente colectivo casi por completo… lo poco que no pudo borrarse provocó que algunos artistas comenzaran a escribir y dibujar historietas super-heroicas. Je. Millar puso al frente del arte nada menos que a J. G. Jones (quien también dibujó la serie Final Crisis para D.C., y el especial Wonder Woman: The Hiketeia escrito por Greg Rucka) y esto le imprimó a esta serie de 6 números el ritmo, la dinámica y la violencia explícita que necesitaba para convertirse en un fenómeno de ventas entre el 2003 y el 2005, años en los que fue publicada. La trama, por supuesto, va más allá y durante la misma iremos descubriendo algunos secretos sobre el pasado de las fraternidades de asesinos y sobre todo sobre el padre de Gibson, que nos dirigirán a un desenlace muy emocionante y muy arriba. Teniendo en cuenta que esta serie salió bajo el sello de Top Cow, un estudio de Image Comics, un lindo detalle por parte de Millar fue pautar con Erik Larsen para que algunos personajes de Wanted aparecieran en los números #127 y #128 de Savage Dragon, el comic protagonizado por el otro gladiador esmeralda que nos viene acompañando desde principios de los ’90.

Nemesis

Cuenta la leyenda que cuando quien escribe esta reseña estaba transitando su primaria y rondaba los 10, 11 años, invertía horas y horas de t.v. mirando cartoons yanquies, y uno de los que lo emocionaba mucho era el ya célebre G.I. Joe, en el cual en un par de capítulos apareció un personaje llamado Nemesis Enforcer que lo volvió loco… No por el personaje en sí, que no era nada del otro mundo (era imponente, sí, con sus alas y su voz socarrona, pero como personaje dejaba mucho que desear), sino por el nombre. Dos palabras muy fuertes unidas que se potenciaban enormemente y que sin duda alguna imponían respeto. Dentro de la fantasía de este pequeño, si alguna vez llegaba a ser un héroe (nunca imaginé algo como lo de Dave Lizewski, ¿no?, mi nutrida imaginación fomentaba más la posibilidad Greenlanternesca de alien-cae-a-la-tierra-y-te-da-poderes-porque-vos-sos-el-elegido), sin lugar a dudas utilizaría ese nombre de batalla. Nemesis entonces quedó dentro del imaginario personal como una palabra poderosa, jodida de portar, y quien la use se la tiene que bancar, tiene que tener espalda. Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que cuando Millar quiere contar la historia de un puto villano psicópata absurdamente inteligente y con más recursos que la fusión entre Wayne Enterprises y Stark Industries, utiliza Nemesis como nombre no solo para el comic sino para este personaje. Si fuera a terapia, esto sería algo que me robaría 4 o 5 sesiones, deduzco. Ahora estoy pensando seriamente en comenzar a ir… volviendo al comic en cuestión, el maravilloso arte de esta muy entretenida y original historieta viene de la mano de ¡Steve McNiven! ¡Esaaaaaaaa! Otro viejo colaborador de Mark, sí señor, y si bien en este comic en particular no se luce demasiado, aún cuando en muchos momentos nos recuerda la narración de Hitch en The Ultimates, con ese exceso de planos panorámicos y esa puesta en página de viñetas wide-screen que, combinados con un ritmo por momentos demencial, le da un aire muy cinematográfico a todo el paquete, de todos modos es disfrutable. Nemesis es un comic muy cabeza, cuadrado, pero que tiene sus vueltas: como ya comenté arriba, un villano que se zarpa en groso y tiene la re guita, luego de haber masacrado un puñado de comisarios asiáticos se bate a duelo con el cana mas jodido de Washington D.C., el cual no por nada tiene el puesto y la fama que tiene. A medida que el comic avanza veremos un duelo reñido, ajustado y tenso que se va a cobrar mucho más que víctimas humanas, y tendrá un nivel de daño colateral absurdo, incluso para un comic de Millar. 4 numeritos muy entretenidos que se leen en menos de 2 horitas con un cafecito, 4 medialunas y 3 puchos. Ideal para rematar un domingo bajón.

Jupiter’s Legacy

Uno de los puntos más importantes de este comic es el regreso de la dupla Millar-Frank Quitely que tantas alegrías nos dio años atrás con The Authority, y menciono esto porque no es un detalle menor: el niño mimado de Morrison se entiende muy bien con nuestro escritor del día, al punto tal que tiendo a creer que Jupiter’s Legacy desde su temprana concepción fue pensado para que Quitely lo plasmara. Y es que en este medio hay artistas que son realmente muy buenos narrando, otros tienen unas puestas en página del re carajo, muy impactantes y épicas, otros tienen un nivel de detalle exquisito, y luego está Frank Quitely, que lo tiene todo. Seh, Morrison podrá ser acusado de muchas cosas, menos de ser un pelotudo cuando elige a un artista como su coterráneo favorito para sus proyectos más importantes. Y Millar lo sabe: Quitely es lento, y eso a veces tiene sus consecuencias negativas para la obra que lleva adelante, pero es un dibujante del carajo, que le pongas lo que le pongas encima, el tipo te lo narra con un nivel de detalle y una fluidez que te deja pasmado. Y encima los que tuvimos la oportunidad de conocerlo en la C.B.B. del 2011 sabemos que es un tipazo dueño de una humildad y una paciencia envidiables. Y para colmo Jupiter’s Legacy le da el marco para que pueda potenciar lo que mejor le sale y explote sus recursos al mango. Si me apuran, casi que me la juego por esta producción de principios del año pasado como el “mejor comic del Millarverso”, pero sería en un 75% culpa de Frank. Tanta previa sobre esta miniserie y aún no les he contado de que va, ¿no?: la aventura –que sale bajo la editorial Image, a diferencia de casi todas las otras que forman parte de Icon- comienza en 1932 con un grupo de personas que buscan una Isla, misma que no figura en los mapas pero que se manifestó en los sueños de uno de ellos, porque están convencidos que allí encontrarán la respuesta para que Norteamérica pueda salir de la crisis que soporta en ese momento, y tenían razón. Cuando saltamos al presente somos testigos de una ucronía muy parecida a la que leímos en Watchmen, en la cual gracias a la participación de un ser con extraordinarios poderes –el Doc Manhattan, antes Dr. Jonathan Osterman- U.S.A. había ganado la guerra de Vietnam. Aquí en Jupiter’s Legacy la aparición a finales de los ’30 de héroes con super-poderes supuso también un cambio drástico en la sociedad, y ayudó a Norteamérica a superar la crisis, sin embargo en este caso el relato acompañará a dos jóvenes personajes, Chloe y Brandon, hijos ambos del héroe más importante y poderoso de toda esa generación, quienes intentarán adaptarse a lo que les toca vivir, haciéndose cargo de un legado que no pidieron, que es demasiado grande y que se les escapa de las manos.

The Secret Service

Llegado este punto, muchos coincidirán conmigo en que podemos debatir la originalidad y calidad de las tramas, los diálogos y el diseño y desarrollo de personajes de Millar, pero algo que no da lugar a discusión es que el tipo trabaja con los mejores dibujantes de la industria. Una muestra de ello es esta pequeña joya que tiene en los lápices a Dave Watchmen Gibbons. Es pequeña porque, de casi todo el universo de Millar, es la más humilde de las propuestas, y la que probablemente menos sorprenda: un agente de elite del Servicio Secreto Británico está convencido de que la única salida para su sobrino –un delincuente adolescente que vive atosigado por su padrastro- es separarlo de su círculo íntimo y de la convivencia con su nefasta hermana y reclutarlo para que comience el entrenamiento para ser un espía, como él, y entiende que a pesar de haber vivido en un barrio carenciado coartado de una buena educación, tiene potencial. El comic es entretenido pero lento, y está desprovisto del exceso de violencia a la que estamos acostumbrados de la mano de este guionista, pero funcionó bastante bien en ventas, al punto tal que ya hay una película filmándose que adapta la obra, con Samuel L. Jackson y la bella Sofia Boutella como dos de los villanos, y Colin Firth como el susodicho espía. La dirección, además, estará en manos de Matthew Vaughn, el mismo director de Kick-Ass (2010) pero que también dirigió Stardust (2007) [film basado en la novela homónima de Neil Gaiman] y X-Men: First Class (2011), o sea… un tipo íntimamente relacionado con el mundillo del comic y su traspaso a la pantalla grande, y a esta altura, íntimo amigo de Millar.

Superior

¿Se acuerdan de Superman: Secret Identity, esa gloriosa miniserie de 4 tomos del 2004 escrita por el genio de Kurt Busiek e ilustrada y pintada como los putos dioses por Stuart Immonen? Bueno, hay algo de esto en el Superior de Millar, y mucho de homenaje al azuloso, pero con un giro muy interesante: Simon es un pendejo de 12 años que sufre de esclerosis múltiple y está prácticamente postrado en una silla de ruedas. Fan enfermizo de un superhéroe que tiene película y todo de nombre Superior, una noche es víctima de un evento sobrenatural que le permite pedir un deseo… obviamente pide tener la apariencia y las capacidades de su ídolo, y así nace este clon de Kal-El, con la exacta apariencia del actor que le da vida en la pantalla grande, y el evidente impacto que eso provoca en la sociedad. Ojo: así con este plot inicial uno podría pensar que este comic sería pura machaca, y no, es uno de los más humanos e introspectivos de Millar. Pero sería un reverendo hijo de una camionada de trolas guatemaltecas si no mencionara que un altísimo porcentaje de la genialidad de esta miniserie recae en las manos del filipino Leinil Francis Yu, que la destroza con su hiper-realismo y su puesta de página grandilocuente repleta de preciosos detalles, dos puntos que por momentos nos hacen olvidar su falta de dinamismo en la narrativa. Yo solo les he tirado la punta de Superior, lo cierto es que es una gran historia que tiene un alto grado de evolución con muchos actores involucrados que van tomando forma o cobrando protagonismo a medida que la misma avanza, como es el caso de la Lois Lane del relato, la sexy Madeline Knox, y mano a mano con esto es una historia Épica plagada de acción pero que deja espacio para la reflexión. Hubo rumores, en un momento, de que esto también se iba a adaptar al cine… tengo entendido que este proyecto quedó en el freezer.

Super Crooks

Este es uno de los comics más sólidos que tiene este universo, porque no peca de pretencioso y cumple con el objetivo de entretener, abordando todos los tópicos del género de forma creativa –y muchas veces original- y limitándose a seguir la fórmula clásica dotándola del componente super-heroico. ¿Cómo es eso? Bueno, en la línea de películas como The Italian Job (2003), The Score (2001) o la trilogía de Soderbergh que se inició con Ocean's Eleven (2001), Millar y –una vez más- Leinil Francis Yu nos narran la aventura que está por vivir Johnny Bolt, un criminal con poderes eléctricos que acaba de salir de la cárcel y descubre que su mentor fue amenazado de muerte si no paga una deuda millonaria que tiene con un mafioso pesado de Las Vegas. Es así como convoca un super-equipo de ladrones y los convence de viajar a España para perpetrar un robo en los dominios de otro villano, The Bastard, un tipo que acumuló una fortuna considerable que resolvería las deudas de todos… pero que es tan peligroso que podría costarle la existencia a cada uno. Cabe aclarar que aquí Millar contó con la colaboración de Nacho Vigalondo en el guión de esta serie, y ahí quizás radica el porqué de la incorporación de España en la trama. Vigalondo, para quien no lo conozca, es un actor y director que estuvo al frente de, entre otras cosas, Los Cronocrímenes (2007), y que como actor participó en La chispa de la vida (2011) de Alex de la Iglesia. En Super Crooks Millar demuestra, una vez más, no solo como le encanta trabajar con villanos sino también lo efectivo que es a la hora de plasmar una historia que ya la hemos transitado millón y medio de veces, pero presentándotela de forma fresca y con 2 o 3 detalles que ameritan que la leas. Lo que se dice, un muy buen storytelling, cuentacuentos o narrador, ponele. Yu, por otro lado, tuvo un desafío enorme al tener que ponerse al hombro una mini serie en la que no abundan las escenas épicas y los hombres disfrazados, y la piloteó como un campeón, demostrando que tiene más recursos de los que le conocemos.

American Jesus – Book One – Chosen
 

Durante años este libro escrito por Millar y dibujado por Peter Gross solo fue conocido como Chosen, y de hecho es así como fue presentado en nuestro país por primera vez, seccionado en capítulos que salieron en la revista Bastión. El tema es que en U.S.A. este tomo salió inicialmente por Dark Horse, y luego Millar decidió prolongar la historia en 2 volúmenes más, y lo re-editó bajo Image y dejó la palabra Chosen como sub-título. American Jesus es una prueba de la versatilidad que Millar tiene para escribir, sumado a su capacidad para poder conectar con algunos de los problemas más profundos del ser humano, como ser la espiritualidad. Jodie Christianson es un pibe de 12 años como cualquier otro que milagrosamente sobrevive a un terrible accidente sin un puto rasguño y descubre, producto del mismo, capacidades especiales, las cuales en vez de esconderlas las comienza a mostrar… viviendo en un pequeño pueblo muy arraigado a la religión católica, la sociedad comienza a ver en Jodie la reencarnación de Jesucristo que estamos esperando desde el nuevo testamento. Y él niño se la cree, compra el paquete y se pone la mochila al hombro, sin tomar consciencia –al menos al principio- de que si él es, efectivamente, Jesús, su llegada significa el advenimiento del Apocalipsis. Game Over. Aquí, una vez más, el groso de Gross –cof cof- hace un laburo ejemplar, dotando a la serie de la sensibilidad necesaria para recrear momentos bíblicos con la fuerza que los mismos ameritan, sin descuidar por ello el tono de la historia. En contraposición con la falta de violencia explícita a la que Millar nos tiene acostumbrados, en Chosen tendremos humor negro, sarcasmo y guiños a la historia católica como en ningún otro, y el punto de vista del nuevo testamento de un artista escocés con una temprana educación católica que vive toda su vida adulta convencido de que su generación será testigo, efectivamente, del final de los días. American Jesus es una saga aún en construcción, pero que claramente promete convertirse en un clásico de este medio, y amerita que le depositen unos morlacos. Y de la misma forma espero que, si se entretuvieron hoy con esto, lo sigan haciendo la semana que viene con otra de mis reseñas, aquí, en Tierra Freak.