miércoles, 8 de enero de 2014

Misfits: El mejor Final del 2013 - El Gabinete del Dr. Morholt.


El mejor final del 2013 para mi no fue el final de Breaking Bad, de lo que ya habló el amigo Logan acá, tampoco voy a decir que fue la muerte del asesino Jorge Rafael Videla (porque me dijeron que no puedo hablar de política) y no voy a decirlo de Iron Man 3, supuesto final de la trilogía de Robert Downey Jr. como Tony Stark, porque todos sabemos que si le ponen el fajo de dinero Robertito va a seguir estando en el papel que más le cierra en toda su carrera.


Voy a hablar de una serie que terminó en 2013 y que, a diferencia de muchos programas de televisión que normalmente queremos que sigan porque nos gustan las historias de sus personajes, varios esperábamos que terminara hace rato ya que su final fue casi como una agonía digna de un culebrón estirado hasta el ridículo.

Voy a contarles la historia de Misfits, una serie de televisión inglesa (podemos decir con cierto grado de acierto que este año consumí mucha televisión inglesa) que se emitió hasta el 11 de diciembre del año pasado (sí señores ya estamos en 2014 y hay que acostumbrarse).

Esta creación de Howard Overman (guionista de varios capítulos de “Merlín” y creador de la espantosa “Atlantis” del 2013) se estrenó en 2009 en el Reino Unido y a pesar de que los críticos no pudieron clasificarla en un género específico y muchos dijeron que era comedia, otros que era ciencia ficción, otros que era un drama; en seguida tuvo el apoyo del público.

Y es que la idea originaria del programa era más que interesante: un grupo de jóvenes, totalmente heterogéneo, que cometieron delitos menores son sentenciados a cumplir con Servicios a la Comunidad y en el primer día de su condena son víctimas de una extraña tormenta que les otorga poderes sobrehumanos.

Desde ahí y con la premisa de que tienen que descubrir sus poderes, cómo funcionan y para qué usarlos; empezamos a conocer un abanico increíble de personajes con un potencial enorme para ser desarrollados y que luego se logra y con creces.

Desde el exitoso deportista, futura promesa olímpica, que cae en desgracia cuando lo encuentran con droga hasta un introvertido nerdo antisocial que quemó la casa de su vecina, pasando por una violenta chica de los barrios bajos que no tiene problemas en romper narices de un cabezazo si lo cree necesario, estos inadaptados sociales conforman un grupo variado de personajes que si no fuese por la tormenta, jamás estarían juntos.

Así es como, mientras supuestamente se reforman para ser miembros valiosos de la sociedad, van a pasar por las más locas, extrañas, bizarras y crudas (principalmente crudas) aventuras intentando entender qué les sucede, tratando de que nadie más sepa que tienen esos extraños poderes, conociéndose entre ellos y, por sobre todo, usando sus nuevas habilidades de manera irresponsable y para nada parecida a los superhéroes de historieta.

Los personajes de esta primera temporada (después les explico por qué hago esta aclaración) son:


Simon, el introvertido nerdo del que les hablé antes, que es interpretado por Iwan Rheon (ahora conocido por su participación como el Bastardo de Bolton en la serie Game Of Thrones).


Curtis, el corredor con amplias posibilidades de representar a su país en las próximas olimpíadas que es encontrado con droga y que ahora no puede competir más, es interpretado por Nathan Stewart-Jarrett (que es parte del elenco de Utopia, serie de la que hablé acá)


 Alisha, una piba que está buenísima, lo sabe y lo disfruta y vive de fiesta en fiesta hasta que la encuentran alcoholizada conduciendo, que es interpretada por la hermosísima Antonia Thomas.


Kelly, la chica de los barrios bajos que no tiene problemas en agarrarse a las piñas si es necesario y por eso mismo está cumpliendo el Servicio Comunitario, es interpretada por Lauren Socha.


Y finalmente Nathan, interpretado por Robert Sheehan, un insoportable e irritante engreído que siempre tiene una respuesta aguda para cualquier situación y al que no parece importarle absolutamente nada en la vida.

No voy a adelantar qué poderes tiene cada uno porque es una parte importante de la trama cómo los descubren, pero sólo voy a adelantar que cada habilidad especial tiene que ver con algún rasgo de su personalidad y eso suma un montón al desarrollo de los personajes.

De las actuaciones realmente no se destaca ninguna, porque son todas muy, muy buenas. Tan buenas son que en el año 2010 Lauren Socha recibió el premio BAFTA (premios que da la academia de cine y televisión de Inglaterra) a Mejor Actriz Secundaria en Drama de TV. Y el año de su estreno la serie fue galardonada como la mejor serie dramática del 2009.

Pero aparte del desarrollo de personajes y los filosos y realistas diálogos, lo importante de “Misfits” es la puesta en escena y la música que acompaña a cada capítulo.

Emplazada en el municipio ficticio de Wertham, en Londres, que tiene un gran lago al lado del Centro Comunitario donde la mayoría de la serie tiene lugar, tiene una fotografía y dirección interesantísimas, pero principalmente muy cuidadas. Esto que parece un dato menor es importante destacarlo porque, a diferencia de en una película, en una serie los directores cambian de capítulo a capítulo, al igual que los directores de fotografía. Generar entonces una homogeneidad en el estilo y la imagen de una serie es algo que siempre vale la pena destacar.

En la banda de sonido de cada episodio podemos encontrar canciones de Joy Division, Kraftwerk, The Velvet Undergorund, LCD Soundsystem, Neil Diamond, The Prodigy, Blur o los Beastie Boys entre tantos, tantos otros. Esto suma muchísimo a la creación de ambientes y a que no sea la clásica banda de sonido con instrumentales los que nos hacen pasar de emoción a emoción, sino que el creador de la serie juega con que vamos a reconocer los temas y disfrutarlos.

Pero no todo es diversión y los obvios romances entre esos personajes jóvenes que comparten algo tan importante en sus vidas como la rehabilitación social y el descubrimiento de sus habilidades y de ellos mismos, porque la tormenta no afectó sólo a estos inadaptados sociales, sino a varios habitantes más de Wertham y si hay algo que es común denominador dentro de la serie es que el simple hecho de tener poderes no hace buenas a las personas. 

Como dije antes la serie es un gran éxito de espectadores y de premios en sus dos primeros años, y así como así, sin mucha más explicación que un “todo muy lindo, pero no puedo estar atado a un éxito toda mi vida” Robert Sheehan abandona la serie y su personaje Nathan (por mucho el más carismático de todos y el que había tomado el rol de líder del grupo) no aparece en la tercera temporada.

Los productores salieron a minimizar el tema en su momento y avisaron que se iba a sumar otro personaje para la tercera temporada, personaje que por momentos y hasta que adquirió dimensión propia, parecía una reformulación del mismo Nathan.

Para darle una salida más formal y menos drástica al asunto, se estrena un corto directamente en la web de la serie donde se nos cuenta por qué Nathan no aparecerá en los siguientes capítulos y hasta se hace una especie de transición entre este y quien lo reemplazará. 

Porque Rudy, el nuevo inadaptado interpretado increíblemente por Joseph Gilgun, a pesar de que luego se hace muy importante en el desarrollo de la serie, siempre va a terminar siendo comparado con Nathan. Sea por los ácidos comentarios, por la manera casi nihilista que tiene de ver la vida y hasta por el estilo de actuación que comparten Sheehan y Gilgun, es muy difícil que el espectador (que sólo vio a Nathan  en 13 episodios) no piense “esto que le pasa a Rudy, seguro era una idea de los guionistas para que le sucediera a Nathan”.

Pero como canta el increíble Farrokh Bulsara “the show must go on” y mucho más cuando los guionistas venían construyendo un arco argumental muy importante en las dos primeras temporadas y que se sabía podía terminar en la tercera.

Así es como llegamos el epítome, al punto máximo, de la serie donde cualquier fanático de X-Men va a disfrutar estos 8 episodios que la conforman de manera extrema.

Todo lo que pensábamos que podía estar de más en las anteriores temporadas, cierra perfectamente y demuestra que Overman y sus guionistas sabían exactamente hasta donde querían llegar.

El final de esta temporada, emitido el 18 de diciembre de 2011, nos hace querer más de todo eso que nos contaron, nos hace pensar que la cuarta temporada ya confirmada antes de que se termine la tercera, puede llegar a ser sublime.

Pero el 20 de diciembre (sí, a sólo 2 días del gran capítulo que acababamos de ver) la bella Antonia Thomas anuncia via Twitter que no va a volver a interpretar a Alisha en la cuarta temporada. Pero esto no es todo, porque ese mismo día, pero via Facebook, Iwan Rheon anuncia que él tampoco volverá a interpretar a Simon y que es su final en “Misfits”.

Así como así, después de una sobredosis de nerdismo extremo, el bajón fue espantoso.

Si bien era entendible y hasta esperable por las circunstancias de ese último capítulo, todo aquel que seguía la serie no pudo evitar hacer la conexión entre estas noticias y el alejamiento de Sheehan al final de la segunda temporada.

¿Nos íbamos a tener que bancar una situación similar a la de ver a Rudy y pensar en Nathan? ¿Ibamos a tener que soportar nuevos personajes que no estarían a la altura de los que ya conocíamos y que tanto nos habían gustado? ¿Qué era lo que pasaba en “Misfits” que sus actores dejaban el barco?

La gota que colmó el vaso y que ya era digna de un argumento de serie, fue que en mayo de 2012 se anunció que Lauren Socha no iba a ser parte de la cuarta temporada que ya estaba produciéndose.

Eso sí, ella no lo avisó ni por twitter ni por facebook, sino que el anuncio lo hizo la productora y supuestamente de común acuerdo. El problema con Socha fue que a la actriz la sentenciaron a 4 meses de prisión por insultar de forma racista y agredir a un taxista estando totalmente borracha. 

Así fue como en la cuarta temporada del cast original sólo quedaba Nathan Stewart-Jarrett con su personaje Curtis y se nos presentaron los nuevos protagonistas:

Finn, interpretado por Nathan McMullen, es un tipo que quiere caerle bien a todo el mundo, inseguro hasta el último centímetro de su pelo, bastante inocentón y principalmente optimista.

Jess, interpretada por Karla Crome, es una chica que siempre va a cuestionar lo establecido, siempre va a terminar diciendo eso que no se debería decir porque no le interesa ser políticamente correcta… o por lo menos eso es lo que parece.

Obviamente estos dos nuevos personajes también fueron afectados por la tormenta y también tienen poderes.

Como era de esperarse la cuarta temporada no le llega ni a las rodillas a las anteriores, pero los guionistas empiezan a encontrarle la vuelta a Rudy y podemos decir que se come los 8 capítulos que la conforman.

Como también era de esperarse, el personaje de Curtis está totalmente desdibujado, ya no es lo que era por lo que para el capítulo 4 Nathan Stewart-Jarrett deja la serie, pero de una manera mucho más profesional que los anteriores “Misfits originales”, quizás ya sabiendo de su nuevo trabajo en “Utopia”.

Así es como en los próximos capítulos conocemos a 2 nuevos personajes, Alex y Abbey, interpretados por los dos carilindos Matt Stokoe y Natasha O'Keeffe. Listo, no queda nadie del cast original. Podemos hacer cualquier cosa.

Y sí, lo hacen.

La serie se vuelve cada vez más escatológica, llevada de la mano del cada vez más escatológico Rudy, y llega a niveles ridículos de poderes y tramas. Toda esa crudeza con la que nos encontramos en los primeros capítulos de esta serie es llevada al extremo y parece hasta una parodia de si misma.

La cuarta temporada termina con uno de los personajes a punto de morir, un apocalipsis cancelado y sólo un capítulo interesante que involucra un conejo gigante vestido de traje que mata gente con un palo de golf.

Y llega el 2013 y llegan los últimos 8 capítulos de la quinta temporada de esta serie que supo ser buenísima y que ya no lo es tanto.

Y si bien el guión empieza a remontar un poco y se vuelven a ideas que hubiesen funcionado perfecto en las primeras temporadas, nada se puede hacer cuando el caballo está con dos patas quebradas salvo tener piedad y terminar con su sufrimiento.

La inercia, que cada capítulo sólo dure 45 minutos y las ganas de saber cómo carajos va a terminar la cuestión; son las únicas razones por las cuales podemos querer ver la quinta y última temporada de “Misfits”.

Seguramente influye y mucho que no sean temporadas eternas de 22/24 capítulos como en el mercado de las series yankis y que sean sólo 8 por temporada. Quizás sea eso lo que haga que, a pesar de ser una agonía, no se haga tan insoportable.

Pero seguro que es el mejor final de 2013. No porque sea bueno, sino porque por fin terminó.