jueves, 27 de junio de 2013

Watergate en Cine - La Columna de Logan.


Todo asiduo visitante del sitio sabe perfectamente que en el mismo no se promulga el debate sobre política; con un abanico más que amplio de temas tratados, los mismos siempre están relacionados con parte de la cultura Freak y muy pocas veces avanzan un poco más allá. En mi intento por querer reflejar algunos aspectos de nuestra vida diaria, con las próximas elecciones tan cercas, en mi cabeza comencé a buscar la forma de poder incorporar algo de política sin traicionar el espíritu del sitio, y se me ocurrió entonces que tenía que buscar la manera de conjugar 3 variables: periodismo -lo que, en parte, hacemos los que colaboramos con Tierra Freak-, actualidad política y cine. Existen una parva de films relacionados con la política, pero no es tan sencillo encontrar un hilo conductor que los comulgue, sin embargo, sin mucho esfuerzo, apareció una variable más: corrupción, y ahí sí, por fin, nació un tópico común.

¿Por qué Watergate?

 El caso Watergate significó, para el país del norte, la pérdida de la inocencia de esa sociedad en lo que se refiere al respeto que la misma le tenía a las instituciones y a quienes las administran, y sobre todo al máximo responsable de organizar el estado y el aparato político y de tomar las decisiones que marcan el rumbo del país: el Presidente mismo. El escándalo Watergate provocó, entre otras cosas, la renuncia del presidente Richard Nixon a su cargo, misma que se dio el 8 de agosto de 1974, un tiempo después de que el jurado federal lo considerara copartícipe de una conspiración para obstruir la justicia en la investigación de este caso, transformándose así en el primer presidente norteamericano en abandonar el barco antes de tiempo, una costumbre que en nuestro país se hizo tendencia en los últimos 30 años de democracia. 

Si bien existen varias películas que, de una u otra forma, ofrecen un acercamiento a este caso y sus pormenores, para poder entenderlo con el detalle que el mismo amerita solo necesitamos ver dos films, los cuales procederé a reseñar:

All the President's Men (1976)

 Conocida aquí como Todos los hombres del presidente, el film de Alan J. Pakula [Presumed Innocent (1990) y The Pelican Brief (1993)] adapta el libro homónimo de Bob Woodward y Carl Bernstein publicado 2 años antes, en 1974, y  relata los pormenores de la historia de la investigación que llevaron adelante los mismos Woodward y Bernstein (caracterizados por Robert Redford y Dustin Hoffman respectivamente) trabajando como periodistas para el Washington Post, misma que sirvió como mecha para que explote en la cara de la sociedad yanquie toda la conspiración.

La narración encuentra a estos periodistas del Washington Post investigando un asunto de carácter político que aparentemente tiene poca importancia, salvo por la aparición de abogados con mucha chapa, lo que les dio la pauta de que se estaba cocinando algo heavy debajo. Al intensificar sus averiguaciones terminan contactándose con un confidente que se hacía llamar a sí mismo Deep Throat (Garganta Profunda) y cuya identidad no sería revelada hasta treinta y tres años después del escándalo, el cual los terminaría guiando al meollo del asunto: un arresto de cinco hombres por el allanamiento de la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata en el complejo de oficinas Watergate, en Washington, D.C. el 17 de junio de 1972. La investigación nos llevaría a descubrir que Nixon y su equipo conspiraron para ocultar el allanamiento sólo seis días después de los hechos. Esta fuente, además, revelaría que el espionaje telefónico contra el Partido Demócrata era una actividad realmente planificada por los principales asesores de Nixon, H. R. Haldeman y John Ehrlichman, con el respaldo del mismo Presidente. 

Después de dos años reuniendo pruebas contra el entorno del Presidente, que incluía a miembros de su equipo testificando contra él en una investigación del Senado de los Estados Unidos, se reveló que Nixon tenía un sistema de grabación de cintas magnéticas en sus oficinas y que había grabado una gran cantidad de conversaciones dentro de la Casa Blanca. Estas cintas mostraron que había obstruido a la justicia e intentado tapar el robo, y dichas conversaciones grabadas serían conocidas como "The Smoking Gun" (La Pistola Humeante). Tras una serie de batallas legales, la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió de forma unánime que Nixon debía entregar las cintas y a Ricardito no le quedó otra que hacerlo. Las mismas, aún con sus falencias y ediciones –mismas que nunca reconoció- fueron suficientes para incriminarlo. 

 Si bien la trama del film no se limita a los eventos políticos ocurridos durante el Escándalo Watergate y abarca también las discusiones de los periodistas con sus jefes del Washington Post sobre la forma en que deben tratar las noticias, las implicancias de revelar graves actos ilegales de los asesores presidenciales, y las peripecias vividas por Bernstein y Woodward para sustentar sus reportes y artículos, la narración acaba abruptamente con la juramentación de Nixon como presidente reelecto el 20 de enero de 1973. Para no omitir la verdadera conclusión de la historia (la renuncia de Nixon en agosto de 1974), los sucesos posteriores a enero de 1973 son narrados mediante notas mecanografiadas de estilo periodístico, mostradas en las escenas finales. La última nota se reduce a dar cuenta de la renuncia de Richard Nixon el 9 de agosto de 1974 y la asunción al mando de Gerald Ford esa misma fecha al mediodía.

El caso no solo fue polémico y puso en jaque todo el sistema democrático norteamericano, dejó un precioso legado instaurado en el sub-consciente de esa sociedad: la idea de que el gobierno conspira contra su pueblo, misma que fue explotada –y lo sigue siendo- infinidad de veces en el cine y la televisión, desde películas como Conspiracy Theory (1997), con Julia Roberts y Mel Gibson en la piel del yanquie paranoico por antonomasia, hasta series de T.V. como X-Files, donde incluso en sus 1ras temporadas aparece un personaje que también se auto-denomina Deep Throat y que fue guiando al personaje de Duchovny, Fox Mulder, en las investigaciones que implicaban al gobierno –y sobre todo a la cúpula del F.B.I.- en una conspiración para ocultar el advenimiento de una invasión alienígena.

Frost/Nixon (2008)

 Avanzamos un par de décadas y nos  enfocamos en otro film que termina de cerrar esta historia, presentándose casi como un epílogo del caso. Frost/Nixon (2008), dirigida por Ron Howard [Apollo 13 (1995), EDtv (1999), A Beautiful Mind (2001), The Da Vinci Code (2006)] y protagonizada por un soberbio Frank Langella caracterizando de forma impecable a Richard Nixon y un muy correcto Michael Sheen dando vida al presentador de televisión David Frost, nos cuenta la historia detrás de la entrevista más polémica que tuvo la televisión yanquie a fines de los ’70.

El film apunta a mostrarnos como se preparó la serie de cuatro entrevistas realizadas en 1977 por el periodista David Frost al ex-presidente Richard Nixon, desde su génesis. Ponerle la etiqueta de periodista a Frost antes de dichas entrevistas es caer en una exageración: el personaje era claramente un Tinelli del Nacional B que tuvo sus 15 minutos de fama y que aspiraba a pegarla con algo para poder regresar al estrellato Hollywoodense, y se le ocurre que puede hacerlo poniéndose en contacto con el entorno de Nixon y pautando unas entrevistas, mismas que serían grabadas y luego emitidas por alguna cadena televisiva. Con algo de prisa le comunica la idea a su productor y amigo John Birt (en la piel de Matthew Macfadyen), y entre ambos comienzan a armar un equipo para llevar adelante las mismas, el cual incluirá a dos periodistas especializados en la vida del ex-presidente: Bob Zelnick (Oliver Platt) y James Reston Jr. (llevado adelante por un contundente Sam Rockwell). 

Nixon estaba recuperándose de flebitis en La Casa Pacifica en San Clemente, California, mientras discutía sus memorias con el agente literario Irving "Swifty" Lazar (personificado por Toby Jones), el cual le comunica al ex presidente de la petición de Frost para llevar a cabo una entrevista con una oferta de U$S 500.000, y sólo después de que Lazar contacta a Frost, la oferta aumentó a U$S 600.000. Lazar contacta a Frost para informarle que Nixon está interesado, por lo que Frost y Birt vuelan a California para reunirse con Nixon.

Mientras Frost viaja de un lado a otro intentando vender el proyecto a alguna cadena televisiva y buscando patrocinadores, conoce a Caroline Cushing (caracterizada por la preciosa Rebecca Hall), con quien pronto comienza una relación. En La Casa Pacifica, Frost hace el primer pago parcial de U$S 200.000, sin embargo el jefe de estado mayor, Jack Brennan (Kevin Bacon), que es casi un confidente y consejero de Nixon, expresa sus dudas sobre si Frost será capaz de pagar el monto total.

 Finalmente las entrevistas se concretan, y sin ánimos de spoilear mucho mas de una película que es digna de ver, puedo dejarles, eso sí, una de las frases que Nixon largó en las mismas, y que terminaron por sepultar su imagen y finiquitar su carrera política: What I'm saying is that if the President does, then it is not ilegal (Lo que estoy diciendo es que si el presidente lo hace, entonces no es ilegal).

¡Shoooooooooooooooooryuken

Frost Win. Nixon Dies.

El film está acertadamente narrado como un falso documental, razón por la cual podemos ver a casi todos los personajes principales (excepto Nixon) hablando de esos hechos a la cámara, como si Howard hubiera efectivamente entrevistado a cada uno de los partícipes de esta historia. Casi al final, uno de los personajes nos habla de otro de los legados que este caso tuvo: de aquí en adelante, cada vez que se quiera denotar un caso de corrupción con tintes conspirativas por parte del gobierno, se usará una palabra que represente el caso y se la unirá con el sufijo Gate, como por ejemplo, Yomagate, en nuestro país.

Si bien la popularidad de Nixon ya había descendido a niveles increíbles antes del encuentro televisivo con Frost, es aquí donde el público norteamericano finalmente obtiene lo que estaba esperando de él como funcionario público: un –tímido- pedido de disculpas, y un quiebre en su postura soberbia y altanera para dar lugar a un momento de dolor y congoja rememorando esos dos últimos años de su mandato.

Frost/Nixon es un drama político liviano y por momentos frívolo pero que tiene todos los ingredientes de este género, y lo más importante: le pone un moño color sangre a uno de los casos más polémicos de la historia yanquie.

Espero que hayan disfrutado de esta reseña, y los espero otra vez la semana que viene, aquí, en Tierra Freak.