lunes, 4 de febrero de 2013

¿Querés ser un Super-héroe? - La Payada de Kid Koala.


“Es el héroe que Lanus merece, pero no el que necesita ahora. Así que lo cazaremos. Porque él puede soportarlo. Porque él no es un héroe. Es un guardián silencioso, un protector que observa... Un caballero de la noche”.

¿Se puede? Permiso. EEUU ha logrado enquistarse como una potencia mundial desde mediados del siglo pasado y lo que realmente terminó de cimentar su dominio económico fue su exportación/invasión cultural. Las pelis de Hollywood, Mc Donalds, el basquet y skate, los nachos, las Pringles, el idioma, Halloween... Y el superhéroe.




El superhéroe, en su imagen más definitiva se encarnó por primera vez en Superman. El übermensch de Nietzke envuelto en un lindo papel de regalo para entretener a los chicos por una chirola.  Como 12 meses después llegó el justiciero pulp amalgamado al superhéroe, con eso y un choreo a diseños de Leonardo Da Vinci se terminó por moldear a Batman. Entre ellos dos se puede discriminar a cualquier superhéroe: el que tiene poderes, y el que no. Sencillo. Pero a medida que fueron surgiendo los clones de estos estereotipos se dio otra forma de discriminar qué es un superhéroe y qué no: el traje. Cuando los Astonishing X-Men de Whedon quieren dedicarse a ganar la confianza y cariño de la gente, dejan las camperas de Grant Morrison y vuelven a usar disfraz. Colores brillantes, azul y amarillo, sin máscaras y... James, no mates a nadie. No delante de las cámaras.

Aparentemente, cualquiera con traje, tenga o no superpoderes, enfrente los peligros que enfrente (Galactus o cambiar un neumático en camino negro a las 3 de la mañana) es un superhéroe si se vende como tal. Aunque de super lo único que tenga sea tres kilo de papas de Coto que estaban de oferta.

Disfrazarse de superhéroe parecía algo reservado para niños en fiestas de cumpleaños. Los adultos se podían quitar las ganas en fiestas de disfraces y convenciones. Y solo para los más freaks dentro de los raros que asistíamos. Con un fuerte empujón del cosplay japonés que se fue popularizando en el país a medida que el manga se hizo popular de la mano de las series de TV que veíamos hace décadas por Magic Kids, Locomotion o mangas que edita/ba Ivrea, la situación cambió, la cabeza del mundillo comiquero cambió y ver a alguien disfrazado de Batman o Wolverine es tan común como ver un Goku o L.

La primera vez que el nombre de Mark Millar se volvió algo emparentado al adjetivo “masivo” fue con su trabajo en Authority. El superhéroe  de los 90s, de dientes apretados y actitud cool (todo lo cool que podían ser Beavis & Butthead... Y nada más) recibió una tintura de madurez y un renovado interés por los problemas del mundo actual de parte de Warren Elliis durante su etapa en StormWatch. Cuando Ennis se fue la posta la agarró Millar que junto a Brian Hitch (quien ya venía trabajando en estos personajes junto a Ellis) llevó la propuesta de Ennis un poco más allá con gran éxito.

Millar es, desde hace una década, muy cercano a Hollywood, vendiendo los derechos de sus obras para eventuales películas (Wanted -2008-, la primera en concretarse) y fue incluso contratado en 2012 por la Fox como consultor para sus películas basadas en personajes Marvel (tienen los derechos sobre el universo X-Men y los Fantastic Four). En 2008 junto al tan legendario como su padre John Romita Jr. (Spider-Man, X-Men y cualquier personaje de Marvel que se te ocurra) hizo Kick-Ass. En el, presentaba a Dave Lizewski como un chico común y corriente que llevaba su afición a las historietas un paso más allá, usando un traje e intentando detener el crimen como pudiera. Todo intento de convencernos que se puede combatir al crimen con sólo un traje se va al carajo cuando ves a una nena de 10 años cortando cabezas con un par de katanas, pero la historia estaba bien y divertía.

Un par de años después (2010) salió la película, con Aaron Taylor-Johnson como Kick-Ass, Chloe Grace Moretz (Pedobear ALERT!) como Hit Girl y Christopher Mintz-Plasse (MC LOVIN!!!!!!) como Red Mist. Gustó, hizo un buen dinero (+50% de ganancia sobre el presupuesto) y Matthew Vaugh se hizo un nombre desde el cual hizo palanca para dirigir X-Men: First Class, la renovada apuesta de Fox por los mutantes.

¿Se le puede llamar moda a una tendencia no tan difundida? Porque, quizás por Kick-Ass (sea comic o película); por los cosplayers; o por estar aburridos de estar en una oficina mirando 9Gag durante todo el horario laboral, hay una movida importante de “superhéroes reales”. Tipos que patrullan las calles de su barrio, atentos a algún movimiento raro, un malhechor voluntarioso... ¡un gatito subido a la rama más alta de un árbol aunque sea! Googleen “superhéroes de la vida real”, o miren los videos de “Phoenix Jones”. Esto esta pasando en todo el mundo. La motivación parece ser ayudar y dar un buen ejemplo. No creo que haga falta un traje, pero ellos sí lo creen. Al menos tienen el buen gusto de no usar calzoncillos expuestos. Ni siquiera Superman los usa ya, pst.

La posibilidad del superhéroe argentino, pensarlo, es tan viejo como el Sonoman de Oswal y no tan lejano en el tiempo como el Caballero Rojo o el Animal Urbano. Sin embargo, en la vida real, el único que podría hacerse llamar “el señor de la noche” en Argentina es Marcelo Tinelli. Dueño de las noches de la tv, el cabezón cuervo botón podría asemejarse a algo parecido a Tony Stark si le diera a la botella como a los alfajores; y si empezara a sumar mitos urbanos como volteador de mujeres en vez de clínicas cerradas por emergencias de baul..

So... Ante este panorama desalentador surge... Menganno. Si fuera Spider-Man sólo encontraría edificios altos para balancearse en Puerto Madero. Si fuera Aquaman, recién encontraría pescados (sin radiación letal) para charlar mudándose a la costa u orillas del Paraná. Mezcla de Batman, Capitán América, repartidor de pizza y Baby Etchecopar, es el héroe que necesitamos (?).

Ok, so, no recorre los pasillos de una Animate, ni posa para las fotos en medio de dvds truchos y quinceañeras más confiables que una pastilla azul para dejártela bien tiesa, pero básicamente no desentonaria puesto allí. Uno no sabe si alguna vez leyó o miró Kick-Ass, si sabe quién es Alan Moore o si conoce a Guepardo y Titania. Por edad (la que uno intenta adivinar que tiene) quizás le da el piné para haber asistido a las primeras Fantabaires, legendarias expos de comics de mediados de los 90s que perecieron apenas llegado el siglo 21. Tal vez jamás tocó un comic en su vida y sólo mira películas de Woody Allen. Ponele que su pasión sea ver al Granate y tomar tereré en la tribuna. Pero... Hoy día buena parte de los adultos casi cuarentones para atrás somos permeables a las series de tv, juegos de consola, anime y comics (creo que ese es el orden de frikismo, y apenas el principio del hoyo del conejo, si sos curioso). La sociedad toda es más tolerantes ante casos que un par de generaciones pasadas habrían puesto en un psiquiátrico sin dudarlo.

Quizás sea la transición de paradigmas culturales que no parece TAN desquiciado que un tipo cualquiera quiera disfrazarse de superhéroe e intentar ser algo más que humano. Porque vivimos en un mundo en el que ser buena persona aparentemente cuesta mucho, tanto que decir “buen día” y “muchas gracias” es de super humano. Y es una mutación tan extraña como disparar rayos por los ojos o patear un penal con las dos piernas (y meterla).