martes, 26 de febrero de 2013

No entra nada más - La Payada de Kid Koala.



Estoy llegando a ese punto del coleccionista en el que empiezo a pensar en el espacio. La frontera final. Allá donde nadie ha llegado jamás. Donde manda el capitán Kirk y cruza miradas complices con Leonard Nimoy. Pilas y pilas de comics se empiezan a amontonar. ¿Qué sucede cuando el volumen de tus revistas comienza a molestar? 





Lo que arranca como un hobby sano, con la venia de tus padres, “el nene lee mucho” decían, se fue transformando en un hábito acaparador de coleccionista. Y nunca fue un problema porque no era que sólo leía historietas. Una nutrida biblioteca de King, Poe, Doyle, Bradbury, Borges, Verne, Cortazar, Arlt, Walsh, Tolkien y Moorcock entre otros,  es una afición lo suficientemente variada como para no ser mal vista. No es una cuestión de “el enfermo de las Superman con la tapa de Jimmy Olsen con disfraz de tortuga” (Y sólo si son de Novaro), soy casi normal. Como vos. 

Soy chatarrero. Tengo muchos comics, fanzines, flyers, entradas... Y también muchas revistas viejas de El Gráfico y Un Caño (deportivas); Rolling Stone y La Mano (ya extinta) y TXT (la del buen Castello, que en paz descanse); Diarios del Boca campeón de Bianchi, Benitez, Basile, Russo, Ischia y Falcioni... Kilos y metros de papel. Debo tener un par de algarrobos en celulosa y seguramente pague mi karma en la próxima vida, si es que no hay un bárbol cazando gente como uno, vengando a sus pares e impartiendo una discreta justicia, no sea cosa que panda el cúnico y uno esté preparado. 
El tema, el tema es que en la biblioteca no entra nada más. Y voy guardando cosas en cajas. Y después las cajas se van apilando y ya las cajas van ocupando lugares distintos de la casa. Mientras tanto, siempre estoy leyendo algo, así que además de las casa, en cualquier lugar del hogar hay una revista. En la cocina, en el dormitorio, en el living... Sí, en el baño también. Aunque trato de no olvidarme ningun ejemplar ahí. Por la humedad, por el agua que salpica (?)

¿Vendo todo y me quedo con cosas muy puntuales y queridas? Todavía me duele en el alma comiquera haber vendido mi edición Zinco de Crisis. Y tengo las originales yanquis. Pero... Aparte de ser una edición muy completa, por las fichas Who’s Who, eran un regalo de mi viejo. A él no lo tengo y lo extraño, ¿podría seguir teniendo mis tacos de Crisis?. Si hasta las de Perfil me emocionan. Recuerdo cuando las compraba antes de entrar al colegio en la primaria. ¡Un par de Flushman me tengo que quedar!. En ese sentido, el amigo lector coleccionista puede sentirse un John Cusack cualquiera, interpretando un personaje de Nick Hornby, en uno de esos no tan extraños casos en los que una película es tan buena como el libro y pensar si esta pasión por los comics no va de la mano también con el pasado. Y qué tan saludable es. Acaso... ¿Acaso es necesario desprenderse para crecer? 

Las mudanzas son una cagada. A menos que seas liviano. Sí, ahí podés meter tus cosas en un par de cajas y presto, te vas en auto a ese esqueleto de cemento y vidrio que te maravilla al escuchar un poco de eco cuando hablás y que sin proponértelo vas a engordar en el tiempo con tu vida. Seis meses y es tu casa. Pero no es nada práctico cuando tenés 10 cajas de comics a punto de desfondarse. Hay que empezar a pensar que tenés demasiado.
¿Y?

Muchos amigos, conocidos y algo conocidos se pasaron al eBook. Gadgets como el Kindle, o tablets. Scan y al carajo. New Titans de Wolfman y Pérez, la serie baxter del 84, completa del 1 al 130 con los anuales son como 8 kilos y medio de revistas. O un par de gigas en tu PC, que podés ordenar, no en bolsitas, sino en carpetas y cuando quieras leerlas, un par de clics y listo.


Saliendo del scan pirata tercermundista, es también en ese sentido parece que va el mercado yanqui por derecha. Tanto como la venta por librerías, año a año aumenta el ingreso monetario por comics digitales. Las comiquerias, el principal canal de venta de las editoriales resistieron mucho la apertura del negocio, siendo que por mucho tiempo, a fuerza de pataleos querían evitar que ambos formatos estén a la venta el mismo día. Pero a medida que se va demostrando que las ventas de uno no merman las del otro, el berrinche se hace más débil, por lo que ya es común que ambos formatos se presenten en conjunto. Algunas ediciones incluso traen un código gratuito para que descargues la edición digital. Otras revistas lo traen a un precio de tapa superior. Las series más vendidas en Comixology son las más vendidas en comiquerías, aunque hay sorpresas. En parte por las ofertas semanales y otro tanto por obra y gracia del consumidor. Happy de Morrison y Locke and Key de Joe Hill pelean el ranking con los Avengers de Jonathan Hickman, los crossovers de Death of the Family del Batman de Scott Snyder o la Justice League de Geoff Johns.

PERO NO ES LO MISMO.


Al menos no para una gran cantidad de lectores que crecimos con el papel y cultivamos el sentido más fetichista de la lectura, el coleccionismo. No dudo que las nuevas generaciones se inclinen con más facilidad al digital. Es más práctico, más barato, y la nube permite que lo puedas leer en cualquier dispositivo de tu casa. Y si alguna vez tenemos en nuestro país una conexión de internet decente que lo permita, en cualquier lugar también.

Lo correcto sería comprar un monoambiente en la zona negativa y meter todo allá, o buscar espacio en el satélite de la Justice League. Pareciera que en los comics, el lugar también es tema de exposición. Hay varias soluciones: la más práctica seguro que son las partículas Pym. El descubrimiento del vengador Ant-Man/Giant-Man/Yellowjacket/Goliath/Wasp, violento de género, terror de Florencia Peña son unas partículas que actuan a modo de chiquitolina del Chapulin Colorado. Dame 10.

Hablando en serio, lo único que queda es tratar de meter todo lo más ordenado posible y esperar un momento de emoción violenta en el que saque a la calle un montón de cacharros para hacer lugar. O simplemente volverme más selectivo y desprenderme del resto, para alegría de amigos y Mercado Libre. Y así finalmente responder la pregunta que más recibe un comiquero, ¿cuánto vale tu colección?
Pero por ahora no.